domingo, 19 de enero de 2014

A FONDO, AQUÍ TRABAJAN LOS 600 " HACKERS" ULTRASECRETOS DE OBAMA,./ REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, LOS TIPOS MÁS DUROS DE LA TELE,.

TÍTULO: A FONDO, AQUÍ TRABAJAN LOS 600 " HACKERS" ULTRASECRETOS DE OBAMA,.

A fondo

Aquí trabajan los 600 'hackers' ultrasecretos de Obama

Los llaman los 'fontaneros'. Pero son 'hackers', matemáticos, criptoanalistas... los agentes más secretos de los Estados Unidos. Ocupan un área restringida de este complejo de la NSA, al que acceden pasando un escáner de retina. Su unidad se llama TAO. Nadie sabía de su existencia hasta que Snowden filtró sus acciones. Son capaces de contaminar cualquier ordenador: también el suyo. Así actúan.
El general Keith B. Alexander tenía un sueño: meter todas las conversaciones telefónicas, todos los correos electrónicos y todos los comentarios de las redes sociales en una caja Y poder hurgar en ella en busca de amenazas contra los Estados Unidos.
Cuando en marzo abandone la jefatura de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), es muy probable que haya convertido su sueño en realidad. «Para buscar una aguja en un pajar, hay que olvidarse de la aguja. Lo importante es el pajar. Consigue todos los datos. Luego solo necesitas tiempo y tecnología para purgarlos. Eso es lo que pretende Alexander: tener todo el pajar a su disposición», explica un analista de seguridad.
La caja ya la tiene. Es un almacén descomunal en el desierto de Utah, cercano a un pueblo habitado por mormones. Ha costado 2000 millones de dólares y tiene la extensión de 33 campos de fútbol, diez veces el monasterio de El Escorial. Las instalaciones de la NSA en el gigantesco complejo de Fort Meade (Maryland) se le habían quedado pequeñas. No es extraño, pues la NSA recopila el 1,7 por ciento del tráfico mundial diario en Internet. Dos petabytes de datos cada hora. El gran colisionador de hadrones (LHC) que cazó el bosón de Higgs genera 20 petas al año y se tardan lustros en analizarlos.
Los datos crudos no sirven para nada. Hay que guisarlos, filtrarlos, desmenuzarlos... Y la NSA puede haber logrado la tecnología para hacerlo. Según las últimas revelaciones del extécnico de la CIA Edward Snowden al semanario alemán Der Spiegel, un grupo de élite de la NSA está desarrollando un arsenal para el espionaje, la ciberguerra y el análisis de Big Data desconocido hasta la fecha. Se trata de una unidad ultrasecreta denominada Oficina de Operaciones de Acceso Individualizado (TAO en sus siglas en inglés). En la jerga, los 'fontaneros'. Esta unidad existe desde 1997, pero apenas se conocía nada de ella hasta que Snowden filtró en diciembre varios informes sobre sus últimas acciones.
La TAO es un misterio incluso para la mayoría de los 35.000 empleados de la NSA en el cuartel general de Fort Meade. Sus oficinas están separadas y solo se accede a ellas pasando un escáner de retina. A TAO pertenecen unos 600 hackers, matemáticos, físicos, programadores, ingenieros y criptoanalistas. Los mejores. Militares y civiles. Muchos de ellos los ha reclutado personalmente el general Alexander, que tiene él mismo un máster en Física. «Su modelo es Google: lo primero es obtener todos los datos; las autorizaciones y la tecnología para usarlos ya llegarán», afirma un exfuncionario que trabajó con él.
Los agentes de TAO suelen ser muy jóvenes. Trabajan en turnos de 24 horas en el Centro de Operaciones Remotas (ROC) de Fort Meade. De los mil millones de dólares que los Estados Unidos dedicaron a la ciberguerra en 2013, ROC acaparó 652. Pero también hay comandos distribuidos en cada una de las oficinas de la mastodóntica Dirección de Inteligencia de Señales de la NSA. Se trata de centros de interceptación de transmisiones ubicados en Hawái, Colorado, Georgia... En el de San Antonio (Texas), casi delatan su existencia en 2010 cuando un experimento con frecuencias de radio se les fue de las manos y los mandos a distancia de las puertas de los garajes de miles de vecinos dejaron de funcionar.
