sábado, 15 de agosto de 2015

VIAJANDO CON CHESTER - EL HOROSCOPO - MUJERES EN PRIMERA LINEA -MADONNA CANTANTE, ./ TÍTULO: DOS DETENIDOS EN DON BENITO POR ESTAFAR 2.000 EUROS CON EL TOCOMOCHO,.

TÍTULO: VIAJANDO CON CHESTER - EL HOROSCOPO - MUJERES EN PRIMERA LINEA - MADONNA CANTANTE,.

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 Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por
Pepa Bueno, en la cuatro los domingos  las 21:30,.





  VIAJANDO CON CHESTER - MADONNA CANTANTE, fotos,.

Imagen principal de la noticiaMadonna: Vivir para contarlo -

La diva acaba de anunciar doblete en Barcelona. Conócela mejor con esta entrevista en la que Madonna pide su medalla: sin sus viejas provocaciones, muchas cosas seguirían siendo tabú.

Sin las viejas provocaciones de Madonna, muchas cosas seguirían siendo tabú © Mert Alas y Marcus Piggot

“Ya sale”, dice en tono tenso el coreógrafo a través de unos altavoces. “Que todo el mundo coja los cuernos y se ponga la máscara”. Un par de noches antes de la ceremonia de los Grammy, 22 bailarines sin camiseta y con un físico perfecto, cada uno con una máscara enjoyada y cuernos negros de toro, están alineados en el escenario de un plató, esperando la revisión. Madonna surge de un camerino que hay en el otro extremo del estudio, vestida con un traje de torero pero sin pantalones. Seguida de un peluquero y una maquilladora, pasa al menos 30 segundos revisando a cada bailarín, buscando pequeñas imperfecciones en el ajuste de sus trajes de cuero y en sus máscaras. “No quiero aceite en sus cuerpos”, dice. “Tuve el mismo problema con el vídeo. Podéis utilizar loción hidratante”. 28 coristas de constitución casi perfecta, esperan en unas gradas cercanas. Madonna les dedica una atención especial. Sus batas rojas tienen el logo con el título de su nuevo disco, Rebel heart, un detalle que ni las cámaras de alta definición podrán detectar. Les pide a los que llevan gafas que se las quiten; sugiere peinados y, ocasionalmente, algún corte (“lo bonito del pelo es que vuelve a crecer”); critica barbas y patillas; en el caso de una mujer, se acerca y le toca los rizos.
Todo este trabajo es para cinco minutos de actuación en televisión, donde estrenará su nuevo single, el tema imbuido de deep-house Living for love. Para mantener el espíritu del verso “El amor me elevará”, acaba con Madonna boca abajo elevándose cuatro metros y medio en el aire con un arnés. Es una preciosa imagen, aunque esta noche, mientras sobrevuela el escenario, rompe el hechizo preguntando “¿Se me salen las tetas del traje?”
Entre toma y toma aparecen  dos niños en el escenario. Ambos tienen 9 años: el chico, David, va vestido con lino blanco; la chica, Mercy, con un jersey azul, una falda, y una brillante diadema en el pelo. “Hola, mamá”, dicen ambos al unísono, y Madonna sonríe, ofreciéndoles su mano para que la besen.
Cuando el parón se alarga unos segundos, empieza a perder la paciencia. “¿Nos estamos tomando un respiro?”, pregunta Madonna por el micro. “¿O podemos irnos? Tengo cosas que hacer”.
Cuatro días después, Madonna está de vuelta en su casa en el Upper East Side de Manhattan. En el salón de la segunda planta hay un montón de impresionantes piezas de arte, entre ellas un Léger encima de la chimenea y Mi nacimiento, de Frida Kahlo, que descansa casualmente encima de una pila de libros. Las fotos familiares, entre las que hay algunas suyas de pequeña, están en una mesa de cristal, y las partituras que Mercy está estudiando están colocadas en el piano que hay en la esquina. Hay una ecléctica colección de libros, desde volúmenes de arte al libro de Hulbert Selby Jr. Última salida para Brooklyn, pasando por la biografía del fallecido John F. Kennedy Jr, supuesto amante suyo.
Hay más libros pulcramente apilados en la mesita de café color crema que hace juego con el sofá: Gay New York, Low life, de Luc Sant, Sisterland de Curtis Sittenfeld. Junto a ellos hay un conjunto de archivadores negros llenos de fotografías –referencias para una película que planea dirigir, basada en la novela de 2013 The imposible lives of Greta Wells–.
También, en la mesita de café, descansan mis dos grabadoras digitales. Madonna se acerca y las coloca perfectamente. “Sufro trastorno obsesivo compulsivo”, dice, alegremente. Me pregunta por mi signo zodiacal. La respuesta –Tauro– parece aceptable. “Gente con una gran fuerza de voluntad”, dice. “No les gustan los cambios, pero son muy leales”.
