lunes, 27 de enero de 2014

DE CERCA, Sharon Stone Cuando el cerebro explota te vuelves más exigente,./ MUNDO, EN DIRECTO . ¿Necesitan los niños un 'coach'? -

Sharon StoneTÍTULO:  DE CERCA, Sharon Stone Cuando el cerebro explota te vuelves más exigente,.

 - Ha sobrevivido a un infarto cerebral, al drama de no poder concebir y a numerosos desengaños amorosos, pero con 55 años ha encontrado ...
 
Ha sobrevivido a un infarto cerebral, al drama de no poder concebir y a numerosos desengaños amorosos, pero con 55 años ha encontrado por fi n la serenidad. Galardonada por los Nobel de la Paz por luchar contra el sida, espera el estreno de cinco películas.
Todo parecía en calma en los estudios Milk, en -foto.Hollywood: Sharon Stone estaba sentada tranquilamente en una silla frente a un espejo plagado de bombillas. Fuera, los “paparazzi” andaban al acecho ansiosos por continuar el culebrón de su relación con un modelo argentino de 27 años. La actriz (que nunca se ha caracterizado por su temperamento calmado) estaba serena y echamos un vistazo en su iPhone a unas fotos de sus hijos: “Este es Roan, un bombonazo, de verdad. Son todos guapísimos”. 
La maternidad, sumada a un derrame cerebral casi mortal que sufrió hace poco más de una década, han apagado en la actriz las llamaradas de su vanidad. “Estoy muy bien ahora. ¿Es que no lo ves?”, susurra. Como prueba, agarra el brazo de una camarera del catering. “No me gustan los pimientos rojos –murmura–. Pero gracias por traérmelo”. La chica se sonroja y, entonces, un asistente, tableta en mano, entra en acción preguntando algo sobre una cita con el médico.
Al parecer, hay una confusión con las fechas y Stone pasa de la calma a la furia en menos que un Fórmula 1 se pone a 100 km por hora. Agarrando el aparato, se dirige a la infeliz que cogió la llamada: “Llamé la semana pasada. Perdí el tiempo hablando con tres o cuatro personas diferentes... ¡Le agradecería que escuchara lo que le estoy diciendo sin interrumpirme! Todos me dijeron que me llamarían al día siguiente. Nadie lo hizo. Así que esto es lo que nos gustaría que tuvieran claro: no vamos a responder a sus preguntas. Les estamos ofreciendo la misma cortesía que ustedes nos han brindado. Gracias por su llamada” Y con un “¡Joder!”, tan enérgico como para se escuche hasta en la última fila de un concierto de rock, cuelga el teléfono. Es un alivio constatar que no ha perdido ese aire de mujer fatal que la convirtió (gracias, sí, a “Instinto básico”) en una de las divas más famosas del mundo.
En una época de estrellas sosas, que solo comparecen en entrevistas promocionales hiperdirigidas, ella es un recordatorio de una era más libre, lo que no quiere decir que la hora de Stone haya pasado. Todo lo contrario, con 55 años y tres hijos adoptados (Roan, de 13; Laird, de 8; y Quinn, de 7 años), tiene casi media docena de películas pendientes de estreno y trabaja muy activamente en distintas tareas de la lucha contra el sida. Comenzó esta labor en 1995 y en octubre recibió su último galardón: el Peace Summit Award, que otorga la fundación World Summit of Nobel Peace Laureates, creada por Mijail Gorbachov para promover la democracia, la paz y la libertad, y en la que participan ganadores del Nobel de la Paz y otras personalidades.
MÁS SEGURA . Hablamos ahora de las películas. La primera que se estrenará en nuestro país es “Aprendiz de gigoló”, junto a John Turturro (que actúa y dirige), Sofía Vergara y Woody Allen. Precisamente fue Allen quien dio a Stone su primer papel en “Recuerdos”. Antes, estrenará en Estados Unidos el drama “What about love”, en el que interpreta a la esposa de un senador cuya hija sufre un grave accidente. Luego vendrán “Mother’s Day”, en la que ella y Susan Sarandon interpretan a dos madres; y el título de suspense de Tony Kaye, “Attachment”.
Si profesionalmente no puede se quejar, su vida privada sigue siendo tan agitada como siempre (entre sus parejas se cuentan el periodista Phil Bronstein; el productor de “Acosada”, Bill MacDonald; y el director Bob Wagner, al que al parecer le devolvió el anillo de compromiso por un mensajero). Sin embargo, otras cosas sí han cambiado: insiste en que ahora se siente más segura y no se mata de hambre antes de cada papel. “Veo a mujeres de mi edad y lo único que hacen es beber zumos. ¿Quién puede discurrir bien con un vaso de zumo? Yo apenas puedo conseguirlo con un par de filetes”, asegura antes de reconocer que, cuando era joven, “solía perder 10 o 12 kilos cada vez que tenía que rodar una película.