La TAO está dirigida por un oscuro burócrata, Robert Joyce, del que apenas se sabe que es ingeniero y que colecciona monedas. En su organigrama existe una división aún más hermética, denominada ANT, tan sigilosa que no hay constancia de lo que significan esas siglas (¿red de tecnologías avanzadas?), y que actúa como punta de lanza en la experimentación de sistemas de espionaje. Su cerebro en la sombra es un viejo amigo de Alexander, James Heath, otro ingeniero al que en la agencia apodan el Científico Loco. «Es brillante, excéntrico y peligroso. Lleva la tecnología hasta los límites para conseguir lo que quiere», afirma un oficial de inteligencia citado por Foreign Policy. Se lo compara con Q, el legendario inventor de gadgets de las películas de James Bond.
Según los documentos difundidos por Snowden, la TAO ha perfeccionado un catálogo de troyanos, puertas traseras e implantes o buggies ('bichitos') capaces de infectarlo prácticamente todo: ordenadores, teléfonos móviles, tabletas, intranets de empresas y gobiernos, la nube... Es probable que también pueda infiltrarse en TOR, el navegador de la deep web. Parece ser que solo se les resisten, de momento, Corea del Norte, país que está casi desenchufado de Internet, y el protocolo de seguridad de la moneda digital bitcoin.
La joya de la colección se llama Quantum Insert y no es un virus al uso, sino una especie de dron virtual que transporta y dispara el malware donde se le ordene. Hay varias maneras y todas son ingeniosas. Por ejemplo, colocan páginas falsas de LinkedIn o Facebook en los nodos principales de Internet, para ganar una fracción de segundo sobre las verdaderas. Redirigen la petición del ordenador o el móvil que están espiando hacia esa página, que responde antes que la auténtica. Y una vez que el usuario la abre, es como si le abriera la puerta de su casa. Lo llaman 'la carrera' y tiene un porcentaje de éxito del 50 por ciento.
Los agentes de TAO también interceptan envíos postales de material electrónico comprado por Internet, lo infectan y lo vuelven a meter en las cajas. Su catálogo de puertas traseras 'a la medida' convierte en vulnerable cualquier marca: Samsung, Huawei, BlackBerry... Los avisos de error de Microsoft, en los que el usuario reporta un error al fabricante, son un coladero. El malware es resistente a los antivirus convencionales y a los formateos del sistema. Son capaces de infiltrarse incluso en monitores, routers y sistemas GPS. Y han pinchado los cables submarinos transoceánicos. En la actualidad están infiltrados en al menos 85.000 ordenadores y sistemas en todo el mundo. Y presumen de que son indetectables. Según expertos, Quantum podría equipararse a lo que significó el descifre de la máquina Enigma durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando los hackers de TAO no pueden colarse por vía remota, la CIA les hace el trabajo sucio allanando la propiedad privada y colocando físicamente los implantes. La enemistad entre ambas agencias era legendaria hasta el punto de que un exdirectivo de la CIA reconoció que tenían más contacto con agentes del KGB soviético que con los de la NSA, a los que llamaban 'los bastardos'. Pero uno de los objetivos del general Alexander, dolido por el fracaso en la coordinación de los servicios de inteligencia en los atentados del 11-S, ha sido la cooperación con sus colegas de Langley (Virginia), que se acentuó mientras el general David Petraeus compañero de promoción en West Point dirigió la CIA hasta su dimisión, a finales de 2012, por una relación extramatrimonial.
