domingo, 25 de octubre de 2015

ENTREVISTA - ESCRITOR - EDUARDO MENDOZA,./ EN PRIMER PLANO - A FONDO - Brogeland Boye, el 'justiciero' del bridge ,. / REVISTA XL SEMANAL - PORTADA - Daniel Graig: "Si tengo fantasías con Mónica Bellucci no es de su incumbencia",.

TÍTULO: ENTREVISTA - ESCRITOR - EDUARDO MENDOZA,.

Entrevista

-fotos--Eduardo Mendoza: "Soy un pelma, un neura y no hay quien me aguante"

Sencillo y directo, como su escritura. A sus 72 años, el escritor catalán mantiene el pulso firme, tanto el literario como el personal. Así lo demuestra en esta charla sobre la literatura y el mundo editorial, sobre Cataluña y su infancia y, por supuesto, también sobre su nueva novela, en la que no deja títere con cabeza.
Lo ha vuelto a hacer: publica nuevo libro y dice que está pensando en retirarse. Lo cuenta siempre y no le creemos nunca. 'El secreto de la modelo extraviada' [Seix Barral] es la quinta novela de la serie protagonizada por el investigador que no tiene nombre y bebe pepsicolas. Una caricatura de lujo escrita por este agudo observador de la sociedad, cuya pluma literaria desbarra magistralmente en un continuo disparate: Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) es un orfebre de la novela de humor. Nos citamos con el autor de 'La verdad sobre el caso Savolta' (Premio de la Crítica, 1975) y 'Riña de gatos' (Premio Planeta, 2010) días antes de viajar a Praga para recoger el prestigioso Premio Kafka. Es el primer español en recibirlo.
XLSemanal. De entrada, felicidades por ese Premio Kafka.
Eduardo Mendoza. Me ha hecho muchísima ilusión. Nunca creí que me fueran a dar un premio serio de esta categoría.
XL. ¿El Planeta fue una broma?
E.M. No, el Planeta es un concurso y el Kafka es un premio internacional al que no me he presentado, ganado por una colección muy ilustre y bajo la advocación de Kafka, que es el gran escritor del siglo XX y el que cambia nuestra forma de pensar. Estos días voy un poco enloquecido porque estoy terminando el discurso y no puede ser una frivolidad.
XL. Es curioso que las obras de teatro y los artículos serios los escriba siempre en catalán y las novelas de humor, en castellano. ¿Se presta el catalán a menos bromas?
E.M. ¡No, no; no es eso! [Se ríe]. La teoría del lóbulo derecho y el lóbulo izquierdo no funciona así. Es que, aunque soy bilingüe, no tengo tantos registros en catalán como en castellano para atreverme con una novela, que es mucho más compleja que el teatro.
XL. Hace 40 años publicó con éxito su primera novela, ¿qué ha ganado y qué ha perdido desde entonces?
E.M. Literariamente soy el mismo; quizá menos fresco, más cansado, con más experiencia, más trucos y menos fuerza física para meterme en una novela muy larga y complicada.
XL. Los libros de mil páginas los deja para Dan Brown.
E.M. Mmmm... Mil páginas malas están al alcance de muchos [se ríe]. Mantener una estructura narrativa durante mil páginas requiere una fuerza que a mi edad ya no se tiene.
XL. Parece que se venden menos libros; que los jóvenes no leen, que son digitales y que están enganchados a las redes sociales... Pero ¿cómo se explica que cada vez haya más gente que escribe libros y menos lectores?
E.M. Sí que hay más escritores, pero no creo que se vendan menos libros. Cada vez hay más gente educada y preparada que lee. Cuando empecé a escribir en España, había casi un 50 por ciento de analfabetos reales que sabían leer y escribir, pero que no leían un libro o un periódico. Ahora, ves gente de toda edad y condición leyendo en el metro y el autobús. Veo muchas mujeres que van a limpiar de una casa a otra leyendo durante el trayecto, normalmente cosas dignas.
XL. Si se encuentra a alguien leyendo uno de sus libros, ¿le pregunta qué le parece?
E.M. ¡No, no! Los observo, pero no les digo nada porque me da muchísima vergüenza. En una ocasión fui todo un viaje de avión al lado de una persona que estaba leyendo una de mis novelas y no me reconoció. No sabía qué hacer, dudaba si debía advertirle, sobre todo para que no tirara el libro bruscamente ni hiciera algún comentario obsceno o pidiera que le devolvieran el dinero. Pero, aunque no leí sus pensamientos, no se durmió y siguió leyendo hasta el final.
XL. De paisano ¿es igual de divertido que cuando escribe?
E.M. No, no, de paisano soy un pelma, un neura y no hay quien me aguante.
XL. ¿Eso tiene toda la pinta de ser una estrategia para ligar?
E.M. Eso me lo dicen mis amigos y examigos. La procesión va por dentro. Hay que ser muy serio y ordenado para volcar todos los disparates que se te ocurren en un libro.