Hasta que un día tiré mi ropa de delgada y mi ropa de gorda y me dije: “No voy a volver a hacer esto. Voy a ser simplemente feliz, manteniendo una regularidad. Y en esa regularidad, en esa disciplina, puedo ganar, puedo tener éxito y puedo ser libre”. Por lo mismo, no volvió a fumar. “Cuando me toca fumar en una película, me lleva semanas recuperar mi aspecto previo al rodaje. Hace poco tuve que fumar un cigarrillo sin filtro y creí que me iba a desmayar”, asegura.  No es difícil de creer: en contra de lo que pudiera parecer, los que la conocen dicen que su gran reto ha sido siempre su falta de confianza, no un exceso de ella. Todas las actrices arrastran inseguridades, sin embargo Stone nunca fue una actriz propiamente dicha.
De familia obrera, se crió junto a tres hermanos en Meadville, un pequeño pueblo de Pensilvania, que describe así: “Un semáforo, un bar, unas cuantas iglesias, una fábrica de cremalleras, una vía ferroviaria y una mina de carbón, la mayoría propiedad de la mafia”. Sharon era introvertida y un ratón de biblioteca: “Era como la chica de “Beetlejuice”, un poco excéntrica, pero sin el éxito de algunos excéntricos. No transmitía encanto ni iniciativa”. Su extravagancia se agudizaba por su alto coeficiente intelectual, con el que sus profesores no sabían qué hacer. Al final, entró directamente en segundo grado (para niños de siete a ocho años), sin tener en cuenta el impacto psicológico en una niña menor que sus compañeros. Las pruebas sobre su capacidad intelectual continuaron hasta que la llevaron a una unidad para niños superdotados. 
EL ÉXITO. Su carrera comenzó el día que sus compañeras de clase la presentaron a un concurso de belleza. “Cuando me enteré no paré de llorar. Pensé que era una broma pesadísima. Me sentía horrorizada. Y toda mi familia estaba en plan: “¡Vaya! ¿Y ahora qué hacemos?”. Su familia era un clan muy unido y fue su tío Beaner, un veterano de la Armada, quien le aconsejó que lo mirase con espíritu práctico. Al fin y al cabo, el premio era una beca de estudios. Lo siguiente fue una temporada en la agencia Ford Models, en Nueva York. Luego Hollywood, Woody Allen, la sesión de fotos para Playboy y el papel secundario junto a Arnold Schwarzenegger en “Desafío total”. 
Aunque su intervención en “Desafío total” fue breve, su estancia en Hollywood quedó asegurada. Después, gracias a “Instinto básico”, llegaron “Acosada” y “Casino”, por la que logró una nominación al Oscar y el Globo de Oro. Tras la buena racha profesional, sufrió varios desastres sentimentales, varios abortos y el derrame cerebral. “Me caí sobre el sofá; mi cuerpo se estrelló contra la mesa de café y mi cabeza rebotó en el suelo”, detalla. Lo peor fue que, cuando la llevaron al hospital, los médicos pensaron que era una llamada de atención propia de una diva. “Mi mejor amigo tuvo que explicarles que la gente no finge 23 horas seguidas de pérdida de conocimiento”, protesta. 
De hecho, la lesión cerebral que sufrió suele ser letal. “Cuando estuve en la unidad de cuidados intensivos neurológicos, muchos a mi alrededor murieron”. Su arteria vertebral tiene desde entonces 22 espirales de platino y sospecha que, durante años, estuvo sufriendo mini infartos, incluido el del rodaje de “Instinto básico”, por el que el director la acusó de estar colocada. Sin embargo, todos estos problemas también han tenido su parte positiva. “Cuando el cerebro explota, te vuelves más exigente con respecto a las cosas que le das”, dice riéndose. Quizá por eso ignora las críticas sobre su carácter o las bromas sobre su manera de vestir. “Bueno, no siento una gran devoción por la moda –dice con sarcasmo–. Podría sobrevivir sin ella. Lo que me gusta es la arquitectura de la moda. Pero soy algo más que una chica vestida de Issey Miyake. Solo necesito un jersey negro de cuello alto y unos pantalones de cuero”. Sin embargo, no es reacia a arreglarse. “Me encanta cuando me ofrecen ropa de pasarela para lucir sexy... Aunque es un milagro que, a mi edad, aún me quede bien. Debo ser un monstruo de la naturaleza, pero mientras me lo sigan pidiendo, lo haré. Seré feliz vistiendo esos modelos a los 70 años”. Y esta es la clave: Sharon Stone está por encima de las circunstancias (salvo algún ataque de ira con motivo de una cita con el médico). No obstante, el derrame no es responsable de esa metamorfosis y confiesa que, hace años, una amiga le dijo: “Nena, la Coca-Cola no era nada hasta que empezaron a hablar de ella”.

