sábado, 27 de diciembre de 2014

PROTAGONISMO ¿ DE QUE NOS REIMOS LAS MUJERES ? / NOCHE LARGA, ORGULLO DE HIJA,.

TÍTULO: PROTAGONISMO ¿ DE QUE NOS REIMOS LAS MUJERES ?,.
Hacer reír de verdad es un acto de generosidad, de humildad, de perder una serie de pudores que nos han inculcado a las mujeres desde ...-foto,.

¿De los hombres? A veces. ¿De las circunstancias? A menudo. ¿De nosotras mismas? Siempre. Ocho de los rostros femeninos más destacados del humor lo dejan claro: la risa no tiene género.
"Una broma es una cosa muy seria", decía Winston Churchill. Y es, en opinión de Darío Fo, el
arma más eficaz contra el poder, porque “la risa libera al hombre de sus miedos”. Reflexiones en torno al humor ha habido muchas, pero nunca suficientes.
Reunimos a ocho reinas españolas de la comedia para conversar en torno a la risa, a los hombres y las mujeres, al difícil arte de ganarse la vida a carcajada limpia y a la rivalidad entre el humor y el drama, en el que, nadie sabe muy bien por qué, el primero suele salir perdiendo. Y eso no tiene ninguna gracia...

Yolanda Ramos
"Hacer reír es un acto de humildad"
De jueves a domingo se sube a las tablas del Pequeño Teatro Gran Vía con 'La Cavernícola'. Además, rueda junto a Dani Rovira y María Valverde la película 'Ahora o nunca', de María Ripoll.
MH. ¿Es la risa un arma de conquista?
YR. ¡Claro! Y muy poderosa. El humor es muy seductor y a través de él puedes dejar ver muchas cosas, sobre todo la inteligencia.
MH. ¿Hemos perdido las mujeres el miedo al ridículo?
YR. El verdadero sentido del humor nace de reírte de ti mismo, de tus debilidades, de tus puntos fl acos… Hacer reír de verdad es un acto de generosidad, de humildad, de perder una serie de pudores que nos han inculcado a las mujeres desde siempre.
MH. ¿Usted lo ha superado?
YR. ¡Y tanto! Yo he salido depilándome con faja, con una barriga inmensa, sin sujetador… pero con mucha naturalidad. Eso no quiere decir que no sea coqueta; pero trabajando, si me pueden poner un poquito fea, lo prefi ero, porque hace más gracia.
MH. En Nochevieja se espera de usted que…
YR. ¡Que me ponga las botas! Me encanta comer… Desde luego no se espera que me pase la noche haciéndome la graciosa. Soy tímida, aburrida y un poco depresiva, aunque si me sale de manera espontánea… entonces soy la bomba.
MH. Es curioso pero…
YR. Odio los chistes. Y me aburre mortalmente la gente que cuenta uno tras otro.
MH. ¿Se ve en un papel dramático?
YR. ¡Claro! ¡Soy actriz! Se refieren a mí como la cómica Yolanda Ramos, pero nadie dice “La dramática Penélope”. Somos actrices. Creo que muchos cómicos quieren hacer drama porque está mejor considerado. Cualquier actor necesita reconocimiento.

Ana Morgade
"Los payasos 24 horas son abominables"
Colabora en Zapeando, de la Sexta, en ¡Anda ya! de Los 40 Principales y presenta su monólogo Morgadeces, que atrerriza en Madrid el 16 de enero.
MH. La primera vez que hizo reír...
AM. A mi madre le decían: “¡Qué graciosa la niña…!”. Se ve que era fea. Pero me tomé el piropo literal.
MH. ¿Percibe diferencias entre el humor femenino y el masculino?
AM. Ninguna. Hablo de lo que me da la gana, como cualquiera. Que seas mujer no implica que tengas que hacer chistes de compresas.
MH. Y en cuanto al público, ¿son distintos los hombres de las mujeres?
AM. Sí. Algunos hombres tienen menos bigote que las mujeres.
MH. ¿El circuito de cómicos es masculino?
