sábado, 21 de junio de 2014

REVISTA MUJER HOY, DE CERCA, PORTADA, Malú: "Las mujeres no somos muñecas",./ EN FOCO, 6 REINAS PARA LA HISTORIA,./ PROTAGONISTA, KATE MARA, NO ME IMPORTA HACER PERSONAJES OSCUROS,.


Malú, artista y mujer comprometidaLa sobrina de Paco de Lucía y coach de La Voz nos habla de sexismo en el pop, de sus inicios y de las razones por las que está viviendo su ...-foto,.
La sobrina de Paco de Lucía y coach de La Voz nos habla de sexismo en el pop, de sus inicios y de las razones por las que está viviendo su momento más dulce. Apasionada y auténtica, se ha lanzado a la carretera en una gira patrocinada por Swarovski.
Un momento delicado –unos días antes de esta entrevista había muerto su tío Paco de Lucía–, pero la Malú profesional y exigente que aparece nos permite saltarnos la tristeza de su pérdida. Le puede, sin embargo, la persona, y conforme advierte buena voluntad se va despojando de capas defensivas hasta que brilla María Lucía, una mujer de una pieza, renacida, segura, fuerte. Una fiera, pero menos, porque ahora admite los matices que se aprecian en la madurez. Nos encontramos para celebrar el comienzo de su gira Sí, patrocinada por Swarovski y con más de 50 citas, incluido el salto a México. Como ella misma dice, puro rock&roll. Nos despedimos con el lagrimal a rebosar por el recuerdo emocionado al genio desaparecido. Más que una fiera, en Malú ruge un tierno corazón de león. Mujerhoy. ¿Le han dicho que impone respeto?  Malú. ¿Cómo que soy seria? Bueno, si causo respeto, muchas gracias. Lo que tengo es que no soy falsa. Si algo me incomoda incomoda, lo digo. Con educación, claro. Después de 17 años en esta profesión, como para no hacerlo... MH. Pero esa percepción de una personalidad fuerte viene de lejos.  M. Siempre he tenido las cosas claras. El respeto al escenario y a la música es algo que está en mí desde niña. Y todo lo que me parecía que se salía de ese ahí no lo hacía. Eso, quizá, ha supuesto que tenga una imagen de mucha seriedad, porque nunca he sacado los pies del tiesto. Pero es que, viniendo de la familia que vengo, no podía ser de otra manera. MH. ¿Cuándo descubrió que tenía un don para cantar?  M. En mi segunda gira. Yo arranqué por casualidad, con 15 años, cuando en una fiesta en casa un productor amigo de mis padres me propuso acercarme al estudio y probar. Dije que sí, pero solo pensaba en que ese día no iba a ir al colegio. Esa misma noche, habló con una discográfica y se firmó mi primer contrato; de los de antes, de cinco discos. Ahí me dejaba llevar, solo pensaba en que iba a ir menos a clase. En 1998, con 17 años, explota Aprendiz y es cuando tengo que elegir. Pero cuando me plantean una gira, me muero. No sabía más que llorar y esconderme. Le decía a mi madre que cómo iba a hacer una gira si no sabía cantar. Fue en mi segunda gira cuando me di cuenta de que no me podía bajar de ahí. MH. Le entró el gusanillo o, mejor dicho, el vicio.  M. Absolutamente. No me puede faltar mi escenario. Ya no sé vivir sin ello. Es como el tabaco cuando eres fumador. No te puedes plantear la vida sin él, aunque cuando lo dejas no pasa nada, no te mueres. Este año estoy muy feliz porque me centro solo en la gira. Y, además, como las de antes, con muchas paradas y todo en carretera. Me apasiona. MH. A lo largo de su carrera le ha apadrinado gente importante. ¿Ahora le toca a usted?  M. En la segunda edición de La Voz tenía la necesidad de que David Barrull, en adultos, y María Parrado, en kids, fueran ganadores. Y no solo eso, sino que realmente pasara algo después, porque creía mucho en ellos como artistas. Yo no soy papelona. No me araño o lloro o me cargo un atril porque sí. O me sale o no me sale. Veo ahora que no parar de trabajar es una gran satisfacción. MH.  La Voz nos ha permitido conocer a la persona, no la artista. ¿No le dio vértigo exponerse así?  