El año 2013 se presentó para el deporte español
como la oportunidad para limpiar las dudas sobre sus actuaciones. Años
después de suposiciones, de amenazas y de filtraciones el -foto--doctor
Eufemiano Fuentes se sentaba en un juzgado para responder por su sistema
de dopaje para deportistas de élite. Pero después de un mes de
comunicaciones en clave y de testigos que sólo confesaron lo que habían
comentado anteriormente el sainete acabó con la condena de un año de
prisión y cuatro de inhabilitación para el doctor y de cuatro meses de
cárcel para Ignacio Labarta. Después de la sentencia, los observadores
internacionales se asombraron con la negativa de la Justicia española
para entregar las más de 200 bolsas de sangre del laboratorio del médico
canario que podrían servir para identificar a otros deportistas.
Tampoco convencieron las escasas revelaciones de nombres, que se
centraron en el ciclismo.
A la mala imagen de 'operación Puerto' se sumaron
más argumentos. Marta Domínguez, considerada de manera oficiosa la mejor
deportista de España, no fue castigada por las autoridades deportivas
después de que la juez de la 'operación Galgo' invitara a ello por los
indicios de dopaje. Así, la palentina se unió a la lista de deportistas
sin castigo a pesar de que una de las bolsas Eufemiano estaba etiquetada
con el nombre de su perro (procedimiento habitual de Fuentes) y de que
su número de teléfono se encontraba en su poder. Fue la Federación
Internacional de Atletismo la encargada de suspender a la senadora
porque el pasaporte biológico de la deportista señalaba «altamente
probable» las prácticas dopantes.
Las autoridades aprobaron en verano una nueva ley
que se adecuara a las exigencias de la Agencia Mundial Antidopaje, se
llevaron a a cabo algunas operaciones policiales contra el tráfico de
sustancias prohibidas y la nueva agencia española descubrió en su primer
mes cuatro resultados anómalos (tres atletas y un jugador de
baloncesto). Sin embargo, la percepción de tolerancia se mantuvo en los
ambientes internacionales y las dudas aparecieron incluso en la
presentación final de Madrid como candidata para los Juegos Olímpicos de
2020. El británico Adam Pengilly y el noruego Gerhard Heiberg
preguntaron por la 'operación Puerto' y «la destrucción de las bolsas de
sangre» animados por las inquietudes de varios deportistas. Onye
Ikwuakor, director del departamento jurídico de la Agencia Antidopaje de
Estados Unidos, también había pinchado en la burbuja de confianza.
Además, a finales de año, la veterana tenista Nuria Llagostera
sorprendió a la WTA porque en la investigación por su positivo con
metanfetamina aseguró desconocer factores fundamentales en los
protocolos de control. Desconocía como rellenar los formularios.
Olano, puesto en duda
Los frentes no acabaron ahí. Preguntado por qué
pensaba que la mayoría de los ciclistas norteamericanos del US Postal,
encabezados por Lance Armstrong, se habían establecido en Girona y
contaban con médicos españoles, Ikwuakor aseguró: «Sencillamente porque
sabían que aquí iban a ser más fáciles sus actividades dopantes».
Precisamente el ciclista texano fue uno de los señalados en el año 2013.
Comenzó con una declaración calculada en la televisión de Estados
Unidos para confesar su dopaje y terminó el año con la penitencia de
disculparse ante sus antiguas 'víctimas' en una maniobra para recuperar
cierto prestigio y patrocinadores. Además, salpicó a España en una
entrevista en Le Monde en la que aseguró que «los grandes clubes de
fútbol» influyeron en la sentencia de la 'operación Puerto' en un año en
que Iñaki Badiola enseñó la contabilidad de la Real Sociedad antes de
llegar al club con el pago de medicamentos a Eufemiano Fuentes y el
exjugador Sander Westerveld reconoció que algunos compañeros recibían
inyecciones «antes y después de los partidos».
Otro ciclista de una generación próxima, Abraham
Olano, fue despedido como asesor de la Vuelta a España después de que
apareciera su nombre en una lista de controles retroactivos del Senado
francés con un positivo por EPO. La iniciativa de París, que también
delató a Laurent Jalabert, se encuadró entre las novedosas reacciones de
las autoridades de algunos países para afrontar el problema de los
tramposos y de los problemas para la saluda. En Australia, donde el
deporte es casi una religión, una comisión reconoció «hallazgos
estremecedores» y que el dopaje es una práctica generalizada a nivel
profesional.