AM. Sin duda. Vives oyendo: “Tu texto es muy gracioso… ¿quién te lo escribe?”. O: “Esta es buena. Hace gracia como un tío”.
MH. ¿Funciona el humor como arma de conquista?
AM. No. Funciona mejor ser modelo.
MH. El ingrediente imprescindible del humor es…
AM. La honestidad: la gente tiene que creerte cuando cuentas chistes. Tienen que esperar que tú digas o hagas eso, que no estés engañándoles. Como dice Tomás Fuentes (gran guionista): “¡Hace gracia porque es verdad!”.
MH. ¿Cómo definiría el sentido del humor?
AM. Para mí, el sentido del humor es correr en la dirección contraria a la muerte.
MH. ¿Se siente obligada a ser graciosa todo el tiempo?
AM. No, intento ser una persona normal. Los payasos 24 horas son abominables
Llum Barrera
"Somos demasiado susceptibles"
Está preparando un nuevo proyecto teatral, 'Tamaño familiar', dirigido por Quino Falero. Además colabora en 'La ventana' y en A vivir, de la cadena SER.
MH. ¿Recuerda la primera vez que hizo reír?
LLB. Yo he sido graciosa desde que nací. Pesé cinco kilos y cuarto y tenía el cordón dándome una vuelta al cuello. Dice mi madre que fue supercachondo…
MH. ¿Qué diferencias se perciben desde el escenario entre hombres y mujeres?
LLB. Sale un hombre y dice: “Menudo fi estón me pegué ayer con tres tías buenísimas…”. Perfecto: el público ya se quiere reír. Sale una mujer y dice: “Menudo fi estón me pegué ayer...”. Cara de póquer y todos pensando: “¡Uy, esta tía qué guarra es!”. Si haces chistes inteligentes, ellos se ponen a la defensiva: “Cuidado con esta que vamos a quedar como gilipollas”.
MH. La situación más embarazosa fue...
LLB. Lo pasé fatal en un bolo de empresa, delante de un montón de tíos de estos con la corbata en la cabeza. Hay veces que te contratan para cosas que son auténticos saltos mortales. Creo que no hubieran hecho caso ni al mismísimo Circo del Sol.
MH. ¿Funciona el humor para ligar?
LLB. ¡Claro! ¡Qué hubiera sido de mí sin él!
MH. ¿Podemos reírnos de todo?
LLB. La verdad es que somos demasiado susceptibles. A mí me han llovido las críticas por imitar a un andaluz: que si es un acento y no una deformación, que si eso no es para hacer bromas... Tengo la sensación, además, de que a las mujeres se nos tolera menos.
MH. ¿Le piden que sea graciosa todo el tiempo?
LLB. Es normal, igual que si eres político te dicen, oye, mira no tendrás un sobre por ahí… Lo peor es que mucha gente se atreve a faltarte al respeto porque eres graciosa.
Eva Hache
"No me importa caer mal y eso libera"
Proyectos de ficción y programas en el horizonte. También nueva temporada de 'El Club de la Comedia' en primavera.
MH. ¿Ya era usted la típica niña graciosa?
EH. ¡Qué va! Era muy observadora y bastante tímida, tardaba bastante en adaptarme. Tampoco ahora soy especialmente extrovertida...
MH. En internet hay unos cuantos foros en los que se dice que las mujeres no tienen gracia… Defiéndase.
EH. ¿Pero ninguna? El humor de cada una es distinto al de otra. Igual que el de Leo Harlem es diferente al de Luis Piedrahíta. Uno puede gustarte más y otro menos, pero no puedes decir que los tíos no tienen gracia…
MH. Y si no se ríen… ¿qué hace?
EH. Yo nunca he abandonado una función, pero sí he visto alguna “espantá”. Muchos humoristas tienden a acelerar para acabar cuanto antes, pero yo le he encontrado el gusto a todo lo contrario. Disfruto las pausas. Me digo: “Mira, ese chiste no lo han cogido”, y me recreo. Aguantas el tipo. Me he comido fracasos bien gordos y aquí estoy.
