domingo, 20 de octubre de 2013

PORTADA XL SEMANAL, Pablo Motos: "De niño era un 'rebotado'. Quemé la casa de mis padres dos veces",./ EL BLOC DEL CARTERO,De 'parlique' con los ERE


Pablo MotosNo fue lo que se dice un adolescente fácil: "Me pasaba la vida intentando hacer algo malo, incendié dos veces la casa de mis padres... y...

En portada

-foto-Pablo Motos: "De niño era un 'rebotado'. Quemé la casa de mis padres dos veces"



Con un programa en blanco. solo con humor, invitados de altura y y unos colaboradores con un punto estrambótico, Pablo Motos es el rey con 'El hormiguero'. 

Parece un nombre artístico, pero de verdad se llama Pablo Motos. Nació en Requena (Valencia) hace 48 años. No fue lo que se dice un adolescente fácil: "Me pasaba la vida intentando hacer algo malo, incendié dos veces la casa de mis padres... y mi segundo hogar era el trastero, donde me pasaba las horas castigado y a oscuras. Pero me centré el día que me compraron una guitarra». Se la enseñó a tocar un gitano que era peluquero y que, además, tenía una hija, la Mari, «que me gustaba una barbaridad, pero que no me hizo caso».
XLSemanal. Y cuenta que un día conoció a un pijo de Requena que le cambió los esquemas por completo.
Pablo Motos. La verdad es que yo era bastante bueno con la guitarra y le di clases una temporada. El pijo tenía una casa preciosa y un equipo de música maravilloso, me enseñaba sus discos y tenía unos pantalones Levis estupendos... Vamos, que sentí envidia. Yo también quería tener una casa como la suya y unos Levis y mi equipo de música. Así que, como mis padres no tenían dinero, me puse a trabajar para conseguir lo que quería y, desde entonces, nunca he dejado de hacerlo. Empecé dando clases de guitarra a más gente, luego entré en la radio... El caso es que no he tenido un solo día de paro desde que empecé a trabajar de lunes a domingo.
XL. ¿Qué tal se llevaba con sus padres?
P.M. Yo siempre he sido un 'rebotado' de todo. Aunque tengo una hermana mayor, yo era el rebelde de la familia. Siempre quería hacer lo que me daba la gana, como cualquier chico...
XL. ¡Hombre, no! Cualquier chico no quema la casa dos veces.
P.M. Yo quería saber qué pasaba si hacía algo gordo. A lo mejor aquella actitud puede entenderse como el principio de El hormiguero [se ríe]. La primera vez que quemé la casa es porque compré muchísimo cable y conecté todos los altavoces a la vez para ver si podían funcionar juntos. Y funcionaron un momento [se ríe], pero al cabo de unos segundos todo aquello empezó a arder. Pero el momento en que funcionó el invento fui muy feliz.
XL. En otra ocasión se cargó, adrede, la televisión.
P.M. Yo era muy niño y todo el edificio tenía la tele en color, menos nosotros. Mi familia era muy humilde, mi padre era cocinero en el hospital de Requena y por la tarde era vendedor de libros. El caso es que mi padre decía que no compraba la tele en color porque la que teníamos, en blanco y negro, todavía iba bien. Calculé que si tiraba la tele al suelo, como mucho me podía estar pegando 30 o 40 segundos y, a cambio, tendríamos en breve una tele en color. Y lo hice. Quiero decir en mi favor que ahora intento compensar lo rebelde que fui de niño y procuro que se sientan colmados de todas las formas posibles, tanto mi padre como mi madre.
XL. En el colegio, no sabían muy bien si era un niño hiperactivo o un vago.
P.M. Yo creo que era un hiperactivo sin diagnosticar. En el colegio era un niño muy raro. Bueno, en casa tampoco es que fuera muy normal... [se ríe]. A las cosas que me interesan mucho les presto mucha atención y puedo estar incluso sin comer durante nueve horas haciéndoles caso y no siento nada... Sin embargo, si las cosas me aburren, no las hago. La verdad es que era un desastre. Por ejemplo, si no me gustaban las matemáticas ni me esforzaba por no suspender; pero si me gustaba la química, sacaba un sobresaliente.
XL. Daba clases de guitarra, fue DJ e hizo formación profesional en la rama de electricidad...
P.M. Sí. A través de la música empecé a trabajar en la radio de mi pueblo y, poco a poco, me metí en este mundo: buscaba publicidad, hacía programas musicales...
XL. A los 18 años dirigía Radio Requena y por las tardes trabajaba de limpiacristales en el mismo hospital en el que su padre era cocinero.