XL. Algo ha mejorado su autoestima: hace unos años declaraba ser un cretino inseguro y perezoso.
E.M. Pues no me he corregido nada; creo que incluso he aumentado en todo eso. Con la edad, nadie mejora [se ríe].
XL. Oiga, que Mario Vargas Llosa, a punto de cumplir 80 años, haya encontrado el amor de nuevo ¿anima?
E.M. Vargas Llosa anima por eso y por muchas cosas [se ríe]. Esto anima a los amigos de Vargas Llosa y yo le deseo lo mejor; pero lamento el conflicto familiar que ha traído consigo. Soy respetuoso con la vida privada de los demás.
XL. ¿Ser hijo de fiscal imprime carácter?
E.M. Mi padre era serio, ordenado y muy conservador y, al llegar a casa como todos los hombres, comentaba en la mesa cosas del trabajo, robos, asesinatos e historias de estafadores y timadores. Las de timadores me parecían fascinantes. Cuando venían sus amigos magistrados, fiscales..., era como tener una serie de televisión en casa.
XL. Antes de ir a un colegio de curas, fue a dos de monjas...
E.M. No tengo tan mal recuerdo de las monjas como de salir de casa, dejar de ser el rey y verme rodeado de niños que pensaban lo mismo. Con cuatro años, ya empiezas a definirte y aparece el chulo, el cobarde, el traidor...
XL. ¿Y usted cómo qué se definió?
E.M. ¡Como el tonto del pueblo! [Se ríe]. Era el niño al que le robaban la merienda.
XL. Ha dicho: «Exceptuando a Serrat, siempre preferí Los Sírex a la nova cançó»
E.M. ¡Ja, ja, ja, ja! Mira que me tengo dicho que no debo beber durante las entrevistas [se ríe].
XL. Licenciado en Derecho, fue profesor en la Universidad Pompeu Fabra. ¿Qué decían de usted sus alumnos?
E.M. Fui profesor seis o siete años y me hice querer, y también odiar por algunos a los que suspendía. Es inmoral y escandaloso aprobar a todo el mundo para ser más simpático o porque te piden que lo hagas para no perder alumnos.
XL. ¿Se lo llegaron a pedir?
E.M. Mmmm... Bueno...
XL. ¡Vamos, que sí!
E.M. En las universidades, cuando hay tanta competencia, te piden que no seas muy exigente.
XL. Después de licenciarse en Derecho y marcharse a Londres para estudiar Sociología, se hizo traductor y trabajó en la ONU y en otros organismos internacionales.
E.M. Jugaba con tres idiomas: inglés, francés y español. Aunque era bilingüe de catalán, nunca fue idioma oficial de ningún organismo internacional; pero sí he traducido textos menores del español al catalán, y viceversa.
XL. Hay quienes dicen que Cervantes escribió el Quijote en catalán. ¿Le parece buena la traducción al castellano?
E.M. Si se hubiera resuelto el conflicto mucho antes, no hubiéramos acabado escuchando que el Quijote se escribió en catalán. Una vez que sueltas a los perros, a ver quién les pone otra vez el collar. Tú vete dando cuerda y ya verás las cosas que podemos llegar a oír [sonríe].
XL. ¿Pero hay quien se lo cree?
E.M. Es absurdo. ¿Qué pasó con el original y cómo se decía en catalán aquello de: «En un lugar de La Mancha...»? Y si pasaba en La Mancha, ¿cómo se llamaban los personajes en catalán? De vez en cuando sale uno que dice que una gran figura era un criptocatalán: Cervantes, Colón o Walt Disney. En el caso de Cervantes, argumentan que se llamaba Miquel Servet y que se castellanizó el nombre porque era judío converso. ¡No perdamos un minuto más con esto!
XL. En ocasiones se ha declarado no nacionalista, ¿le duele lo que está pasando en Cataluña?
E.M. Ni me duele ni me deja de doler. Las cosas están mucho menos complicadas de lo que se ven desde fuera. Pienso que en términos macroeconómicos y macropolíticos sí está la cosa difícil, pero en la vida diaria ya ves que no.
XL. ¿De qué manera cree que se resolverá este conflicto?
E.M. ¡De ninguna! Llevamos siglo y medio así y podemos pasar otro siglo y medio igual.
XL. Estaba en Argentina cuando se decretó el corralito, ¿cree que puede darse una situación parecida en Cataluña?
E.M. No soy miedoso: nunca pienso que se va a caer el avión, que me va a matar un rayo, que vaya a contraer una enfermedad horrorosa ni que vaya a haber una hecatombe económica. Si tiene que venir un corralito, pues que venga. Y si el calentamiento global hace que suba el Mediterráneo, ya veré dónde pongo los pies para no mojarme. De momento, no los voy a poner en alto.
XL. No ve probable una declaración de independencia...
E.M. En principio, todo parece indicar que no va a ser así. Es una jugada demasiado arriesgada como para que alguien opte por esta salida. Mi intuición es que las cosas se arreglarán no a gusto de todos y seguramente a gusto de nadie y que quedarán residuos. Y, con el tiempo, volverán a surgir conflictos que no tienen arreglo, porque hay conflictos que no tienen solución, y este es uno de ellos.
