sábado, 22 de marzo de 2014

¡ QUÉ HAY DE NUEVO ! DE AMOR Y DE GUERRA, Tilda Swinton,./ 7 DIAS CITAS,./ PROTAGONISTA, EN DIRECTO, Lecciones de seducción... a la francesa

TÍTULO :¡ QUÉ HAY DE NUEVO ! DE AMOR Y DE GUERRA, Tilda Swinton,

Tilda Swinton-foto.

Tilda Swinton
Tilda Swinton Cannes 2013.JPG
Tilda Swinton en 2013
Nombre de nacimiento Katherine Matilda Swinton
Nacimiento Bandera del Reino Unido Londres, Reino Unido
05 de noviembre de 1960 (53 años)
Nacionalidad Británica
Apodo(s) Swilda
Ocupación Actriz
Años activo/a 1986-presente
Características físicas
Estatura 1,79 m
Familia
Cónyuge John Byrne (1989-2005)
Pareja Sandro Kopp (2004-presente)
Hijo/s Honor (1997)
Xavier (1997)
Premios
Premios Óscar Mejor actriz de reparto
2007 Michael Clayton
Premios BAFTA Mejor actriz de reparto
2007 Michael Clayton
Ficha en IMDb
Katherine Mathilda «Tilda» Swinton (, 5 de noviembre de 1960) es una actriz y modelo inglesa de ascendencia escocesa. Ha aparecido en diversas películas de éxito como El curioso caso de Benjamin Button, The Chronicles of Narnia: The Lion, the Witch and the Wardrobe Constantine y La playa.
Fue nominada al Globo de Oro en 2001, 2007 y 2011, y en 2007 ganó el Óscar y el BAFTA por su papel de reparto en la cinta Michael Clayton.

Infancia

Tilda Swinton nació en Londres (Inglaterra).1 Su padre fue el Mayor General del ejército británico, Sir John Swinton -KCVO, OBE, DL-, quien fue lugar-teniente de Berwickshire, Escocia, entre 1989 y 2000. Su madre fue Judith Balfour, Lady Swinton, quien era australiana.2 3 Su tatarabuelo paterno era el político escoces George Swinton y su tatarabuelo materno fue el botánico escoces John Hutton Balfour. La familia Swinton es ascendencia anglo-escocesa, cuya línea genealógica se originó en la alta edad media.3
Swinton estudió en tres escuelas privadas y exclusivas: Queen's Gate School, en Londres, West Heath Girls' School (junto con Diana Spencer, futura princesa de Gales) y el Fettes College por un breve periodo de tiempo. En 1983 se graduó del Murray Edwards College de la Universidad de Cambridge, con un título en Ciencias Políticas y Sociales. Durante su estadía en la universidad, asistía frecuentemente al Partido Comunista de Gran Bretaña.

Carrera

Trabajó en el Traverse Theatre en Edimburgo y en la Royal Shakespeare Company antes de comenzar su carrera en cine a mediados de la década de 1980.

Actriz de culto

Sus primeros pasos en el mundo del cine incluyen varios papeles para el director Derek Jarman, así como el papel protagonista de Orlando, la versión cinematográfica de Sally Potter a partir de la novela de Virginia Woolf.
Swinton se hizo popular por un corto período en 1995, cuando apareció como una exposición viviente en la Serpentine Gallery de Londres. Estuvo expuesta al público durante una semana, dormida o aparentemente dormida, en una caja de cristal, como parte de una de las obras de la artista Cornelia Parker. Al año siguiente, este montaje, titulado The Maybe, fue repetido en una galería de Roma. También apareció en el vídeo musical The Box de Orbital.

Películas taquilleras

Posteriormente su carrera se ha enfocado más hacia proyectos de mayores audiencias, incluyendo el papel protagonista de The Deep End (2001). Apareció en Constantine (protagonizada por Keanu Reeves) en el papel del Arcángel Gabriel, y como actriz secundaria en películas como Vanilla Sky con Tom Cruise y La playa, con Leonardo DiCaprio.
Swinton también ha participado en las películas británicas The Statement (2003) y Young Adam (2004) junto a Ewan McGregor, y ha participado como miembro del jurado en el Festival de Cannes de 2004.