P.M. Mi padre decía que mi trabajo en la radio no iba a ningún sitio porque no tenía Seguridad Social y que así no iba a llegar a nada. Para él, lo importante era estar dado de alta en una empresa y cotizar. A través de un amigo me consiguió el puesto de limpiador de cristales y durante cinco años hice ese trabajo. Yo solo me limpiaba el hospital entero. En Requena hay un único limpiacristales para todo el hospital, y ese era yo. No te imaginas qué disgustos me llevaba cuando llovía, porque cuando llueve se te estropea todo el hospital entero [se ríe]. Da igual cómo lo tengas, todos los cristales se echan a perder. Después de llover, tenía que empezar otra vez todo... y a veces llovía barro.
XL. Y de Radio Requena a RNE en Utiel y, luego, a Onda Cero incluso ganando menos dinero; después, a M80...
P.M. Sí, lo tuve muy claro. Con Onda Cero me situaba ya en Valencia, que era una ciudad mucho más grande. Para mí, mejorar no era ganar más dinero; era llegar a Valencia. De todas formas, cuando he tenido poco dinero, he seguido siendo feliz. La falta de dinero nunca me ha quitado la felicidad porque necesito poco para estar bien. Si el día 25 de cada mes todavía me puedo pagar una cerveza y un plato de jamón y me río, es que estoy bien.
XL. ¿Es verdad que le timaron 30 millones de pesetas?
P.M. Me han timado unas cuantas veces, pero la más gorda fue aquella, sí. La primera vez que yo había ganado un dinero importante fue con esa persona. Este hombre comercializaba chicles para adelgazar y yo le hice la campaña. En un mes pasé de ganar ochenta mil pesetas a ganar dos millones. De pronto tenía mucho dinero, podía comprarme lo que quisiera: me gustaba una chaqueta y me la compraba de todos los colores: ¡era un hortera absoluto! [se ríe]. Eso duró unos cuantos meses, como nueve o diez. Pero de pronto el señor aquel desapareció y me dejó con un agujero de 30 millones, y yo era el que tenía que responder frente a la emisora.
XL. La emisora le perdonó 10, pero los otros 20 los devolvió poco a poco.
P.M. Pues sí. Yo era muy joven y el tipo aquel, muy peligroso. Fíjate, me decía que siempre había que llevar un reloj muy bueno en la muñeca para que los demás vieran que tenías clase. Que la ropa era secundaria, que lo importante era el reloj. Aquello se me quedó grabado. Yo entonces llevaba un reloj viejo y él me reñía porque nunca me lo cambiaba. Cuando me sucedió aquello, hice una cosa que te parecerá de locos: saqué del banco todo el dinero que me quedaba y me compré un reloj bueno: un Cartier. No tenía más dinero, pero sí un reloj bueno. Siempre que miro el reloj pienso que pasar de ser rico a estar en la ruina puede ser cuestión de horas.
XL. Por entonces escuchaba y admiraba a Luis del Olmo y a Iñaki Gabilondo...
P.M. Es verdad y, escuchándolos, me di cuenta de que yo no había estudiado mucho y que me faltaba vocabulario. Para parecerme a ellos, decidí estudiarme el diccionario entero, palabra por palabra. Y así lo hice. No cogí uno supergordo; cogí uno normal y me lo acabé, desde la a hasta la zeta. Yo soy un hombre muy constante y tengo mucha fuerza de voluntad y bastante memoria. Luego seguí con el diccionario de sinónimos y antónimos y empecé a aplicar todo lo que leía a mi trabajo en la radio. De pronto, me di cuenta de que quedaba demasiado pedante al micrófono y me fui corrigiendo poco a poco.
XL. Y de Onda Cero a El club de la comedia, a La noche con Fuentes, al teatro... Pasito a pasito, un buen día nace El hormiguero y con él le llegan la fama y el éxito, y pasa a ser considerado un tipo muy original, divertido y con ideas.
P.M. No creas que siento placer por la fama. Puede que lo haya sentido en algún momento concreto, pero nada más. Lo que de verdad me pesa con El hormiguero es la responsabilidad, y cada temporada lo que me planteo es si estaré a la altura de la temporada pasada o no. La sensación que yo tengo con El hormiguero se parece a la necesidad de hacerlo bien para no defraudar, no para tener éxito. Soy muy consciente de que estoy en un punto muy caliente y de que se tranquilizará y se pasará en cualquier momento.