XL. Vive en Londres, ¿por qué razón se ha deslocalizado? 
E.M. Por amor a Londres y porque no me gusta vivir en Barcelona. Cuando salí de casa, el primer sitio en el que me establecí fue Londres y quedé muy enganchado con esa ciudad. También he vivido en Estados Unidos, Suiza... Me gusta ser extranjero en la ciudad en la que viva y pasar por aquí, y de vez en cuando, para hacer cosas como estas.
XL. No olvido que nos hemos reunido para hablar de su nuevo libro: 'El secreto de la modelo extraviada'. De nuevo, el protagonista es el detective sin nombre y medio loco que sale del sanatorio para resolver un crimen.
E.M. Nunca pensé hacer una serie con este personaje, pero en la novela policiaca los detectives lo son a perpetuidad.
XL. Definen sus novelas como policíacas, negras, góticas...
E.M. El que quiera pasar el rato definiendo que lo haga; no le veo ninguna necesidad. Hago novela de humor, utilizando cada vez menos el patrón de la novela policiaca, sin ninguna pretensión de que funcione como novela policiaca.
XL. Algo así como una sitcom llevada a la literatura.
E.M. ¡Exacto! A mí lo que me gusta es eso y que el personaje vaya apareciendo con la excusa de sacarlo a pasear y que se dé una vuelta por Barcelona.
XL. Y siempre con marginales, desclasados, medio locos... pero cultísimos y hábiles seductores de la situación.
E.M. ¡Ja, ja, ja! Es lo que me gusta: romper cualquier tentación de lectura en clave de realismo. Son personas miméticas que han aprendido el lenguaje de la tribu. A veces lo usan bien y otras, muy mal; pero la voluntad está ahí [se ríe].
XL. En la primera mitad, tras la muerte de Franco, los personajes están ilusionados con el futuro: progreso, turismo, inversión, modernidad... En la segunda parte, 40 años después, están decepcionados...
E.M. Es el resumen del argumento, sí; Barcelona estaba tocando fondo antes de convertirse en una de las ciudades más prestigiosas del mundo. No sé si el desencanto viene por la evolución de la ciudad o por la de cada uno de nosotros, porque 40 años después todos estamos desencantados.
XL. No deja títere con cabeza: corrupción en Generalitat y Policía, chufla con autobuseros que conducen con copas, periodistas sensacionalistas, turistas estafados... 
E.M. Es lo que todo el mundo sabe, lo único que varía es el punto de vista: en vez de fingir que me escandalizo con el mundo de engaños en el que vivimos, lo doy como normal. Lo que me importa es no quedar como un moralista crítico de la sociedad. Digamos que soy un espectador perplejo.
XL. El Papa Francisco es el único personaje de actualidad que no es objeto de su socarronería en esta novela.
E.M. No me gusta este papa; a lo mejor se me ocurre sacarlo en otro momento, aunque nunca busco blancos tan fáciles [se ríe]. El humor debe ir acompañado de buen rollo. Me he metido casi con todo el mundo y no hay nadie que se haya enfadado conmigo en serio. Todo lo que escribo es tan inverosímil que es evidente que no quiero ofender a nadie.
XL. ¿Se ha tomado ya algo con la alcaldesa de Barcelona?
E.M. No ha habido ocasión. Estaba en Londres cuando fue elegida y no hemos coincidido.
XL. ¿Le sorprendió su elección?
E.M. No esperaba nada. Normalmente las elecciones no las gana uno, las pierde otro. Yo creo que, por las circunstancias, tocaba un cambio, y se ha producido en tantos sitios como para que sea significativo: Madrid, Barcelona, Valencia, Baleares... Hacia dónde iremos, no lo sé.
XL. Parece que nada le sorprende, ¿ni siquiera que Volkswagen trucara motores? 
E.M. Los alemanes son igual de golfos que el resto de los europeos. No me ha sorprendido, aunque no me lo esperaba. Basta con residir un tiempo allí para ver que todos los países funcionan igual y que una empresa decida hacer pirulas es parte del acuerdo. Lo que me extraña es que no se haya detectado antes. Que el periodismo siga a Vargas Llosa a la salida de un restaurante y deje que Volkswagen contamine sin advertirlo... eso sí me parece muy mal.
XL. Y si le pregunto por los presuntos chanchullos fiscales de su adorado Messi, ¿qué me dice?
E.M. Que tampoco pasa nada. Que en el negocio que mueve más millones de dinero, personas, entusiasmo y fe más que El Vaticano no hubiera maniobras sería realmente sorprendente. Seguiré yendo a ver jugar a Messi y si tiene dinero en otro sitio... que lo arregle. Si yo ganara tanto como él, también intentaría hacer ingeniería financiera [se ríe].
La dama del teatro y el autor. 

