La meteórica racha del Plasencia Extremadura ha durado al
final diez partidos. El encargado de hacer morder el polvo por primera
vez a los placentinos, el Fragata Morón, ha sido el responsable de
cortar un récord de triunfos que no encontraba parangón desde el siglo
pasado. Victoria del Morón en el duelo de líderes que allana el camino
hacia el título para los sevillanos, que cobran un partido de ventaja
sobre los placentinos y el 'básketaverage'. Los cerca de 1.000
aficionados que se dieron cita en La Bombonera, que quisieron rendir
tributo a este equipo ya histórico, se fueron a casa con un muy mal
sabor de boca y siendo testigos de los que han sido, posiblemente, los
peores últimos diez minutos en años. Y es que el 67-85 final, en honor a
la verdad, es totalmente engañoso.
Los primeros instantes significaron las primeras ventajas
del Plasencia, que alcanzaron en el 5-2 su máxima expresión. A partir de
ahí, la entrada en juego de Joaquín Cabral disparó al Morón en el
marcado (7-17) que obligó a Jesús Porras a parar el partido con el
objetivo de buscar soluciones alternativas.
La desventaja no fue decreciendo en el inicio en el segundo
parcial a pesar de que, sobre el papel, el Plasencia se mostraba
superior en el rebote en las dos zonas. Sin embargo, la inteligencia de
movimientos en la pintura de Chemari Morales, que llegó a firmar 13 de
los primeros 28 puntos de su equipo, devolvió la máxima de diez en el
minuto 14 (21-31). El juego se desarrollaba entre posesiones largas y
salida con criterio de los visitantes y, por otra parte, ramalazos
pasionales, que suponían un cara o cruz en el signo del encuentro. Si
hasta ese momento había salido cruz, una presión asfixiante del Morón
mostró la otra cara de la moneda. Hasta tres recuperaciones seguidas sin
pasar del campo sevillano provocaron la igualada gracias a un mate de
Mario Álvarez (32-32).
La tendencia al alza del Plasencia era neutralizada por el
Morón desde los 6,75 metros. En el Plasencia, poco acertado tanto de 3
como en los libres, se confiaba a la casta de Mario Álvarez y Jesús
Vargas para mantener abierto el partido (57-58).
Y entonces llegó la debacle. Tras unos primeros compases de
incertidumbre -se puso 61-60- se apagó la luz y el equipo jerteño
reinventó los minutos de la basura, antes conocidos como el periodo en
el que está todo decidido, ahora como el intervalo en el que hacerlo
peor es imposible. Ni hubo presencia, ni inspiración, ni alma en la
cancha ni soluciones en el banquillo, que sólo hizo un amago de revertir
la situación con el 61-64 del minuto 33, cuando Jesús Porras solicitó
un tiempo muerto. El técnico placentino mantuvo en pista a cuatro de los
cinco que iniciaron el parcial, buscando acortar por la vía rápida con
tiros de 3 de Pedro Blázquez que nunca llegaron y restando protagonismo a
un Jesús Vargas que se había marchado con 15 puntos y 20 de valoración
en los primeros 30 minutos. Al final el 67-85 dolió y dolió mucho, más
que por la derrota -relativa ante la enorme temporada del Plasencia-,
por la forma como se fraguó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario