martes, 21 de enero de 2014

LA HORMA DE MI ZAPATO, Zurbarán brilla en el corazón de Europa,./ EL OBJETO Y YO, LA ESTELA DE MARTIN SANTOS,.

  1. Durante cuatro meses el esplendor místico de la pintura de Zurbarán brillará en el corazón de Europa. Bozar, el Palacio de Bellas Artes de ...
     
    Zurbarán brilla en el corazón de Europa

    CULTURA

    Zurbarán brilla en el corazón de Europa

    Medio centenar de óleos celebran en Bruselas el delicado misticismo del maestro español del Barroco

    Durante cuatro meses el esplendor místico de la pintura de Zurbarán brillará en el corazón de Europa. Bozar, el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, acoge a partir del 29 de enero una muestra excepcional, 'Zurbarán. Maestro del Siglo de Oro español' que reúne lo mejor de este genio barroco del claroscuro. Propone un recorrido cronológico por la obra de Francisco de Zurbarán (Fuente de Cantos, Badajoz, 1598 - Madrid, 1664), desde su producción juvenil en Sevilla hasta sus pinturas de madurez realizadas en Madrid. Un cuarto de siglo después de la gran retrospectiva que se vio en 1988 en Nueva York (MoMa), París (Louvre) y Madrid (Prado), marcará el resurgir de este genio barroco, cima con su amigo Velázquez y con Murillo de la pintura española de su tiempo. Es además la primera gran muestra con bandera española que Bruselas acoge desde la adhesión de nuestro país a la Unión Europea hace casi tres décadas.
    Reúne 50 óleos cedidos por museos como el Prado, el Louvre, el Thyssen, la National Gallery, el Bellas Artes de Bilbao o el Milwaukee Art Museum, además de singulares piezas prestadas por pinacotecas andaluzas, como los museos de Bellas Artes de Sevilla y Cádiz y colecciones de instituciones como el Arzobispado hispalense. Media docena de telas han sido restauradas para la ocasión y algunas se muestran por primera vez en público como 'Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría', reaparecido hace tres años en una colección privada europea. Muestra todos los registros de Zurbarán: el magistral pionero del bodegón, el genio de los ropajes y su vibrante misticismo patente en sus pinturas de monjes, mártires, vírgenes y santas.
    Ignacio Cano Rivero, conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla, su director hasta 2007 y gran experto en la pintura de Zurbarán y Velázquez, es el comisario de esta exposición que cuenta con un asesor de lujo, Gabriele Finaldi, director adjunto de conservación del Museo del Prado y toda un autoridad en pintura española e italiana de la época.
    Incide la exposición en los rasgos más definitorios del artista extremeño, el fervor religioso celebrado por su austera espiritualidad, su dominio de la luz y su virtuosismo en el trazado de rostros y ropajes. Evidencia su aportación a la historia del barroco español, del que es destacadísima figura por la profundidad de su naturalismo dotado de modernidad poética. Tanto, que desarrolló un modo de expresión identificado con los ideales artísticos del barroco y las nuevas formas emergidas del Concilio de Trento y la contrarreforma. Una corriente que se adueñó de todas las manifestaciones artísticas españolas a finales de los siglo XVI y que dejó una honda y fecunda huella en el teatro, la música y la literatura además de las artes plásticas.
    La muestra recorre toda la carrera del maestro extremeño, desde su etapa más temprana con los cuadros que lo afirmaron en la escena sevillana inspirados en el tenebrismo de Caravaggio, a su evolución tras su viaje a Madrid y su contacto con su amigo Velázquez. Lienzos que traslucen el virtuosismo de Zurbarán, protagonista de uno los momentos más memorables y brillantes del barroco español gracias a virtuosismo para definir volúmenes, su tratamiento de la luz para definir materiales y texturas y su habilidad para penetrar «profundamente en la esencia de las cosas», según destaca el comisario.
    La muestra recorre la carrera de Zurbarán. La primera sección se centra en la consolidación de un estilo, con pinturas datadas entre 1626 y 1629, antes de su mudanza a Sevilla. Se aproxima luego a sus escasos y delicados bodegones, introductores del género en España. El tercer apartado explora los primeros encargos de órdenes monásticas, como los franciscanos o los dominicos entre 1629 y 1632, determinantes en su trayectoria, y el cuarto se detiene en las visiones y éxtasis que representó en sus lienzos.
    Su fugaz etapa como pintor de la Corte de Felipe IV en 1634, abierto a la mitología, el paisaje y el misticismo de los objetos cotidianos, está en apartado en el que brillan el 'Agnus dei' que cede el museo de San Diego o 'El paño de la Verónica', pruebas de su talento para explorar la espiritualidad de los motivos cotidianos. También su iconografía mariana, con conmovedoras estampas de la 'Inmaculada Concepción' y la serena y inocencia de la 'Virgen Niña'. Se detiene en los complejos encargos de su etapa de plenitud, entre 1636 y 1640, para conventos como el sevillano de la Merced Calzada o la Cartuja de Jerez; las series que perfiló entre 1640 y 1650, una época en que la crisis económica y la peste obligaron a los creadores a buscar nuevo mercados en América y a delegar en miembros de su taller. Se cierra con su vuelta a Madrid y sus trabajos entre 1655 y 1664, cuando su paleta se torna más delicada y dulce en especial en las composiciones de sus Sagradas Familias. 