XL. También físicamente va cambiando su aspecto. Últimamente se le ve más 'cuadrado', menos pelirrojo...
P.M. Es verdad. Antes era muy pelirrojo de pelo y no tenía barba. Ahora, el pelo de la cabeza se va poniendo canoso y la barba me ha salido roja [se ríe].
XL. ¿Y qué me dice de esos bíceps?
P.M. [Me enseña, orgulloso, uno de ellos]. Lo cierto es que vino un hombre de la revista Mens Health y me dijo que, si me entrenaba, podía hacer una portada de la revista. Como me veía con barriguita y con 42 años, me animé y me puse a hacer mucho deporte y ejercicio. Y como empecé a encontrarme mejor, seguí. A la vez, Valentín Fuster el famoso cardiólogo me dijo en el programa una vez que, cuando él tenía una persona abierta en canal en la mesa del quirófano, no se notaba si era poderoso, si tenía dinero, si era un político o un líder religioso; que solo se notaba si había hecho mucho deporte y, por tanto, si tenía muchas posibilidades de salvarse o no. Cuando acabamos la entrevista, me dijo: «Puede que no dé una conferencia por la noche porque no tenga tiempo, pero te garantizo que mi hora de ejercicio la haré». Desde entonces intento hacer una hora de ejercicio todos los días porque a él se le ve muy bien. Yo tengo comprobado que, con ejercicio y deporte recuperas energía y juventud.
XL. Por cierto, ¿cuánto mide?
P.M. No sé exactamente.
XL. Mmmmm.
P.M. Más o menos, 1,67 metros. Se hace mucha broma con mi estatura, pero en el equipo hay cinco o seis personas que son más o menos como yo y es a mí al único que se le hacen esas bromas... que ya han calado.
XL. ¿Le molestan?
P.M. No, no.
XL. No ha tenido hijos. ¿Por miedo a que se conviertan en los vengadores de sus padres?
P.M. [Ríe]. Puede que tengas razón. Puede que no quiera que me salga uno como yo y que por el karma me tocase uno igualito a mí. De todas formas, cuando conocí a mi mujer, ella ya tenía dos hijas y llevamos 20 años juntos. Ahora, las dos trabajan en El hormiguero.
XL. Y su mujer también.
P.M. ¡Aquí estamos todos! [Risas]. Esto es el Corral de la Pacheca. Por eso hay que intentar hacerlo lo mejor posible.
XL. Y a su madre, Amelia Burgos, la escuché hace días en el programa...
P.M. [Sonríe]. Se lo pedí yo porque mi padre está muy malito tiene una enfermedad grave de larga duración y ella está siempre cuidándolo. Pensé que podía hacerlo bien y, de paso, distraerse. Yo voy a verlos todo lo que puedo a Requena y el tiempo que tengo libre se lo dedico a ellos. El caso es que un día le pregunté a mi madre si le apetecería entrar en el programa por teléfono una vez por semana y me contestó que dependía del contrato que la hiciera.
XL. Y, por lo que se ve, le gustó.
P.M. Sí, ella tiene su sueldo y un contrato legal. Como la pobre no puede viajar, porque tiene muchos años y anda delicada de salud, entra por teléfono.
XL. Hay que valorar el esfuerzo que ha hecho, reduciendo los márgenes de la empresa, para que El hormiguero no sufra recortes.
P.M. Ojalá que eso fuese una virtud y yo pudiera dármelas de algo, pero no sé hacerlo de otra forma. Te diré que, si te tienes que bajar mucho el sueldo, no te hace ninguna gracia y yo me lo he tenido que bajar mucho, pero mientras esté en antena no quiero que el programa sufra recortes. Si algún día no me dan el dinero suficiente para hacer bien el programa, me marcharé y no lo haré. Esta vez han metido un recorte importantísimo a la productora igual que a todas, pero se ha podido asumir para que no repercuta al programa y se ha hecho con amor.
XL. ¡Y con dolor!
P.M. Con dolor también. El dolor me duró dos meses en los que estuve planteándomelo todo.
XL. Dice que El hormiguero es un canto al optimismo, ¿por eso apenas se habla en su programa de política ni de economía?
P.M. Una vez al mes dedicamos un programa a la crisis y a dar caña política. Una vez al mes nos unimos a esa onda que me gusta lo justo. No me gusta pertenecer al club de la queja que no hace nada. Yo intento que el programa ofrezca respuestas, iniciativas... Traigo gente que hace cosas maravillosas, estén donde estén en el mundo. No me dedico a dar horas del programa a la queja política, a lo mal que está todo...