En el resto del mundo el atletismo acumuló
varapalos con más descubrimientos. Tyson Gay y Nesta Carter, dos de los
diez atletas con mejores marcas en los 100 metros, dieron positivo;
varios maratonianos fueron 'cazados' en el vivero de la resistencia de
Kenia, la antigua directora de la Agencia Antidopaje Jamaicana (Jadco)
reconoció que no se practicaron controles durante los «cinco o seis
meses» anteriores a los Juegos de Londres en la potencia de la velocidad
y un informe en Alemania redujo sus conclusiones sobre el dopaje
sistematizado y la colaboración de las autoridades.
TÍTULO: EL DECIMO EXTRA DEL AÑO NUEVO,.EMPECE CANTADO MIS BOLEROS CON MI GUITARRA EN LOS PUBS,.

-fotos--EL DECIMO EXTRA DEL AÑO NUEVO,.EMPECE CANTADO MIS BOLEROS CON MI GUITARRA EN LOS PUBS,.
Celso Albelo se ha convertido en solo siete años
en la voz lírica española con mayor proyección internacional. En poco
tiempo ha pasado de cantar boleros en pubs y en la tuna universitaria a
interpretar óperas como 'Pagliacci' y 'La sonámbula' en la Scala de
Milán o el Covent Garden. Los galardones, como el Oscar de la Lírica de
la Fundación Verona per l'Arena, que recibió hace un par de años, y su
debut en todos los grandes templos operísticos -se le resistía el Met de
Nueva York y hace unos días cerró un compromiso para dentro de un par
de temporadas, «pero no puedo desvelar el título», se adelanta antes de
que se lo preguntemos- le han aupado a un lugar privilegiado. Para
colgarle más méritos hay que decir que es de los pocos cantantes
españoles que forman parte de la programación del Teatro Real en un
papel protagonista, a excepción de Plácido Domingo y Ainhoa Arteta (en
los últimos años).
Después de su debut en el coliseo madrileño hace
tres temporadas con 'Rigoletto', en el que compartió escenario con su
padrino y amigo Leo Nucci (quien protagonizó el primer bis del Real en
tiempos modernos), ha regresado hace unos días por la puerta grande con
el papel de Nemorino, en 'L'elisir d'amore' de Donizetti. Un personaje
con el que Albelo ha pasado ya a la historia de la ópera gracias al
aria 'Una furtiva lágrima', que tuvo que repetir ante las demandas del
público de la Fenice de Venecia, el teatro Massimo de Palermo, la Ópera
de Hamburgo y también en el Palacio Euskalduna. Casi nada. Una hazaña
que coincidió en el tiempo con los bises de otro grande de la lírica,
Juan Diego Flórez (por el aria 'Ah mes amis', de Donizetti). El tenor,
que tiene compromisos hasta 2017, cerró pasado día 20 su actuación en
Madrid, para debutar el próximo mes de enero en el Liceo de Barcelona
con 'La sonámbula', de Bellini.
- Tengo que preguntárselo. ¿Piensa en los bises antes de salir al escenario?
- Uno no empieza una producción pensando en el
bis. Eso son circunstancias que pasan, no es una regla general. Es algo
que sucede muy de vez en cuando. Ya se verá...
- En la producción de Damiano Michieletto la
acción se ha trasladado a la actualidad, y se desarrolla en una playa,
con chiringuito incluido. ¿Qué le parece este montaje?
Yo canté con este montaje en Palermo, y está muy
bien hecho. Siempre he sido muy crítico cuando cambian las óperas de
época, pero aquí está muy lograda. La gente va a ver una playa en plena
Navidad (se ríe). Es muy realista, y es una de las producciones de
'L'elisir' que más me gustan.
- Año de celebraciones del bicentenario de Verdi, su 'Rigoletto' también ha marcado positivamente su carrera.
- Junto con 'L'elisir' es la ópera que más he
representado. La habré cantando en 80 representaciones, representaciones
pagadas, claro... (se ríe), como diría Leo...
Admiración por Leo Nucci
- Se refiere a Leo Nucci, imaginamos, persona fundamental en su carrera.
- Conocerle fue un momento de suerte en mi vida.
Siempre le digo que le debo la carrera; y me contesta que «al final el
que se sube al escenario eres tú». Yo estaba estudiando en la Academia
de Busseto con Carlo Bergonzi, alguien muy importante también para mí.
Había ahorrado algo de dinero dando conciertos escolares y decidí
invertirlo en aquel viaje. Tenía entonces 29 años.
- ¿Y qué ocurrió?