 
'Coach' infantilTÍTULO: MUNDO, EN DIRECTO . ¿Necesitan los niños un 'coach'? ,.

¿Se imaginan a un padre tirándose al suelo en mitad del supermercado y pataleando porque nadie le compra las galletas de las que se ha encaprichado? Quizá el ejemplo resulte exagerado, pero es lo que propone la “coach” infantil Naomi Richards para atajar situaciones complicadas con los más pequeños: humor, grandes dosis de humor. “Y saber escucharlos y hablar mucho con ellos, pero sin bombardearlos con preguntas: hay que dejar fluir la conversación”, comenta de buenas a primeras esta experta británica que ha escrito “Mi hijo quiere ser astronauta” (Aguilar), un práctico manual para que los padres aprendan a ayudar a sus hijos a solucionar problemas y superar miedos. 

Esta mujer de mediana edad, alegre y positiva, que conjuga una difícil mezcla de espontaneidad y exquisita amabilidad al más puro estilo “british”, llegó a esta disciplina hace algo más de ocho años y hoy se ha convertido en toda una gurú en Reino Unido, donde presta ayuda profesional a los más pequeños y prescribe consejos a través de internet (www.thekidscoach.org.uk). La especialidad de Naomi Richards son los niños entre seis y 12 años, y en su favor hay que decir que su aprendizaje es más empírico que teórico, ya que tiene dos hijos, de nueve y cinco años, a los que ha educado según su propia filosofía.  ¿PASA ALGO RARO? Pero ¿en qué consiste este método? Seguro que muchos padres desconfían y hasta creen que se trata de un esnobismo más de la era en la que vivimos; al fin y al cabo, los nuestros nos educaron con herramientas sencillas, pero eficaces, como el instinto y el amor. “Lo que hago no tiene nada que ver con lo que hace un psicoterapeuta. Yo no les lanzo una pregunta y espero a que me contesten. Interactúo con ellos y me vuelco en mirar hacia delante para resolver los conflictos, no buceo en el pasado”. 
Habitualmente, basta con tres o cuatro sesiones individuales de 45 minutos, aunque el periodo del tratamiento depende del motivo por el que haya acudido a su consulta. “Los padres, normalmente, vienen por cuatro razones: porque conocen el problema de su hijo pero no saben cómo ayudarlo; porque saben que le pasa algo raro pero el niño no quiere contárselo; porque buscan que cambie de comportamiento; o bien para que aprenda nuevas habilidades. Yo valoro su edad y sus capacidades e intento que realicen cambios y los estimulo para, por ejemplo, que hagan la cama, preparen su comida para el colegio, pongan la mesa...”. ¿Le marca las pautas a seguir al niño? “No exactamente.
Solemos hacer una tormenta de ideas para encontrar soluciones de manera conjunta y, al final, el niño es el que decide cuál pondrá en práctica”. Tras las sesiones, Naomi se pone en contacto con sus padres y les da algunas claves para que sigan trabajando en el proceso de cambio. “Suelo tratar cuestiones que tienen que ver con la baja autoestima, el “bullying”, la falta de comunicación, la timidez, la rivalidad entre hermanos... Entrenarlos para la vida es un proceso muy gratificante”. En este punto, le planteo mis dudas sobre si esto no debería ser parte de la función de educadores que tienen sus progenitores y si estos están delegando algunas de sus obligaciones.
