domingo, 25 de mayo de 2014

CONOCER RELACIONES, ¿Cómo elegimos a nuestros amigos? / ¿ DEBE SOMETERSE ESPAÑA A UN AJUSTE COMO EL ACTUAL?


  1. ¿Y si, en realidad, elegimos a nuestros amigos solo porque refuerzan nuestra autoestima, mejoran nuestra posición social... o incluso porque ...
    Relaciones

    ¿Cómo elegimos a nuestros amigos?

    La amistad tiende a considerarse una cuestión desinteresada y de elección propia, pero las nuevas investigaciones sostienen teorías mucho más inquietantes. ¿Y si, en realidad, elegimos a nuestros amigos solo porque refuerzan nuestra autoestima, mejoran nuestra posición social... o incluso porque comparten nuestros genes?
    Por qué tenemos los amigos que tenemos? ¿Los elegimos nosotros o son ellos los que nos eligen? ¿O quizá son las circunstancias del momento y el lugar las que deciden? ¿Cuánto dura de verdad el «amigos para siempre» de la canción?
    Los biólogos evolutivos creían tener resuelto el enigma. Hasta ahora se pensaba que todo era una cuestión de altruismo recíproco. Camaradería y comunión de las almas. En el lenguaje de los primates: tú me rascas la espalda y yo te rasco la tuya. Pero nuevas investigaciones sostienen que la amistad no es tanto una cuestión de generosidad compartida como una alianza estratégica, egoísta y mudable que haría quedar a Maquiavelo como un ingenuo bienintencionado.
    Las primeras pistas de que la amistad humana es menos espontánea de lo que parece llegan desde el reino animal. Científicos franceses descubrieron el año pasado que incluso los tiburones hacen amistades, es decir, pasan más tiempo con otros tiburones cuya compañía parecen preferir y evitan a los que consideran no gratos. Los investigadores se centraron en las especies que patrullan los arrecifes de coral del Índico y el Pacífico y observaron que comparten espacios de caza comunes con sus camaradas, con los que se entienden mejor a la hora de atacar y repartirse el botín.
    También los delfines establecen alianzas más allá del parentesco. De tres niveles. En el primer nivel, varios machos se agrupan para proteger a sus hembras de otros machos. En el segundo, varios grupos más grandes cooperan para robar las hembras de otros grupos. Y en un tercero, descubierto por científicos australianos en Shark Bay, se establecen grandes alianzas intergrupales por 'motivaciones políticas', en los que cooperan tanto antiguos amigos como enemigos, dependiendo de la conveniencia del momento. Puro oportunismo.
    La teoría de la alianza
    «La amistad nace del conflicto resume Carmen Guaita, autora Los amigos de mis hijos (Editorial San Pablo). El niño pasa a ser consciente de que existen otros como él cuando le quitan un juguete, cuando alguien entra en su universo. Pero, en el momento en que se suma un tercero, se forma una alianza entre dos de los implicados que es la forma básica de la amistad. Los niños se acercan a los que tienen el mismo gusto, con los que pueden compartir juguetes similares. A partir de ahí habrá dos tipos de amigos: los semejantes y los que se complementan. Un niño tendrá varios que sean muy parecidos a él y con los que se entienda bien, y otros que suplan alguna de sus carencias».La teoría de la alianza sirve para explicar la necesidad de informarnos sobre las restantes relaciones de nuestros amigos para establecer en qué puesto jerárquico se encuentra la nuestra. O el hecho de que se tienda a escoger amistades de relumbrón en nuestro círculo, que interese dar a conocer públicamente.
    Dime con quién andas...
    Otro estudio alemán, con macacos, descubrió que la fortaleza, tamaño y belicosidad de los machos no les bastaba para ser los dominantes. Necesitaban tener amigos entre otros machos; esto es, una buena reputación social los ayudaba a mantener su jerarquía en la ventaja reproductiva. Como los humanos, los macacos parecían ser conscientes de cómo su comportamiento es visto por los otros. ¿Por qué? Los neurólogos aportan una explicación. «El cerebro no nos muestra la realidad tal cual es, sino una interpretación que surge de la experiencia. Dos personas no tienen nunca la misma experiencia ni ven las cosas del mismo modo. Nuestra conciencia, la esencia de nuestro yo, necesita validar lo que percibe. Y los amigos nos ayudan a confirmar, sobre todo, las ideas que nos creemos de nosotros mismos», explica la psicóloga Dorothy Rowe. Como dice el refrán, dime con quién andas...
    ¿Así que no somos tan altruistas como creíamos, y la amistad humana tiene bastante de un intercambio interesado de bienes y servicios, como sucede con los animales? Los defensores de la teoría del refuerzo de la identidad así lo creen. Hágase una pregunta: ¿quién, de entre la gente con la que trata, será su amigo dentro de cuatro años? O piense al revés: ¿quién se ha convertido en su mejor amigo después de años y años de relación? Las psicólogas Carolyn Weisz y Lisa F. Wood decidieron resolver esta cuestión. Para ello realizaron un experimento con un grupo de universitarios durante cuatro años. La conclusión es que no escogemos a nuestros amigos por sus cualidades, sino por la forma en que reconocen las nuestras. Es decir, lo que esperamos de ellos es que refuercen nuestra imagen personal y mantengan alta nuestra autoestima. Este estudio, realizado en la Universidad de Puget Sound, en Washington, asegura que la característica más decisiva de la amistad es que ayuda a consolidar nuestra propia identidad.
    La edad, un factor clave