Me río un poco, y cuando me quiero dar cuenta estoy asegurándole a Madonna que no me mofo de la astrología. “Ah, bueno, bien”, dice. “Es imposible que seas un ser humano y te rías de ello. Porque es una ciencia, de verdad. Aunque soy consciente de que hay mucho charlatán. En general, pero también en ese ámbito en particular”.
Debido a un vuelo nocturno, por no mencionar las décadas de insomnio que lleva sufriendo, Madonna está exhausta. “Estuve haciendo yoga hace un rato”, dice, sentándose en el sofá. Lleva una blusa negra de cuello alto de Dolce & Gabbana, una falda a juego y botas de Prada. También una pequeña cruz en el cuello y unos adornos de oro en sus dientes y un reloj de Jacob the Jeweler en la muñeca. “Duermo literalmente en pose de cadáver. Pero como sabes, el yoga es una preparación para la muerte. Los yoguis llegan a un punto en el que literalmente frenan los latidos de su corazón. Y cuando se hacen mayores, se van a un bosque, se sientan con sus taparrabos y deciden parar sus corazones. De eso trata el yoga. No se trata de retorcerse como un pretzel, sino de preparase para la muerte. De desprenderse del deseo. ¡Qué gran forma de empezar una entrevista!”.
Madonna actuando en los Grammy de este año © Kevin Mazur
Me sorprendió mucho tu extraordinaria atención al detalle: cantante a cantante, bailarín a bailarín. ¿Qué significa para ti?
Siempre he sido así, pero además lo he ido desarrollando con el tiempo, a medida que he ido haciendo más cosas, especialmente dirigir películas. Quiero verlo todo. Necesito estar al tanto de todo lo que suceda en torno a mí y forme parte de mi espectáculo. Desde la creación de la música a la superficie del suelo, el peinado de todo el mundo o los detalles de los botones, los lazos y las cremalleras. ¡De todas esas cosas! No sé cómo empezó, pero creo que ha ido empeorando [risas].
O mejorando.
Sí, o mejorando. Porque creo que esos detalles importan.
Cuando grabas un disco, ¿cómo lidias con la presión de tener que estar a la altura de tu pasado?
No pienso en mis discos antiguos. Me muevo hacia delante. Es raro, porque cuando trabajo con otras personas, ellos sí hacen referencias a mis viejas canciones. Diplo no paraba de decir que quería tocar la línea de bajo de Vogue o algo de La isla bonita. Y yo le decía, “Vale, pero vamos a seguir con lo nuestro”. No pienso en esas cosas. No considero que tenga que estar a la altura de nada. Simplemente pienso en lo que quiero componer.
Sin embargo, el nuevo tema ‘Veni vidi vici’ es autorreferencial, incluso nombra títulos de canciones antiguas.
Sí, porque de vez en cuando es bueno echar un vistazo atrás y contar cómo una chica de Detroit llegó a Nueva York.
Es una historia fascinante, ¿no?
[Suavemente] Lo que me ha sucedido es una locura. Si me paro a pensarlo, he tenido una vida increíble. He conocido a mucha gente maravillosa. Vi a Nile Rodgers [productor de Like a prayer] en la ceremonia de los Grammy y le di el abrazo más fuerte y largo de mi vida. He sobrevivido a mucho, he sufrido mucho. A veces echo de menos la inocencia de aquellos tiempos. Nueva York era diferente. El negocio de la música era diferente.
Algunos están obsesionados con la idea de “¿Quién es la reina del pop?” ¿Te interesa esa corona?
Bueno, yo pienso en mí misma como en una reina, pero no creo que sea la única. Hay espacio para otras. Reinamos sobre diferentes reinos.
Lady Gaga dijo que existía la percepción de que ella iba a por tu corona. “No quiero su puto trono”, dijo.
Nunca creí que quisiera mi corona. Vivimos en un mundo en el que hay gente que busca enfrentar a las mujeres entre sí. Por eso me encanta la idea de recibir con los brazos abiertos a todas las mujeres que se dedican a lo mismo que yo. Es importante que nos apoyemos unas a otras. La única ocasión en la que critiqué a Lady Gaga fue cuando sentí que había plagiado descaradamente una de mis canciones. Eso no tiene nada que ver con que ella “quisiera arrebatarme mi corona” o que “se haya apropiado de un espacio que me pertenece”. Ella tiene algo propio. Creo que es una cantante y compositora con mucho talento. Sólo hubo aquella pequeña cuestión. Obviamente, todo el mundo se puso a hablar de ello y lo convirtió en una pelea, lo que me parece francamente algo muy aburrido. ¿Sabes qué? Ya no me importa. Esta es la cuestión: un día alguien dejará de hablar de ello. ¡Ya lo verás! Tengo un plan.