En la saga de Narnia

En 2005, participó en The Chronicles of Narnia: The Lion, the Witch and the Wardrobe, interpretando el papel de la Bruja Blanca. En 2008, volvió a participar en la saga narniana para la nueva entrega Las crónicas de Narnia: el príncipe Caspian, nuevamente en el papel de la Bruja Blanca, en una pequeña y emocionante escena llena de magia, repitiendo cameo más adelante en 2010 en la sucesiva entrega de la serie Las crónicas de Narnia: la travesía del Viajero del Alba donde su personaje "regresa" a modo de ensueño, como representación de la tentación del mal.
Sus trabajos de esta época incluyen la adaptación cinematográfica de Thumbsucker de Mike Mills y El hombre de Londres (The man from London, 2007) del director de cine húngaro Béla Tarr.

Premio Oscar

Ganó el Premio Óscar a la Mejor Actriz Secundaria por su papel en Michael Clayton, donde encarnaba a una abogada implacable. Su presencia en el cine de Hollywood ha proseguido con Burn After Reading y El curioso caso de Benjamin Button; en ambas trabajó con Brad Pitt y por la última fue nombrada Mejor actriz británica de reparto.
En 2011 protagonizó el filme titulado We Need to Talk About Kevin, de la directora escocesa Lynne Ramsay.
En enero de 2013 apareció junto a David Bowie en The Stars (Are Out Tonight), video promocional para su nuevo disco The Next Day.

 TÍTULO:  7 DIAS CITAS,.

-1- Sabado-22- Más que dibujos animados,.
-2-Domingo-23-Bienvenidos a la familia Bluth,.
-3-Lunes-24----¿ Qué les das, Beyonce?
-4-Martes-25-Viaje al México sin turistas,.
-5-Miercoles-26-Al teatro con Bolaño,.
-6-Jueves-27- Gitanos a mucha honra,.
-7-Viernes-28-Lupita, por todo lo alto,. 



 TÍTULO: PROTAGONISTA, EN DIRECTO, Lecciones de seducción... a la francesa,.

  1. La seducción forma parte del carácter nacional francés y no se trata tanto un medio para la conquista sexual como un fin en sí mismo, una ...
     Parejas 'cougar': Demi Moore y Ashton Kutcher¿Son las mujeres galas las mejores amantes o se trata solo de un cliché? Descubre por qué ocupan el número uno en el ranking y qué podemos aprender de ellas. 
    Dicen que el arte del amor es una invención francesa, como la sabiduría práctica corresponde a los sofistas griegos o revolución industrial a los ingleses. Que nuestras vecinas del norte son verdaderas maestras en la seducción y el romance. Que tienen un “glamour”, un aclamado “savoir faire” que desafía al resto de la población femenina del planeta y no solo porque utilizan el rojo de labios mejor que cualquier otra o la lencería más “chic”. 

    Su imagen icónica hace ver que se jactan de comer foie gras y queso todos los días y encajar sin problema en sus estrechas faldas de tubo. Nos las imaginamos con una copa de vino postcoital y deleitándose con la charla más íntima e intelectual, porque ellas han aprendido sus lecciones eróticas de existencialistas como Kierkegaard y Sartre, de feministas como Simone de Beauvoir, incluso, del marqués de Sade.  Creemos que pueden proporcionarnos miles de recomendaciones sobre feminismo, moda, cocina, educación de los hijos, deseo y sexualidad porque tienen un cierto “je ne sais quoi” que encandila. Pueden ser (o no) estereotipos, pero la leyenda sigue en pie desde el siglo XVIII. Y para desvelar esas pequeñas cosas que parecen obvias y naturales para ellas, pero son incomprensibles (y ¿admirables?) para nosotras, nos embarcamos en una expedición a través de estudios sociológicos, datos estadísticos, libros de éxito y testimonios. 
    Así constatamos su ranking erótico y, sobre todo, su actitud ante la pareja y la vida, y lo comparamos con las españolas. Y, ¿son realmente mejores amantes que nosotras? ¿Hay algo de su vida sexual que conviene que aprendamos? De momento, aquí van seis lecciones. Se aconseja leerlas con música de Debussy de fondo y con una copa de champán al lado. La puesta en escena es imprescindible…


