sábado, 17 de mayo de 2014

CALLEJEROS, TOROS, CREANDO ESCUELA./ TRAZOS, APROXIMADOS ESPEJOS,.

TÍTULO: CALLEJEROS, TOROS,CREANDO ESCUELA,.

  1. Unos 3.000 pequeños disfrutaron de una clase magistral de toreo a cargo de Antonio Ferrera, quien será una de las estrellas del cartel ...-foto

    Antonio Ferrera participa en Cáceres en un tentadero público al que acudieron cientos de escolares para fomentar la fiesta,.

    Tres cuartos de entrada en la plaza de toros Era de los Mártires, temperatura agradable y juventud, mucha juventud. El coso cacereño vivió ayer por la mañana una atípica jornada taurina, no solo por el horario matinal, sino también por el perfil de los que copaban gran parte de los tendidos, escolares de diferentes colegios de la ciudad. El motivo, un tentadero público organizado por la empresa que gestiona la plaza cacereña, Lances de futuro, para promocionar las dos corridas que ha organizado para los días 31 de mayo y 1 de junio con motivo de la Feria de San Fernando.
    Unos 3.000 pequeños disfrutaron de una clase magistral de toreo a cargo de Antonio Ferrera, quien será una de las estrellas del cartel cacereño en esta edición. Con becerras de la ganadería de Zalduendo, que también tendrá presencia en la feria cacereña, la jornada se desarrolló de forma didáctica, con el periodista taurino Juan Bazaga haciendo las funciones de 'speaker'.
    Las caras de fascinación eran notables en unos jóvenes que, en algunos casos, pisaban la plaza de toros por primera vez en sus vidas. No era el caso de Carlos Pinilla y Pablo Rastrojo, quienes ya habían visitado en alguna ocasión el coso cacereño. El primero, a pesar de tener una pierna escayolada, no quiso dejar de disfrutar de la actividad junto con sus compañeros del Colegio Nazaret, quienes exhibían sus caras risueñas. Como ellos, cientos de niños más.
    La cita sirvió también para conocer el progreso de algunos de los alumnos del Patronato Provincial de la Escuela de Tauromaquia de Badajoz. Con decisión, gallardía y no sin algún susto, los jóvenes se enfrentaron a las becerras ante el júbilo de los asistentes, en total unos 4.000 contando también curiosos y amantes de la fiesta.
    Por otro lado, el lunes 19 de mayo, a las 20.30 horas, tendrá lugar en el Gran Teatro la inauguración del certamen taurino de cine organizado por los promotores y que contará con la presencia del director y guionista Agustín Díaz Yanes.
    Los actos continuarán el próximo día 23 con una clase práctica de toreo de salón abierta a todos los ciudadanos.

    TÍTULO: TRAZOS, APROXIMADOS ESPEJOS,.


    1. En ?Vértigo? el policía interpretado por James Stewart recibía el encargo de vigilar a la mujer de un viejo amigo. En ?Los hemisferios? es ...

      Un juego de referencias conecta novelas paralelas en ‘Los hemisferios’, el último trabajo de Mario Cuenca Sandoval,.-foto.

      En ‘Vértigo’ el policía interpretado por James Stewart recibía el encargo de vigilar a la mujer de un viejo amigo. En ‘Los hemisferios’ es Gabriel, un periodista cultural parisino de mediana edad, quien recibe el encargo de vigilar a la mujer de su antiguo camarada Hubert. «No es recomendable que esté sola, pero tampoco puedo dejarla con las compañías habituales», le explicará Hubert, un documentalista de vanguardia, tras reaparecer después de muchos años en la vida de Gabriel.
      Los dos hombres fueron amigos inseparables en los tiempos de la universidad. La suya fue una relación basada en la pasión por el cine y el descubrimiento. Se distanciaron tras sufrir un accidente de tráfico en Ibiza, durante una ‘aventura etílica’, en el que murió una mujer misteriosa. El narrador se refiere a ella como ‘La Primera Mujer’, ya que en la autopsia se descubrió que no tenía ombligo. En aquel viaje con final trágico los dos amigos llevaban por equipaje quince gramos de una sustancia llamada ‘danteína’ y una edición de ‘Rayuela’, la novela de Cortázar.
      La primera parte de ‘Los hemisferios’ se titula ‘La novela de Gabriel’ y viene a ser un febril ‘thriller’ simbólico. Las referencias a ‘Vértigo’ y ‘Rayuela’ no son casuales –nada lo es en una novela que tiene mucho de mecanismo y juego de espejos– y la narración termina siendo una conseguida intriga de fantasmas en el París de la aceleración sintética y las ‘banlieues’ en llamas. Contiene esta primera parte escenas conseguidísimas, como la inicial de la ‘fiesta animal’. Es un pasaje pesadillesco y reconocible («una materia turbia ha comenzado a trepar por el humo y de pronto la fiesta se parece cada vez más a la fiebre…») que logra poner al lector de parte de Cuenca Sandoval. A partir de estas páginas, la calidad de su escritura servirá como aval para su propuesta.
      El crédito será importante porque en la segunda parte de la novela la apuesta se complica y se dispara. Si ‘La novela de Gabriel’ es una persecución, ‘La novela de María Levi’ es un descenso a un lugar borroso relacionado con el misterio. Si en la primera parte el modelo es ‘Vértigo’, en la segunda es nada menos que ‘Ordet’, el clásico de Dreyer en el que asistimos a la presunta resurrección de una mujer. Incluso el paisaje cambia decisivamente. El reconocible París deja paso a lugares metafóricos, como una isla nórdica o el centro de la Tierra. Sucede cuando los protagonistas descienden a un volcán en un viaje de implicaciones órficas: «El volcán es la puerta del infierno y la amenaza de un apocalipsis inminente, por eso es preciso apaciguar su ira mediante sacrificios humanos».
      Más que como exactos reflejos, las dos partes de la novela funcionan como versiones paralelas relacionadas entre sí. Los protagonistas son los mismos, aunque no de un modo exacto. El efecto es interesante, como si nos enfrentásemos en un espejo y apareciese la imagen de alguien muy bien caracterizado, alguien casi idéntico a nosotros, pero que no somos nosotros. En ese aspecto de extrañamiento, ‘Los hemisferios’ es un libro rico y complejo, por momentos brillante, que sin embargo corre el riesgo de un cierto solipsismo autorreferencial y sobrepasa en ocasiones algunos límites de verosimilitud. También se echa de menos alguna porción de ligereza. Estamos ante un texto que se toma a sí mismo extraordinariamente en serio. Pero también ante uno sólido y personal, llamado a ocupar un lugar destacado entre la nueva narrativa española del momento.

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