MH. Empezó recorriendo pueblos con sus monólogos en bares y discotecas… ¿Echa de menos el circuito?
EH. No. Era duro, pero necesario porque nos daba de comer. Actuabas cada noche en un sitio, viajando sola, con sensación de tristeza, soledad, de tirar para adelante…
MH. ¿Era más duro por ser mujer?
EH. Era más difícil que te contrataran. Y el público esperaba que hablaras de ciertas cosas. Una vez, en un bar de no sé qué pueblo, estaba yo con mi monólogo sobre el trabajo, el dinero... y en el descanso las chicas me decían: “¡Dales caña a los tíos, dales caña a los tíos!”. Cuando volví al escenario dije: “¿Queréis caña? ¿Queréis caña? Pues anda, chaval, ponles unas cañas”. Y yo continué hablando de mis cosas.
MH. ¿Cómo definiría su estilo?
EH. Soy irónica, cínica, mordaz, soy muy boba. Yo me considero payasa, no veo nada de malo en que se rían de mí. Tiendo a salvar el chiste malo y eso me da gusto.
MH. ¿Gusta cuando uno hace el ridículo?
EH. Es uno de los pilares del humor. La desgracia del tipo que está en el escenario es la base del clown. En realidad, la miseria es lo que hace reír a la audiencia.
MH. ¿Eso es más complicado para una mujer?
EH. A nosotras, en general, nos gusta agradar. Nos han educado para ello. Pero yo no tengo esa obsesión. Sé que a todo el mundo no le puedo gustar, ni como humorista, ni como mujer, ni como persona. Y tampoco me importa caer mal. Eso libera.
María Juan
"Nunca falla enseñar lorzas"
Presenta el monólogo '¿Treinta y... cuántos?' en Madrid (Teatro Reina Victoria), Barcelona (Villarroel) y Valencia (Teatre Talia). Y 'Las noches del Club de la Comedia' en Madrid y Barcelona.
MH. ¿Cree que existe un humor femenino y otro masculino?
MJ. Creo que el error está en buscar las diferencias. Quiero pensar que hay humor en el género humano, así en general.
MH. ¿De qué se ríe usted?
MJ. Me parto con alguien que me ofrece sus miserias, y no me hace ninguna gracia cuando alguien busca el humor en la miseria ajena.
MH. La situación más embarazosa que ha vivido sobre el escenario fue...
MJ. Diría que ninguna lo sufi cientemente gorda como para recordarla. El secreto está en aceptar cualquier cosa que pase en el directo. La situación embarazosa se puede convertir en el mejor momento de la noche.
MH. El chiste infalible…
MJ. Cuando me burlo de mí. Nunca falla enseñar las lorzas.
MH. ¿Funciona el humor para el amor?
MJ. Yo no me puedo quejar: la vida me ha tratado y surtido bien. He conquistado muchas cosas con humor, entre ellas algún que otro hombre...
MH. ¿La gente espera que sea usted graciosa las 24 horas?
MJ. Sí, pero acabas aprendiendo dos o tres frases para escurrir el bulto. “Tu eres médico, opérame un poco...”, por ejemplo.
MH. No es humorista, pero se parte de risa con…
MJ. Sé que contestar “los políticos de este país” sonará poco original. Pero chica, es que son muy buenos y cada día se superan. Y a mí me gusta valorar el esfuerzo.
MH. A veces nos olvidamos de que un humorista es un actor… ¿Sueña con un papel dramático?
MJ. Tiendo al drama desde que nací. Por eso me viene tan bien la comedia.
Carolina Noriega
"Bromeo con casi todo, pero según el público"
Está de gira con 'Las noches del Club de Comedia' y la obra que escribió con Mauro Muñiz, 'El gran favor' (Teatro Borras, Barcelona).
MH. ¿Cuándo empezó a tomar conciencia de su talento cómico?
CN. Cuando tenía tres años me inventaba chistes sin sentido y, como mis padres se reían, me inventaba otro y salía al comedor a contarlo. Ya apuntaba maneras…
MH. Y hoy, ¿cuál es el chiste que nunca le falla?