M. No estaba preparada. En la primera edición lo pasé muy mal. Se viven muchas emociones y yo me implico en todo lo que hago hasta un punto enfermizo. Fue traumático porque jugaba con la vida de personas. Empezaba a llorar cuando me montaba en el coche y no paraba hasta la siguiente grabación. Tuve que aprender a relativizar y a que la gente de mi equipo lo viviera también de esa forma. MH. Es usted muy pasional. ¿Le puede el drama?  M. He aprendido a respirar y a encontrar el lado positivo que tiene casi todo. Pero soy muy de piel, y si algo me duele, lo vas a notar. No puedo evitarlo. Ha sorprendido mucho su alegría. Es que antes no me habían dado la oportunidad de mostrarme... Además soy tímida y mis facciones no son dulces. Cuando hablo normal, hasta puede parecer que estoy enfadada. La Voz ha permitido que se vea como soy. Que ni estoy enfadada ni soy borde. Es que mi cara es así. [Risas]. MH. ¿Ha sufrido el sexismo?  M. Obviamente, hay un prejuicio: eres chica, más o menos mona, y haces pop. Solo por el hecho de ser mujer empiezas con un menos uno de credibilidad. Pero jamás he sonreído ante una situación con la que no estaba de acuerdo. Con 15 años me negué a grabar una canción que me parecía una mamarrachada. MH. Seguro que le han recomendado mil veces que sea más dulce...  M. Las mujeres no somos muñecas. La verdad es que yo era un poco desaboría, pero por vergüenza. No tenía la capacidad de entablar conversación y me quedaba callada y seria. MH. ¿Y qué ha ocurrido para que haya cambiado?  M. El día que cumplí 30 años [ahora tiene 32] pasó algo y se me quitaron todas las tonterías. Me dije: “¿Qué necesidad tengo de pasar la vida deseando ser otra persona? ¿Por qué no me quiero ni me gusto?”. Aceptarme ha sido lo más importante. MH. ¿Y el amor? ¿Lo ha echado de menos en su vida?  M. No. Creo que, al final, el amor es el motor de todo. MH. ¿El amor romántico?  M. Sí, es cierto que canto mucho al desgarro amoroso, pero también al amor universal. MH. ¿No le gustaría cantarle a otras cosas?  M. No me lo planteo... Acabo grabando las canciones que me provocan sensaciones. MH. Le ponen las emociones, ¿no?  M. Sí. Y me gusta que mi gente también se sienta implicada. Llevo muchos años con mi banda y lo vive con la misma intensidad que yo. Yo no puedo trabajar con mercenarios. Independientemente de lo económico, te tiene que llenar lo que haces. MH. Siempre el trabajo. ¿Cree que se ha perdido algo?  M. He sacrificado mi vida por la música. Eso es así. No he hecho nada más. Incluso hoy, sin trabajar, me vuelvo loca. MH. Qué dura es consigo misma...  M. Sí. Fallar en un concierto porque no lo he dado todo, no me lo perdonaría. Aunque ahora estoy más relajada; si en dos semanas no tengo concierto, me tomo un vino en una cena. Pero ni hablar de gritar o de fiestas. No he esquiado ni he vuelto a montar, que es lo que más me gustaba, por no lesionarme. MH. ¿Sufrió mucho las exigencias de esta profesión cuando era joven?  M. Sí. Los que me rodeaban no eran conscientes de que tenía 16 años. Yo era muy pequeña, ni siquiera entendía por qué tenía que conceder entrevistas. Ahora soy yo la que aprieta a los demás. MH. ¿Qué relación tiene con la moda, le gusta?  M. Me divierte muchísimo y, sí, soy coqueta. Ahora me divierte, no me importa lo que me pongan esto, sé tomármelo como un juego. Ha aprendido a tomarme todo así, menos el escenario. MH. ¿Y la vida?  M. Hay que tratar de tomársela también así, aunque a veces te presenta adversidades que... Sobre todo cuando te haces mayor. MH. Cuando pasas a primera fila.  M. Lo hablaba el otro día con mis primos: empezamos a ser los papás. MH. ¿Quién es su referente personal y profesional?  M. Te voy a ser totalmente sincera. El espejo donde siempre me he mirado para mantener ese camino ha sido mi tío Paco de Lucía.
 
TÍTULO: EN FOCO, 6 REINAS PARA LA HISTORIA,.

KRISTINA DE NORUEGA, LA REINA QUE NO FUE,.

 Cristina de Noruega (nórdico antiguo: Kristín Hákonardóttir, noruego: Kristina Håkonsdatter; Bergen, 1234Sevilla, 1262) fue una princesa noruega e infanta de Castilla. Era hija de los reyes Haakon IV de Noruega y Margarita Skulesdatter.
 -foto

Biografía

Debido a las alianzas castellanas y noruegas dentro del Sacro Imperio Romano Germánico, se llevó a cabo el compromiso matrimonial en 1257 de la princesa con el aspirante al Sacro Imperio Romano Germánico, el infante Felipe de Castilla, hermano del rey Alfonso X de Castilla, el Sabio, porque dicho matrimonio era conveniente tanto para Alfonso X como para Haakon IV.1 Los reinos nórdicos deseaban abrirse cada vez más al resto de Europa y comerciar con ella, y Haakon había emprendido una activa política diplomática y de lazos culturales con otros países.
En el verano de 1257, acompañada por el embajador Loðinn leppur, Cristina emprendió el viaje por mar desde Tönsberg (Noruega), cerca de Oslo, hacia Castilla, (España), después de su escala en Inglaterra, y ante rumores de piratas existentes en el golfo de Vizcaya, el séquito, formado por más de cien personas, siguieron a pie y a caballo atravesando Francia, entrando por el Condado de Barcelona a la península Ibérica. La Nochebuena la celebraron en Burgos en compañía de las monjas del monasterio de las Huelgas. Llegaron a Valladolid, en donde esperaba el rey sabio, a través de Soria y Palencia.
Tras el matrimonio en la Colegiata de Santa María de Valladolid el 31 de marzo de 1258, la pareja se estableció en Sevilla, donde ya residía el infante. La distancia que la separaba de su lejano y añorado país, posiblemente, hizo que la princesa enfermase de melancolía, muriendo en 1262 en la capital hispalense sin dejar descendencia.
Su marido, que antes de su matrimonio había sido abad de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias hasta la edad de 21 años y más tarde obispo de Sevilla, hizo enterrar a su esposa en el claustro de la Colegiata de Covarrubias en un sepulcro gótico, de piedra labrada con una arquería de 10 vanos y un friso superior de roleos.
Tumba de la princesa Cristina en el claustro de la Colegiata de San Cosme y San Damián.

Tiempos modernos

En el año 1958, cuando se estudiaron los sepulcros de la Colegiata de San Cosme y San Damián de Covarrubias por miembros de la Academia Fernán González, en uno de ellos se encontraron los restos de una mujer que llevaba puestos ricos ropajes incorruptos con restos de bordados de oro y piedras preciosas. También llevaba joyas que indicaban su alto linaje. Junto al cuerpo momificado se encontraba un pergamino con versos de amor y una receta para tratar el mal de oídos con «xugo de ajo» fórmula remedio que aún utilizan algunos habitantes de la zona. Medía 1,70 centímetros, una altura no habitual para las mujeres castellanas del siglo XIII, pero algo normal en las mujeres de Europa del Norte. También tenía intacto su pelo rubio y sus uñas rosadas. El 13 de mayo de ese año, se le rinde un homenaje consistente en el descubrimiento de una lápida conmemorativa colocada sobre el sepulcro de la Infanta.2
Frente a la portada del templo, se erige una estatua en bronce de la princesa con ocasión del homenaje que se le dispensó en abril de 1978, al que asistieron diversas personalidades noruegas y la Banda Municipal de Tønsberg. Desde entonces, los contactos oficiales y oficiosos entre el gobierno noruego y la villa de Covarrubias se han sucedido, llegándose recientemente a la creación de la Fundación Princesa Kristina de Noruega, cuyo principal propósito será la construcción de una capilla dedicada a San Olav, patrón de Noruega, en la localidad castellana. Esta fundación y la embajada de Noruega en España celebran a finales de septiembre, (coincidiendo con la fecha de inauguración de la Capilla de San Olav) un festival anual de música noruega con un mercadillo de productos típicos noruegos en Covarrubias.
Cuenta la leyenda que aquellas doncellas solteras que quieran encontrar el amor sólo tienen que ir hasta el sepulcro de la princesa y tocar la campana existente en el claustro gótico para que la princesa le ayude a encontrarlo, y que su amor sea más dichoso que el que ella tuvo en vida.
El 18 de septiembre de 2011, ubicada a unos tres kilómetros de Covarrubias, tuvo lugar la inauguración de la capilla de San Olav, realizada en acero laminado y madera, promovida por la Fundación Princesa Kristina de Noruega constituida en 1992 y la Junta de Castilla León, cumpliéndose así la promesa que le hizo su marido y que quedó sin cumplir por su prematura muerte.3

TÍTULO: PROTAGONISTA, KATE MARA, NO ME IMPORTA HACER PERSONAJES OSCUROS,.


  1. Creció en la alta sociedad neoyorquina y con su hermana Rooney Mara ha conquistado Hollywood. Tras demostrar lo que vale en la serie ...-foto
     Creció en la alta sociedad neoyorquina  y con su hermana Rooney Mara ha conquistado Hollywood. Tras demostrar lo que vale en la serie House of Cards estrena película con Johnny Deep. 
    Kate Mara está viviendo el momento con el que toda actriz vocacional como ella sueña. Ese en el que dejas de ser una actriz a secas, que alterna pequeños papeles aquí y allá con decenas de castings e ilusiones frustradas, para convertirte por fi n en una estrella. Ella le resta importancia. “Eso es lo que dicen... Pero yo me siento exactamente igual”, dice con algo de falsa modestia, sentada en un hotel de Los Ángeles. Su momento es producto de tres factores perfectamente alineados en el tiempo. Por un lado, el éxito de la serie de televisión House of Cards, en la que comparte pantalla con la versión más maquiavélica de Kevin Spacey.
    Por otro, el anuncio de que se pondrá en la traslúcida piel de la mujer invisible en el remake de Los cuatro fantásticos. “Me hace mucha ilusión interpretar a una superheroína, es como ser una niña otra vez”. Y, sobre todo, Transcendence, un thriller sobre los desafíos que plantea la inteligencia artificial en el que acompaña a Johnny Depp y que se estrena ahora en España.
    Se nota que a Mara, que luce melena corta y rubia y una blusa roja asimétrica con pantalones negros y taconazos, no le gusta demasiado hablar de sí misma. Fue una niña profundamente tímida, que detestaba ir al colegio, donde, según ella misma, solo tenía una amiga. Sentía prisa por crecer. “De niña, ya estaba lista para ser una adulta”, explica. Al fin y al cabo, siempre había sabido lo que quería. Lo había descubierto viendo viejos musicales con su madre y su hermana. “Tenía nueve años cuando empecé a hacer campaña... Dejaba notas manuscritas, con muchísimas faltas de ortografía, sobre la almohada de mi madre, pidiéndole un agente. A los 14 años, lo logré. Hice las típicas obras de teatro mediocres y les demostré a mis padres que iba muy en serio”, recuerda con una sonrisa.
    Entre algodones. No era, probablemente, lo que esperaban de su hija mayor. Mara creció en Bedford, al norte de Nueva York, y pertenece a la aristocracia del fútbol americano: su familia paterna dirige los designios de los Giants de Nueva York desde su fundación; la materna está al frente de los Steelers de Pittsburgh desde 1933. “Para mí solo era el trabajo de mi padre y el negocio familiar. Cuando volvía del colegio, mi vida era la de cualquier niña normal”, dice. Pero no quiso seguir el camino de otras niñas de la alta sociedad neoyorquina. Cuando le llegó la hora de ir a la universidad, un requisito casi ineludible en una familia como la suya, Mara tomó un atajo. “Terminé el instituto un año antes para poder empezar a actuar. El colegio no me gustaba, sobre todo la parte puramente social... Y la universidad era una experiencia social aún más intensa que no me hacía ninguna ilusión. Quería que mi vida adulta empezara cuanto antes”, explica. Hizo las maletas y se mudó a Los Ángeles. No tenía grandes expectativas, solo le obsesionaba actuar. “Para mí, lo más importante era ser capaz de interpretar personajes diferentes. Esa era mi fantasía. Hollywood y su parafernalia no me atraían nada”. 
    No lo logró de inmediato. Pequeños papeles en Brokeback Mountain, El tirador o 127 horas la pusieron poco a poco en el mapa. Ahora, se alegra de que el éxito le haya pillado en la treintena. “Cuanto más mayor me hago, más cómoda me siento conmigo misma y mejor me conozco. También tengo mejores herramientas para enfrentarme a esto que a los 20 años”. 
