miércoles, 20 de noviembre de 2013

El hombre que embalsamó a Franco,./ Toril es destituido como entrenador del Castilla,.

TÍTULO; El hombre que embalsamó a Franco,.

- Era casi la una de la madrugada del 20 de noviembre de 1975 cuando cuatro hombres entraban por la puerta de atrás del hospital de La Paz, ...
 

El hombre que embalsamó a Franco-foto.

Era casi la una de la madrugada del 20 de noviembre de 1975 cuando cuatro hombres entraban por la puerta de atrás del hospital de La Paz, en Madrid, cargando con dos enormes maletas negras. Llevaban un mes esperando ese momento, así que cuando Antonio Piga recibió, dos horas antes, una llamada para que reuniese a todo su equipo, no le hicieron falta más explicaciones: supo que Franco acababa de morir.

Era casi la una de la madrugada del 20 de noviembre de 1975 cuando cuatro hombres entraban por la puerta de atrás del hospital de La Paz, en Madrid, cargando con dos enormes maletas negras. Llevaban un mes esperando ese momento, así que cuando Antonio Piga recibió, dos horas antes, una llamada para que reuniese a todo su equipo, no le hicieron falta más explicaciones: supo que Franco acababa de morir.
El doctor Piga, hoy profesor emérito de la Universidad de Alcalá de Henares y único superviviente de aquel grupo, era entonces un médico forense de 36 años que seguía la tradición iniciada por su abuelo, Antonio, y continuada por su padre, Bonifacio, pioneros en esa especialidad. Un mes antes, los facultativos que cuidaban de la salud del dictador se habían puesto en contacto con él para saber si su progenitor estaría dispuesto a organizar su embalsamamiento. «Inmediatamente me fui a ver a mi padre, que aceptó la misión», recuerda.
Era, por supuesto, un asunto que había que llevar en el más estricto secreto: en 1975, el régimen se desmoronaba, y el fallecimiento de Franco iba a suponer su total liquidación. Antonio era el contacto de Vicente Pozuelo, responsable del equipo médico que atendía al general, y estaba preparado: se había encargado de adquirir los maletones donde guardaba todo el instrumental, que permanecían escondidos en el maletero de su coche. «Ya no salió del garaje por miedo a que me lo robasen».
«Cuando llegamos allí la habitación estaba prácticamente vacía, con excepción de la cama articulada en la que yacía el cuerpo desnudo, cubierto por una sábana. Tener ante mí el cadáver de quien había sido tan poderoso en España me hizo reflexionar sobre lo fugaz de la vida y lo relativo al poder». Fuera, en la calle, aún faltaban horas para que se anunciase el desenlace de su agonía. Es probable que, además del afán por retrasar lo inevitable, se pretendiese hacer coincidir la fecha de su muerte con la de José Antonio Primo de Rivera, símbolo de la dictadura.
Junto a Bonifacio y Antonio Piga se encontraban el también doctor Modesto Martínez-Piñeiro y Haro Espín, experto en la conservación de cadáveres. Su cometido era preparar el de Franco para que pudiese mostrarse en la capilla ardiente del Palacio Real. Básicamente consistió en inyectar en las arterias y venas una solución de formaldehído, alcohol y agua. No resultó fácil introducir los cinco litros de líquido conservador que se utilizaron: las operaciones quirúrgicas habían dejado el cuerpo maltrecho y el compuesto se fugaba por dentro.
Un embalsamamiento integral, como el empleado con las célebres momias de Eva Perón, Lenin o Ho Chi Minh, requiere unos dos días, que se emplean en limpiar venas y arterias, extraer las vísceras y vaciar el cráneo, inyectar conservantes y rellenar las cavidades, taponar los orificios corporales e impregnar los restos con una solución aromática. Teniendo en cuenta el poco tiempo que tuvieron -más o menos, cinco horas-, Antonio Piga considera que se hizo una buena labor. Tanto es así que está convencido de que si hoy se retirase la lápida de tonelada y media que cubre la tumba de Francisco Franco en la cripta del Valle de los Caídos, éste aparecería perfectamente preservado. «Pese a estar en una caja metálica en el ataúd de madera, y de que esa capa está soldada, el cuerpo se habrá ido desecando y apergaminando, pero estará claramente reconocible, con su uniforme y una medalla de poco valor, que se le colocó en lugar de la que había lucido en vida y mientras estuvo expuesto en el Palacio Real».
Sería injusto, no obstante, reducir el currículo de Antonio Piga a embalsamador de Franco. De hecho, no fue aquélla la única ocasión en que el ejercicio de su profesión le llevó a ser testigo de grandes acontecimientos históricos: baste decir que en su etapa de funcionario de la Organización Mundial de la Salud y asesor en materia de desastres, formó parte de los equipos que actuaron en el accidente de Chernóbil (1986) y en el terremoto de Irán de 1990. «Lo importante no es lo que presenciamos, sino lo que en nuestro trabajo hacemos por los demás, y es el hacer esto lo mejor posible un deber de toda persona, en su casa, en su barrio, su pueblo o su trabajo, por modesto que sea», opina el doctor Piga.
Casi cuarenta años después, Antonio Piga conserva intacto el recuerdo de aquella madrugada, pero solo como un capítulo más de una vida plena como la suya. «Si bien ahora pienso de vez en cuando en la muerte, en relación con la vida, e incluso en mi propia muerte, la de Franco no viene nunca a mi memoria».

