domingo, 13 de abril de 2014

EN PRIMER PLANO,.De qué nos reimos en Euskadi: ocho vascos con apellido,./ ENTREVISTA,. ANDREU BUENAFUENTE, ¿ COMO NO VA A SER EGOLATRA CON UN TRABAJO COMO EL MIO,.?


'8 apellidos vascos', con más de 20 millones de euros recaudados,se ha convertido en el taquillazo y la gran sorpresa del año. Invitamos a ...-foto,.
 
En primer plano

De qué nos reimos en Euskadi: ocho vascos con apellido

'8 apellidos vascos', con más de 20 millones de euros recaudados,se ha convertido en el taquillazo y la gran sorpresa del año. Invitamos a ocho vascos ilustres a que elijan sus tópicos favoritos. Y también los que más odian.
Karra Elejalde, 53 años. Actor. "Pues sí, los vascos también lloran. ¡No todos somos John Wayne!"
«Un tópico con el que no me llevo bien es el que dice que, de entrada, los vascos somos fríos. Igual cuesta abrir el melón y tocar chicha, pero, seas de donde seas, si llegas al corazón de un vasco, es para siempre. Y luego pasa una cosa: el clima configura nuestro carácter. Tú estás en Cuba todo el rato sudando y, claro, te sobra hasta el sujetador. Pero si vas de negro y tapado hasta arriba, pues, déjate de hostias, eso nos hace ser más distantes. En todo caso, una cuestión que me agrada mucho del éxito de la película es que parecía que los vascos éramos unas bestias pardas y resulta que, ¡pues sí!, los vascos lloran y los vascos se besan. ¡Que tampoco somos todos John Wayne, hombre!».

Carlos Sobera, 53 años. Presentador. "Con el '¡epaa!', el '¡ieee!' y el '¡apa!' nos lo decimos todo" «Recuerdo, allá por el año 82, que Interviú sacó un reportaje con este título: 'En la Bella Easo follar no es pecado, es milagro'. ¡Hombre!, es como elevar a categoría de ley que los vascos tenemos problemas para relacionarnos. Este mito me molesta mucho. Pero sí que tenemos problemas de comunicación en general. No solo para el sexo. Si es que a veces únicamente utilizamos 'sonidos' guturales: '¡epaa!', '¡ieee!', '¡apa!'. Con expresiones tan parcas podemos decir desde 'buenos días' hasta 'estoy jodido'. Somos toscos y rudos en la forma de comunicarnos. Y esto se traduce en la sexualidad, pero también en el día a día». Gorka Otxoa, 35 años. Actor. "Parecía que los vascos no éramos graciosos y, oye, que sí lo somos"
A los vascos se nos veía como gente con poco sentido del humor, pero no, queda claro que sabemos reírnos de nosotros mismos, de la política, de que aquí no hay quien folle, de que somos exagerados, de las patadas que le damos al castellano, de lo que sea. En cuanto a tópicos que me dan rabia, dos cosas: que en cuanto dices que eres vasco, la gente piensa que eres de Bilbao. ¡Y yo soy de Donosti! Y, luego, que yo soy friolero. Pues todo el mundo me viene con eso de: '¡Cómo vas a tener frío si eres vasco!'».