    Leccion 1
    El flirteo como filosofía de vida

    La seducción forma parte del carácter nacional francés y no se trata tanto un medio para la conquista sexual como un fin en sí mismo, una forma exquisitamente refinada de interacción social. “La civilización es seducción. Lo que separa al hombre de los animales es la seducción”, afirma el filósofo Bernard-Henri Lévy. Así, seducir tiene para las francesas un significado más amplio al que solemos darle en España. El enfoque galo del ritual del cortejo es que debe reinar en prácticamente todos los ámbitos y lugares: desde la política a la publicidad, las conversaciones, la comida y, por supuesto, al sexo.
    Esta es también la tesis de Elaine Sciolino, exjefa de la corresponsalía en París de The New York Times, en su libro “La Seduction: How the French Play the Game of Life” (La seducción: cómo los franceses juegan al juego de la vida). Para esta norteamericana, tras vivir en Francia 10 años y buscar en el “complejo laberinto” de las reglas no escritas, seducir para los franceses constituye “un motor vital codificado en supuestos cotidianos y patrones de comportamiento tan bien establecidos y tan habituales que son automáticos”.
    Es mucho más que un juego, es “una batalla”. En palabras de Sciolino: “Tienes que adivinar quién es tu enemigo y decidir cómo quieres derrotarle”. “Un poder –añade- que se ejerce por persuasión y no por imposición”. Este vaivén, a menudo inconsciente, está sostenido por un lenguaje no verbal (“el dominio del universo simbólico”, en palabras del filósofo Jean Baudrillard): miradas, gestos, sonrisas (bastante moderadas en comparación a cómo se utilizan en España), aromas… con el objetivo irrenunciable de agradar, inducir, atraer y conquistar.

    -Qué aprender de ellas.
    Aunque las españolas no estamos tan alejadas de ellas como las anglosajonas, mucho más “limitadas” en cuanto al jugueteo sexual, podemos aumentar el capital erótico hispano aplicando la premisa gala: el cultivo del disfrute debe prevalecer hasta en los más pequeños detalles porque “incluso lo común se puede hacer excepcional”. Es decir, la cosa más banal se puede transformar un objeto de belleza, deseo y placer. 
    En otras palabras: si una francesa puede sentir un “orgasmo gastronómico” comiendo una zanahoria, mirar la realidad con sus ojos requiere una mayor dosis de “charme”, de gratificación estética y sensual, en cualquier detalle cotidiano: desde ir a comprar el pan, saludar al vecino en el ascensor o a recoger a los niños al cole hasta intimar con nuestra pareja. Y no olvidar: en cuanto a “la séduction” se refiere, el proceso cuenta mucho más que el resultado.


    Lección 2 
    Un elegante toque de libertinaje

    Las españolas y francesas son percibidas como las europeas con mayor iniciativa a la hora de seducir a un hombre. Eso afirma el estudio “Amor y Solter@s en Europa” realizado por el portal de internet Meetic. Sin embargo, ellas son más asertivas; son tan cazadoras como ellos. “Tienen suficiente poder y seguridad en sí mismas que hacer el primer avance y tomar la iniciativa no es socialmente cuestionado”, explica Elaine Sciolino.
    De acuerdo con el estudio de Meetic, España e Italia son los países en los que es más fácil conseguir una cita. Claro que otra cosa es irse a la cama después de conocerse... práctica en la que las francesas e inglesas van por delante. En versión resumida: la liberación sexual de las galas data de los locos años 20 y nosotras somos unas recién llegadas. La “garçonne” -con sus cabellos y vestidos cortos; fumando y bebiendo alcohol; y su falta de “pudor”- encarna el cosmopolitismo de la vida parisina, la emancipación femenina y la flexibilización de costumbres, divirtiéndose con el cambio de papeles (¡hasta vestían pantalones!) como “verdaderos marimachos”, según la mentalidad de la mojigata mujer española de entonces, que no podía hacer nada sin el permiso del padre o del marido.
    Lejos del puritanismo y defensoras de la libertad individual, a las francesas, dicen, les gusta que el sexo esté unido al libertinaje, al peligro y al misterio. Y todo ello con discreción, sin traspasar la delgada frontera de la intimidad y el respeto.

