lunes, 13 de octubre de 2014

ENREDATE REVISTA DOMINICAL, 3 RAZONES PARA VER PERDIDA, Missing,./ QUE HAY DE NUEVO, REVISTA BLANCO Y NEGRO, ESCAPARATE DE AUTOR,./

TÍTULO: ENREDATE REVISTA DOMINICAL,3 RAZONES PARA VER PERDIDA,

Rebecca "Becca" Winstone (Ashley Judd), una viuda y ex agente de la CIA con un hijo de 18 años de edad, Michael (Nick Eversman). En 2001, cuando Becca y su esposo Paul Winstone (Sean Bean) fueron activos agentes de la CIA, Paul fue asesinado en un atentado con coche bomba presenciado por su hijo. En el episodio piloto, Michael le informa a su madre que ha sido aceptado a un programa de arquitectura de verano en Roma, Italia. Becca, que ahora vive una vida normal trabajando en una floristería, no se atreve a dejarlo ir, pero luego lo deja, Después de no tener noticias de él desde hace más de una semana y recibir una llamada de la escuela de arquitectura que le informaba que Michael se ha ido del dormitorio, Becca viaja a Roma para seguirle la pista, pero se encuentra en el centro de una conspiración internacional con la participación de la CIA y un agente de la Interpol que una vez fue su amante., fotos,.

TÍTULO; QUE HAY DE NUEVO, REVISTA BLANCO Y NEGRO, ESCAPARATE DE AUTOR,.


portadaLa originalidad a la hora de tratar el argumento, la soltura y fluidez de los diálogos, la atmósfera urbana que en ocasiones se nos muestra como alegre y en otras invadidas de tristeza, hacen de los personajes algo casi real, pues los sentimientos son tratados de manera excelente.
“Jessica encuentra un lirismo urbano en los momentos más inesperados. En muchos cómics los personajes son tan recargados que se echan en falta las personas normales. Jessica recrea las personas normales”.fotos,.
Marta Rivera de la Cruz 
 TÍTULO: 7 DIAS CITAS,  EL ESTILO LLEGA AL MUSEO, PERIODICO EL MUNDO,.
fotos--Dentro de unas semanas, el Museo Thyssen-Bornemisza inaugura una retrospectiva del modisto Hubert de Givenchy. Considerado el sucesor de Balenciaga, Givenchy destacó por su depurada forma de concebir cada diseño. Se le recordará siempre como el artífice de la transformación de Audrey Hepburn: con los trajes de Givenchy, la adorable princesa de Vacaciones en Roma se convirtió en aquella sofisticada Sabrina capaz de enamorar al gruñón e inaccesible Linus Larraby. Es posible que la entrada de Givenchy en las sacrosantas salas del Thyssen reabra el debate sobre el aterrizaje de la alta moda en la tierra prometida de los museos. La discusión viene de lejos, aunque el Metropolitan Museum de Nueva York la zanjó en 1946 incorporando a sus instalaciones el Costume Institute, al frente del cual estuvo la invencible Diana Vreeland. La junta del MET, que está libre de complejos, entendió que la moda es parte fundamental de la historia y que la evolución de una sociedad no puede entenderse al margen de ella. A partir de ahí, cualquier discusión se vuelve estéril: si una institución como el Metropolitan ha sabido entenderlo, resucitar la controversia es una pérdida de tiempo. Los vaivenes del siglo XX han sido reflejados en la indumentaria. Algunos cambios sociales del siglo XXI están yendo de la mano de lo que nos ponemos. El impacto sociológico de la creación de Zara tendrá más sitio en los textos futuros que muchos acontecimientos políticos. Ignorarlo en aras del furor intelectual es una muestra de esnobismo de quienes no dudan en manifestar una admiración desmedida por discutibles piezas de arte hipermoderno que se venden en las subastas por cifras estratosféricas.
Hay más horas de trabajo detrás de un vestido de alta costura que en determinadas obras pictóricas. Es más bello un traje de noche bordado a mano que las latas de heces de Piero Manzoni. Y, desde luego, mucha gente –yo misma, por ejemplo– está más predispuesta a emocionarse ante una falda evasè de Givenchy o una de sus blusas Bettina que al ver una vaca metida en formol, por mucho que la haya llevado a la cuba el mismísimo Damien Hirst..

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