Juanito Oiarzabal, 58 años. Montañero. "Todos mis apellidos son vascos, no sé si ocho o incluso dieciséis..." Yo nací en Vitoria, calle Nueva Afuera, 20, sobre una mesa de mármol. Y todos mis apellidos son vascos, no sé si ocho o incluso 16. Los vascos, cuando salimos de casa y viajamos por ahí, siempre ejercemos de vascos. Vamos de vascos por el mundo, igual por eso los tópicos de que somos muy nuestros. En el mundo de la montaña, por ejemplo, mis expediciones siempre han sido conocidas, en primer lugar, por la gastronomía, que todo el mundo sabía que yendo con nosotros se iba a comer bien; y después por mi carácter fuerte, muy vasco, que soy como soy, ¡oye! Ahora bien, en la montaña intento no hablar de política. Es que siempre me meto en charcos y luego me digo: 'Por qué no te quedaste tranquilo, Juanito'. Cuando los vascos sacamos la política, nos cuesta controlarnos, nos ponemos como ogros».
Anne Igartiburu, 45 años. Presentadora. "¡No seré yo quiendiga que las mujeres vascas somos fáciles!" Dice el mito que las vascas somos muy difíciles. Pues no seré yo quien diga lo contrario. Fáciles, desde luego, no somos. Somos, eso sí, muy mandonas. El matriarcado siempre ha sido muy propio de Euskadi. Por eso, en un lugar donde los hombres pasan el día con la cuadrilla, somos bastante independientes a la hora de gestionar nuestra vida. Otro tópico que me hace gracia es el de que somos cabezones. Cuando a un vasco le lanzas un reto, se encabezona y, por narices, lo tiene que hacer. A mí, desde luego, me pasa. ¡No veas cómo me pico! También me llama la atención el pudor en cuestiones relacionadas con las emociones. Si le haces una confidencia a un vasco, se sentirá halagado, sí, pero no sabrá bien cómo gestionar eso. Y en cuanto a los apellidos, yo me sé mis ocho primeros. En Euskadi, estos hacen alusión al origen familiar; un manantial, una casa en un lugar, un bosque de robles... Yo, que aprendí el castellano de mayor, desconocía muchos términos en español de cuestiones de la naturaleza hasta que vine a Madrid».
David de Jorge, 43 años. Cocinero. "Aquí no se cree más que en santa Chuleta y en san Besugo de Asís" Para empezar, el tópico de la comida es verdad: estamos comiendo y ya andamos pensando en la cena. El de que todos sabemos cocinar es mentira, que hay mucho mangarrán y mangarrana en los fogones. Eso de que no follamos, bueno, pues a ratos. Lo de que somos cerrados, pues según con quién. Eso de que tenemos mala hostia, tipo Javi Clemente: el mal tiempo tiene la culpa. Dicen que somos leales, pues por mis cojones. Lo de que somos analfabetos emocionales... Pues lo vamos superando. Que las mujeres son las que mandan... Afortunadamente. Lo de que las vascas follan más fuera de Euskadi... Mi mujer, desde luego, dice que es verdad. También que no nos gusta la gente de fuera, y sí que es verdad si son anormales, antipáticos o aburridos: la gente divertida que disfruta de la vida y viene con el maletero lleno de vino es bienvenida. Y, por último, eso de que somos muy religiosos, pues mira, aquí no se cree más que en santa Chuleta y san Besugo de Asís. Amén».
Anabel Alonso, 49 años. Actriz. "Soy vasca y tengo los apellidos que me da la gana" Yo soy Alonso Gómez, así que, cuando de niña la gente empezaba a contar apellidos vascos, ¡conmigo el juego se acababa antes de empezar! Pero, mira, soy vasca y tengo los apellidos que me da la gana. Los vascos somos así, un poco fantasmas: del mapamundi de Bilbao y de: '¿Cuánto has ganado a la lotería?'. 'Nada, pues lo que jugaba: 600.000 millones'. Y luego está aquel tópico de que somos muy sobrados: '¡A ver, cóbrame todo!'. Somos espléndidos, enseguida tiramos del bolsillo. Ahora, lo que nunca me ha hecho gracia son esas bromas que se hacían, que ya no se escuchan, de: '¿No llevarás una bomba en el bolso?'. Pero tópicos negativos, pocos. Bueno, eso de quesomos brutos y que cuesta ligar. Pero te tomas cuatro 'cacharros' y haces exaltación de la amistad con lo primero que pasa».
Martín Fiz, 51 años. Corredor de fondo.. "Cuesta, cuesta ligar, pero una vez que entras, ¡pues a tope, hombre!" Mi mujer se apellida Churruca Areitiaurtena Garaitaonandia. Si hasta a mí me cuesta decirlo... Cuando sale de Euskadi, enseguida le dicen: 'Tú, andaluza, ¿no?'. La gente, en cuanto ve que eres vasco, te dice: '¡Aiba la hostia, pues!'. No falla. Tengo amigos de fuera de Euskadi que me dicen: 'Ligarse a una vasca, difícil, ¿no?'. Y no es para tanto. Te lo digo yo que estoy con una vasca de la zona de Eibar y Mutriku. Que cuesta, que cuesta, pero una vez que entras, ¡pues a tope, hombre!».