    -Qué aprender de ellas.
    Ellas nos sacan unos cuerpos de ventaja en frecuencia sexual media (tres encuentros sexuales a la semana frente a los dos de las españolas); tienen una vida sexual más larga: perdemos la virginidad casi a la misma edad (en torno a los 17 años), pero ellas practican sexo por más tiempo (el 90% de las francesas mayores de 50 años son sexualmente activas, comparadas con el 70% de las españolas); y cambian más de pareja a lo largo de la vida (tienen una media de 5,1 compañeros sexuales).
    Pero según los datos de las últimas encuestas nacionales de sexo realizadas en Francia y España, la diferencia más significativa es que las galas están acortando la brecha con varones en lo relacionado a la sexualidad. Aquí también está desquebrajada la vieja dicotomía entre la diferencia del deseo y de impulso sexual de los hombres y las féminas, pero no tanto.
    Un ejemplo: en España es tres veces más frecuente tener una pareja ocasional entre los hombres que entre las mujeres. “Las francesas vemos la sexualidad de forma más natural y laica y la moral pesa menos que aquí. La española es fogosa, pero no se atreve a transgredir”, señala Nathalie Pédestarres, periodista francesa, de 40 años y que vive en Madrid desde hace una década. “Para mi generación -señala-, la pareja moderna sigue siendo la que marcaron Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, y su concepto de “amor necesario” y el pacto entre ellos -que se mantuvieron juntos toda la vida-, y lo que llamaron “relaciones contingentes”, sus aventuras y amantes, a veces sucesivos y con frecuencia simultáneos. No te tienes que cerrar en exclusiva a ese “amor necesario”, a esa persona que tienes el privilegio de haber encontrado en tu vida, tu cómplice.
    Puedes tener otras aventuras, sin relegar a tu pareja”. “A las francesas nos gustan las aventuras sentimentales –continúa- porque no podemos prescindir del juego de la seducción. Flirteamos desde la escuela primaria”. Carla Bruni recién casada con Sarkozy declaró inmutable en una revista francesa: “La monogamia es terriblemente aburrida”. Y la opinión pública femenina gala la comprendió perfectamente.


    Lección 3

    La actitud más positiva

    Para la mayoría de nuestras vecinas pareciera que el buen sexo está alejado de sucumbir al matrimonio. Cuestión de autoestima, tolerancia y no sumisión, dicen los expertos. “Los franceses tienen fama de ser orgullosos de su país. Y ellas están muy orgullosas de sí mismas”. Podría ser la explicación.
    El sociólogo Alain Giami realizó en 2001 un estudio comparativo entre la sexualidad de las estadounidenses y las francesas en el que confirmaba la tendencia gala a preferir relaciones monógamas de larga duración. “Las francesas son maratonianas y las estadounidenses, corredoras de velocidad”, sostiene. Permanecen en pareja más tiempo, pero son menos partidarias de casarse. No obstante, no rehúyen el compromiso ni temen implicarse emocionalmente.
    Un buen ejemplo de esta “cohabitación no marital” francesa es Ségolène Royal, la que fuera pareja “sin papeles” del presidente François Hollande durante cuatro décadas y madre de sus cuatro hijos; y la despechada, inteligente, sofisticada y de carácter volcánico, Valérie Trierweiler, dos veces divorciada antes de compartir su vida siete años con Hollande, ambas protagonistas del culebrón interplanetario al que se ha unido la actriz y divorciada Julie Gayet.
    Tres mujeres independientes, seguras de sí mismas, fuertes y a las que no les importa asumir riesgos y ni un amplio currículum amoroso. Una historia “muy francesa”, y que a penas interesaría si no fuera porque el protagonista es el jefe del Estado francés y sus romances tienen efectos políticos, según parece en todas partes menos, precisamente, en Francia. “Cuando bajan los índices de popularidad de un presidente, en seguida aparece en los medios con un aura de don Juan. Le ocurrió a Giscard- d´Estaing, a Mitterrand, a Chirac, a Sarkozy…
    A nosotros no se nos cruza por la cabeza la idea de que tener varias amantes pueda influir en su vida política. Corresponde a su vida privada, y en ese ámbito tienen derecho a hacer lo que quieran”, señala Nathalie Pédestarres. “Si es un buen político, su aventuras amorosas incluso pueden convertirse en orgullo nacional”, añade.