Ahora es frecuente escuchar, quizá como justificación, esta frase: “Yo no puedo dedicarles muchas horas, pero les doy tiempo de calidad”. Naomi Richards confirma que “es esencial que cuando estemos con los chicos, nos dediquemos solo a ellos. Ni televisión, ni teléfono”. “Quizá habría que entrenar a algunos padres...”, intervengo. “Bueno, hay muchos entrenadores para los adultos, pero no para los chavales”, resuelve. Y me cuenta un caso que trató hace unos meses, en el que una niña de seis años presentaba problemas de adaptación en el colegio.
Después de algunas conversaciones con la pequeña, averiguó que el problema radicaba en algo tan simple como que su mamá se refería a ella siempre como “bebé”, y había trasladado ese infantilismo a su conducta. “Les ponemos mucha presión y, al mismo tiempo, tenemos miedo de que sufran. Hay que alentarles para ser mejores, no podemos pasar de puntillas ni trasladarles nuestro estrés”, afirma.
LO MEJOR PARA ELLOS... “La sociedad ha cambiado. Ya no podemos dejar a nuestros hijos que jueguen solos en la calle, la tecnología es parte de su día a día... La vida es frenética y, a veces, les transmitimos nuestras frustraciones, cuando lo que deberíamos hacer es ayudarlos a convertirse en adultos responsables. Muchas veces pensamos que sabemos lo que es mejor para ellos, pero no es así”. Y a renglón seguido ofrece un consejo que, a buen seguro, pocos padres habrán llevado a la práctica: “Si un niño recibe dinero el día de su cumpleaños, no debemos prohibirle que compre lo que quiera. Tiene derecho a elegir cómo lo gasta y a equivocarse o no”.
Naomi insiste en que ser padre es una profesión complicada, y a tiempo completo, y que no siempre se tienen todas las respuestas, aunque le gusta recalcar que la comunicación no verbal es básica: “Los abrazos, los besos o una sonrisa dicen más que las palabras. Les hacen sentirse queridos y seguros. Son fundamentales para que sean asertivos”. Palabra de “coach”. 
PREGUNTAS CON RESPUESTA 
¿Qué podemos hacer si no tiene paciencia y quiere que satisfagamos todos sus deseos al instante? 
-Explícale que estás ocupado y dile en qué. A continuación, coméntale que le dedicarás toda tu atención en cuanto puedas. Y haz lo que has prometido.
¿Qué hacer si tiene miedo? 
-Tómale en serio, no digas que es un tontería sentir temor de la oscuridad o de las arañas, por ejemplo. Trata de infundirle seguridad y ayúdale a relajarse. Para ello, pídele que se tumbe en la cama o en el sofá, que relaje uno por uno sus músculos, cierre los ojos e imagine que está en un lugar que le encanta.
-¿Qué hacer para evitar la rivalidad entre hermanos? Pasa tiempo a solas con tu hijo cada día, enseña a tus hijos a compartir y negociar, explícales por qué a veces tienes que tratarlos de forma diferente, no te metas en sus discusiones demasiado pronto, enséñales a respetar el espacio y la propiedad del otro.
¿Y si está sufriendo al ver separarse a sus padres?
- Dedica tiempo a hablar con él y contesta a sus preguntas en un lenguaje que pueda entender, mantén la rutina, no dejes a tu hijo entre dos fuegos, revisa las reglas y la disciplina si formas una nueva familia con otra pareja.


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