 
TÍTULO: ENTREVISTA,. ANDREU BUENAFUENTE, ¿ COMO NO VA A SER EGOLATRA CON UN TRABAJO COMO EL MIO,.?


El cómico y presentador, Andreu Buenafuente (Foto: Mark G. Peters). Este hombre es ... Soy muy pudoroso con mi vida privada. XL. Pues en su ... Así nos va, claro. XL. ... ¿Cómo no vas a ser ególatra con un trabajo así? XL.
 
Entrevista

Andreu Buenafuente: "¿Cómo no voy a ser ególatra con un trabajo como el mío?"

Necesitaba terapia. O algo parecido. Hace dos años, a punto de ser papá, se quedó sin programa y sintió como si le hubieran cortado una pierna. En tres décadas de carrera nunca le había pasado. En vez de ir al psicoanalista, se puso a rodar un íntimo documental sobre sí mismo. Aprovechando su estreno, el rey de la madrugada catódica habla con 'XLSemanal'.
Este hombre es un adicto. Lleva 30 años enganchado y, lejos de remitir, su adicción se agudiza cada día. Lo sintió con claridad hace dos años, cuando un desconocido síndrome de abstinencia comenzó a recorrer sus venas. «Hacer reír a la gente es adictivo. Te atrapa, te atrapa. Después de un programa quieres otro y ya no contemplas nada más. Y yo jamás había estado sin programa», confiesa este comunicador, humorista, empresario, productor y alguna cosa más nacido en Reus hace 49 años.
El 13 de mayo de 2012, sin embargo, Antena 3 canceló Buenas noches y Buenafuente, su primera experiencia en prime time en una cadena nacional, después de cinco emisiones. Las dudas creativas; la urgencia de mantener activa su productora, El Terrat, recién afrontado un ERE en plena crisis económica; la llegada de su primera hija a los 47 años... Ante ese cóctel, Buenafuente sintió que le vendría bien algo de introspección, algún tipo de terapia.
En lugar del psicoanálisis optó por rodar un documental, un viaje más bien, hacia dentro de sí mismo, en busca de la comedia, sin saber muy bien hacia dónde lo llevaría ese camino. Casi dos años después acaba de estrenar El culo del mundo, resultado de aquel viaje-reflexión. En él cuenta su travesía por el desierto, el mono de vivir sin programa de televisión. Resfriado y con un dolor de cabeza que se disipa a medida que habla con XLSemanal, Buenafuente revela en esta entrevista los ángulos más desconocidos del rey indiscutible de la madrugada.
XLSemanal. En El culo del mundo, Silvia Abril su pareja dice que, en contra de lo que puede parecer, usted no es una fiesta constante...
Andreu Buenafuente. Sí, bueno... De hecho, ella es más divertida que yo en la vida real. Te puedo soltar una de vez en cuando, pero la que es una fiesta es ella. Es muy payasa [se ríe], una clown de la vida. Yo soy muy vergonzoso. Tengo pánico al ridículo.
XL. ¿Y le dicen a menudo: «Pero qué tío más soso»?
A.B. Yo defraudo mucho. La gente dice: «Conocí a Andreu y es un tío muy serio». Y, oye, qué sé yo, tendría un mal día. No puedes ser gracioso todo el rato. Sería odioso, de verdad. A mí me da miedo ser pesado o invasivo, porque también me gusta que me dejen tranquilo. Soy muy pudoroso con mi vida privada.
XL. Pues en su película, Abril revela intimidades como que ella iba a dar a luz y usted se fue a hacer un bolo a Lérida o que trabaja usted todo el día y, al llegar a casa, se encierra a pintar, escribir o hacer fotos... ¿No pensó en cortar esa parte?