Otro ejemplo de ciberguerra: para eliminar un sitio yihadista de la Red, TAO puede crear otro sitio casi idéntico, pero con mensajes menos radicales, al que redirigen las búsquedas. Al auténtico también le pueden modificar los contenidos (ya son capaces de meterse en un lector de e-books y cambiarle párrafos a un libro o incluso hacerlo desaparecer del dispositivo). O hunden ese sitio en los últimos lugares de las búsquedas de Google. ¿Quién lo va a encontrar si está en el puesto 370.000 y la gente no suele pasar de los diez primeros resultados? Incluso un usuario avezado que haga una búsqueda muy precisa puede quedar bloqueado si la NSA retuerce el algoritmo para que cape ciertos términos y que no generen resultados. Pero quien dice una página yihadista dice cualquiera que se considere enemiga. Peter Van Buren, exfuncionario del Departamento de Estado norteamericano, advierte de que «la NSA podría convertirse en una especie de Ministerio de la Verdad, como en la novela 1984, de Orwell, y crear agujeros de la memoria en Internet donde iría a parar cualquier información que incomode al Gobierno».
Una vez que el sucesor del general Alexander tenga todo el 'pajar' a su disposición, habrá ocasiones en las que no haya apenas tiempo de buscar la aguja y se necesite una gran velocidad de reacción para responder a una amenaza inminente. Según otro memorando filtrado por Snowden a The Washington Post, la NSA trabaja en un ordenador cuántico capaz de descifrar cualquier contraseña, proyecto al que ha destinado 80 millones de dólares. La computación cuántica dejaría en mantillas el sistema binario, pues utiliza 'bytes' que son simultáneamente unos y ceros para acelerar los cálculos. Se sospecha que en el ROC de Fort Meade existe una gran habitación forrada de metal para evitar interferencias, a modo de una jaula de Faraday, que albergaría un prototipo cuántico. Pero hasta qué punto los jóvenes genios de TAO han avanzado en este reto, que las mejores universidades se plantean en el horizonte de una o varias décadas, es un misterio. Otro más. EL GENERAL "HACKER" EL HOMBRE QUE LO CONTROLA TODO
A Keith B. Alexander, de 61 años, lo llaman el Cowboy porque le gusta ir a su aire. Es el jefe de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA). Nacido en Nueva York, además de una brillante carrera militar, tiene un máster en Física. El público está acostumbrado a verlo de uniforme, luciendo sus 4 estrellas y 19 condecoraciones cada vez que declara ante el Congreso, pero era de los que acude en vaqueros. Apasionado de la ciencia ficción y con 40 años de servicio en misiones de inteligencia, el general también se permite sus 'frikadas', como gastar cientos de millones en una sala que imita el puente de mando de la nave Enterprise, de Star Trek, a la que no le falta el sillón del capitán Kirk. Su sillón.
Los agentes Tao, a la escucha -Aliados, bajo control. La NSA no hace amigos. A Angela Merkel la tienen enfilada desde 2002; pero también metieron micros en el cónclave que eligió al Papa Francisco, y un senador le ha sugerido al mismísimo Obama que encripte sus llamadas por si acaso. -Contra la bomba nuclear. Su gran hazaña fue la creación del virus Stuxnet, que en 2010 paralizó unas mil centrifugadoras que enriquecían uranio en Irán y dejó al expresidente Ahmadineyad compuesto y sin bomba. -La excusa del narco. La agencia se infiltró en el Gobierno mexicano con la excusa de la lucha contra el narco y las redes de inmigración ilegal. Ha espiado a unos 20.000 funcionarios; entre ellos, al expresidente Felipe Calderón. -China en el objetivo. Hace 16 años que se enteran de lo que se cuece en la trastienda el poder en China y fueron testigos de cómo Xi Jinping se ganó al partido, al Gobierno central y a los militares para llegar a lo más alto.

TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, LOS TIPOS MÁS DUROS DE LA TELE,.

  1. -fotos--Álex González, José Coronado y Rubén Cortada, protagonistas (con Hiba Abouk) de El Príncipe, que se estrena este mes en Telecinco.
     
    En portada

    Los tipos más duros de la tele

    Son tres de los actores más guapos de muestras pantallas. José Coronado, con casi 30 años de profesión, Álex González, un rostro joven y con un pie en Hollywood, y el 'novato' Rubén Cortada, cuya mirada no deja indiferente a nadie (ni a Coronado), coinciden en la nueva serie 'El Príncipe'. Rivalizan por ser el más duro del lugar... y nos cuentan cómo llevan la fama, los amores y la competencia.
    Álex González, José Coronado y Rubén Cortada, protagonistas (con Hiba Abouk) de El Príncipe, que se estrena este mes en Telecinco. El nombre de la serie es el del barrio de Ceuta, donde se desarrolla la trama. Narcotráfico, células yihahidistas, espías, corrupción... «Es muy valiente ubicar una serie ahí dice Coronado. Trata temas muy delicados. Cuando rodamos allí, tuvimos que ir escoltados».

    RUBÉN CORTADA: "Con una serie aprendes a memorizar un guion muy rápido... ¡y a no leer las críticas!"
    Un par de escenas en 'El tiempo entre costuras' le valieron a este cubano de 28 años para hacerse inolvidable. Empezó como modelo, pero lo suyo es la interpretación. Ahora da vida a un narcotraficante árabe. parece que le van los malos...
    XLSemanal. No ha perdido su acento cubano...
    Rubén Cortada. ¡No, hombre! Es cuestión de clics. Si estoy relajado, hablo cubano; si vamos a trabajar, cambio el chip y hablo con acento español. Ya soy capaz de cambiar. Pero no me gustaría perder el acento cubano. Sé que van a pasar cosas en Cuba y me encantaría hacer cine allí.
    XL. ¿Van a pasar cosas? ¿Cuáles?
    R.C. ¡Trabajo! Hice teatro allí, pero me encantaría formar parte de la historia del cine cubano también.
    XL. ¿Echa de menos aquello?
    R.C. Claro. El clima, la gente, a mi familia... La forma de vivir y sobrevivir día a día. La preocupación allí no es a largo plazo, sino el minuto a minuto. El día se hace un poco más largo así, y la vida transcurre más lenta. Es muy bonito ir resolviendo y hace que siga habiendo altruismo, algo que aquí se ha perdido.
    XL. ¿Cómo acabó viniendo a España?
    R.C. Estudiaba Ingeniería Automática allí. Pero ya mi camino, desde el bachillerato, se inclinaba hacia las letras. Mi profesora de Literatura me propuso ir a un sitio donde se trabajaba como modelo. Seguí estudiando, pero llegó un momento en que tuve que elegir entre la seguridad que me brindaba una profesión como la de ingeniero y salir a descubrir mundo.
    XL. Y optó por lo segundo.
    R.C. ¡Y conocí medio mundo! Le agradezco mucho a mi vida de modelo: me cambió la mente, me permitió hacer cosas que jamás me hubiera planteado... Conocí a mucha gente buena y me quedo, sobre todo, con los viajes: suéltame mañana en París, Los Ángeles o Milán y las recorro enteras sin perderme. Pero llegó un momento en que dije: «Ya está, esto ya lo conozco».
