jueves, 16 de enero de 2014

En Estados Unidos somos incapaces de castigar a los grandes culpables,./ LA POESIA PIERDE A JUAN GELMAN,.

'El lobo de Wall Street' vuelve a unir a una pareja de lujo en Hollywood: Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio. En esta quinta colaboración del director con el actor, por fin podría DiCaprio lograr el más que ansiado Oscar. El Globo de Oro lo ganó hace unos días y la nominación se da por segura, así que solo falta que finalmente el Oscar llegue a sus manos. En realidad, que gane o no es lo de menos, porque su público se rendirá ante esta historia a caballo entre la comedia ácida y la sátira que pone de relieve la codicia humana. Este lobo, que aúlla robando los bolsillos de sus inversores, se inspira en la historia real del corredor de Bolsa Jordan Belfort (DiCaprio) desde su deslumbrante aparición en los círculos más exclusivos hasta su caída en el crimen y la corrupción. Con esta versión cómica de la depravación de Wall Street, Leonardo DiCaprio celebra 25 años de carrera, que a sus 38 quiere decir que lleva dos tercios de vida trabajando. Desde la cúspide, DiCaprio disfruta de un estatus ganado a pulso.
-¿Qué dice este filme sobre Wall Street?
-La película no representa a Wall Street porque el protagonista vivía en un mundo lejos de la ciudad. Era un pececillo en ese océano de ballenas y tiburones que puebla el sistema financiero y que ha robado millones a los norteamericanos. Vemos el lado oscuro de la naturaleza humana, algo que merece la pena explorar y hablar, y nosotros lo hacemos desde este personaje indulgente y decadente. Es una representación clara de los tiempos que vivimos. La economía crece con la expansión de la población y estamos actuando como si el mundo tuviera recursos infinitos.
-Se muestra crítico con respecto a la humanidad.
-Mira el estado del planeta. Me parece increíble, casi surrealista, y desde una perspectiva medioambiental es asqueroso que el viejo dólar siga mandando en todo. El planeta está sufriendo y considero importante luchar por causas que no tienen voz porque a su costa hay gente que se enriquece. Pensaba que estábamos en una crisis económica y veo que en Nueva York todo ha cuadruplicado su precio. No tiene sentido para mí.
-¿Está al día de la política financiera internacional?
-No. No sabía nada de finanzas antes de embarcarme a rodar esta película. El mercado de valores no tiene sentido para mí. Pero este no es un filme sobre finanzas, es una historia sobre la codicia humana.
-Llevaba siete años obsesionado con 'El lobo de Wall Street'. Finalmente, su director fetiche le ayudó a realizarla.
-Estoy muy agradecido a que Martin Scorsese siga siendo un rockero a sus 71 años. Este filme fue para mí un carga de adrenalina constante, de hecho no he podido volver a trabajar desde que lo terminé. Con este tipo de personajes detienes tu vida, te envuelven, para bien o para mal. Gracias a Dios no tengo ninguno de los atributos de este personaje en mi vida real, porque de otra manera no estaría aquí hoy.
-¿Qué elementos destacaría de 'El lobo de Wall Street'?
-En mi experiencia Scorsese nunca lo ha pasado mejor rodando una película como con ésta. A mí me llegó el guión hace siete años. Bueno, en realidad primero recibí el libro y luego este increíble guión, que estaba lleno de referencias sobre el Imperio Romano, porque aunque la historia de Jordan ocurrió a finales de los ochenta o principios de los noventa la novela me recordaba a Calígula, el emperador loco. Mi personaje, tratando de aprovechar cada oportunidad, vive la vida con el mismo libertinaje que el emperador romano.
-¿Ha tratado de empatizar con Jordan después de lo que hizo?
-Creo que en un mundo no regulado vamos a encontrar gente que trata de tomar ventaja de cualquier oportunidad, pero no solo en Wall Strett. Jodan Belfort no era el más rico de todos, no era multimillonario robando miles de millones. En Estados Unidos culpamos a los mediocres, pero somos incapaces de perseguir o castigar a los grandes culpables. En la historia americana mucha gente ha hecho cosas similares y han quedado libres. De hecho muchos de esos presidentes o consejeros delegados siguen cobrando bonus.
-Decadencia en estado puro.
-Pero es la autenticidad con la que Jordan Belfort explora esta época lo que hizo que Martin se sintiera tan presionado. Me dijo: «Mira, he hecho películas sobre gánsteres y criminales, sé que si interpretas a esta gente y su mundo con autenticidad, si eres genuino con sus vidas sin edulcorar su código, o sin buscar la simpatía, el público abrazará la historia». Hemos representado un retrato honesto de un tiempo absolutamente loco, exagerado y codicioso.

TÍTULO: LA POESIA PIERDE A JUAN GELMAN,.
  1. La poesía pierde a Juan Gelman
    -foto,-Juan Gelman Burichson, poeta puro y comprometido, Premio Cervantes en 2007, falleció en la madrugada del miércoles en su casa de ...
     