A.B. Oírle decir eso ante la cámara me incomoda un poquito, no creas. Pero es la verdad. Te confieso que tuve que decirme: «Venga, Andreu, no seas tacaño contando tu vida». Si iba a contar una historia personal, no podía empezar a ponerle corralitos. También Berto o Corbacho dicen cosas de mí. En el fondo, esto nos ha acercado más.
XL. ¿Y no le habría salido más a cuenta un psicoanalista?
A.B. Hombre, tampoco quería psicoanalizarme, pero sí que ha sido terapéutico. Nos cancelaron un programa, ideamos otro que nosotros mismos descartamos, pasamos año y medio de incertidumbres y angustias tremendas y, al final, levantamos el vuelo con un nuevo programa [En el aire, La Sexta]. El documental cuenta todo ese proceso.
XL. Ese proceso y algo más... Por ejemplo, el testimonio de Concha Velasco contando que usted le salvó la vida.
A.B. Sí, bueno... Tampoco soy yo, no sé, un salvador. Supongo que algo exagera.
XL. No parece, la verdad. Cuenta que, al separarse de Paco Marsó, se habría matado una noche en que se puso a beber y tomar pastillas. Pero encendió la tele y...
A.B. Sí, sí, cómo lo cuenta, ¿¡eh!? Da una profundidad... Se te pone la piel de gallina. Y cuando se lo pregunté «Concha, ¿quieres contar esta vivencia extrema tuya?», me dijo que sí sin miramientos. Es alucinante.
XL. ¿Ya se la había contado antes a usted?
A.B. No, yo conocía la historia por un amigo. Por eso, me animé a proponérselo. Le pregunté incluso si podíamos grabarlo en el hotel donde ocurrió todo. Imaginaba que diría: «Andreu, no te pases», por no remover demasiado los recuerdos, pero aceptó sin problemas. Así que queda claro: Concha Velasco es la tía más moderna de España.
XL. En El culo del mundo, un fan argentino le habla de un imaginario país de la risa donde a sus ciudadanos les gusta reír. Entre ese país, España y Cataluña, ¿con cuál se queda?
A.B. Bueno, es solo una forma de decir sin menospreciar las identidades, que cada uno tiene la suya que el humor, como la música, no tiene fronteras... y eso es mágico. XL. ¿El país de la risa, España o Cataluña?A.B. [Se ríe]. Estoy muy a gusto en cualquiera de los tres.
XL. Usted es un empresario catalán...
A.B. Sí, claro...
XL. La patronal catalana se ha pronunciado contra la independencia de Cataluña. ¿Suscribe ese pronunciamiento?
A.B. A ver, yo creo que los empresarios no tenemos nada que decir en este asunto. Es tan complejo el tema que hacer más ruido y suposiciones no aporta nada. Pero cada uno que diga lo que quiera, evidentemente. Lo que pasa es que estos tíos nos ponen a todos en el ojo del huracán. ¡Que aquí cada uno es de su padre y de su madre! No me parece bien.
XL. Usted negocia convenios, despide gente y demás, ¿no?
A.B. Sí, claro. Las he pasado putas, como cualquier pequeño empresario en España. Este barquito nuestro, en este vaivén terrible, también ha hecho su ERE. Mira, yo era como Forrest Gump cuando corre, que se gira un día y ve que lo sigue una multitud, porque en 20 años por aquí han pasado más de mil personas. Siempre me hizo feliz dar prosperidad y trabajo. Y cuando se torció, ¡uf!, ha sido terrible.
XL. Y ahora, ¿cómo está el ambiente de trabajo?
A.B. A ver, salvo casos puntuales, porque algunos piensan que cuando contratas es para siempre, muchos me han dicho: «Si hay que remar juntos para salir de esta, aunque cobremos menos, lo hacemos». Cuando la empresa reduce ingresos, no puedes seguir igual. Yo me he comprometido a mejorar las condiciones si esto va para arriba.