    Para que ese chute de autoestima funcione se necesitan otros elementos. Por ejemplo, la proximidad. Los amigos de los niños surgen de su entorno más inmediato y, a medida que crecemos, vamos adquiriendo nuevas relaciones con gente de nuestra escuela, universidad y trabajo. Un estudio de la Universidad de Cambridge con 480 niños dejó clara esa evolución: los pequeños de entre 6 y 9 años valoraban como primer elemento de la amistad la cercanía geográfica y la posibilidad de compartir cosas; los menores de 12 citaban ya la lealtad y el compromiso; y los mayores de esa edad se centraban en los gustos en común.
    Las amistades que surgen en la juventud parecen ser las más duraderas, pues se construyen sobre intereses comunes: estudiar una misma carrera es una buena prueba. Otra cosa son las amistades del trabajo, que suelen tener fecha de caducidad. Los expertos lo justifican así: en el entorno laboral, las relaciones vienen condicionadas por la necesidad de no mostrar debilidades, una ocultación que hace la relación menos profunda que con otras personas con las que compartimos información íntima.
    ¿Dónde quedan con el tiempo las relaciones de amistad de la infancia? «Es muy infrecuente que perduren. Quien tiene un amigo desde niño tiene un tesoro, un testigo de toda su vida que puede analizarla desde dentro», apunta Guaita. De hecho, la psicóloga Debra L. Oswald apunta que mantener una amistad es mucho más complicado que crear una nueva; eso es porque la falta de novedad genera un menor grado de satisfacción.
    ¿Amistad o amor?
    Oswald descubrió que las características que definen la permanencia de una amistad son semejantes a las que fundamentan una relación romántica. Con una diferencia: mientras en una relación de pareja es necesario compartir tareas y un mismo círculo de amigos, esto no es imprescindible en la amistad.
    Los psicólogos también nos alertan de los peligros de las redes sociales. Xavier Moreno Lara, autor de Hacer amigos. Estrategias de proyección social, señala que distorsionan las relaciones, acercando solo a los similares: «Antes uno debía transigir con amigos que no eran como nosotros. Eso nos enriquecía. Ahora es posible tratar solo con gente igual a nosotros, con los mismos gustos y que, por tanto, nos aportan menos».
    El poder de la amistad
    -Cuanto más amigos, más productivos. El directivo de la empresa Gallup Tom Rath realizó un estudio sobre los beneficios de la amistad en el entorno laboral. El resultado fue sorprendente: la productividad y el compromiso de un amigo en el trabajo es siete veces mayor que la de uno que no lo es. Pero, según Rath, «pocas empresas creen aún que sea más positivo un ambiente amistoso que uno de competitividad».
    -Adelgazas si tu amigo come sano. Aunque se centraron en el lugar de trabajo, las encuestas de Tom Rath demostraban que la influencia positiva de los amigos se plasmaba en otros muchos aspectos de la vida cotidiana. Por ejemplo, que el mejor amigo de alguien coma de forma saludable aumenta en cinco veces las posibilidades de afrontar con éxito una dieta, y viceversa.
    -La pareja, más importante que el sexo. Otro dato curioso de la encuesta: las personas casadas valoraban mucho más, y en un porcentaje muy amplio, las relaciones con sus amigos que la intimidad física en el matrimonio. Otros sondeos también destacan que, en la propia relación de pareja, se valora más la amistad, entendida como afinidad de intereses y aficiones, que las relaciones sexuales.
    ¿Y si todo fuera genético?
    -Creemos que escogemos a nuestros amigos por similitudes de carácter o aficiones comunes y que lo hacemos de forma racional y consciente. Sin embargo, un grupo de científicos de la Universidad de San Diego (Estados Unidos) aseguran que existe un factor aún más determinante: la genética.
    -Los genes no solo nos vinculan con nuestra familia. Tendemos a forjar amistad con personas que comparten algunos de nuestros marcadores genéticos.
    -Los investigadores, dirigidos por James Fowler, analizaron seis genes que se estimaba que podían intervenir en la cuestión y encontró dos que parecen explicar ciertas amistades.
    -Por un lado, tienden a acercarse entre sí personas que comparten un gen asociado con los problemas de adicción (como el alcoholismo).
    -Por otro, los que tienen un gen que se relaciona con el liderazgo y la personalidad abierta generalmente solo son amigos de quienes carecen de él.
    Más falso que un amigo de Facebook
    Es inevitable al hablar de la amistad contemporánea citar Facebook. Y las mil y una historias más o menos verosímiles sobre personas con cientos de 'amigos' virtuales que organizaron una fiesta sin conseguir que acudiera nadie. «¿Cómo van a ser mis amigos personas a las que no conozco absolutamente de nada?», se pregunta Xavier Moreno. Las cifras de la amistad en las redes sociales chocan, además, con el llamado 'número Dunbar', establecido por el antropólogo inglés Robin Dunbar, quien aseguró que no es posible mantener más de 150 relaciones sociales estables.
    Mientras la utilidad de las redes sociales parece indiscutida a fecha de hoy para proyectar imagen profesional, y resulta más que obvia para mantener el contacto con amigos distantes, la posibilidad de que permita establecer nuevas relaciones sobre una base sólida resulta más controvertida. En los Estados Unidos, donde surgió el fenómeno, están ya en la siguiente fase: decenas de miles de personas se jactan de haber abandonado Facebook y surgen iniciativas locales para contactar con posibles amigos para luego tratarlos en persona. La más conocida, con varios miles de socios, es la New York Social Network.
     