    -Qué aprender de ellas. Las españolas también son partidarias de relaciones de largo recorrido, pero tienden a una vida sexual más estandarizada y singularizarla en una sola pareja. ¿En qué basamos tales suposiciones? En la estadística. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), más de la mitad de las españolas (55,6%) han tenido relaciones sexuales con una única persona en su vida (32% en el caso francés); solo un 4,1% han estado con 10 o más parejas. Otro dato del INE: en 2012, los matrimonios disueltos por divorcio tuvieron una duración media de 15,2 años, mientras que la de los matrimonios separados fue de 20,8 años. Eso sí que es ser maratoniana. 
    “En Francia es muy raro que un matrimonio dure tanto. Me llama la atención –dice Pédestarres- el aguante de las españolas ante parejas que no las hacen felices. Una francesa no soporta una situación de infelicidad obligada por el entorno; deja a una pareja que no le hace feliz o se busca un amante”.
    Pero no consiste en convertirse en una réplica gala, sino en “atreverse en hacer lo que una desea, en soltarse y despojarse de los condicionamientos culturales y morales que lastran, porque las españolas son más apasionadas que las francesas, pero nosotras disfrutamos de nuestra sexualidad igual que un hombre, sin hipocresías”. “Placer sin obstrucción”, según la consigna de mayo del 68.
    A la vista de lo que cuenta Christoph Kraemer, director de comunicación europeo de la web Ashley Madison, que proporciona contactos extramatrimoniales bajo el eslogan “La vida es corta. Ten una aventura”, tal vez el asunto no es cómo se ve desde fuera o como se declara en las encuestas. Afirma que, durante 2013, España fue el segundo país en el mundo, por detrás de Australia, con mayor número de inscripciones femeninas en este portal para infieles. No es extraño que su éxito sea mayor en los lugares que se suelen considerar más conservadores, como Suiza o EE.UU., o con fuerte tradición religiosa, tipo Sudamérica o España. “Cuantas más normas sociales o religiosas existen en la sociedad, más ganas tiene la gente de saltárselas y hacer lo que está prohibido”, explica Kraemer.


    Lección 4
    No sobrevalorar el sexo

    El sexólogo y psiquiatra Phillipe Brenot publicó en 2012 el estudio “Les Femmes, Le Sexe Et L’amour”, donde el 74% de las 3.404 francesas heterosexuales, casadas o que vivían con su pareja respondió que “no tenían problemas” para sentir deseo o placer, pero solo el 55% afirmó alcanzar el orgasmo en cada ocasión. Según este experto, para las francesas el sexo puede ser placentero por sí mismo, y el coito es solo “una cereza en un pastel” de por sí deseable, pero al que se puede renunciar sin sentir que se tienen relaciones mediocres o parciales.
    Es más: el sexo se ha convertido en algo demasiado mecánico y fugaz en la sociedad occidental, donde sentimos la obligación de tener relaciones sexuales para ser felices. Sin embargo, para muchas de nuestras vecinas la verdadera liberación sexual es también abstenerse del sexo. La autora francesa Sophie Fontanela añade una idea más: el “no sexo” es muy beneficioso, sano y moderno y asocia las palabras castidad y celibato a términos progresistas como “revolución” e “insubordinación”.
    Según ella, la mujer no debe bajar los estándares en cuanto a expectativas amorosas y sexuales por acostarse con un hombre y recomienda que “más vale no tener sexo, que tener mal sexo”. En su libro “The Art of Sleeping Alone” (El arte de dormir solo), un “bests-seller” en Estados Unidos y Gran Bretaña, cuenta que optó por 12 meses de celibato que se convirtieron en 12 años de abstinencia – de los 27 a los 39 años- para reencontrar su verdadero deseo y, asegura, a partir de entonces se ve más sexy y seductora.
    Durante ese tiempo, llegó a “disfrutar más mientras vía cómo Robert Redford lavaba el pelo Meryl Streep en “Memorias de África” que estando en la cama con un hombre”, dice. Pero aprendió mucho: “Sobre mi cuerpo, el papel del arte en el erotismo, el poder de los sueños…”.

