En un programa de televisión al que acudo
para promocionar mi último libro, me piden el nombre
de una heroína del siglo XXl. Pienso en la larga lista de
mujeres valientes y luchadoras a las que he dedicado esta
columna. En las protagonistas de grandes historias de superación
personal y de lucha por la dignidad femenina. Y
en las que se atreven a enfrentarse al crimen organizado
y pagan con su vida
. Como María Santos Gorrostieta, un
extraordinario ejemplo de lucha y compromiso. Cuando,
hace dos años, apareció su cuerpo sin vida en una cuneta
del estado de Michoacán, apenas fue noticia.
En México,
donde cada día seis mujeres son asesinadas, era una víctima
más de la guerra contra el narcotráfico.
María fue elegida alcaldesa de Tiquicheo, una pequeña
ciudad devastada por la violencia de los cárteles de la
droga. Casada y madre de tres hijos, fue muy valiente al
aceptar el cargo, teniendo en cuenta que en su país los ediles
son las principales víctimas de los sicarios.
Su elección
no gustó a las mafias porque les plantó cara públicamente.
Sufrió su primer atentado cuando fue herida por varios
impactos de bala en una emboscada. La acompañaba su
esposo, que murió en el acto; pero ella sobrevivió y no se
dio por vencida. Continuó, desafiante, al frente de la alcaldía
para cumplir con su responsabilidad. Tres meses
más tarde, unos hombres con el rostro cubierto y rifles de
asalto volvieron a dispararle en la carretera, cuando viajaba
de gira en su coche oficial.
Esta vez le alcanzaron seis
balas en todo el cuerpo pero, milagrosamente, se salvó.
En apenas dos años, su vida había dado
un vuelco.
De ser una mujer felizmente casada, sana y
muy activa, ahora padecía graves secuelas. Harta de que
sus adversarios políticos, y hasta los miembros de su propio
partido, la acusaran de que todo era un montaje para
aumentar su popularidad, difundió unas duras imágenes,
que mostraban las cicatrices de su cuerpo, y un mensaje:
“Sigo en pie a pesar de las heridas y las desgracias que
han golpeado a mis hijos y a mi familia, y a la lucha constante
por mejorar como persona y como dirigente de un
pueblo que aún confía en mí”.
A pesar de las amenazas, la exalcaldesa regresó a su
trabajo. Se presentó a congresista de la Unión Mexicana y
se volvió a casar. No logró el puesto y se retiró de la política,
pero su destino ya estaba marcado. E
l 12 de noviembre de
2012, llevaba a su hija pequeña al colegio cuando un coche
se cruzó en su camino. Fue obligada a salir del vehículo
y agredida ante varios testigos.
Al conocer su secuestro,
su familia esperó una llamada pidiendo un rescate. P
ero
nunca llegó y ocho días más tarde encontraron su cadáver
con signos de haber sido torturada. Tenía 36 años y no
llevaba escolta en un país donde la valentía se paga con
la vida.
Ella es una de mis heroínas anónimas, una mujer
que no quiso doblegarse ante el terror y la sinrazón.
TÍTULO: EL HOROSCOPO, Teresa Perales ¿ te atreves a cambiar tu vida?
La piscina no es el único recinto donde esta campeona gana medallas. Tras
convertirse en la primera mujer que recibe la Gran Cruz al Mérito Deportivo,
nos desvela algunas claves de su éxito.

Está eufórica y se nota. A
-foto-Teresa Perales, la vida no deja
de darle premios. Tal vez porque
se los merece. Y porque
los busca. Después de los
22
metales que ha acumulado en
cuatro Juegos Paralímpicos,
S. M. el Rey acaba de otorgarle
la
Gran Cruz del Mérito
Deportivo, la distinción más
alta que puede recibir un
deportista español. Solo 17
pueden incluirla en su palmarés.
Ella es la primera mujer.
Y la primera paralímpica.
Aunque el auténtico protagonista
del acto fuera Nano, su
hijo de cuatro años, el amor
de su vida.
La distinción le llega en un
momento dulce a esta zaragozana
de 38 años, que desde
los 19 va en silla de ruedas
por una enfermedad y que
hace dos años recibió el
premioMujer hoy. Ha vuelto a la
competición tras unos meses
de sequía y se siente “muy
fuerte, muy competitiva”. En
la mente, los Juegos de Río de
Janeiro, en dos años. Pero hay
más: nuevos proyectos profesionales
y el
libro que presenta, 'La fuerza de un sueño'.
Mujer hoy. ¿Cuál es el sueño
que le ha dado tanta fuerza?
Teresa Perales. He tenido
muchos. El deportivo está
en evolución: empecé por
aprender a nadar y ahora es
ganar más medallas. Ha ido
creciendo y es ambicioso, porque
seguir con 38 años tiene
su aquel. Nunca me planteé
lograr 22 medallas. De hecho,
no me planteo cuántas ni cuáles
quiero ganar en Río. Eso sí,
a la mínima posibilidad que
vea, voy a por ello.
MH. ¿Le queda algún sueño todavía
por cumplir?
TP. El profesional, que me tiene
atrapada. Estoy viviendo un
momento intenso, me he
abierto camino en el mundo
del “coaching”, trabajando con
ejecutivos y empresas.
MH. ¿Y personalmente?
TP. Estoy tan feliz que, por ahora,
no me planteo nada más.
MH. Su libro comienza con una frase
muy dura: “Si alguien me dijera
que podría volver atrás y no
quedarme en una silla de ruedas,
le diría que no, si eso significase que no iba a vivir las experiencias
que he tenido desde
el día que dejé de caminar”.