XL. Pero ha dicho que le cae bien Rajoy y que quiere que vaya a su programa.
P.M. Todos queremos entrevistar a Rajoy. Pero es que, al margen de eso, me parece un hombre entrañable. Una vez me llamó por teléfono y me contó que un día, cuando llegó a su casa, se encontró a su hijo mayor riéndose mientras leía uno de los libros de frases de El hormiguero. Me pareció un detalle precioso que Rajoy me llamase para contarme esa anécdota y se lo agradecí sinceramente, lo cual no significa que yo esté en absoluto de acuerdo con sus ideas políticas. Fue muy auténtico, fue una conversación superagradable.
XL. ¿Y quiere darle caña después de tanto elogio?
P.M. [Se ríe]. ¡Que no se hubiera metido a presidente del Gobierno! Él tiene una responsabilidad y debe dar la cara. Si me preguntas a quién me gustaría tener mañana en el programa, te diré que a Mariano Rajoy.
XL. ¿Y a Rubalcaba?
P.M. A Rubalcaba, con el que tengo buena relación, tendría que hacerle preguntas mucho más tensas y no le iban a gustar mucho. Sería una entrevista complicada. La verdad es que no me gusta nada cómo lo están haciendo ninguno de los dos, nada. En estos momentos soy un huérfano político y me siento fatal porque me gustaría decir que confío en alguien. Con Rubalcaba tuve una relación hace tiempo y tengo su teléfono.
XL. ¿...? [Risas].
P.M. Quiero decir que lo podría llamar directamente. Probablemente, el sitio en el que yo encajaría sería entre los 'indignados'; pero me fastidia porque se han quedado ahí: les falta estrategia, hacer cosas. Cuando la gente se desespera, hace cosas; y ellos parece que se han quedado en la protesta.
XL. Pese a todo, ¿es optimista?
P.M. Sí, mucho.
XL. ¿Es verdad que todas las semanas llama a Zarzuela para ver si el príncipe quiere ir a su programa?
P.M. Claro que sí. Aunque no llamo yo personalmente, sino que lo hacen desde la productora. Hacemos varias llamadas todas las semanas, con la esperanza de que alguna nos salga bien. Llamamos semanalmente a Zarzuela preguntando por el rey, por el príncipe, por Letizia... Nosotros hacemos una ronda y ellos nos dicen amablemente que no [sonríe].
XL. ¿A quién más rondan cada semana?
P.M. No te rías porque otro de los rondados ha sido Brad Pitt y parece que lo hemos conseguido. En este momento, tenemos entre el 80 y el 90 por ciento de posibilidades de que venga al programa en junio de 2014.
XL. ¿Al Papa Francisco ya lo han incluido en esa lista?
P.M. Creo que no, pero no sería mala idea. Me encantaría entrevistarlo, parece un hombre revolucionario con ganas de cambiar un montón de cosas.
XL. Ha dicho: «Me da miedo la muerte. Voy buscando un cóctel que me dé la vida eterna...». ¿Piensa mucho en esto?
P.M. Sí, claro [sonríe]. Creo que, cuando cumplí los 45, dije: «Ya estoy en la lista». No puedo evitar pensarlo. Cuando voy a entierros de amigos y de gente de mi alrededor, no puedo evitar pensarlo. La madre de mi mujer murió hace seis meses y es inevitable pensar en el momento de la muerte y querer enfrentarlo bien. No me gustaría morirme en medio de un ataque de pánico. Me gustaría que me encontrase preparado y diciendo: «Olé, adiós, no ha estado mal». Procuro vivir cada día sin olvidarme de que esto se acaba.
XL. ¿Vive con la maleta siempre hecha?
P.M. Sí, porque te da una perspectiva diferente. Si te crees que no vas a perder nada, estás en un error. En esta vida vas a perder a todas las personas que quieres y, al final, te mueres tú. Y eso es lo que va a pasar. Por eso es mejor ver la vida desde ese sitio, sin amargarte, pero sabiendo lo que es importante y lo que no. Y esto me centra.
XL. ¿Duerme bien?
P.M. Sí, duermo siete horas y son siete horas sagradas porque, si no las duermo, no pienso bien. Para mí es sagrado comer bien, dormir bien y hacer una hora de ejercicio.
XL. ¿Se tiene por un hombre bueno?
P.M. ¿Yo? Intento no ser mala gente. Creo que, por las buenas, soy muy bueno; pero todo el mundo tiene un lado salvaje que es mejor no tocar. Valentín Fuster al que como ves tengo muy en cuenta después de aquella entrevista me dijo: «Todos los días tienes oportunidad de sacar el ángel o el demonio. Intenta sacar el ángel». Y eso hago.