XL. ¿Cree que, con la crisis, a la gente se le han quitado las ganas de reírse? ¿Que quizá por ello fracasó su programa?
A.B. No. En absoluto. La risa es tan poderosa que se sobrepone a momentos tan jodidos como los actuales. La gente se quiere evadir; risa es evasión y eso se agradece mucho cuando estás chungo. Quizá no te arregla un día funesto, pero te lo suaviza.
XL. ¿Hay algún político que le haga gracia?
A.B. No, la verdad. Aunque desde el flanco humorístico, tengo predilección por Rajoy. Lleva una cierta comedia implícita, posee una imperfección muy humorística. Tiene ángulos de personaje cómico: esa barba, el semblante, la forma de hablar; suelta un discurso y no lee bien a cámara. Pero, claro, si piensas que es el presidente, la comedia se convierte en tragedia. Con Rajoy se tocan los géneros.
XL. ¿Cómo ve el teatro actual de la política española?
A.B. Mal. Los políticos no son conscientes de la importancia del momento histórico que vivimos. Así nos va, claro.
XL. Dice José Corbacho que su ego es como el Santiago Bernabeú de grande...
A.B. Hombre, puede ser. La dimensión de tu ego nunca la conoces bien. De todos modos, lo que importa es el uso que hagas de él. Para el artista es una herramienta indispensable: «Aquí estoy yo y ahora todos ustedes me van a escuchar». Esto es así. ¿Cómo no vas a ser ególatra con un trabajo así?
XL. Al mismo tiempo, los artistas tienen fama de inseguros. ¿Cómo se negocia eso?
A.B. A ver, cuando dependes del aplauso, de la audiencia; si esta no responde, la autoestima sufre. Por ejemplo, en este último tramo de mi vida en que todo se tambaleaba, la industria cambiaba, la crisis arreciaba, la productora pasaba apuros, se caían mis proyectos; ¿cómo no iba a dudar de todo? Porque este es un oficio muy difícil, que aquí siempre estás empezando. O, si no empezar, sí que te estás examinando continuamente.
XL. ¿Y cómo se quedó cuando Antena 3 suspendió el programa por declive de audiencia?
A.B. Bueno, hay gente que vive tragedias mayores. Fue solo un programa más que se cancela. Lo que pasa es que con 30 años en este mundillo, uno ya posee cierta solidez. Digamos que tenía los tanques de autoestima bastante llenos. Superé esa travesía del desierto gracias a esa gasolina de sobra que tenía.
XL. ¿Las cadenas solo lo quieren de madrugada?
A.B. Así es. Cuando cancelaron el programa, me repitieron mucho aquello de: «Es que tú, Andreu, eres muy de late». O sea, que lo mío es la madrugada. Y es curioso porque yo hice mi carrera en Cataluña en prime time y siempre me fue bien. En fin, al principio me mosqueaba, pero he acabado cogiendo cariño al concepto. Me tranquiliza tener algo a lo que agarrarme. No sé, vivimos un momento de contenidos muy formateados. Queremos programas donde canten, programas donde se disfracen; y si en Bélgica uno de trampolines va bien, pues tráetelo. El problema, básicamente, es que la autoría cotiza a la baja.
XL. Las editoriales, desde luego, lo dejan bien claro: nadie quiere apostar por voces nuevas...
A.B. Es generalizado: cine, televisión, música, arte... Son malos tiempos para la autoría. Se olvidan de que sin voces nuevas todo se repite y la gente acaba saturada. Y en televisión, pues igual. Yo me crie con Jesús Hermida y demás, gente que era formato en sí mismo. Echo de menos aquello: televisión de autor.