¿Escribes un diario o poesía que nadie leerá nunca?
Sí, ambas cosas. De hecho, uno de mis ayudantes encontró uno de mis diarios de 1991. Aquel año me quejaba de ser incapaz de dormir exactamente de la misma forma que lo hago ahora. Hay cosas que no cambian nunca. En cierto modo, es algo reconfortante.
Decías lo mismo en los 80. ¿Cuándo comenzaste a sufrir insomnio?
Creo que surgió de forma inconsciente tras la muerte de mi madre. Dormir siempre me ha resultado difícil.
¿Eres capaz de vivir durmiendo una media de tres horas?
Si consigo dormir seis horas puedo aguantar todo el día. El hecho de querer continuar con mi carrera y ser una madre dedicada a sus hijos hace que me tome muchos descansos, cuide de los niños y luego trabaje. En el estudio no suelo acabar nunca antes de las 2 de la mañana, y tengo que levantarme a las 7 para mis hijos. Así que padezco una enorme privación de sueño.
Podrías hacer una campaña publicitaria para no dormir nunca.
Lo que sucede es que si no duermes empiezas a volverte loca. Pero tampoco puedo entender a la gente que duerme 12 horas al día. Que la gente duerma hasta el mediodía me parece de una suprema indulgencia. ¿Cómo se atreven? Nunca lo hice, ni siquiera cuando era una adolescente…
Tú siempre tuviste objetivos, tuviste…
¿Un petardo debajo del culo? Sí, es cierto. No hay tiempo que perder.
Algunas personas no tienen un propósito que les impulse.
Supongo. Pero no me identifico con ellas.
¿Has visto la película ‘Whiplash’ [2014, sobre un joven alumno de batería de jazz y su estricto profesor]?
Sí, la he visto y me encantó. Conecté y me sentí muy identificada con ella. La vi con mis hijos y también ellos se quedaron fascinados; creo que hasta se quedaron sin habla cuando acabó. Mi hijo David fue el que habló más sobre ello, es el más hablador de todos. Lo dijo sin dobles sentidos, porque aún no ha llegado a la adolescencia. Dijo: “¡Guau! ¡Yo también quiero que me sangren las manos!”. Cuando el protagonista dice: “Preferiría ser un genio de 34 años que hace algo con su vida y muere de sobredosis que vivir hasta los 93 y no haber hecho nada”, yo pensé: “Sí”. Aquello resonó en mi interior. Pero no la parte de…
La parte autodestructiva.
No, no. Sin embargo, eso de creer en uno mismo y tener la voluntad de querer hacer algo, de caminar sobre el fuego, de hacer lo que quieras hacer. Cuando el protagonista sale de aquel accidente de coche cubierto en sangre para dar un concierto… Me refiero a que así soy yo. Así mismo.
Pero nunca tuviste un profesor como el que interpreta J.K. Simmons, supongo.
Claro que he tenido profesores como ese.
En el backstage de la ceremonia de los Grammy © Jason Kempin
En el instituto tuviste un profesor de baile, Christopher Flynn, muy importante para ti. ¿Se parecía en algo a él?
Oh, sí, era brutal. Era implacable e iba con un palo con el que te golpeaba. Decía cosas horribles: “A mi sala no se entra para quedarse ahí de pie. Fuera de aquí”. Era intolerante con la pereza o con las quejas. Hizo cosas similares al tipo de la película. Sin embargo, cuando hacías las cosas bien, de vez en cuando te colmaba de cumplidos. Fue quien me dijo: “Tienes que salir de aquí. Tienes un don. Vete a Nueva York”.
Si nunca hubieras asistido a aquella clase, ¿habrías tomado un camino completamente distinto?
Bueno, las cosas serían muy distintas si otras muchas de ellas no me hubieran sucedido. Si mi madre no hubiera fallecido y yo hubiera crecido con un sentimiento de plenitud en mi entorno familiar, tal vez me habría quedado en Michigan y habría sido profesora. Tuve la gran suerte de tener los profesores que tuve. Mi profesora de arte, la de literatura inglesa o la de historia rusa, todas fueron fundamentales para guiar mi espíritu artístico. Pasé por una fase en la que quise ser [la pintora] Georgia O’Keeffe. Un día, mi profesora de arte se acercó a mí y me dio un golpe en la cabeza con unos papeles doblados, diciéndome: “¡Eres muy mala! Nunca llegarás a ser una artista. No eres más que una vedette, sal de aquí”.
