sábado, 19 de julio de 2014

EN DIRECTO, VACACIONES, EN CASA, Si te quedas ,./ REVISTA MUJER HOY, PORTADA, DE CERCA, Estrella Morente: "He crecido, ya no huyo de las tristezas"

TÍTULO: EN DIRECTO, VACACIONES, EN CASA, Si te quedas ,.

Según las estadísticas, un 68% de los españoles se queda en casa durante las vacaciones este año. Se imponen así lo que los anglosajones ya han bautizado como staycations (de stay, quedarse, y vacations, vacaciones). Lo cierto es que desde casa es posible disfrutar de un descanso reparador y de ciertas ventajas interesantes, sobre todo si vives en una gran o mediana ciudad. Aquí van algunas ideas. -foto.
1. Conoce tu ciudad 
Ahora tienes tiempo para convertirte en un turista en tu propia localidad que, con un poco de suerte, se habrá vaciado lo sufi ciente como para que puedas disfrutarla sin el agobio de los meses laborables. Puedes apuntarte a las (baratísimas) visitas guiadas que organizan las ofi cinas de turismo y servicios de extensión universitaria, buscar en las webs de audioguías gratuitas aquella que se refi era a tu localidad o subirte en uno de esos buses turísticos que recorren la ciudad mecidos por la brisa y la voz grabada (o no) del guía. Los museos no suelen hacer descuentos veraniegos, pero, con días libres por delante, puedes visitarlos durante la franja horaria y/o día gratuito con los que cuentan todos los centros importantes.
2. Descubre las fiestas populares
Entre las cosas más divertidas que se pueden hacer en verano se encuentra acudir a las fiestas populares que se celebran desde tiempos inmemoriales en los pueblos. Comida rica y barata y bailes con orquesta bajo la luz de la luna. Antes de salir rumbo a la ruta popular, comprueba qué estación de servicio te sirve la gasolina más barata en elpreciodelagasolina.com), averigua qué tarjeta de crédito te ofrece el mejor descuento y recuerda las ventajas de compartir coche en blablacar. ¿Sabías, además, que en agosto hay horario reducido de parquímetro en las principales ciudades del país?
3. Apúntate a esa clase de... 
Baile, interpretación, parapente, cocina japonesa, francés, yoga, montañismo y hasta carné de conducir. ¿Qué prefieres? Muchas academias aprovechan los meses de verano para organizar cursos intensivos que nos ayudan a acercarnos a la disciplina soñada, con muy buenos precios.
Es el momento de atreverse con algo nuevo, sin empeñar demasiado dinero ni perder mucho tiempo. La academia de baile barcelonesa Swing Maniacs acaba de abrir en Madrid y ofrece cursos low cost (11 clases en un trimestre) por 48 €, e intensivos de verano para principiantes por 50 €. El teatro madrileño La Cuarta Pared acaba de abrir la matrícula de sus cursos de iniciación a la interpretación. En forodelpan.com se detallan cursos de panadería y bollería artesana en distintas ciudades este mismo verano. Y los cursos de costura y labores varias (crochet, punto de cruz, ganchillo...) proliferan on y off line.
4. Vigila los descuentos web 
Durante los meses de verano, las webs especializadas en servicios con descuento (Groupon, Groupalia, Ofertón, Colectivia...) apuran sus ofertas debido a la competencia de las rebajas y a las vacaciones. Ese tratamiento de estética que deseas desde hace meses, la visita que le debes al dentista o el menú de lujo soñado se ponen ahora bajo mínimos. Y es hora de aprovechar la ocasión.
5. Explora las alturas 
Los espacios privilegiados de las grandes ciudades son sus terrazas, que en verano se llenan de actividades insospechadas. Los colectivos Live the Roof (livetheroof.com) y Redetejas (redetejas.org) organizan conciertos en azoteas de Barcelona, Málaga, Córdoba, Huelva o Sevilla. Son asociaciones sin ánimo de lucro y no cobran (pero agradecen “la voluntad”). Si prefieres el cine, se imponen los de verano. Algunos, como el del solar madrileño de la calle Antonio Grilo 8, ofrecen una programación exquisita.
6. Ensaya una nueva vida 
Ahora que nadie (o menos gente que en invierno, al menos) te ve y las obligaciones (casi) desaparecen, puedes intentar esos nuevos hábitos que la rutina laboral te niega. Hacer de tu casa una zona sin internet (te ahorras la conexión y, de paso, vuelves a dedicarle ese tiempo a las cosas importantes) y acostumbrarte a usar los puntos de wifi gratuitos (Viber es la app que los detecta automáticamente) cuando salgas a correr, pasear o sacar al perro. Leer el periódico tomándote un café en el bar del barrio es obligatorio en esas salidas. 
Si vives en Madrid o Barcelona, también puedes probar cómo funciona el servicio de bicis municipal y ensayar un itinerario al trabajo. ¿Te imaginas prescindir del coche o el transporte público? Es hora también de averiguar si hay en el vecindario un grupo de consumo de productos recién llegados de los huertos locales: las frutas y verduras no serán más baratas, pero sí mejores.

Estrella Morente, cantaora
Sigue llorando a su padre, pero ha aprendido a hacerlo por dentro. Heredera de una estirpe que no concibe el fl amenco sin la poesía y el ...foto,.
 Sigue llorando a su padre, pero ha aprendido a hacerlo por dentro. Heredera de una estirpe que no concibe el fl amenco sin la poesía y el compromiso, por su ejemplo sigue riendo y cantando como nunca. Como siempre.
Ríe con ganas. "He llorado tanto... que ahora de lo que tengo ganas es de sonreír". Pero no es posible hablar con ella sin que salga a relucir constantemente en la conversación el legado que le dejó Enrique Morente, ejemplo a fuego de arte y de vida. Asegura estar enamorada como el primer día de Javier Conde, al que profesa profunda admiración. Madre superprotetora, respira por sus hijos, por la música y por el cante. 
Es dulce, cariñosa y tranquila, pero se transforma un torrente de fuerza cuando se sube al escenario. Apenas ha sacado cuatro discos, pero son imprescindibles para entender la esencia del flamenco hoy. Este año está de gira, dentro y fuera de España, con su disco Autorretrato.  Mujerhoy. Un disco que empezó a grabar con su padre hace cuatro años. 
Estrella Morente. Yo me siento una invitada más de una obra dirigida y producida por Enrique Morente. Mi maestría y mi manera de entender la música, el flamenco, a los seres humanos y a la propia vida se la debo, por supuesto, a mi padre.
MH. ¿Es difícil pasar página tras su muerte? 
EM. Una cosa así no se supera nunca, sobre todo mientras un fiscal y un juez decidan archivar un caso porque consideran que no hay delito.
MH. ¿Cree que lo hubo? 
EM. Dejemos a un lado la negligencia médica y la negación de auxilio –que es lo peor que se le puede negar a una persona–. Aún dejando eso aparte, no nos olvidemos de que la policía se tuvo que presentar en el hospital a pedir la documentación para la familia, porque no nos la daban. Se han presentado pruebas de que había delito, pero decidieron archivar el caso. Nosotros hemos sido testigos directos de lo que pasó y el juez, no. Sabemos que algo estaba sucediendo hasta que mi padre murió, y que nos estaban engañando y manipulando. No nos estamos inventando nada. En los estamos, hay tantos casos de injusticia…
MH. Esa impotencia ante lo que considera injusto ¿es la que le hace tener a su padre siempre tan presente? 
EM. Mi padre era un ser muy grande y, aunque te parezca que hablamos mucho de él, normalmente no decimos tonterías sobre él. No nos referimos a un papaíto al que se recuerda porque hayamos caído en una depresión tras su desaparición… Nosotros hablamos de un legado maravilloso, no hablamos del vacío o de la pena por su muerte injusta, hablamos de algo mucho más grande que todo eso. Enrique Morente nos dejó sufi cientemente preparados a todos para que, si algún día nos pasaba algo impensable, no nos llenáramos el corazón ni de violencia ni de deseo de venganza. Hemos pedido explicaciones y nos hemos enfrentado a la Justicia, pero a ese señor [por el juez] no le ha molestado nadie y mi padre está bajo tierra.
MH. ¿De dónde sacó fuerzas para cantarle a su padre, delante del féretro, y decir que quería despertarlo con su voz? 
EM. Ahora que te oigo preguntármelo, me lo preguntó yo a la vez: ¿cómo fui capaz? No sé qué contestarte. Ni he visto ni veré nunca mientras pueda esas imágenes. Fue algo que surgió, nuestra música nos unía y yo quería despertarlo. Tiré del alma y del cante porque no podía tirar de otra cosa. Recuerdo aquellos momentos como una pesadilla. Ahora lo que tengo ganas es de sonreír. He aprendido a llorar por dentro: por él no voy a dejar de llorar nunca.
MH. ¿No se siente exquisita ni diva, pese a la admiración que despierta? 
EM. ¿Yooo? En mi casa no se conjugan esas cosas. Al que actúa así lo consideramos un “pobre tonto”. Mi padre consideraba una víctima a quien se sentía divo.
MH. Cuentan que, de niña, llegaba tarde al colegio con demasiada frecuencia. 
EM. [Risas]. Es verdad, pero era buena. Era difícil que me regañaran porque, aunque tarde, llegaba siempre con un regalo, con un dibujo, con una poesía…
MH. Eso tiene otro nombre... [Risas]. 
EM. Es que yo tenía mi propio mundo, iba a mi aire. Mi hermana siempre llegaba antes que yo. Aunque fui- mos a varios colegios, en Madrid y en Granada, mi recuerdo es para el Ave María, cerca de la Alhambra. Era como un cuento de hadas, la escuela del padre Manjón, que se creó para los hijos de los bandoleros de las cuevas del Sacromonte.
MH. La recuerdan muy teatrera, de las que participaban en todas las funciones… 
EM. Los profesores tenían ganas de enseñar de otra manera, había terminado la dictadura y querían que respiráramos libertad. Los niños de la generación de los 80 recordamos a los profesores entusiasmados. Las generaciones que vinieron después empezaron a faltarles el respeto, a sublevarse… Nosotros nos inventamos aquello de “la seño” y “el profe”. Teníamos una relación muy cercana.
MH. ¿Echa de menos no haber estudiado una carrera, como lo hizo su hermana? 
EM. A veces sí, me habría gustado no haberme perdido ese ambiente. Pero yo he estudiado mi propia carrera.
MH. ¿Se hablaba de política en su casa? 
EM. Por supuesto. Una vez le dije a mi padre que no me hablara de política porque no me interesaba y me dijo: “Pero si tú eres muy política, guapa; lo que no eres es partidista”.
MH. ¿Sigue sin ser partidista? 
EM. Sí, porque no tenemos la suerte de que se presente a las elecciones un Lorca o un Isaac Albéniz… Yo los votaría sin dudarlo.
MH. ¿Es cierto que el alcalde de Granada quiso poner una estatua de Enrique Morente en una plaza y que usted rechazó la idea? 
EM. Sí, le dije que se lo agradecía mucho pero que estaba segura de que mi padre, en estos momentos de tanta crisis, habría preferido que ese dinero se lo gastara en ayudar a la gente del Albaicín, que además sigue siendo un barrio muy humilde, pese a que ha mejorado mucho. Le habría encantado el detalle del alcalde, pero habría antepuesto esas otras cosas.
MH. ¿Nunca la ha perseguido Hacienda? 
EM. No, afortunadamente, ni a mí ni a nadie de mi familia. Hay veces que por error alguien ha podido no hacerte las cosas bien, pero a nosotros no nos ha pasado. En eso también nos dio ejemplo mi padre: nos enseñó a ser solidarios y honestos con nosotros mismos y con los demás, porque es un deber contribuir.
MH. Hace tiempo me dijo que, cuando empezaban los informativos, apagaba la televisión para no escuchar tristezas. 
EM. Pues te voy a contar que, ahora, estoy absolutamente enganchada al telediario, y te insisto: ¡ab-so-lu-ta-men-te! No es que haya cambiado mi sensibilidad, es que he crecido, he ido sumando cosas… Y ya no soy tan egoísta de pensar que tengo que apagar las noticias para que no me afecten las cosas negativas. Ahora me siento mal por haber actuado así, huyendo de la información, porque de la información no se puede huir. Los informativos y los periódicos son nuestros mejores aliados.
MH. ¿Cómo vive la relación con sus hijos? Lola Flores contaba que, cuando volvía de viaje, sus hijos se le metían en la cama todos juntos. 
EM. ¡Bueno! En casa no hace falta que te vayas de viaje. Curro se mete el primero en mi cama y me llama para que vaya con él. Luego va la niña… ¡Hemos dormido los cuatro juntos cantidad de veces! Aunque lo normal es que Javier acabe yéndose a dormir al sofá [risas]. El momento que más me gusta es el del cuentecito. Mi padre decía que era muy importante leer y yo les leo mucho. Tienen más libros que juguetes…
MH. Una vez me contó que, pese a que su marido es torero y se juega la vida muchas tardes, ninguno de los dos “somos capillitas”. 
EM. Y seguimos sin serlo. Tenemos mucho respeto por la gente que siente la religión de esa manera, pero nosotros no lo vemos así. La fe no tiene nada que ver con jugarse la vida.
MH. Hasta muy mayor, usted llevaba estampitas por todas partes. 
EM. A lo largo de la vida, necesitas primero unas cosas y, después, otras. Según creces, se te van olvidando las estampitas y te vas centrando en otra forma de vivir la fe; que es la misma, pero se ha ido despojando de algunas cosas.
MH. Hace muy poco bautizó a su hija, que ya ha cumplido ocho años, ¿por qué lo ha hecho ahora? 
EM. A Curro (11 años) me lo bautizaron de pequeño, al nacer, y Enrique Ponce y Paloma fueron los padrinos. Nosotros nos casamos por la Iglesia, pero ahora, sin ser practicantes –porque nuestro tiempo no nos lo permite—, hemos ido dejando pasar los años. Y, un poco por fidelidad a lo que viví de niña y por respeto a esa fe y a esas costumbres de mis mayores, hemos querido que se bautizara para después hacer la primera comunión. Mi religión ahora es mi música, mi cante, mi marido, mis hijos, mis hermanos, mi madre y mi padre, por supuesto. Pero, por encima de todo, creo en Jesucristo, en alguien que estuvo aquí y nos enseñó el sacrifi cio, la paciencia, la generosidad…
MH. ¿Cómo llevan los celos dos artistas como Javier Conde y Estrella Morente? 
EM. En el terreno artístico, cuando una pareja se ama no se envidia: se comparte, se ofrece, se disfruta, se engrandece… Cuando lo veo torear me siento orgullosa de él.
MH. ¿Va a la plaza cuando él torea? 
EM. No siempre, pero cuando hay un festival bonito procuro no perdérmelo porque es una maravilla lo que hace cuando se encuentra a gusto con el toro. Cuando me hablan de Ignacio Sánchez Mejías pienso mucho en Javier, le gusta la fotografía, leer, viajar...
MH. ¿Qué tiene de especial? 
EM. Lo primero que te llega de él es que es una belleza de hombre. ¡El muchacho no está para hacerle un desprecio! [Risas]. Pero hay algo mucho más trascendental: tiene la magia y el sentido del arte. Cuando alguien alcanza esos niveles de artista es porque es muy buena persona, es humilde y, a la vez, inteligente. Javier cuida de los demás y cuida de sí mismo. Javier es la esencia del arte y a mí el arte me puede: yo muero por el arte.
MH. ¿Se puede seguir enamorada como el primer día? 
EM. Claro que sí; y el día que no lo esté, desde luego, lo mejor es separarse.
MH. ¿Es fácil convivir con usted? 
EM. ¡No! Es complicado porque nunca soy de la misma manera. Cada día soy diferente. A mí me pasan muchas cosas a diario, soy inconstante como el río; con una mosca que pase me distraigo. Pero no soy caprichosa y tengo estabilidad emocional, porque mi padre me dejó muy bien ubicada. Ahora, eso sí: yo admiro y persigo continuamente la constancia porque es uno de mis retos.
MH. ¿Su relación es de cuento de hadas o han tenido crisis como el común de los mortales? ¡
EM. Claro! como todo el mundo, pero necesitamos estar juntos.

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