    La otra Mara. Además, Kate tiene una ventaja adicional. O una desventaja, según se mire. Está triunfando a la vez que su hermana pequeña, Rooney, protagonista de Los hombres que no amaban a las mujeres. “Es surrealista que las dos hayamos tenido tanta suerte y éxito a la vez. Es muy especial tenerla a mí lado y compartir todo esto con ella”. Le pregunto si entre ellas nunca ha asomado o la rivalidad. Al fin y al cabo, Rooney, dos años más joven que ella, empezó más tarde, despuntó antes, ha estado nominada a un Oscar y tiene una carrera más consolidada. “Ella empezó a actuar mucho más tarde que yo, así que ya éramos adultas y no hemos caído en esas cosas... Pero claro que es complicado: todo en este negocio gira en torno a la competición. Te comparan constantemente con otras actrices. Y si no tienes tus prioridades claras, puede ser muy confuso. Pero ella y yo sabemos que, al fi nal, es solo un trabajo”.
    Un trabajo que le apasiona. Kate nunca ha tenido un plan B, porque jamás ha contemplado otras opciones. “Actuar es mi pasión, el trabajo de mis sueños. Y, a veces, también terapia. Algunos papeles te ayudan a superar trabas emocionales que ni sabías que tenías”. Quizá por eso siempre le toca interpretar a la chica sombría o rara. “No me importa hacer personajes oscuros, pero la verdad es que me gustaría encarnar a alguien menos complicado o hacer una historia de amor de vez en cuando”.
    Planes de futuro. También quiere formar familia. Y, viniendo de una estirpe tan numerosa (su padre tiene 10 hermanos), ¿sueña con una casa llena de niños? “Dios mío, ¡no! –dice riéndose–. La perspectiva de 11 hijos suena terrorífi ca. Mi pobre abuela es pequeñita, como yo, y no puedo imaginarme cómo lo hizo... Sí, quiero formar una familia... pero no con tantos hijos. Es demasiado”.
    Efectivamente, Mara es menuda. Por complexión y porque se cuida. Es vegetariana desde hace más de 10 años. “En un viaje en coche con mi familia –recuerda–, pasamos junto a muchos criaderos de pollos. Las condiciones en las que vivían me dejaron tan impactada que decidí no volver a comer carne”. Luego, volvió a consumir pollo hasta que leyó un libro de la nutricionista de las estrellas, Kimberly Snyder. “Sostiene que nuestros cuerpos no están diseñados para digerir proteínas animales. Me llevó años dejar por completo los lácteos. El queso es horrible para el cuerpo, pero está delicioso”.
    Ahora, no hace excepciones. Y si las hace, lo nota. “Si por accidente como algo que ha sido cocinado con nata o caigo en la tentación y como un trozo de pizza, mi cuerpo se resiente de inmediato”. También hace deporte casi a diario. “Si no hago ejercicio, me deprimo. Correr me ayuda a despejar la cabeza”. Con un estilo de vida tan sano, es comprensible que resulte difícil pillarla en una fi esta, a menos que sea por razones de trabajo.
    “Soy muy casera: me gusta estar en casa con mis perros o invitar a mis amigos. Y me gusta salir a cenar e ir al cine. Mi pasión por mi trabajo se extiende a mi vida privada. Me encanta ver películas”, dice. Da la impresión de que, en el fondo, y aunque acabe de estrenar estatus de estrella, Mara sigue siendo una niña tímida y reservada; y que toda la parafernalia de Hollywood sigue sin interesarle absolutamente nada. 
    Muy personal
    Su novio desde 2010 es el actor Max Minghella, hijo del fallecido cineasta Anthony Minghella. Todos sus contratos estipulan que si uno de los equipos de fútbol americano de la NFL que dirige su familia (los New York Giants o los Steelers de Pittsburgh) llegan a la final de la Super Bowl, ella podrá asistir al partido.
    Los zapatos son su debilidad. Especialmente, los Louboutin. Los comparte con su hermana, Rooney. Tiene dos perros: Bruno y Lucius. Es una buena bailarina de jazz, claqué y ballet.

No hay comentarios:

Publicar un comentario