Además, jugaron el papel de figuras maternales. Christopher, el profesor de baile, fue el primer gay que conocí –bueno, que me dijo que era gay–. Cuando iba al instituto, me llevó una noche a escondidas a un club gay y me abrió los ojos al mundo. No sólo a la cultura gay, también a la idea de que era posible ser diferente.
El “corazón rebelde” sobre el que cantas, ese instinto, ¿de dónde crees que proviene?
¿El ser una agitadora? [Risas]. Viene de haber crecido en lo que yo considero un ambiente provinciano y de mente estrecha. De no encajar, de sentirme excluida. Si la gente no me aceptaba en el colegio, yo iba un paso más allá. Pensaba: “Ya no os gusto. Así que jodeos. Os voy a gustar todavía menos. ¿Os gustan mis sobacos peludos?”. Lo llevaba en el ADN. Y no tenía madre. Mi madre no estaba para decirme: “No debes comportarte así”. Tenía un padre y hermanos. También una madrastra, pero no tenía ninguna relación con ella. Así que no tenía ningún modelo a seguir.
También veías que tus hermanos disfrutaban de libertades que tú no tenías.
Sí. Mi padre era muy estricto conmigo y yo no dejaba de ver disparidad entre su libertad y mi falta de ella, o dicho de otra forma, cómo todas las responsabilidades recaían sobre mí y ninguna sobre ellos. Además de la iglesia católica y todas sus normas: ¿por qué tenía que llevar yo vestido y ellos pantalones? Le preguntaba a mi padre: “¿Jesús me querría menos si llevara pantalones? ¿Voy a ir al infierno?”. Quería saber por qué se siguen las reglas ciegamente, o por qué las chicas tenían que actuar de cierta forma. ¿Por qué los chicos podían pedir salir a las chicas y no al revés? ¿Por qué las chicas tenían que afeitarse las piernas y los chicos no? ¿Por qué la sociedad lo había organizado todo así? Mi adolescencia estuvo repleta de porqués sin respuesta. Como nunca fueron contestados, yo no dejé de prender fuegos por todos lados… metafóricamente hablando.
Y después, en cuanto tuviste la atención del público…
Aquello fue sólo una continuación. Porque por entonces yo ya estaba en el ámbito público del “¿Por qué?”. En aquella época fue como “Te vistes como una puta, así que debes ser estúpida”. O “Estás haciendo apología de la sexualidad, así que eres una puta y sólo lo haces para conseguir atención. No tienes talento”. De nuevo, yo preguntaba “¿Por qué no puedo ser sexual e inteligente? ¿Por qué no puedo pavonearme por el escenario como Jagger sin que me consideren una muñeca?”. Otra vez.
O Prince.
Exacto. Gracias, sí.
Respondiste de la misma forma que en el instituto: “No os gusta cómo visto, así que, ¿qué os parece esto? ¿Y qué tal este libro?”.
Efectivamente. Mi naturaleza es provocar. No puedo evitarlo. Pero siempre lo he hecho con la mejor de las intenciones.
¿Sigues disfrutando con la provocación? ¿Incluso ahora mismo?
Mmmm… sí [risas]. ¿Te gustaría que te provocara? Porque ya sabes la respuesta a esa pregunta, ¿verdad?
Bueno, es que hubo un momento en el que hablabas como si hubieras dejado aquello en el pasado.
¿En serio? ¿Dije yo eso? Supongo que sería un periodo. Cuando estaba casada. Sí.
No lo había relacionado.
Pues sí, hazlo [risas]
¿Qué había en aquel matrimonio que te hizo sentir así?
Bueno, creo que mi ex marido [el director Guy Ritchie] no lo aprobaba. O no lo entendía. No le hizo mucha gracia mi beso con Britney Spears, por ejemplo. ¿Fue aquello provocativo? Creo que sí. Por ejemplo, ahora ya no lo sería.
Pero él debía de ser consciente de con quién se había casado.
Sí, pero todos cometemos el error de creer que vamos a cambiar a la otra persona. Pero no es así. Además, la gente cambia a su propio ritmo, ¿sabes?
Durante aquel matrimonio, bebiste cerveza durante un tiempo, algo difícil de imaginar.
[Risas] Sí, porque ya sabes que primero vivimos en Roma. Luego fuimos a vivir a Inglaterra y adopté todo lo inglés, así que iba mucho a los pubs. Si vas a un pub, será mejor que empieces a apreciar la cerveza.
¿Cómo compaginas tu rebeldía con la faceta de madre que intenta que sus hijos…
¿Hagan los deberes? Si les digo: “¿Queréis ser alguien? ¿Queréis cambiar el mundo?”. Rocco se fija en gente como Bob Marley. David en Michael Jackson. Yo les digo: “Tener educación es parte de ser un rebelde”. También tener disciplina, empezar un proyecto y llevarlo hasta el final, todo es clave para hacer algo con tu vida.

Es un buen argumento. ¿Funciona?
Funciona. Y luego, el otro argumento es: “Hay niños por todo el mundo que se mueren por ir a la escuela pero no pueden, y aquí estás tú quejándote. Cállate y vete al colegio”. Vienen conmigo a África y ven a los niños que van descalzos a la escuela que les construí y se sientan en un edifico de dos habitaciones en las sillas y mesas más básicas. De esa forma pueden comprobar lo afortunados que son de poder aprender y les ayuda a tener los pies en la tierra.
Hace años, te preguntaron qué tipo de madre creías que serías, y dijiste: “Muy cariñosa, pero probablemente dominante”.
Pero, ¿qué significa “dominante”? ¿Mandona? ¿Y qué madre no lo es? Estoy volcada en sus vidas, no soy imparcial. Mi hija, sin embargo, se ha marchado a la universidad, y esa es una lección sobre dejar marchar. Ya no puedo dominarla. Hace lo que quiere, y yo soy menos dominante.
Al contrario que mucha gente creativa, no pareces tener carácter autodestructivo.
Todo el mundo tiene una naturaleza autodestructiva. La clave es si la alimentas o no. No tienes que ser una estrella del pop para sentirte conectado con la destrucción o con la autodestrucción. Sin embargo, la autodestrucción es obsesión por uno mismo, y la obsesión por uno mismo no es posible si estás criando a tus hijos. Además, si llevas una vida espiritual, intentas verte como un pequeño fragmento de algo más grande. También la idea de ayudar a la humanidad, ponerte enfrente de gente que tiene mucho menos que yo, pone todo en perspectiva.
En el nuevo disco hay canciones espirituales y reflexivas y otras que fundamentalmente tratan sobre follar.
¡Acabas de decir una palabrota! ¿De verdad tratan sobre eso? No lo sé. Tal vez no deberías tomarlas de forma tan literal.
Tienes razón.
¿Alguna en concreto?
Se me ocurren ‘S.E.X.’ y ‘Holy water’, que trata sobre sexo oral.
Siempre que escribo sobre sexo lo hago de broma. Eso es lo que la gente siempre ha malinterpretado sobre mí. Holy water es obviamente una broma.
Además, en el orden del disco las canciones introspectivas y las sexuales van seguidas, algo muy interesante.
Originalmente, quería hacer dos discos,  uno iba a tener sólo mis canciones provocativas. El otro iba a contener mi lado más romántico, el más vulnerable.
Así que estás mostrándote como una persona espiritual y también un poco…
¿Interesada en el sexo?
Sí, supongo. Pero también ser capaz de cantar sobre ello y a la vez ser…
¿Y por qué no? Una vez más, estoy desafiando a la convención de que no puedes ser ambas cosas, que has de tener un solo atributo. No hay una ley que diga que no puedes ser una persona espiritual y sexual al tiempo. De hecho, si estás en el estado de conciencia adecuado, el sexo es como una plegaria [“like a prayer”, en inglés]. Puede ser una experiencia divina. Así que, ¿por qué han de disociarse?
Si hay un tema que tú y, de nuevo, Prince, tenéis en común, es que a veces entremezcláis…
La sexualidad y…
La espiritualidad, sí. La referencia a ‘Like a prayer’, ¿ha sido intencionada?
No, en cuanto lo dije, me di cuenta: “Acabo de nombrar una de mis canciones. Perfecto”. He tenido un profesor que lleva años estudiando la Cábala y solemos hablar sobre el sexo. También quise comprender el Corán y estuve estudiando el islam con un universitario árabe. Y en el Viejo Testamento, en el Corán, el sexo no es malo. Hay ciertos grupos religiosos que lo han convertido en un acto pecaminoso. Trato de abrir la mente de la gente a la idea de que no es algo de lo que avergonzarse.
Recibiste aluviones de críticas por haber hecho evolucionar la cultura hasta donde se encuentra ahora mismo, por hacer cosas que ya no parecen tan escandalosas.
Bueno, sólo tienes que pensar en lo loca que se volvió la gente cuando salió [el documental de 1991] En la cama con Madonna, y ahora todo está lleno de reality shows. También me destrozaron por mi libro Sex y ahora nadie le dice nada a Kim Kardashian. Es todo una locura. Supongo que tuve que ser el chivo expiatorio.
¿Hasta qué punto te defines como judía? ¿Crees que es una etiqueta adecuada?
[Risas] No, no me asocio con ninguna religión. Conecto con distintos aspectos rituales de diferentes creencias, y soy capaz de ver el lazo de unión entre todas ellas. No me he convertido al judaísmo. Como ya sabes, llevo muchos años estudiando la Cábala, así que suelo hacer muchas cosas que cualquiera asociaría con la práctica del judaísmo. Escucho la Torá todos los sábados. Respeto el Sabbat. Rezo ciertas plegarias. Mi hijo recibió el Bar Mitzvah. Así que parece que soy judía, aunque estos rituales están más conectados a lo que yo describo como la conciencia de El Árbol de la Vida y que tienen que ver más con la idea de ser una israelita, no un judío. Las tribus de Israel ya existían antes de la religión del judaísmo, hay que estudiar historia… Entonces, ¿soy judía? Algunos podrían decir que hago muchas de las cosas que los judíos hacen, pero diría que hago muchas cosas que la gente hacía antes de que existiera el judaísmo. Y creo que lo que yo practico está más relacionado con algo más profundo, común a todas las religiones, incluido el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Bueno, llevas una cruz colgada.
Me gustan las cruces. Soy una sentimental con lo de Jesús en la cruz. Jesús era judío; creo además que era un catalizador y que ofendió a la gente porque su mensaje era el de amar a tu vecino como a ti mismo; en otras palabras: nadie es mejor que los demás. Aceptó a todo el mundo, ya fuera un vagabundo o una prostituta, y reprendió a un grupo de judíos que no respetaban los preceptos de la Torá. Así que agitó los cimientos de mucha gente.
En tus palabras, un corazón rebelde.
Sin duda fue un corazón rebelde.
¿Qué opinas de Kanye West, que ha coproducido tres de sus nuevos temas?
Es un loco brillante. No puede evitarlo. No tiene los mismos filtros que los demás. Tiene que soltar todo lo que piensa, y no para de decir cosas inapropiadas. Pero en el estudio tiene unas ideas brillantes, si consigues que preste atención el tiempo necesario. Va y viene. Me volvía loca. Parecía que ese era el tema de mi disco, trabajar con gente que no podía despegarse de su teléfono, que no para de tuitear y no puede concentrarse en acabar una canción. Me volvieron loca. Era como si tuviera que ir corriendo con una red para atrapar mariposas. La industria musical le necesita, porque todo el mundo es demasiado políticamente correcto. No siempre estoy de acuerdo con las cosas que hace o que dice, ni siquiera me gusta siempre su música. Pero es un maravilloso desastre. Le amo.
¿Se ve reflejada en él, o ve algún parecido con usted en sus comienzos?
No mucho.
Tú nunca irrumpiste en un escenario.
Bueno, creo que se toma las galas de premios demasiado en serio. A mí nunca me interesó demasiado quién gana un premio y quién no, porque sinceramente creo que es algo sin importancia. Así que no puedo identificarme con ese aspecto suyo. Es decir, ¿qué sentido tiene pelearse por alguien para… decir, “Esta persona debería haberlo ganado”? ¡No puedes asistir a una gala de premios en busca de justicia!
Estuviste con Taylor Swift en la ceremonia de los Grammy, se me ocurre que podría gustarte, sobre todo por ser algo así como la anti Madonna. Tu ombligo supuso un escándalo en los 80, y la actitud de Swift es no enseñarlo nunca.
¿A propósito? No era consciente. Ella tiene su opinión, en contra de la norma. En ese aspecto se parece a mí, sí. Además, quieren fastidiarla porque creen que es una santurrona, así que yo quiero cuidarla.

Madonna nunca ha seguido las normas y ahora tampoco © Mert Alas y Marcus Piggot
De alguna forma, cualquier estrella femenina del pop puede ser vista como una versión tuya retocada. ¿Cómo lo procesas?
Una parte de mí se siente celosa: “Ahora es mucho más fácil ser famosa”, o “ahora mismo es mucho más fácil darte a conocer”. Por otro lado, es más difícil, porque no tienes la posibilidad de descubrir quién eres como artista sin tener delante a una enorme audiencia. Cuando yo empecé, no había Internet, ni redes sociales. Sólo concierto tras concierto, con la esperanza de captar la atención de alguien. Todo el tiempo que inviertes en ello te hace evolucionar y desarrollarte. Eso es algo muy útil que además de ayudarte a crecer como artista fortalece tu mente, tu confianza y tu autoestima. Ahora se te juzga cuando solo tienes 18 años. La verdad es que no envidio a estas chicas. Es demasiado.
Por el otro lado, parece que el único prejuicio aceptable en el pop, o en el mundo en general, es la discriminación por la edad.
Es que es la última frontera, ¿sabes? Hemos luchado por los derechos civiles, por los derechos de los gays. Hay tanta corrección política que a nadie se le ocurriría juzgar a nadie por homosexual, negro, musulmán…. Pero aún queda un ámbito en el que puedes discriminar a cualquiera y verter mierda sobre ellos, por su edad. Eso sí, sólo si son mujeres. Eso no les sucede a los hombres. Así que, en ese aspecto, todavía vivimos en una sociedad muy sexista.
Se admiran los esfuerzos físicos de Mick Jagger o Springsteen, pero contigo es distinto. Es un clamoroso ejemplo de doble moral.
Sí, extremadamente obvio.
Entonces, ¿simplemente lo ignoras? ¿Cómo te enfrentas a ello?
No lo ignoro. Tomo nota. Pienso: “Es interesante”. Nadie se atrevería a decir algo degradante en Instagram a alguien por ser gay o negro, pero, ¿sí por mi edad? Cualquiera sería capaz de hacerlo. Siempre pienso para mí misma: “¿Cuál es la diferencia entre eso y el racismo o cualquier otra discriminación? Me están juzgando por mi edad. ¿Por qué se acepta?”. No lo entiendo. No paro de darle vueltas. Porque las mujeres, cuando llegan a una edad, han aceptado que no se les permite comportarse de cierta forma. Yo no sigo las reglas. Nunca lo hice y no voy a empezar ahora.
Entonces, cuando, por ejemplo, enseñas el culo en la alfombra roja, estás presumiendo deliberadamente de…
Sí. “Así es un culo de 56 años, cabrones”.
Así es el tuyo. Tal vez no sea lo habitual…
Algún día podrían ser todos así. Esa es la cuestión. Cuando interpreté Like a virgin en la gala de los premios MTV y se me subió el vestido dejándome el culo a la vista de todos, aquello fue un gran escándalo. Nunca había sucedido, y ahora es lo normal. Cuando hice En la cama con Madonna y las cámaras me seguían, aquello no era lo habitual. Así que si tengo que ser la persona que les abre la puerta a las mujeres para que crean, entiendan y acepten la idea de que pueden seguir siendo sexuales, de que pueden seguir estando buenas y ser igual de relevantes a los 50 o a los 60 años que cuando tenían 20, que así sea.
En la letra de ‘Joan of Arc’ dices: “Cada vez que me hacen una foto/ pierdo una parte que no volveré a recuperar”, algo que me recuerda a la actitud que Sean Penn tenía hacia la prensa hace años.
Hay ciertos sistemas de creencias místicos que creen que al hacer una fotografía se roban ciertos aspectos del alma, pero más allá de ello, está la idea de que una vez que eres capturada en una foto se hacen millones de presunciones sobre ti, se te congela para siempre en ese momento. Algo, que, evidentemente, es una ilusión.
Supongo que a veces incluso ese preciso momento acaba cobrando vida propia, como en ‘Birdman’.
Sí. [Risas] Exactamente. Es una paradoja. Me encanta que me hagan fotos, o tal vez debería decir que me encanta el arte de la fotografía. Es más cuando la gente te hace fotos, robándolas para luego hacer presunciones o ponerles leyendas a un lado. Las palabras no pueden ser borradas, las fotos tampoco.
¿Piensas alguna vez en la mortalidad?
En ciertos aspectos, yo nunca moriré. Porque el arte es inmortal. Lo que dejamos atrás, o lo que creamos: la energía que soltamos al mundo es eterna. El cuerpo físico está ensamblado de la misma forma que una silla, un edificio o una flor, pero las revoluciones que comenzamos, la gente sobre la que influimos y a la que inspiramos, todo eso es eterno. Así que, en ese aspecto, adquirimos la inmortalidad, y eso me hace sentir menos miedo.
¿Cómo te gustaría que fuera tu vida de aquí a 5 o 10 años?
Quiero seguir creciendo y viviendo al máximo mientras esté en este planeta. No tengo ningún plan para ello. Quiero ser una buena madre, quiero que mis hijos crezcan sanos, y yo quiero seguir creciendo como artista. Espero tener siempre la capacidad de crear arte y vivir en un mundo en el que pueda hablar libremente y en el que pueda inspirar a los demás. No sé de qué forma sucederá todo eso.
¿Estás abierta a volver a enamorarte?
Sí. Definitivamente, sí.
Has respondido muy rápido.
No dudo ni un instante del amor. Yo vivo para el amor, cariño. Vamos, ¡escucha mis canciones!

 TÍTULO:  DOS DETENIDOS EN DON BENITO POR ESTAFAR 2.000 EUROS CON EL TOCOMOCHO,.

Dos detenidos por estafar 2.000 euros mediante el timo del 'tocomocho' en Don Benito,.


Resultat d'imatges de DOS DETENIDOS EN DON BENITO POR ESTAFAR 2.000 EUROS CON EL TOCOMOCHO,.La investigación comenzó cuando una mujer de 71 años denunció en la Comisaría que le habían estafado,.foto

Dos personas, una joven de 28 años y un varón de 41 con numerosos antecedentes, han sido detenidas acusadas de un delito de estafa mediante el timo del 'tocomocho'. La investigación comenzó cuando una mujer de 71 años denunció en la Comisaría de Don Benito que le habían estafado unos 2.000 euros.
El modus operandi consiste en enseñarle a alguien un décimo o participación de lotería que supuestamente está premiada con una suculenta suma de dinero. La persona poseedora de ese boleto da la oportunidad a la víctima de creer que va a tener la posibilidad de poder beneficiarse si le convence para que le ceda el billete. Ahí es cuando entra un tercer personaje (compinchado con el poseedor de la lotería, boleto o cupón premiado) y éste convence a la víctima para comprarle el billete y después repartirse el suculento premio a medias. Producido el engaño, se propicia una situación de tensión que facilita el abandono de la víctima del vehículo, siendo éste un simple pretexto.
Al varón detenido se le imputan dos hechos más, realizados esta vez en Barcelona y Castellón, por los que le figuraba una requisitoria en vigor. Los detenidos fueron trasladados a dependencias policiales a fin de tramitar el correspondiente atestado.

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