CN. La mayoría no suelen hacerlo, si no me dedicaría a otra cosa.
MH. ¿Es distinto el espectador masculino que el femenino?
CN. Cada vez se parecen más. Sobre todo por lo depilados que van.
MH. ¿Cuál ha sido la situación más embarazosa que ha vivido sobre el escenario?
CN. Una vez a un hombre le sonó el móvil durante mi espectáculo y lo contesté yo y dije que no se podía poner porque tenía las manos ocupadas. Era su mujer y cuando se lo pasé le montó un pollo monumental. Todos escuchábamos cómo el hombre se deshacía en explicaciones con la cara desencajada. Cuando terminó le dije; “¿A que no volverás a olvidarte de apagar el móvil?”.
MH. ¿Disfruta la vida de cómica, pateándose el circuito?
CN. Viajamos y es divertido, pero a veces muy solitario. Son muchas horas conduciendo, esperando en el hotel, cenando y desayunando sola. Cada vez valoro más trabajar acompañada.
MH. ¿Sabría definir su estilo de humor?
CN. Dicen que soy bruta desde la dulzura... o al revés, no me aclaro.
MH. ¿Hay algo prohibido?
CN. Yo bromeo con casi todo. Solo hay que seleccionar bien al público. No te burlas de lo mismo con tu abuela que con tu mejor amigo. Yo no suelo hacer bromas escatológicas, pero no por pudor sino porque normalmente me dan más asco que risa.
MH. ¿Es diferente tener sentido del humor a tener gracia?
CN. Yo creo que la mayoría de las personas inteligentes tienen sentido del humor, pero gracioso puede serlo un idiota.
MH. ¿La mujer es más pudorosa para reírse de sí misma?
CN. Sí, es cultural. Es una de las razones de que haya menos cómicas. De pequeñas nos enseñaron a no hacer el ridículo bajo ninguna circunstancia.
MH. A veces se olvida uno de que un humorista es también, o sobre todo, un actor… ¿Ha renunciado al género dramático?
CN. Nunca renunciaría al drama ni como cómica. La mayoría de las bromas tienen mucho drama detrás, o lo tuvieron antes de que alguien las escribiera.
Sara Escudero
"Me gusta el humor blanco y espontáneo"
Colabora en el programa Zapeando, de La Sexta.
MH. ¿Cuándo decidió convertir esto de hacer reír un modo de vida?
SE. Cuando estaba ya en tercero de Medicina y veía que no era feliz. Los médicos buenos, los de verdad, son como los actores: vocacionales, entregados a la causa y con la sensación de que siempre les falta tiempo para hacer cosas. Eso me pasaba con teatro, escritura ¡y tontuna!
MH. ¿Usted de qué se ríe?
SE. Me parto de risa con el humor más sencillo, ese blanco que tiene acting (voces, caras, minidetalles que enriquecen el texto y que dan seña de identidad al cómico), el espontáneo y que se ve que no es forzado...
MH. Y no le hace ninguna gracia…
SE. Todo aquel que busca hacer daño. ¡Ojo! No digo que no me guste el humor negro, que es todo un arte. Pero hay que presentarlo con buen gusto para que sea humor y no sal en herida abierta.
MH. ¿Cuál ha sido la audiencia más difícil que ha tenido?
SE. Una vez en la que el escaso público que tenía delante era búlgaro y pasaban de escuchar nada... Me salvó que en mis años de camarera aprendí varias expresiones búlgaras y les hizo gracia oír a un mico rubio soltando esas perlas…
MH. ¿El circuito del humor es un mundo masculino?
SE. Llevo desde 2008 viviendo de la comedia, de los monólogos, de talleres de risoterapia y charlas a empresas y particulares y sí, la inmensa mayoría de los compañeros son chicos.
MH. ¿Recuerda alguna situación embarazosa?
SE. Aquella vez en la que el alcalde del pueblo estaba tan borracho que no supo ni presentarme y, su mano derecha, igual de “sereno”, empezó a gritarme: “¡Pero cállate, que para empelotarse no hace falta hablar!”. Y acabó insultándome de una manera loca. Se los tuvieron que llevar entre un grupo de vecinos.