    TÍTULO: ¿ DEBE SOMETERSE ESPAÑA A UN AJUSTE COMO EL ACTUAL? 

    1. A mí me tocó trabajar como economista unos cuantos años en el Fondo Monetario Internacional. Fue hace mucho tiempo: a finales de la ...-foto
      A mí me tocó trabajar como economista unos cuantos años en el Fondo Monetario Internacional. Fue hace mucho tiempo: a finales de la década de los sesenta y comienzos de la de los setenta. Desde Washington se tenía la costumbre de hacer sonar las alarmas cuando las reservas internacionales de un país estaban al borde de la extinción. O para decirlo con palabras más afines a la jerga económica actual, los gobernantes de cualquier país se ponían muy nerviosos cuando el dinero que habían pedido prestado era igual o superior al total de la riqueza acumulada; es decir, cuando la deuda contraída pública y privada era superior a su riqueza.
      De aquellos años de aprendizaje recuerdo con verdadero amor las distintas tablas que empleábamos: la del Producto, la Monetaria, la de Deuda Exterior y la Fiscal. Mis alumnos me han oído decir cantidad de veces lo que disfrutaba aprendiendo a corregir la crisis. Al contrario de lo que pensaban ellos sin duda influenciados por los políticos de la Transición y acostumbrados a un país que lo único que sabía era dividirlo en derechas e izquierdas, lo mejor que pude aprender en aquellos años fue a buscar las causas y los remedios a las crisis.
      El Fondo Monetario tenía en aquellos años fama de usurero, de estar al servicio de países como los Estados Unidos y de ser una amenaza para los países que querían solventar su crisis mediante el esfuerzo meditado. Recuerdo que me extrañaba sobremanera la actitud de los economistas de los diferentes bancos centrales con los que discutíamos los planes de reforma para salir de las crisis, que solo nos hablaban de saltos mágicos y muy sociales para sacar a sus países de la crisis.
      Los economistas del Fondo Monetario Internacional preferíamos concentrarnos en las distintas tablas para ver cómo podían equilibrarse. Se contaba con la ayuda que podía suministrar el sector exterior o la moderación del gasto público. Y lo primero era decidir quién tenía la culpa de lo que estaba ocurriendo. Han pasado casi cuarenta años desde entonces y las terapias han evolucionado, afortunadamente. Hoy se sabe que no basta con recortar los gastos, sino que debe conjugarse el proceso de ajuste con fórmulas y tablas que no extingan el consumo y paralicen la economía. Pero la solución de verdad la sabe casi todo el mundo. Y es absurdo actuar como si solo unos pocos se hubieran enterado.
      Solo quien quiera desmerecerse a ojos de los demás puede negar hoy el hecho de que España, en su conjunto, debe participar en el proceso de ajuste. Es un error intentar retrotraerse veinte años y discutir las premisas del ajuste planificado por los asesores externos. En primer lugar, porque los asesores externos piensan lo mismo que los asesores internos; y, en segundo lugar, porque son habas contadas, y las han contado los de dentro y los de fuera.
      Afortunadamente, los técnicos españoles han renunciado a cuestionar las sugerencias externas como si fueran auspiciadas por un Gobierno exterior, y no por un aliado como se hacía en los viejos tiempos; y a predicar en el desierto y solos. En estos días, ningún Gobierno, ni de dentro ni de fuera, ha elevado el tono de su malestar por las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebran hoy. Yo lo que sugiero, entretanto, es mirar para otro sitio.

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