    -Qué aprender de ellas. Ocho de cada 10 francesas están satisfechas con el placer que les da su pareja estable. Empate con las españolas, confirma el “Informe Durex sobre Bienestar sexual” del año 2012. Las españolas están contentas, pero al 42% les gustaría aumentar la frecuencia, según las encuestadas en el Informe europeo sobre hábitos sexuales “
    ¿Qué quieren las mujeres?”. Más datos: las francesas ganan en los preliminares, un minuto más largos (aquí 17,7 min y 18,8 min allí). Nosotros ganamos en duración media del coito: 15,2 min en España y 14,3 min en Francia. Frente a las tan embriagadoras conversaciones de los cafés de París, nosotras tenemos el ensordecedor griterío de los bares. ¿Una metáfora trasladable a la vida sexual? La astucia francesa, dicen, está en el arte de abrazar el momento, sin encaminarse directamente a la meta. “Sencillamente, el sexo forma parte del epicureísmo francés: los placeres de la vida incluyen una buena mesa y un buen sexo”, afirma Adèle Marchant, ingeniera francesa casada con un español. ”Entre las españolas –añade- hay mucha confusión entre sexo y amor. Las francesas lo tenemos más claro”. 
    Pero aquí las podemos desmitificar en un punto: el que practiquen más sexo y sea más variado no significa que son más felices. El 55% de las españolas asegura alcanzar el orgasmo en sus encuentros sexuales (16% entre las francesas) y al 72% de los españoles hacer el amor les mejora el estado de ánimo (al 64% de los franceses). Lo dice el Informe Durex. O tal vez, ¿es cuestión de tener el listón más alto?


    Lección 5
    Misterio con mucho 'charme'

    El erotismo florece con lo impredecible y el deseo se lleva mal con la rutina y la repetición… en Francia y en España. ¿Entonces? La diferencia es que esta idea es una fuerza impulsora en el erotismo francés. Para el escritor Frédéric Beigbeder “el amor dura tres años”, según el titulo de su novela. Un año uno de pasión, uno de ternura y uno de aburrimiento. Como antídoto a tal brevedad, la estrella de la filosofía contemporánea francesa André Comte-Sponville aconseja a las parejas alejarse de las falsas ilusiones de la pasión amorosa. En el amor, tarde o temprano, la realidad reemplaza a la ilusión, según su libro “Ni el sexo ni la muerte: tres ensayos sobre el amor y la sexualidad” (Paidós).
    “La sexualidad es por definición algo amoral”, afirma. “Sin tabú no hay transgresión, y sin transgresión no hay erotismo”, añade. Lo prohibido y lo imposible, siempre tienta. Comte-Sponville cuenta que cuando el amor es correspondido, por lo general los amantes se van a vivir juntos y, entonces, la necesidad imperiosa de estar uno al lado del otro decae. Y la pasión también disminuye. “No podemos tener al mismo tiempo – sostiene- el goce de la presencia y la violencia de la carencia”. Según el filósofo francés, hay dos posibilidades: o te aburres sola o te aburres en pareja. “La segunda es la mejor opción”. Las parejas más duraderas no son parejas que nunca se aburren, algo imposible para él, “sino las que se aburren menos”. A su juicio, el secreto de una unión feliz está en acertar a mezclar la intimidad de los cuerpos con la intimidad de las almas.
    “La pasión erótica -eros- dura un año... ¡pero la pareja puede durar indefinidamente!”, concluye. “La libertad, la independencia afectiva, es lo único que mantiene la magia del amor”, apoya Nathalie Pédestarres. Según ella, el enamoramiento solo dura en parejas que pueden o no vivir bajo el mismo techo, pero “técnicamente podrían vivir separados. No son una pareja fusión, el uno no depende del otro”.