    TÍTULO: EL OBJETO Y YO, LA ESTELA DE MARTIN SANTOS,.

    La tarde del 20 de enero de 1964 Luis Martín-Santos tuvo un accidente de tráfico en las proximidades de Vitoria. Viajaba de Madrid a San Sebastián, acompañado por su padre y por su amigo Francisco Ciriquiáin. Martín-Santos no había dormido mucho la noche anterior y conducía probablemente a gran velocidad. Quienes le conocían aseguran que solía hacerlo. Aunque era en realidad vivir lo que hacía a gran velocidad.
    Martín-Santos murió al día siguiente en el hospital Santiago Apóstol de Vitoria, horas después de ser operado de una hemorragia interna. Han pasado 50 años y su nombre sobrevive destacado en los manuales de Literatura. Por eso nos sorprende que la noticia de su muerte no apareciera en su día en las páginas de Cultura de los periódicos, sino en las destinadas a eso que solía llamarse 'Ecos de sociedad'. 'Ha causado gran impresión en la ciudad la muerte del doctor Luis Martín-Santos', leemos en un despacho fechado en San Sebastián el 21 de enero. 'Sin cumplir aún los 40 años, el doctor Martín-Santos se había labrado por su propio esfuerzo una recia personalidad no sólo en el campo profesional como director de los Servicios Psiquiátricos de la Diputación de Guipúzcoa, sino también en el literario, con la publicación en 1962 de 'Tiempo de silencio', obra de creación que le colocó en un destacado puesto dentro de la generación de jóvenes valores españoles'.
    Luis Martín-Santos fue muchas personas y tuvo muchas caras. Como cualquiera, sí, pero él de un modo extrañamente intenso. Lo explica magníficamente José Lázaro en la biografía que le valió en 2009 el premio Comillas: 'Las vidas y muertes de Luis Martín-Santos' (Tusquets). Es como si, dentro del panorama cultural español, Martín-Santos fuese todavía un enigma por resolver.
    Como hemos visto, para su época, antes que uno de los escritores del momento, Martín-Santos fue un eminente psiquiatra y un miembro de la sociedad donostiarra y madrileña. Su amigo Mario Camus ha descrito alguna vez el ambiente social en el que se movía como «de novela de Scott Fitzgerald». Se refería a cosas bastante impresionantes, como las cenas de gala en el Tenis de Ondarreta, pero su intuición es buena y llega más allá. Porque, como los personajes de Fitzgerald, Martín-Santos fue un escogido y un condenado. Su biografía es un destello trágico.
    Médico brillante
    Nacido en Larache en 1924, donde estaba destinado su padre, Luis Martín-Santos fue una de esas personas precedidas por su propia inteligencia. Un individuo profundamente brillante. Obtuvo el premio extraordinario de licenciatura y se convirtió en el médico más joven de España. Con 27, tras especializarse en Alemania, dirigía el Sanatorio Psiquiátrico de San Sebastián. Poco después era detenido, junto a Juan Benet, por «desórdenes estudiantiles». No sería la primera vez. Incluso conocería la cárcel, en alguna ocasión durante varios meses. Ingresó en el PSOE en 1958 y un año después era miembro de la ejecutiva del partido en la clandestinidad. Se cuenta que veteranos como Ramón Rubial escuchaban con atención sus opiniones. Hay quien incluso cree que, llegada la democracia, estaba llamado a liderar el socialismo español.