  1. Pasará a ser director de formación de la cantera; José Manuel Díaz, procedente del Real Madrid C, toma la batuta del filial.
     
    Desecha la oferta de seguir como director de formación

    -foto-Alberto Toril, destituido

    • El técnico del filial fue despedido en Valdebebas por Ramón Martínez y Pardeza • Le suple Manolo Díaz


    Alberto Toril ya no es entrenador del Real Madrid Castilla. El técnico cordobés fue despedido ayer por la tarde en Valdebebas por Ramón Martínez y Miguel Pardeza.
    La decisión fue tomada por los responsables de la cantera con el visto bueno del Bernabéu, donde Toril siempre fue más valorado. De hecho, hace una semana, se le transmitió confianza y tranquilidad por parte del club. Pero la derrota de Eibar aceleró los acontecimientos.
    Su relación con Ramón Martínez se había debilitado hasta prácticamente ser inexistente. El técnico consideraba que le habían diseñado una plantilla impropia de Segunda, en la que él no tuvo ni voz ni voto. De los seis fichajes que pidió —entre los que estaban Longo, Vitolo, Thievy o Vadillo— sólo llegó Jaime Romero. Los demás fueron descartes o jugadores cedidos, muchos de ellos con la Liga iniciada.
    No se cortó Toril a la hora de manifestarlo públicamente, lo que no sentó nada bien a Ramón Martínez, que siempre ha sido un hombre de Florentino. El enfrentamiento ha acabado con el más débil fuera del Real Madrid.
    Los resultados han acabado de condenar a un entrenador que era un valor firme del club, como reconoció Florentino Pérez en más de una ocasión. De hecho, en pleno enfrentamiento de Mourinho con el técnico, cuando el luso pidió su marcha del club, el presidente le renovó hasta 2015.
    Aunque el club le ofreció ayer seguir en su cargo de director de formación de la cantera, Toril no va a continuar en el Real Madrid. Hoy sus representantes, Felipe Martínez y José Redondo, de MRHfútbol, acudirán al Bernabéu a firmar el finiquito de su representado. Toril está valorando la posibilidad de ofrecer una rueda de prensa para ofrecer su versión.
    Relevo de la casa
    Manolo Díaz será su sustituto. El madrileño está en su segunda etapa en el club y cumplía su sexta temporada en el segundo filial. Deja al Madrid C 12º con 18 puntos en 14 jornadas en Segunda B.
    El segundo filial blanco podría quedar en manos de Luis Miguel Ramis, que ascendería de un Juvenil A al que llegaría Fernando Morientes. La cascada de técnicos seguiría hacia arriba, pero los banquillos serán confirmados en las próximas horas.

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