MH. ¿Funciona el humor como arma de conquista?
SE. Absolutamente sí. No hay nada más erótico y atractivo que un buen cerebro divertido e inteligente. (Bueno, y ahora que no me oyen, unos ojos bonitos y un culillo respingón).
MH. ¿Le piden que sea graciosa las 24 horas?
SE. ¡Claro! Es lo que esperan de ti. Pero los que consideramos la comedia un modo de vida, llevamos el humor a casi cualquier situación, hasta las más crudas. Pero claro: ¡estás perdiendo dinero! ¡Que también es tu trabajo! Y tú no vas pidiendo a Fulanito, el fontanero que te acaban de presentar, que te arregle una tubería!
Raquel Sastre
"No hay chiste infalible"
Monologuista, guionista de 'La que se avecina', participa en el programa 'Pecadores Impequeibols', en La 2, y 'Te doy mi palabra', de Onda Cero.
MH. ¿Cómo se toman en casa que una se quiera ganar la vida “haciendo el tonto”?
RS. Ni idea. Pregúntele a la mujer de Rajoy.
MH. ¿Cree que existe un humor femenino y otro masculino?
RS. Siempre he querido saber si a Stephen King le preguntan si hay un terror para hombres y otro para mujeres. El humor es algo muy subjetivo e independiente del sexo.
MH. Y en cuanto al público: ¿son distintos los hombres de las mujeres?
RS. Mucho. Para empezar, ellos tienen pene. Y ellas suelen llevar vestidos o faldas. En Escocia hay menos diferencias.
MH. Muchos argumentan que las chicas humoristas siempre recurren a la simpleza de los hombres para hacer reír.
RS. Lo mío es el humor negro. Me gusta hacer chistes sobre cosas complejas, así que nunca hago chistes sobre los hombres.
MH. El chiste infalible…
RS. No existe, como los unicornios o los tertulianos con carrera universitaria.
MH. ¿Funciona el humor como arma de conquista?
RS. Para conseguir el corazón de alguien, la mejor arma es un puñal y abrirlo en canal, que no os engañen.
MH. ¿Le ha pasado eso de tener que ser graciosa todo el tiempo?
RS. Hay profesiones que tienen que estar de guardia las 24 horas del día y parece que nunca tienen derecho a su tiempo libre. Es algo que nos sucede a los cómicos, igual que a los médicos y los informáticos.

TÍTULO : NOCHE LARGA, ORGULLO DE HIJA,.

 Esta operación es más sencilla cuando los progenitores también aceptan que su hijo no tiene por qué adaptarse a lo que esperaban de él.-foto,.
Navidades familiares
Somos herederos de una historia emocional que nuestros padres nos han transmitido. Con ella y con nuestras fantasías infantiles hemos recorrido un largo camino. Inevitablemente, durante ese trayecto hemos tenido que atravesar y resolver confl ictos que son inherentes al hecho de convertirse en adulto.
Los hijos inventan unos padres-dioses que luego han de bajar del pedestal en el que su fantasía y sus deseos infantiles los colocaron. Esta operación es más sencilla cuando los progenitores también aceptan que su hijo no tiene por qué adaptarse a lo que esperaban de él. Cuanto menos narcisista sea la relación con el niño, más capacidad tendrá él para amar a sus padres tal como son, pues habrá sentido que se le quiere tal y como es.
Elena hablaba con su hermana Sofía de la cena de Nochebuena en casa de sus padres. Como siempre, Sofía se quejaba de lo que había hecho y dicho su madre. Elena comenzó a relativizar los supuestos defectos de su madre para que Sofía, que siempre los exageraba, dejara de protestar. No comprendía cómo su hermana, una mujer de 40 años y con hijos, seguía metiéndose con su madre ante cualquier cosa que hiciera.