XL. ¿Y nunca le sale el demonio que lleva dentro?
P.M. Sí, claro. Es que en algunas ocasiones no hay más remedio. Date cuenta de que tengo una empresa con 150 trabajadores y me pasan cosas.
XL. Y entonces, ¿cómo es Pablo Motos?
P.M. ¡Muy rápido y muy preciso!
XL. ¡Uf! Suena a don Vito Corleone...
P.M. Pero solo actúo así si es estrictamente necesario y si no hay más remedio.

  TÍTULO; EL BLOC DEL CARTERO,De 'parlique' con los ERE,.
  1. Desengáñate, Herrera, el grueso del mangazo de los ERE falsos no está en los tipos a los que incluyeron en los listados fraudulentos de las ...
     
    Desengáñate, Herrera, el grueso del mangazo de los ERE falsos no está en los tipos a los que incluyeron en los listados fraudulentos de las empresas. Esos no dejan de ser los folclóricos del caso y solamente cubrían el papel de colaborador necesario para el total de la operación. El negocio ha estado en las intermediaciones y las comisiones, en lo que han cobrado los sindicatos por hacer fácil un expediente de regulación y en lo que se ha distraído entre aseguradoras y gestorías. Y eso lo volveremos a pagar todos nosotros. Para que lo entiendas: la trama tiene una vertiente en el sector asegurador que puede acabar costando unos 84 millones de euros al Consorcio de Compensación de Seguros, es decir, a los asegurados, que somos casi todos, y al contribuyente. El Consorcio es un fondo de titularidad pública que se financia con parte de las primas de los asegurados y entra en funcionamiento cuando una aseguradora quiebra y ha de responder a sus compromisos. La Junta de Andalucía hizo en la mayoría de los casos unos contratos de seguros a través de dos intermediarios, Vitalia y Uniter, que se supone que eran dos corredurías, pero que en el caso de Vitalia no tenía licencia. La adjudicación también tenía su guasa, ya que se realizaba a través de IDEA, el Instituto de Desarrollo Económico de Andalucía, con la idea de evitar el lío inevitable de las condiciones de toda licitación pública.
    La Junta pagaba las primas, y las corredurías contrataron dos aseguradoras: Vitalia a Fortia, Uniter a Generali. Fortia, curiosamente, era una aseguradora implantada en Cataluña que tenía un cuarenta por ciento de sus pólizas contratadas con la Junta de Andalucía, más de sesenta millones de euros, cosa que, por cierto, no podía hacer, ya que su ámbito de actuación era catalán al estar supervisada por la Generalitat. Y aquí viene el lío que nuestro sector, el de los seguros, va a tener que pagar y que, no lo dudes, a la larga sale de vuestros bolsillos. Hay un punto en que Vitalia le corta el grifo a Fortia, ya que la Junta se lo corta primero a ella no pagándole las primas. Fortia, a su vez, había traspasado unos cincuenta y cinco millones de su negocio con la Junta a una empresa belga de nombre Apra Leven. Y quiebran las dos. Fortia entra en liquidación en septiembre de 2009. Por cierto, ese traspaso de cartera del que te hablo es legal; se puede hacer mediante una cesión de la cartera, o sea, de los asegurados, lo que requiere autorización administrativa o directamente hablando con el asegurado y diciéndole que la otra aseguradora es mejor. Fortia optó por esto segundo.
    Fortia es pues intervenida y en septiembre es el Consorcio de Compensación quien tiene que afrontar el pago de las prestaciones, tal como manda la legislación, lo que se produjo desde 2010 hasta junio de 2013. La mayor parte de los pagos se concentraron en 2010, 67 millones, antes de que se iniciara el procedimiento judicial de los ERE. Hay veces que, cuando hay una quiebra, se hace una quita, pero
    en este caso se acordó pagar el cien por cien.
    Así que, chico, la cantidad abonada por el Consorcio hasta 2013 asciende a esos 84 millones de euros. Aunque no todo se corresponde con el asunto de los ERE. Está claro que, al destaparse el pastel, todo el negocio de Fortia se vino abajo y arrastró todo a la quiebra. Al final, la juerga que paga el conjunto de los asegurados es por el agujero total de la aseguradora. Por otra parte, al Consorcio no le queda otra que atender los pagos a los asegurados, hasta que haya sentencias judiciales que le permitan no hacerlo. Como ves, ese asunto de asalto a los fondos públicos tiene aspectos colaterales que aún lo hacen más sangrante. Y te digo algo, las operaciones de la UCO de la Guardia Civil no han acabado. Queda al menos otra gorda. A esto no se le ve aún el fondo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario