martes, 12 de agosto de 2014

SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO, MENSAJE SUBLIMINAL,.

TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO,MENSAJE SUBLIMINAL,.

Páginas en blanco. Vivencias escritas en la memoria. Momentos impresos en recuerdos perpetuos, hasta que se cruzan con el olvido. Palabras mudas infestadas de temor, grabadas a fuego en remotos rincones ocultos. Tinta invisible a ojos que no ven. Emociones inertes a gentes que no sienten. foto,.

Lo cierto es que todo libro cuenta, al menos, una historia. Ya sea grande o pequeño, viejo o nuevo, un libro relata hechos pasados o imaginados, sucedidos o inventados, que quiere e intenta transmitir. En él, leyenda y realidad se entremezclan, tejiendo telarañas de tramas que traman dar caza al lector, mientras letra a letra van formándose las frases de un texto que, con o sin sentido, queda escrito.

Protagonistas que pasan desapercibidos, convirtiéndose en meros secundarios anodinos que no aportan nada, siendo sus hechos dignos de ser ignorados, como ellos mismos.
Personajes que deambulan sin pena ni gloria por lo que es su historia, pero al menos la tienen, propia. Y, de entre ellos, los hay que ocupan apenas unas líneas que se olvidan al pasar página.
Los menos, crean relatos dignos de ser contados, y escritos, que perduran y permanecen.



En el frío suelo del dolor yacen hojas amarillentas y arrugadas, arrancadas y hechas pedazos. Entre líneas pueden entreverse trazos de relatos amargos, frases compuestas por palabras malditas que es mejor no leer. 
Historias, para olvidar. 

En el cálido regazo de los deseos los sueños se escriben con letras bonitas. Su armonía y belleza se ensaya en hojas marchitas, mientras grandes libros de hermosas tapas labradas quedan prestos a contener relatos con finales felices.
Pero en toda historia feliz hay una triste, que no suele ser contada.


- ¿Quién va a querer leer o escuchar historias tristes? - Se preguntó una vez un contador de historias.
- Aquél que es feliz no necesita escucharlas para serlo aún más, y quien se siente desdichado no va a querer leerlas para incrementar su pesar.
Las historias tristes se escriben por necesidad, no por placer. No necesitan ser leídas o contadas, como sucede con el resto de historias. Se conforman con quedar en un trozo de papel, y lograr arrancar una parte de la pena de quien las ha escrito.

Aun así, cada historia, sin excepciones, tiene un don: nunca sabrás si te va a gustar, si va a lograr expresar ese algo que forma parte de su esencia, mientras no la leas. Y esto, virtud o defecto, es innato a todas ellas.

Porque, por muy tristes que estas sean, por mucha pena, desdicha y pesar que contengan, pueden albergar belleza si logran transmitir, llegar a quien está aventurándose en ellas. 

Aunque es mucho más difícil ver la belleza en una flor marchita.


Al final, todo son historias.
Historias sin título. Historias con punto final.
Cada momento, cada acontecimiento, es una historia de historias.
De pequeñas grandes historias nunca escritas, jamás contadas.

Pequeñas grandes historias de historias… vividas.

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