    -Qué aprender de ellas.
    Volvemos a las estadísticas: lo de innovar, improvisar y sorprender cuesta más aquí que al otro lado de los Pirineos. Según el “Estudio sobre las actitudes y los hábitos sexuales en España”, realizado por la Federación Española de Sociedades de Sexología: la mayoría de los españoles (el 77%) planea los encuentros sexuales, y nos gusta, sobre todo, el fin de semana y las noches “antes de dormir” (65%); el 66% utiliza siempre o casi siempre el mismo sitio para mantener sus encuentros íntimos, siendo con diferencia (94%) la propia casa y el dormitorio el lugar más utilizado (93%); y la mitad (52%) no le dan la menor importancia a “la ambientación” para incitar a sus parejas al sexo. Demasiado cándidos y faltos de imaginación erótica, deben pensar las francesas de nosotros.
    Ellas -más que ninguna otra europea- son defensoras de que “cada uno es libre de hacer lo que quiera”, sobre todo si se aspira a que el deseo perdure, pero a la vista de los datos que aporta Phillipe Brenot, para el 67% de las galas, la amabilidad y la atención son realmente lo que más les excita de sus compañeros de cama, de los que exigen en el terreno sexual respeto y delicadeza. Para Elaine Sciolino esa magia erótica que encandila es cuestión de “esconderse, insinuarse y revelarse”. De nuevo el juego de la seducción (Repásese la Lección 1).
    Otra regla de oro extraída de “La parisina“ (Grijalbo), la biblia de la exmodelo Inès de la Fressange: la impostura no sirve. Siempre, dentro y fuera de la cama, hay que afanarse por conseguir ese “glamour”, “charme” y “chic” –términos que son otras de las contribuciones apreciables de la cultura francesa- sin esfuerzo y sintiéndose segura de una misma (Repásese la Lección 3).

    Lección 6

    “Para guapa y estilosa, yo”

    El 63% de las francesas se consideran guapas y el 67%, sensual, sin artificios, ni necesidad de cambios, tal y como han venido al mundo. Aquí, según un estudio de Merz Aesthetics, las tres cuartas partes (72%) de españolas dice que se “siente guapa”, pero mejorables, es decir, escasamente satisfechas de cómo son ya que el 60% modificaría algo de su anatomía, sobre todo reducirían el tamaño de su abdomen, aumentarían su pecho y bajarían su peso. Pero ¿no habíamos quedado que nos sentimos más guapas que ellas?

    -Qué aprender de ellas.
    Las españolas debemos firmar un armisticio con nuestro propio cuerpo, sintiéndonos más atractivas y a gusto con nuestro físico. Gustarse ante el espejo, confirman los expertos, está muy vinculado a sentirse más feliz y disfrutar más de la sexualidad.
    Según el estudio “La verdad acerca de la Belleza”, realizado por la empresa de cosmética Dove, en colaboración con la Universidad de Harvard (EE.UU.), con el fin de conocer las percepciones femeninas sobre este asunto en 10 países (España no está incluida, pero sí Francia), dos tercios de todas las mujeres encuestadas concuerdan en que el “atractivo físico se trata de cómo luce uno, en tanto que la belleza incluye mucho más de quién es una persona”.
    Las francesas valoran más las cualidades interiores antes que los atributos de apariencia física en su evaluación de “lo que hace bella a una mujer”. Y entre estas valiosas cualidades destacan la felicidad, amabilidad, confianza, dignidad y buen humor como componentes poderosos de la belleza femenina. Pues eso: “Se puede lograr la belleza por medio de la actitud, el espíritu y otros atributos que no tienen nada que ver con la apariencia física”, según el 74% de las galas. ¿Cómo? Repasar todas las lecciones anteriores.

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