    XL. Habla como si diera por acabada aquella etapa...
    R.C. He tenido que trabajar mucho para llegar hasta donde estoy. No cierro la puerta: si pasa, pasa. Pero ahora mismo no me interesa aquello: mi meta no es hacer un desfile. No le resto valor, al contrario: tengo que agradecer que me fue bien como modelo y me permitió compaginar la profesión con mis estudios de interpretación y realización.
    XL. La meta era ya la interpretación...
    R.C. Sí. Me interesa mucho más la investigación para prepararme un papel. Aunque el reto fue grande. ¡Me encontré con una serie diaria! [Bandolera, de Antena 3]. Aquella etapa fue muy dura. Sufrí en carne propia lo difícil que puede ser esto. No duermes memorizando un guion y después la crítica te destruye...
    XL. ¿Moraleja?
    R.C. Aprendí dos grandes lecciones: por un lado, a memorizar los textos a toda velocidad. Por otro, ¡a no leerme las críticas!
    XL. A veces duelen...
    R.C. El problema es que ahora, en época de redes sociales, ¡opina todo el mundo! Y aunque no quieras, afecta. Así que dejé de mirar muchas cosas.
    XL. También jugó al tenis profesionalmente...
    R.C. En Cuba jugué y estaba obteniendo buenos resultados. Pero a los 16 años decidí dejarlo e irme a estudiar. Me fue muy bien, pero pasó algo que no me permitió seguir...
    XL. ¿Qué pasó?
    R.C. Cosas que pasan. Me sentí un poco... Nada, decidí no seguir. [Sonríe].
    XL. En El Príncipe da vida al narcotraficante Faruq ben Barek. ¿El árabe, cómo lo lleva?
    R.C. Bien, bien. Aprendí el rezo, insultos, presentaciones... A mí los idiomas me encantan: cuantos más conozcas, más te podrás comunicar.
    XL. ¡Vaya trío de guapos han juntado!
    R.C. [Ríe]. Digamos que han elegido a grandes actores. Coronado es un referente y te obliga a dar siempre un paso más. Y Álex ha venido labrándose una carrera que flipas. Chapó. Me encanta como actor, como persona... Y en mi opinión va a tener un carrerón. Está labrándose una carrera diferente: «diferénciate o muere» digo yo siempre.
    XL. ¿Y usted?
    R.C. ¡Yo soy el novato! Ellos tienen ya toda una carrera.
    XL. ¿Tiene otros proyectos en mente?
    R.C. Intentaré ir cruzando metas que me hagan crecer como actor. Me gustaría hacer una película, pero algo bonito, que sea una invitación a pensar. Me han hecho ya tres o cuatro propuestas, pero no las veo serias. Prefiero ir poco a poco.
    XL. ¿Qué lleva a un actor a dar el 'sí, quiero'?
    R.C. Primero, la seriedad de quien te lo ofrece. Después, la historia. Yo he estudiado un poquito de realización y he visto muchas pelis, y me gustaría tener suerte a la hora de elegir. ¡Siempre que pueda elegir, claro! No necesito mucho para vivir y creo que puedo permitirme esperar a que lleguen cosas interesantes.
    XL. ¿Y a usted qué lo lleva a dar el 'sí, quiero'?
    R.C. Mi abuela me enseñó una lección: de mujeres no se habla. Hay otros que lo hacen; allá cada cual. La gente dice muchas cosas, por eso yo no digo nada. Yo, a lo mío.