    Sociedad

    La poesía pierde a Juan Gelman

    El gran poeta argentino, que ignoró el odio y la venganza, muere a los 83 años. Premio Cervantes 2007, acertó a trocar en belleza la tragedia de una vida marcada por el exilio y los crímenes de la dictadura militar argentina

    Juan Gelman Burichson, poeta puro y comprometido, Premio Cervantes en 2007, falleció en la madrugada del miércoles en su casa de México D. F., donde residía desde 1988. Vencido por una larga enfermedad, se fue con 83 años un grande de las letras hispanas, un poeta sin máscaras ni fisuras que supo trocar en belleza su durísima experiencia vital, marcada por los crímenes de la dictadura argentina y el exilio. «El poeta no escribe para vivir; vive para escribir», dijo al recibir el Cervantes este batallador contra la impunidad de las dictaduras latinoamericanas y el olvido de sus atrocidades, quien deja un legado de más de treinta títulos. Eligió escribir desde la pérdida y no desde el odio «que nos hace daño» o la venganza «que nunca es la solución y, además, da mal ejemplo».
    Ha sido el poeta argentino más brillante y premiado de su tiempo. Con el Cervantes abrochó su impecable palmarés, en el que incluyó antes premios como el Reina Sofía y el Juan Rulfo. También traductor y periodista, implacable luchador por los derechos humanos y la justicia, Gelman puso todo su empeño literario en la poesía, hasta ser reconocido como un maestro. Fue el salvavidas de una existencia plagada de trágicas situaciones. Gelman fue víctima de los militares argentinos, que hicieron «desaparecer» a sus hijos y a su nuera. Una amarga experiencia que acertó a traducir en una poesía brillante e irónica que habla del amor, la memoria, el dolor y la muerte, siempre con una pizca de humor.
    El Cervantes no le premió por la dolorosa y amarga historia personal y familiar que integró en su obra. Sí por la profundidad de unos poemas polifónicos, nacidos de la capacidad lúdica y musical de su poética. «Ha milongueado mucho con las palabras, con su ritmo y con la inversión del léxico, siempre en un brillante juego literario», dijo Víctor García de la Concha el día que Gelman ganó el Cervantes. También que su compromiso social y político «no le condujo nunca a abdicar de su primigenio e inquebrantable compromiso con la poesía». Gelman la llevaba «tatuada en los huesos» y «supo hacer la mejor poesía de su sufrimiento», según el entonces ministro de Cultura, César Antonio Molina.
    Amenazado de muerte por los militares y la 'Triple A' (Alianza Anticomunista Argentina), con sus hijos y nuera secuestrados -Marcelo con 19 años y su esposa, la española María Claudia, con 19 y embarazada de siete meses-, con su nieta robada luego por la policía de Videla, Gelman huyó de Argentina en 1975. Su «trastierro» arrancó en Roma, París y Managua, pasó a Nueva York y acabó en México.
    No pisaría suelo argentino hasta 1988 y solo en el año 2000 logró localizar en Uruguay a Macarena, su nieta robada, ya con 23 años. El cuerpo de su hijo fue hallado en 1989 con un tiro en la nuca y en un bidón lleno de cemento. El de su nuera no se localizó jamás.
    En Buenos Aires, donde nació el 3 de mayo de 1930 en una familia de inmigrantes judíos ucranianos, inició estudios universitarios que abandonó por el periodismo, la política y la poesía. Encarcelado por primera vez en 1963, renegado del Partido Comunista y de la guerrilla de los Montoneros, próximo al peronismo revolucionario, comenzó a publicar en los cincuenta poemarios como 'Violín y otras cuestiones' (1956) y 'El juego en el que andamos' (1959). En los sesenta, títulos como 'Velorio del solo' y 'Gotán' le hicieron conocido en toda Iberoamerica. Irredento jugador con las palabras, llevado del afán por divertirse y divertir, publicó Gelman su propia poesía como traducción atribuyéndola a poetas apócrifos en 'Traducciones III: los poemas de Sydney West' (1969).
    Su actividad poética se entrelazó con su nítida ideología de izquierda. La dictadura argentina hizo imposible para el poeta trabajar y publicar en su país. Mantuvo un largo silencio entre 1971 -el año de 'Cólera Buey', recopilación de toda su poesía hasta 1968- y 1980, en que vuelve a publicar en el exilio.
    Alumbró en esta etapa poemarios como 'Hechos y relaciones' y 'Si dulcemente', reflejo del doloroso clima de derrota y pérdida. La recopilación 'Obra Poética (1956-1973)' compendia su obra escrita en Argentina, que complementa con 'De Palabra' y 'Poesía (1971-1978)'. Desde México o Buenos Aires publicaría nuevos poemarios, como la serie 'Interrupciones', 'Carta abierta','Hacia el sur', 'Com/posiciones', 'La abierta oscuridad', 'Dibaxu', 'Incompletamente' (1997), 'Ni el flaco perdón de Dios/Hijos de desaparecidos', 'Prosa de prensa'. 'Mundar' (2008), 'De atrás alante en su porfía' (2009), 'El emperrado corazón amora' (2010) y 'Hoy' cierran la treintena de títulos, compilados en 'Poesía reunida' (2013) por un Gelman que confesaba escribir poesía porque no tenía «más remedio».

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