- Allí me pasaron dos cosas. La primera, que
conocí al director de orquesta Nello Santi, que me hizo una audición con
'Don Pasquale'. Recuerdo que le canté hasta el índice. Me preguntó si
era capaz de cantarlo en Zúrich, y le contesté que si él era capaz de
llevarme yo lo cantaba. La segunda sucedió en el concierto de fin de
curso, donde el principal invitado era Leo (Nucci), que me preguntó con
quién trabajaba y le dije que no tenía agente, que esa era mi última
oportunidad. Me pidió los datos... y hasta el día de hoy, que estoy
trabajando con su agente.
- Usted, que casi llegó por casualidad a la ópera,
en siete años ha tocado el cielo. ¿Se ha parado a pensar en todo lo que
le ha sucedido en este tiempo?
- Una vez que descubrí la música quise vivir de
ella, pero de otra manera. Nunca me esperé estos premios. Lo cierto es
que esto me llegó con casi 30 años, cuando ya tienes ciertos criterios
de la vida y sabes que es muy bonito, que es muy sacrificado, pero
también que lo verdadero de la vida de una persona no lo encuentras en
el mundo de la ópera. Yo lo he intentado asimilar con la mayor
tranquilidad. Es cierto que no me han regalado nada, estudio muchísimo.
Aunque la gente me compara o dicen que imito a Alfredo Kraus, y sí es
cierto que para mí es un punto de referencia, pero yo pretendo hacer las
cosas a mi manera. Además, representamos dos etapas en la lírica que no
tienen nada que ver la una con la otra.
- Como Kraus, usted tiene un repertorio muy concreto del que no se sale.
- En estos siete años he cantado muchos roles, y
en todos me he sentido bien. La virtud que he tenido y sigo teniendo es
que el producto que yo ofrezco es justo lo que me demandan.
- La gente sigue queriendo escuchar bel canto, aunque dicen que faltan buenas voces para interpretarlo.
- Es la eterna discusión. Sucede como en el
deporte, que antes se batían más récords, se corría mejor y más rápido.
Yo no estoy de acuerdo con que todo lo pasado es mejor. Es diferente y
no se pueden medir por el mismo rasero. Hay que entender cada momento
según los contextos históricos.
- De no haber hecho carrera en la música, alguna vez ha dicho que habría terminado siendo un gamberro de barrio...
- Tal vez. Yo empecé en la tuna y tocando la
guitarra en los pubs, cantando boleros. Vivía la noche, me gustaba mucho
y me divertía mucho.
- ¿Ya no le divierte?
- ¿Sabe cuándo me di cuenta de que estoy
cumpliendo años? Cuando hace poco me fui a tomar un vino con mi hermano y
me escuché a mí mismo diciendo: 'Esto ya no es lo que era'. Y pensé:
'Estoy mayor'. Sí, claro que me gusta la noche y la diversión. Y creo
que soy una persona muy simpática para salir. Siempre busco el lado
positivo de las cosas. (Risas).
Sin derecho «al pataleo»
- Algo de lo que muchos cantantes se quejan es de la soledad de los hoteles cuando pasan largas temporadas lejos de casa.
- Al final te acostumbras. Yo elegí esto y he
asumido lo que conlleva. A veces no es fácil, pero menos fácil es
trabajar y no saber si llegas a final de mes. Yo no tengo derecho al
pataleo.
- ¿Va a ampliar su repertorio?
- Acabo de interpretar en China, en la Ópera de
Guangzhou (donde le han nombrado asesor artístico honorífico, junto con
otras personalidades como Mutter y Ashkenazy) el papel de Alfredo de 'La
Traviata'. Y el debut en Europa de este papel lo haré en La Coruña,
donde me apoyaron siempre. Luego, en enero de 2015, debutaré en el papel
de Arnold en 'Guillermo Tell'.
- Hace dos años decía que aún no había llegado el mejor Celso Albelo. ¿Está al caer?
- No, no va a llegar nunca. Ser inconformista nunca fue malo. Es algo que no me quita el sueño.
- Acaba de cumplir 37 años, se acerca a la cuarentena, una edad crítica para los tenores. ¿Le preocupa? ¿Se lo ha planteado?
- Sí, es algo para lo que me estoy preparando,
escuchando cada vez más el aparato, mi voz, con paz, calma y sosiego.
Hay que saber entenderlo. La gente habla de carreras de 30 o 40 años,
pero que me digan quién ha hecho carreras tan largas. Podemos citar a
Plácido Domingo, que es extraterrestre; o Leo Nucci... Son unas
excepciones.
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