XL. ¿Tele de autor hoy en día sería usted, por ejemplo?
A.B. No sé, no sé. Para mí, el gran personaje televisivo actual es Chicote. Hacía tiempo que no veía a alguien tan de verdad. Hay programas que son una tralla, técnicamente impecables y tal, pero no emocionan. Me atraen las personas que transmiten cosas intensas.
XL. En su vida, ¿hay un momento de clic, de decirse: «yo me voy a ganar la vida con esto»?
A.B. Totalmente. Fue un sábado. Con 21 o 22 años. Tenía que ir a una comida-acto de periodistas de la comarca de Tarragona que presentaba Carles Francino y, por un problema, no pudo ir. Entonces, me coge el presidente de los periodistas: «A ver, tú que haces un programa con un poquito de humor, presenta esto». Y, con la inconsciencia de la edad, cogí el micrófono e improvisé una entrega de premios, sencillita, y vi que la gente se reía. Nunca me había pasado. Recuerdo bien que, cuando iba para casa, me dije: «Creo que puedo ganarme la vida con esto».
XL. ¿Y no había sentido antes esa llamada del humor?
A.B. Creo que estaba ahí, pero no lo sabía. Fui mal estudiante, me gustaba hacer el chorra y me echaban de clase y tal. Era el típico que no era muy exagerado, trabajaba por debajo, pero al final me calaban, vamos. Y como a los 17, por casualidad, porque podía haber acabado en cualquier otro sitio, me metí en una emisora y descubrí que aquello me encantaba. Fue una vocación encontrada.
XL. ¿Por qué cree usted que, en cuanto lo probó, ya no lo pudo dejar?
A.B. Porque es adictivo. Tú hablas, la gente te escucha, se ríe... Es más que una profesión, no nos engañemos.
XL. Y lo de tener una hija a los 47 años, ¿qué tal le ha sentado?
A.B. Es alucinante. Una bomba de vida. Cuando todo estaba un poco adormecido, previsible, lo dinamitó todo.
XL. Con el horario que se gasta, ¿cuándo la ve?
AB. Por las mañanas. Yo, con mi cara de sueño: ella, con su sonrisa, «pa-pa-pa»..., y nos vamos por ahí a dar una vuelta.
XL. ¿Se ríe con usted?
A.B. Sí, bueno, lo cuento en la peli, que para mí, que trabajo con la risa, siento más placer al hacer reír a Joana, una sola persona, que a un teatro entero. Y es una fan entregada. Le haces una pedorreta y se ríe. Nada de humor inteligente.
Privadísimo
-Es hijo de un viajante y de un ama de casa. Su padre tenía gran sentido del humor. Se disfrazaba de mujer y hacía shows para la familia.
-Con 17 años, consigue su primer trabajo en la radio: aprendiz en la sección de deportes.
-Es un melómano compulsivo. Ser músico es una de sus vocaciones frustradasSu otra pasión: pintar. Le sirve para desconectar.
-¿Su referente de estilo? George Clooney. ¿Su prenda preferida? Unos vaqueros. Su lugar preferido para estar, para vivir, es el plató.
Reflexiones Cómicas
El culo del mundo. Así ha titulado el cómico un íntimo documental recién estrenado donde, entre otras cuestiones, una larga lista de amigos reflexionan sobre el poder del humor y la comedia.
-Carlos Areces: «Si un actor hace mal un drama, sale más o menos impune. Pero si como actor tienes que hacer reír y no lo consigues, tienes un problema».
-Santiago Segura: «No hay nada comparable al buen rollo que te da una risa. Y luego quieres más, otra función, otra película más...».
-Jordi Évole: «En esta profesión, no tengo muy claro lo que quiero hacer, pero sí tengo claro lo que no quiero hacer».

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