Ella no la veía así, estaba orgullosa de sus progenitores, podía ver todo lo bueno que tenían y les agradecía lo que habían hecho por sus hijas. A ellos, por su parte, les parecía bien casi todo lo que Elena y Sofía hacían, así como sus parejas; siempre tenían en cuenta su opinión y querían a sus nietos, además de ejercer de abuelos. Sus padres siempre fomentaron la independencia de sus hijas y, desde la infancia, Elena nunca sintió que le pidieran nada que ella no quisiera hacer, apoyaron sus deseos y confiaban en ella.
Ambos eran trabajadores y se enorgullecían de sus hijas, habían luchado por sacar su familia adelante. Elena devolvía lo recibido sintiéndose también orgullosa de ellos. Le ofrecían una clase de amor que la hacían dueña de su vida y le habían proporcionado una clase de confianza en sí misma que nunca perdería.
Puede que no fueran perfectos, nadie lo es, pero eran buenos padres y abuelos. Se compenetraban y tenían una virtud que Elena valoraba mucho y que había aprendido de ellos: si se equivocaban, lo reconocían e intentaban rectificar su error. Ella pensaba que había que ser muy fuerte para reconocer las debilidades propias, algo que a su hermana, una mujer bastante exigente e intolerante, le costaba aceptar.
Enfrentar la realidad
Enorgullecerse de los padres es una de las mejores bases para relacionarse con uno mismo y con los demás. Se puede tener mejor o peor suerte con los progenitores que el destino nos ha dado. Estos pueden tener, según su subjetividad, más o menos capacidad para ser madre y padre, ya que ellos también dependen de su historia.
Pero, en cualquier caso, los hijos tienen que realizar un proceso psicológico para llegar a sentirse orgullosos de su origen. Algunos, como en el caso de Sofía, se quedan enganchados en demandas infantiles y piden lo imposible. Otros, como Elena, aceptan cómo son porque han elaborado las imágenes paternas de su infancia. Si los progenitores padecen conflictos psicológicos graves, sus hijos deberán hacer un trabajo más profundo para llegar a aceptarlos.
Todos los hijos e hijas idealizan a sus padres en la primera infancia. Así pues, cuando tienen que bajar a sus padres del altar, sufren una decepción, algo que tienen que superar para llegar a quererles como son. Es entonces cuando podrán sentirse orgullosos de ellos como personas. Para que este proceso suceda con fluidez, los padres han tenido que afrontar sus propias carencias y no mirar a sus hijos de una forma narcisista, sino intentando que respondan a lo que ellos quieren.
En cuanto al orgullo que deben sentir los hijos, este pasa por aceptar a los progenitores como hombre y mujer. Descubrir a la madre como mujer supone aceptar la envidia que se sentía al verla como poseedora de lo que durante la infancia es solo una promesa: la capacidad de seducir al padre y el hecho de ser la propietaria de una sexualidad adulta que, aunque la niña no conoce, intuye. Hacer las paces con la madre, aceptar que es una mujer con las limitaciones de un ser humano, es hacer las paces con nosotras mismas. Después habrá que hacerlas con el padre, que nunca podrá colmar el exigente deseo infantil de sus hijos. Muchas de las difi cultades entre padres e hijos provienen de una idealización infantil no resuelta.
Las claves
Cuando se han elaborado los afectos ambivalentes, que se tienen en la infancia hacia los padres, la culpa hacia ellos desaparece. Entonces los hijos se sienten orgullosos de parecerse a sus progenitores. Enorgullecerse de los padres proporciona una sensación de tranquilidad y bienestar muy saludable, promueve en nosotros la idea de estar en paz con el mundo. Un mundo que en el principio de la vida tenía que ver solo con nuestro padre y nuestra madre.
La palabra
Imago parental
Se denomina así al prototipo inconsciente de personajes que orientan la forma en la que la persona tiene de aprender de los demás. Estos personajes se elaboran a partir de las primeras relaciones con la familia. Las imágenes enlazadas a los padres de la infancia no son reales. En ocasiones, son un reflejo deformado de nuestros padres. Por ejemplo, la imagen de un padre terrible puede habitar en nuestro psiquismo para ocultar a un padre débil.

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