    Fue un entusiasta de Jean-Paul Sartre, un conversador brillante y un observador irónico. También un hombre complicado: altivo y afectuoso, parecía tener una gran necesidad de autoafirmación. Amigo de Juan Benet, Carlos Barral y Javier Pradera, por lo visto era también un juerguista legendario. A altas horas de la madrugada solía proponerles a sus camaradas mantener «un dialoguillo con las chicas del movimiento pendular no deambulatorio». Se refería a las prostitutas, a las que les pedía que le contasen sus historias. Es fácil pensar que muchas terminarían de algún modo en las páginas de 'Tiempo de silencio'.
    El raro destino de Luis Martín-Santos sobrepasa su biografía para alcanzar su dimensión literaria. Parece imposible que un autor como recién llegado cambie el rumbo de toda una literatura con una novela, que será además la única que tenga tiempo de terminar. Sin titubeos ni probaturas, Martín-Santos irrumpe en el panorama literario nacional para dominarlo. Y para salir de escena definitivamente unos meses después.
    'Tiempo de silencio' es una novela capital, que supera la tradición realista de la literatura de posguerra, abriendo las puertas de una modernidad más libre, en la que caben la sátira, el simbolismo, la reflexión filosófica, la intuición psicoanalítica, el juego cultural o el puro humor. La riqueza idiomática y la multiplicidad de tonos hacen de 'Tiempo de silencio' un sofisticado ejercicio narrativo. En palabras del profesor Carlos Arroyo estamos ante «una de las obras lingüísticamente más complejas del siglo XX español».
    Bajos fondos
    La apariencia de la novela es muy sencilla. También su nivel de lectura más inmediato. Esto quiere decir que cualquiera puede entenderla. El libro cuenta la historia de un joven médico investigador que se ve envuelto en la muerte de una muchacha que aborta en los bajos fondos del miserable Madrid de los 40. Es una trama de aspecto realista -muchos de sus motivos pueden recordar a Baroja o a 'La colmena'- que profundiza de un modo novedoso en la psicología de sus personajes y en cierta psicología colectiva que se aplica sobre un país y una época, hasta componer una afilada crítica del franquismo.
    La novela se convirtió en un éxito inmediato, pese a tener encontronazos con la censura y no aparecer publicada íntegra hasta los 80. Cuenta la leyenda que Benet la recibió de su amigo con algún dicterio («Es una novela con fondo de verbena y vida de pensión») que no hacía sino reconocer de un modo enrevesado -'benetiano' en definitiva- su evidente envergadura. Digamos que Benet se encontró de pronto con que un rival le aventajaba en su búsqueda del modo de conjugar la tradición española con la modernidad de Joyce y Faulkner.
    Hace 50 años, coincidiendo con el accidente mortal de Luis Martín-Santos, 'Tiempo de silencio' fue publicada en Francia. El crítico Luc Estang la recibió con una amplia crítica elogiosa en el suplemento literario de 'Le Figaro'. Desde entonces, la importancia de la novela no ha hecho sino crecer. Al mismo ritmo ha crecido la sensación de que la desaparición de Martín-Santos, además de una desgracia, fue un despilfarro. ¿Cuántos libros pudo haber escrito? A su muerte, dejó sin terminar la continuación de 'Tiempo de silencio'. Se titula 'Tiempo de destrucción' y, según el crítico Ignacio Echevarría, «pese a su carácter inconcluso permite vislumbrar los trazos de una obra maestra».

No hay comentarios:

Publicar un comentario