La actriz Rosa Novell, fallecida el pasado febrero víctima de un cáncer de pulmón, a los 61 años, fue el gran amor de Eduardo Mendoza. Juntos tuvieron dos hijos.
El año del detective sin nombre. El escritor en una foto de 1979, año en que publicó El misterio de la cripta embrujada, la primera novela de la saga del detective anónimo, cuya quinta entrega acaba de llegar a las librerías.
Privadisimo
1. Nacido en Barcelona en enero de 1943, de niño tenía un espíritu aventurero y soñaba con ser torero, explorador o marino.
2. Uno de sus juegos favoritos era atar a su hermana Cristina al radiador mientras le contaba una historia inventada sobre la marcha.
3. Su padre era un gran aficionado al teatro. La primera vez que vio una representación tenía cuatro años.
4. De familia 'mixta', en su casa se hablaba castellano. Creció entre clásicos literarios españoles, tebeos, películas de Disney y las coplas de Concha Piquer.
5. Su padre, notario, lo obligó a estudiar Derecho. Llegó a ejercer como letrado y trabajó en una asesoría jurídica.
6. Fue traductor de la ONU e intérprete oficial de las conversaciones entre Felipe González y Ronald Reagan en la Casa Blanca.
7. Le gusta el transporte público, ir al mercado, hablar con los taxistas y discutir sobre fútbol.

TÍTULO: EN PRIMER PLANO -   A FONDO - Brogeland Boye, el 'justiciero' del bridge ,.

En primer plano / fotos

Brogeland Boye, el 'justiciero' del bridge

Un jugador de 'bridge' noruego ha destapado el mayor escándalo del juego que se recuerda. Ha 'pillado' a los mayores campeones del mundo, israelíes, italianos y alemanes, haciendo trampas. Hay mucho dinero y amenazas sobre el tapete. Se lo contamos.
Asegúrese de no estar en casa cuando descubra el pastel», le advirtió el policía a Boye Brogeland, un jugador profesional de 'bridge' que estaba a punto de destapar el mayor escándalo de la historia de este juego.
El noruego Brogeland ocupa el puesto 64 en el ranking de la Federación Mundial de Bridge y ha puesto patas arriba las mesas de la élite de este juego. De un plumazo ha terminado con las carreras de los campeones europeos, los israelíes Lotan Fisher y Ron Schwartz, de los italianos Fulvio Fantoni y Claudio Fantoni actuales número uno y número dos del ranking mundial y de los alemanes Alexander Smirnov y Josef Piekarek. En la última Bermuda Bowl, el torneo más prestigioso celebrado en la India el 26 de septiembre, ya no participaron ninguna de estas tres parejas. Las dos primeras están bajo investigación después de que Brogeland denunciara que hacían trampas: se transmitían señales entre ellos para informar de las cartas que llevaban. Los alemanes, por su parte, se han retirado por voluntad propia tras reconocer que ellos también habían jugado sucio.

Sin temor a las amenazas.  Boye es el sheriff que ha llegado en su caballo para poner orden en la ciudad», comenta a Newsweek Bob Hamman, un texano que ha ganado diez Bermuda Bowls y avala las denuncias del noruego. Brogeland, en vez de blandir un colt 45, ha emprendido una meticulosa investigación observando los vídeos de los torneos colgados en YouTube y para ello ha contado con la ayuda de otros jugadores, profesionales y aficionados. «Mi única motivación es sanear el bridge y hacer lo correcto», afirma Brogeland, cuyos padres le enseñaron a jugar cuando tan solo tenía ocho años. «Las consecuencias no me preocupan. Es lo que harían mis padres. Y es lo que harían mis hijos, o eso espero».
Aunque la mayoría de los jugadores de bridge ya han cumplido los 65 años, este juego resulta el imán perfecto para millonarios acostumbrados a ganar siempre. En Manhattan, la mayor parte de los clubs más chics están ocupados por jubilados ociosos, pero también por brokers y consejeros delegados que juegan en equipo con profesionales pagados de su bolsillo. Como dicen los aficionados parafraseando a Mae West: «El brigde es como el buen sexo. Si no tienes una buena pareja, más te vale tener una buena mano».No es extraño, por tanto, que un jugador profesional pueda cobrar a sus clientes-patrocinadores una cifra anual de entre 300.000 y 500.000 dólares y que algunos millonarios lleguen a soltar el millón de dólares por participar con su equipo soñado en un torneo de élite y darse el gusto de echar unas manitas.
Vanidad, reto intelectual y dinero, mucho dinero. Y trampas. En el bridge es fácil hacerlas: tienes una pareja a la que puedes informar mediante señas de tus cartas y ganar la partida. Y aunque se han ido poniendo trabas para impedir el juego sucio, el ingenio de los jugadores, especialmente motivados por la cantidad de dinero que mueve en patrocinios, siempre logra superarlas.
Cómo pillar a dos tramposos. 
Las sospechas de Brogeland comenzaron el pasado agosto en el torneo Spingold de Chicago. Durante una partida de cuartos de final, él y su pareja Espen Lindqvist perdieron por un punto contra el equipo israelí integrado por Fisher y Schwartz. «Me quedé hundido recuerda Brogeland. El bridge es un juego de lógica, pero ellos estuvieron jugando de forma absolutamente ilógica todo el rato. Tomaban una decisión ilógica tras otra, y siempre les salía bien».
Brogeland, que había sido compañero de equipo de Fisher y Schwartz el año anterior (en los torneos internacionales, los equipos son de seis), ya tenía ciertas sospechas, así que cuando volvió a su casa él y su mujer, Tonje, se sumieron durante horas y días enteros en contemplar cómo Fisher y Schwartz ganaban los campeonatos del año anterior en vídeos de YouTube para intentar descubrir algún gesto o movimiento sospechoso, al mismo tiempo que pedía ayuda a otros jugadores amigos para que hicieran lo mismo. Per-Ola Cullin, un jugador sueco, dio con la clave. Reparó en que la tablilla en la que los jugadores efectuaban las subastas estaba situada en determinados puntos de la mesa con el fin de señalar una determinada jugada. Por ejemplo, si Fischer o Schwartz querían que su compañero fuera a diamantes, la tablilla estaba emplazada en el centro de la mesa. «Per-Ola fue quien descubrió el truco reconoce Brogeland. Estamos hablando de una insurrección de los propios jugadores de bridge que quieren sanear la competición». La denuncia pública que hizo Brogeland a través de una web especializada en bridge y previa llamada a la Policía noruega tuvo inmediatas consecuencias. El 5 de septiembre, Israel se retiró de la Bermuda Bowl. Pero los efectos fueron más allá.
Efectos colaterales. 
Maaijke Mevius una astrónoma holandesa de 43 años, jugadora aficionada leyó sobre el escándalo Fisher-Schwartz y sospechó que otra pareja, los italianos Fulvio Fantoni y Claudio Nunes, podía estar haciendo algo parecido. Fantoni y Nunes son los únicos que han ganado la triple corona del bridge (los tres grandes torneos: Bermuda Bowl, Olympiad y World Open Pairs) en los últimos 25 años. Tras analizar horas de imágenes y anotarlo meticulosamente, Mevius descubrió un patrón. Y le escribió un correo a Brogeland. «Creo que puede tratarse de un código escribió Mevius, pero no soy lo bastante experta para determinarlo con seguridad. El naipe vertical seguramente es un as, un rey o una reina». Brogeland estaba de acuerdo. Había claros indicios de que Fantoni y Nunes situaban sus naipes en la mesa de forma horizontal o vertical en función de los palos. El noruego transmitió la nueva información a varios jugadores de élite para recabar sus opiniones. Finalmente, el jugador australiano Ishmael Del'Monte corroboró la sospecha de Mevius, y Brogeland lo hizo público. Empezaron a llegar las amenazas. Un conocido, según recoge Newsweek, le transmitió las palabras supuestamente pronunciadas por Fantoni y Nunes: «Dile a tu amigo Boye que le tenemos preparada una silla de ruedas hecha a medida».
Los israelíes, por su parte, optaron por amenazas legales. Un abogado de Tel Aviv, representante de Fisher y Schwartz, le envió una carta acusándolo de «calumnias intolerables» y advirtiendo que sus clientes tenían previsto querellarse contra él por una cifra millonaria. El noruego asegura estar tranquilo. «Hay quien dice que hago esto para beneficiar al equipo de Noruega explica. Pero esa nunca fue mi intención. Sencillamente soy un apasionado del bridge».
Tablero. Se coloca un tablero en la parte inferior para que tampoco puedan 'comunicarse' con los pies.
Torneo. Hay tres grandes competiciones internacionales de bridge, el único juego clasificado como deporte.
Pantalla. Se juega con una pantalla en diagonal sobre la mesa para que no puedan hacerse señas.

Lo que hay que saber Las trampas no son nada nuevo. El bridge es un juego muy complejo. «Hacen falta por lo menos 12 horas de estudio para poder sentarse a la mesa de juego», explica Chris Willenken, un profesional. Pero simplificando mucho, dos compañeros de equipo se sientan el uno frente al otro y tratan de ganar el mayor número de bazas. La dificultad estriba en desconocer la mano de tu compañero y su 'palo largo' (el mayor número de naipes de un mismo palo entre las 13 cartas que le han sido repartidas). La clave está en obtener dicha información... Y, claro, siempre es posible hacer trampas. En la Bermuda Bowl de 1965, el equipo británico fue descalificado tras descubrirse que indicaban con determinado número de dedos en el reverso de los naipes su palo largo. Para dificultar este tipo de señas, las mesas hoy incluyen una pantalla que impide que las parejas se vean directamente. En la Bermuda Bowl de 1975, una pareja italiana se comunicó rozándose los pies bajo la mesa. Y de ahí que las mesas tengan tableros de separación también por debajo. Pero se agudiza el ingenio... Hace dos años, en la d'Orsi World Senior Bowl, se descubrió que los alemanes Michael Elinescu y Entscho Wladow ambos, médicos utilizaban un sistema de toses y estornudos para comunicarse. Un millonario juega y patrocina el equipo. En el bridge de alto nivel, cada equipo registrado tiene seis jugadores (aunque en cada partida participan dos). El equipo suele estar integrado por cinco jugadores muy bien pagados y un patrocinador, un millonario aficionado al bridge que también juega, aunque las mínimas bazas. «La única forma de que participen en los torneos jugadores profesionales es que este tipo de patrocinadores también jueguen. No les basta con mirar», reconoce Brogeland. Aunque para los profanos, esto es algo así como si Florentino Pérez bajara a jugar en el Bernabéu un par de minutos y luego proclamara que la Champions la ganaron él y Cristiano Ronaldo...
Viejos... y no tanto. La mayoría de los jugadores de bridge tienen una avanzada edad. Pero el juego sigue atrayendo a algunos grandes innovadores. Warren Buffett y Bill Gates juegan e incluso compiten en pareja. De hecho, Gates dice que es el único juego en el que los ordenadores nunca superarán a los humanos. Y Facebook ha pedido autorización para crear un torneo oficial en su campus en Menlo Park... los padres de Mark Zuckerberg son fanáticos del bridge.
Los israelíes sospechosos. 
Lotan Fisher y Ron Schwartz, los jugadores israelíes acusados de hacer trampas, aseguran que se trata de calumnias motivadas por la envidia. Pero de momento se han retirado de las competiciones mientras la Federación israelí investiga las demandas. Fisher y Schwartz ganan mucho dinero con el bridge desde hace años. Fisher comenzó a jugar muy pronto y lo llamaban «el niño prodigio del bridge».

TÍTULO:  REVISTA XL SEMANAL - PORTADA - Daniel Graig: "Si tengo fantasías con Mónica Bellucci no es de su incumbencia",.


En portada

-fotos--Daniel Graig: "Si tengo fantasías con Mónica Bellucci no es de su incumbencia"

Está a punto de estrenarse su cuarta entrega de 'James Bond'. Y Daniel Craig ya siente la presión. "Mucha gente ha metido dinero en la película y mucha gente puede perder pasta", dice. Exactamente, 300 millones de euros. Una de las más caras de la historia. Sin embargo, ni con esas este galés -hijo de marino mercante- está dispuesto a morderse la lengua.
Daniel Craig preferiría cortarse las venas antes que hacer otra película de Bond. Eso dice. En realidad, es un sarcasmo. No es que renuncie al papel. Más quisieran algunos (va por ti, Damian Lewis).
Pero con cada nueva entrega de 007, y 'Spectre' es su cuarta, queda derrengado. Dos años de producción, ocho meses de rodaje... Por sus venas corre sangre inglesa y galesa. No se anda con tonterías. Si vuelve a hacer de Bond, lo hará por la pasta. Craig es el Bond más rentable de la historia. Sus tres películas anteriores de la saga han recaudado la friolera de 2023 millones de euros. Pero Spectre ya ha costado más de 300. Probablemente, es la película más cara de la historia.La cita es en un hotel de Londres. Craig se repantinga en un sofá, pero no puede estarse quieto. Estira la espalda, se bebe un botellín de agua de un trago. Conserva el físico de exjugador de rugby (las aseguradoras le prohibieron hace poco jugar en un partido benéfico por si le rompían la nariz). Las pupilas son de un azul grisáceo. Las orejas... No puedo evitar mirárselas. Los tabloides dicen que se ha operado para corregir las orejas de soplillo. Ya son ganas de buscarle defectos. Nadie es profeta en su tierra.
XLSemanal. Algunos todavía no le han perdonado que lo eligieran para hacer de Bond.Daniel Craig. Me costó tres películas demostrar que era el tipo adecuado. Pero ahora puedo decir que estoy donde quería estar hace diez años. Con un director como Sam Mendes. Con el mejor equipo del mundo...
XL. ¿Se ha dado el gustazo de derrotar a los escépticos?
D.C. Al principio no conseguía asimilarlo. Internet estaba empezando, yo leía todas aquellas críticas y me preguntaba: «¿Es que la gente no me quiere?». Pero luego te das cuenta de que Internet no es lo que piensa todo el mundo. Además, a la gente le importa muy poco quién hace de Bond. Lo que quiere es pasar un buen rato viendo una película.
XL. Las casas de apuestas ya le están buscando un sustituto.
D.C. Sinceramente, me importa un bledo.
XL. ¿Hay un Bond antes y después de Daniel Craig?
D.C. Lo intento. Cuando me dieron el guion de Casino Royale, fui muy obstinado. No quería hacer una película de Bond como las de antes. Quería una vida emocional para el personaje. Que Bond fuera más maduro, un poco más inteligente. Y el personaje, con cada película, es un poco más viejo; un poco más sabio.
XL. ¿Es difícil sacarle matices a un estereotipo masculino tan marcado?
D.C. Puede que Bond tenga muchos defectos. Es un misógino. Pero lo que hacemos es ponerlo en el mundo real. Buscarle mujeres fuertes. Y que surja el conflicto. Las cosas han cambiado. Afortunadamente vivimos en un mundo menos sexista... Así que no podemos seguir con el Bond de antes.
XL. Pero Bond sigue teniendo mucho atractivo para las mujeres, ¿por qué?
D.C. No sé, por el peligro... Por alguna razón Bond le gusta a las mujeres casadas. Les da un poquito de felicidad, un poquito de diversión... [irónico]. Un par de botellas de champán y, luego, coge la puerta y se va [ríe].
XL. ¿Y usted con quién se quedaría, con Léa Seydoux o con Monica Bellucci?
D.C. ¿Yo? ¿Daniel?
XL. Sí.
D.C. Oiga, que estoy casado. Llevo cinco años casado. Si yo tengo fantasías con Monica Bellucci, no es de su incumbencia.

XL. Vale, vale... ¿Lo de elegir a Monica como chica Bond es una reivindicación de la mujer madura?
D.C. No abrimos el debate deliberadamente, pero me alegro de que esté planteado. Monica es perfecta para el papel y es una bendición tenerla en la película.
XL. ¿Es usted consciente de las pasiones que levanta?
D.C. Trato de no serlo. Estar demasiado pendiente de uno mismo es malo para un actor. Me afeito y de vez en cuando me pongo un traje. Pero intento ser lo más natural posible.
XL. ¿Soñó alguna vez con interpretar a Bond?
D.C. No, a ver... De pequeño sueñas con ser Bond, o Superman, o Spiderman... Pero es un sueño infantil, no algo que te plantees como actor. No tenía ningún deseo de hacer de Bond. Pero me dieron la oportunidad. Y lo disfruto. Es un trabajo muy duro. Ha sido mi rodaje más duro. Acabé reventado.
XL. No se queje...
D.C. Incluso el mejor trabajo del mundo, y este es uno de los mejores, puede ser duro. Han sido dos años. Es agotador. Hay mucha presión. Mucha gente ha metido dinero. Y mucha gente puede perder pasta.
XL. La producción es descomunal, con miles de extras... Pero los más jóvenes verán la película en el móvil.
D.C. ¡Qué lástima! La vida moderna apesta. De verdad, apesta. Espero que metamos a suficiente gente en los cines para que aprecien el trabajo del director de fotografía... Ha hecho que la película sea exquisita. En fin, es lo que hay... no se puede luchar contra ello.
XL. Cuando ve a la gente caminando por la calle hipnotizada por sus móviles, ¿qué piensa?
D.C. ¡Que se van a matar! ¿Y qué me dice de los selfies? La gente se mata de verdad. La atropella un autobús. Qué manera más horrible de irse. ¿Cómo murió? Haciéndose una foto a sí mismo. Eso va a tu epitafio. Que te parta un rayo, que mueras escalando una montaña... ¡Pero haciéndote una foto! Joder... Hay un estudio que dice que, si estás hablando por el móvil, tu cerebro se desconecta del mundo a tu alrededor. Y cuando cuelgas, tarda de treinta segundos a un minuto en reconectarse. Y es cierto. Le dices algo a alguien y tarda en responderte... «Eh, ¿qué?...». Está todo el mundo como despistado. En fin, ¡qué contento estoy de ser mayor!
XL. ¿Cómo se las han arreglado para mantener las sorpresas de la película, y más aun teniendo en cuenta los ataques de los hackers contra Sony, la productora?
D.C. Fuimos muy cuidadosos. Hemos tenido muchas filtraciones, aunque de versiones que no eran la definitiva. Pero hubo que guardar la película bajo siete llaves.
XL. Hoy es muy difícil mantener un secreto...
D.C. Cuando yo era un chaval, no te chivabas. Incluso si un compañero te zurraba en el colegio y os llevaban al despacho del director y el director te preguntaba si esa persona te había pegado, decías que no. Porque si te chivabas, eras un blando. Y los demás te consideraban débil. Yo me crie así. Por eso no entiendo lo de las redes sociales. Y estoy muy feliz de no entenderlas.
XL. ¿Qué es lo que no entiende?
D.C. Que salgas por ahí con tus colegas y que un amigo tuyo te haga una foto con el móvil mientras estás tirado sobre tu propio vómito y que la suba a Internet... Eso es una traición. Si eso me lo hace un amigo, ese tío deja de ser mi amigo automáticamente. No entiendo cómo la gente exhibe sus cosas más personales. Es que no lo pillo... Supongo que es algo generacional. Me estoy convirtiendo en el hombre solitario del bosque que grita: ¡fuera de mi propiedad!
XL. ¿Con la tecnología se pretende, en última instancia, controlar nuestras vidas?
D.C. ¡Ahí le ha dado! He visto Citizenfour [el documental sobre Edward Snowden y sus revelaciones sobre la red mundial de espionaje]. Sí, pues claro que sí. El control. Por eso, la tecnología es tan asequible. Cuando yo era un niño, estaba prohibido tener walkie-talkies. Iba contra la ley. Porque el Gobierno creía que si tú tenías la posibilidad de comunicarte con alguien podías montar una revolución. Que la gente podría organizarse. Luego los permitieron porque el Ejecutivo entendió que los beneficios eran mucho mayores. Algo de esto hay en la película.
XL. ¿No tiene la sensación de que la gente lo que quiere es quitarse responsabilidades de encima y que otros decidan por ellos? Si hasta el navegador del coche nos dice por dónde tenemos que ir. Y en el futuro ni siquiera conduciremos.
D.C. Ya, lo hará un ordenador.
XL. Y en caso de accidente...
D.C. Sí, sí... Será el ordenador de a bordo el que decida quién muere. Pero no hace falta irse al futuro. Ya hay compañías de seguros que te instalan un chisme en el coche y, si eres un buen conductor, te bajan la póliza. Pero lo que hacen es espiarte. Al final, todo es un negocio. Se trata de dinero.
XL. Usted se ha involucrado tanto en la producción que incluso fue quien contrató al director.
D.C. Hacía un par de años que no veía a Sam Mendes. Y estábamos en una fiesta, bastante borrachos. Nos sentamos, charlamos un rato, nos pusimos al día... Y le pregunté a bocajarro si quería dirigir la nueva película de Bond. Y se lo pensó durante treinta segundos.
XL. Tan fácil...
D.C. Sí, fue algo instintivo. Además, es inglés. Y entiende la peculiaridad de Bond. Es un director soberbio de grandes películas. Hay pocos directores que sepan dirigir grandes filmes. Y Mendes es uno de los pocos.
XL. ¿Le han cambiado mucho la fama y el dinero?
D.C. Intento que mi vida sea normal. Lo intento por mí y para proteger a mi familia. No tengo la privacidad que me gustaría tener. Ese es el precio. Pero hay muchos beneficios. Yo procuro tener los pies en el suelo, porque cuando empiezas a creértelo la gente te trata diferente. Se ríen de tus chistes, piensan que eres ingenioso... Pero soy normal. No soy tan divertido ni tan inteligente.
XL. ¿No hay ni una pizca de Bond en usted?
D.C. Nada, en absoluto. Interpreto un papel. No soy demasiado valiente ni decidido.
XL. ¿Nada nada?
D.C. Tengo un par de buenos coches. Pero no los conduzco demasiado rápido porque tengo hijos... Odio los gadgets. En las películas de Bond siempre tiene que haber. Pero yo solo uso el teléfono móvil para telefonear, y me gustaría no tener móvil. Y uso el correo electrónico porque no tengo más remedio. Bueno, me gustan los martinis. También me gustan otras bebidas... Bebería Heineken si pagaran tanto dinero [ríe]. Pero si me comporto como James Bond en casa, ¡me echan!
XL. ¿Se la trae al pairo la corrección política?
D.C. No sé [a la defensiva]. ¿Por qué pregunta eso?
XL. Por reconocer que le gusta beber.
D.C. ¿Está mal? No bebo mucho, ¡eh! Y solo cuando he terminado una película. Nunca cuando estoy rodando. ¿Es que la gente ya no se emborracha en las fiestas?
XL. Bueno, Bond ya no fuma en las películas.
D.C. Porque fumar mata... [Ian Fleming, el creador de 007, fumador empedernido, murió de cáncer de pulmón]. Y también beber puede matar.
XL. Y una licencia para matar, como la que tiene Bond, también mata.
D.C. Es la ambigüedad moral del personaje. Pero es una película de acción. Y tampoco te puedes poner muy serio. Tu trabajo es entretener a la mayor cantidad de gente posible, sin ofender a demasiadas personas.
XL. ¿De joven fue usted tan gamberro como lo pintan?
D.C. Cuando era estudiante, me metí en unos cuantos líos. Se supone que tienes que ir a la universidad, convertirte en médico, conseguir un trabajo decente... Pero fracasé miserablemente. Así que me hice actor y aquí estoy [ríe].

Sus dos mujeres
Arriba, con Monica Bellucci, la protagonista de la nueva entrega de Bond. Abajo, con su mujer, la actriz Rachel Weisz (45), quien, como él, aporta un hijo de un matrimonio anterior.

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