TP. Es una frase que refleja lo que
soy. Si te quedas con la primera
impresión, no sirve; lo que
sirve es todo lo que he hecho
con la silla de ruedas. No gracias
a ella, pero sí con ella. Y
ha sido muy chulo, he hecho
cosas interesantes, lo he pasado
muy bien y no tengo por
qué cambiarlo. Sobre todo,
porque si tuviera que olvidar
lo que he hecho y no tener a
mi hijo... No, no, por favor.
MH. Usted reconoce que ha conseguido
cambiar las miradas de
pena por las de admiración.
TP. Sí, es muy bonito. Primero,
porque ya no tengo que explicar
nada, hay mucha gente
que me conoce. Ya nadie se
plantea: “Pobrecita, se ha quedado
en una silla de ruedas”,
sino, “¡Ostras! ¡Ha ganado 22
medallas paralímpicas!”. Es
distinto, lo noto cuando voy a
un colegio. He visto a niños y
a mayores llorar, emocionarse,
hacerse fotos conmigo... Eso
es muy bonito. Y cuando lo ve
mi hijo, es el doble de bonito.
MH. Su biografía es el mejor ejemplo
de que los sueños se cumplen,
pero se ha sacrifi cado mucho.
¿Qué le ha costado más?
TP. No vale con tener motivación,
con querer algo, vale con
ponerte a hacerlo, con sacrificarte
y esforzarte. Así disfrutas
más de las cosas: cuando
las consigues y en el camino.
No es negativo levantarme
todos los días a las cinco de la
mañana para entrenar. ¿Me
cuesta? Claro, pero es tan
chulo el sueño que hay en el
horizonte que merece la pena.
Y eso da sentido a la vida.
MH. En su libro asegura que no sabría
definir la felicidad, pero a la
vez dice ser una mujer feliz.
TP. Soy feliz, pero es un término
que se me queda corto y es
distinto para cada persona.
MH. Y asegura que es algo que todos
podemos conseguir.
TP. Sí, absolutamente. Creo que
hay gente que no se atreve a
querer ser feliz. Tenemos tendencia
a ser protagonistas de
nuestros dramas, y yo prefiero
destacar por ser feliz que por
todo lo contrario.
MH. Pero hay problemas, situaciones
que marcan, como la crisis...
TP. Sí, pero en momentos determinados.
¿Qué necesitas para
ser feliz? ¿Un nivel de vida
muy alto? Pues he conocido a
gente que no tenía nada que
llevarse a la boca y era muy
feliz. Eso te hace reflexionar
sobre nuestro concepto de
felicidad. Y descubrimos cuál
es la esencia cuando se nos
suprimen cosas, cuando volvemos
a lo básico, a la esencia.
MH. Usted ha desarrollado una teoría,
el “espiralismo”, que dice
que podemos rodearnos de una
espiral de felicidad. ¿Quiénes le
ayudan a seguir en ella?
TP. Mi familia y los pequeños gestos
me mantienen en el centro.
Pero hay que esforzarse. A
veces, las cosas no me salen. Y
yo también vivo la crisis: ¡soy
autónoma!! [Risas]. Sé lo que
es el vértigo de pensar qué va
a pasar el mes que viene, o en
verano, cuando estaré entrenando
y no podré trabajar...
Vivo esa agonía, pero procuro
bajar un poco el escalón.
Y esos momentos de presión
muchas veces te hacen sacar
lo mejor de ti, la creatividad,
la imaginación. En plena crisis,
he conseguido montarme
un trabajo, lo he creado y me
siento muy orgullosa.
MH.También dice que “no hay peor
sensación que echar la vista
atrás y arrepentirte de lo que no
has hecho”. ¿Hay algo que no
haya intentado?
TP. ¡Eso es horrible! Es mejor
decir: “Me he equivocado, no
me ha salido”. Creo que no
me he dejado nada, al menos
lo importante. Al principio,
en la competición, había algo
que me frenaba. Tenía miedo
a ganar, pero perdí ese miedo.
MH. ¿Eso sucede porque nos “autosaboteamos”?
TP. Sí, yo vivo esa pelea: “Teresa,
no vayas hoy a entrenar, llevas
un montón de años, y para
qué”. Y por otro lado piensas:
“Quieres ir a Río y no de turismo,
así que ponte las pilas”.
Podemos frenarlo haciéndolo
consciente, dándonos cuenta
de que caemos en él al decir:
“No puedo, no sé, no me sale,
no soy capaz”. Está en tus
manos hacer las cosas y cambiarlas,
ese es el primer paso.
MH. ¿Por qué no nos atrevemos?
TP. Porque pensamos qué haremos
cuando lo logremos. Pero
siempre hay un después, otro
sueño por cumplir. El deporte
te enseña que todos tenemos
capacidad de superación, de
resiliencia, de sobreponernos
a todo. Otra cosa es que queramos
hacerlo. No me sirven
las excusas, no me sirve pensar
que hay crisis para buscarme
la vida. Lo único que no se
cumple es lo que no intentas.
MH. “Lo mejor de los sueños es que
la realidad puede superarlos”,
afirma. ¿En su caso ha sido así?
TP. Sí, totalmente, por más que en
mi cabeza intentaba imaginarme
como sería ganar o tener
una familia, siempre me he quedado
corta. La vida está siendo
mejor de lo que podía imaginar
con 15 años, cuando perdí a
mi padre, o con 19, cuando me
quedé en una silla de ruedas.
Nunca podía haber imaginado
una vida tan plena.
Entrenar las emociones
● El libro que ha
escrito Teresa Perales
revela algunas
claves de la actitud
positiva y la voluntad
transformadora
que le han llevado
a convertirse en la
deportista española
más laureada.
'La fuerza de un sueño, editorial Conecta.
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