    JOSÉ CORONADO: "¿Un tipo duro en la vida real? Cuando hay que serlo, sí, lo soy"
    Ha hecho tantos papeles de policía que ya están pensando en darle una medalla honorífica. Ahora es un poli corrupto, o "con matices", aclara él. A sus 56 años, Coronado puede dar lecciones a sus compañeros, pero apuesta por seguir aprendiendo.
    XLSemanal. Es uno de los actores que más trabajan: 40 películas, 12 obras de teatro y unas cuantas series de televisión...
    José Coronado. Por eso, porque estoy en los tres medios, porque me he hecho mi huequecito. También en los últimos años he intentado abrir un poco el mercado y he trabajado en Argentina, en los Estados Unidos, con Andy García o Sharon Stone.
    XL. Pero ha hecho pocas cosas en Hollywood. ¿No le gustó o no ha tenido la oportunidad?
    J.C. He rehuido de ello por una simple razón: yo empecé en esto tarde, con 30 años. Cuando mejor iba mi carrera, en torno a los 40 años, mi vida personal en España era muy rica como para ir a la aventura. No me habría importado hacer como Depardieu, que hacía papelitos americanos y volvía, pero irme allí a cambiar de vida con dos hijos y una vida fantástica, ¿para qué liarme?
    XL. Hasta los 30 hizo de todo: montó una agencia de modelos, fue coreógrafo, abrió un restaurante... ¿Era hiperactivo o solo disperso?
    J.C. Estaba buscando mi sitio en la vida. Empecé por azar con la interpretación, no tenía ningún tipo de vocación, pero a las pocas semanas de dar clase con Cristina Rota se me metió dentro lo de la interpretación. Encontré algo por lo que me gustaba luchar y dejé todo lo demás. Y tuve suerte.
    XL. Y algún mérito propio...
    J.C. Cuando yo empecé en esto, estaba más barato el aprobado que hoy en día.
    XL. ¿Había menos competencia?
    J.C. ¡Hombre por Dios, sin duda! Cuando yo empecé, estaban Imanol, Carmelo Gómez, Puigcorbé, Resines y dos más. Ahora das una patada y te aparecen 40 chavales de 25 años, todos hercúleos y que hablan inglés.
    XL. Cachas y guapos hay, no hay más que mirar aquí. Se lo han puesto difícil...
    J.C. [Risas]. Sí, sí, está jodido.
    XL. Pero me voy a poner 'viejuna'... ¿No será que ahora hay mucho actor, pero no tanta calidad? ¿Que hay mucho relleno de tanta serie de televisión?
    J.C. Sí, pero no. Hay de todo. Pero hay más de todo. Hay buenos actores. Antes llegabas a actor como por suerte. Hoy, si a la tercera no brillas, te caes. En mi época, te daban más tiempo porque no había de dónde tirar. Yo veo los trabajos que hacía en mis primeros años y digo: «Hijo puta, qué malo eras, qué agarrotao...». Pero como no había muchos actores para determinados papeles, te volvían a llamar. E ibas aprendiendo.
    XL. Se ha especializado usted en tipos duros.
    J.C. Esto surgió con La caja 507, cuando Enrique Urbizu me dio el papel de killer. Y a partir de ahí...
    XL. Lleva 14 papeles de policía; con este, 15.
    J.C. He hecho de todo, desde el chusquero hasta el poli que quiere ser ministro. A mí me gusta mucho el cine policiaco. Me encanta construir y preparar los personajes hasta la saciedad. Y ya desde la primera serie que hice, Brigada Central, con Imanol Arias, nos tiramos dos meses haciendo redadas con la Policía.
    XL. ¿Se identifica con esos personajes? ¿Es usted un tipo duro?
    J.C. Cuando hay que serlo, sí. Muy poco, pero sí. Soy muy pacífico, pero trabajar con esa gente que en un momento tiene que sacar la autoridad me ha venido bien en mi vida para sacar a ese tipo duro. Es una de las cosas maravillosas que tienen los personajes: en la medida en que tú los trabajas, aprendes de ellos. Hay personajes que no, que son desechos, pero hay otros que te ayudan a comprender.
    XL. Hábleme de sus compañeros de serie.
    J.C. Álex es un currante tremendo, humilde y sencillo. Rubén ha sido una sorpresa espectacular. De entrada es un tío que te gusta hasta a ti mismo, le miras a los ojos de una forma... [risas]. Pero Rubén sabe que no se puede instalar en esta profesión solo por su cara bonita. Lo que ha hecho en El Príncipe tiene mucho mérito.
    XL. Creo que vive usted solo...
    J.C. Vivo con mi hijo.
    XL. ¿No tiene pareja?
    J.C. Bueno eso ya...
    XL. ¿Eso es que no va a contestar?
    J.C. [Risas]. Yo he aprendido ya. Cuanto más preservada esté la vida personal de un actor, menos distrae a la hora de que el espectador vea al personaje y no esté pensando: «Pues lo he visto en una revista hoy y está con esta»... No es que tenga problema en decirlo, es que no creo que deba decirlo aquí.
    XL. Veo que, pese a la competencia, no está usted por los retoques estéticos...
    J.C. No. Soy antioperación. La belleza, pasada una edad, es fruto de una forma de vida, siempre que tengas un mínimo de soporte, claro. Un bisturí te quita la expresión. Yo siempre cuento la anécdota de Humphrey Bogart cuando en maquillaje le ofrecieron un producto para quitar 'las arruguitas' y respondió: «Señorita, me ha costado muchos años conseguir estas arruguitas para que me las venga a tapar usted de un plumazo».

    ÁLEX GONZÁLEZ. "Si hubiera estado con todas las chicas que me adjudican, ¡sería Julio Iglesias!"
    Es una lástima que con esa sonrisa tenga que interpretar a un agente 'de rostro impenetrable', pero confía en que este papel sea un paso definitivo en su carrera. Ha tenido que hacer renuncias, pero solo tiene 33 años. Hollywood puede esperar.
    XLSemanal. ¿Impone trabajar con alguien con tantas tablas como José Coronado?
    Álex González. Es de esos compañeros que hacen que subas el listón. Sabes que nunca va a llegar tarde ni va a fallar en su texto. Hace una lectura muy inteligente del guion y tiene un compromiso total. Eso hace que tú intentes dar lo mejor de ti mismo también.
    XL. Y usted es su jefe en la ficción... ¿Hay algo de relevo generacional?
    Á.G. No lo llamaría así. Al final se trata de seguir el curso de la vida. Tiene más que ver con el crecimiento personal de cada uno. Lo de relevo me suena a voy a ocupar un espacio que él ya no tiene. Y de eso nada.
    XL. ¿Es la televisión un salvavidas?
    Á.G. ¡Afortunadamente! La televisión es una plataforma maravillosa que nos está dando de comer a muchos. Y no lo digo solo en sentido material, sino artísticamente. Este año más que nunca me he dado cuenta de que soy una persona con muchísimas inquietudes y con una gran imaginación y una creatividad que necesito satisfacer. Si no fuera por la televisión, no podría darle rienda suelta. Es decir, disfruto mucho yendo a trabajar. Y esto cansa, especialmente en esta serie: ¡aparezco en casi todas las secuencias! Pero incluso el día que más agotado estás, desde que dicen «acción» hasta que oyes «corten» es una sensación única, como si no hubiera gravedad.
    XL. ¿Le cuesta lidiar con los directores?
    Á.G. Yo propongo muchas cosas en cada secuencia. ¡Tengo fama de pesado! [Ríe]. Ahora ya no me lo dicen, porque muchas veces acierto. Y, por supuesto, siempre obedezco. Yo propongo y pregunto a los demás qué opinan. Si es que sí, adelante; si no, obedezco. El jefe es el director y lo que él diga va a misa.
    XL. También dice que no ha perdido el miedo a poner copas...
    Á.G. [Ríe]. No lo he perdido, por supuesto. Eso lo dije hace mucho, pero no se pierde nunca. No hay que dar nada por hecho. Yo cuando estudiaba, elegí poner copas porque necesitaba trabajar y era algo que me permitía estudiar de día. Ahora quizá elegiría otra cosa, pero en el fondo es un miedo que no se pierde nunca...
    XL. También trabajó con los hermanos Bardem. Y llegaron a preguntarle si se veía como el nuevo Javier Bardem.
    Á.G. Bardem solo hay uno, y no ha llegado hasta su posición por arte de magia: es un tío que ha sacrificado mucho, que ama esta profesión profundamente. Si hablamos de sustitutos o de relevos, parece que fuésemos funcionarios que, al dejar su puesto, viene otro a ocupar su lugar. Me gusta más la imagen del árbol, cuyas ramas van creciendo. El arte tiene más que ver con eso. Aunque no quiero que se me malinterprete: la palabra 'artista' me queda muy grande.
    XL. ¿Modestia?
    Á.G. ¡No, no! Pero incluso me ha costado hasta hace muy poco definirme como actor. He empezado a llamarme actor hace un año, después de Alacrán enamorado: ahí dije, de acuerdo, lo he conseguido.
    XL. ¿Cómo lleva que su vida amorosa [su reciente ruptura con la actriz Adriana Ugarte] sea noticia?
    Á.G. Lo vivo con resignación, sin reproches. Sin ánimo de criticar a nadie, porque creo que todo tiene que existir, me gustaría que la prensa del corazón fuera más consecuente, más cauta con el gran poder que tiene, porque pueden hacer daño. En cualquier caso, yo intento que me dé igual. Al final la energía que pongas ahí es energía que pierdes.
    XL. ¿Se cuentan muchas mentiras sobre usted?
    Á.G. ¡Muchas! Si yo hubiera estado con todas las chicas que me adjudican, ¡sería Julio Iglesias!
    XL. ¿Y Hollywood? Tuvo un primer papel en X-Men. ¿Volverá?
    Á.G. Estando allí me di cuenta de que uno tiene que hacer carrera en su propio país. Decidí poner toda mi energía aquí y no he parado desde entonces hasta que me he embarcado en El Príncipe.
    XL. ¿Es una apuesta?
    Á.G. Que no se malinterprete esto, pero cuando me cogieron me alegré, por supuesto, pero al mismo tiempo firmé un contrato para dos temporadas y siempre te asalta el miedo de que surja otra cosa y te quedes sin hacerlo.
    XL. ¿Le ha pasado?
    Á.G. Pues sí. Me ofrecieron una película para noviembre y con todo el dolor tuve que decir que no.
    XL. ¿Algo goloso?
    Á.G. Un papel protagonista, con Antonio Banderas... Pero a lo hecho, pecho. No me arrepiento, porque confío mucho en El Príncipe.
    XL. ¿Teme encasillarse en papeles de acción?
    Á.G. Encasillado no me siento, pero sí es cierto que algo que me encantaría hacer, y todavía no he tenido oportunidad, es comedia.

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