Barcelona: Valdés, Dani Alves, Piqué,
Mascherano, Adriano, Xavi, Busquets, Iniesta (Song, min. 76), Messi,
Cesc (Alexis, min. 70) y Neymar (Pedro, min. 83).
Real Madrid: Diego López, Carvajal,
Varane, Pepe, Marcelo, Khedira, Sergio Ramos (Illarramendi, min. 55),
Modric, Di María (Jesé, min. 75), Bale (Benzema, min. 60) y Cristiano
Ronaldo.
Goles: 1-0: min. 18, Neymar. 2-0: min. 78, Alexis. 2-1: min. 90, Jesé.
Árbitro: Undiano Mallenco (Navarro). Tarjetas amarillas a Busquets, Sergio Ramos, Adriano, Bale, Khedira y Marcelo.
Incidencias: Partido correspondiente a
la 10ª jornada de Liga, disputado en el Camp Nou. 98.761 espectadores.
Antes del encuentro, la afición azulgrana formó un gran mosaico con el
lema 'Força Tito', con el que quiso dar todo su apoyo a Tito Vilanova.
El primer clásico de la temporada, el Barça-Madrid, estaba
anunciado como un choque de trenes entre los dos capos del fútbol
español, un duelo de altos vueltos entre los mejores jugadores del
mundo, entre Messi y Cristiano Ronaldo, entre Neymar y Bale, y acabó
como un enfrentamiento muy vibrante, intenso, pero no del todo brillante
en el juego, en el que se impuso el menos malo y el que acertó con dos
golazos. En este caso fue el Barça, que firmó una buena primera parte,
aprovechó mejor sus oportunidades y supo sufrir cuando el rival apretó.
El Madrid, en cambio, fue una sombra de equipo en los primeros 45
minutos, se rehizo tras el descanso y pudo empatar cuando el partido iba
ajustado, porque Benzema estrelló un derechazo al palo y Cristiano fue
objeto de penalti. Sin embargo, al equipo merengue le faltó juego,
llegada y un patrón.
El Real Madrid, que cae a seis puntos de los azulgrana,
sale muy 'tocado' del clásico. Sus jugadores parecen desorientados,
confusos, no encuentran el norte y su fútbol sufre cuando no pueden
explotar las contras. Más allá de la casta, a día de hoy el Madrid
ofrece poco. Pero sobre todo, sale 'tocado' el técnico blanco, Carlo
Ancelotti, que sorprendió con varias decisiones, todas ellas equivocadas
y a la postre decisivas para el desenlace del choque.
La primera, en el centro del campo. Buscó el músculo, la
experiencia y la contundencia con Sergio Ramos en el eje de la medular y
renunció a la creación y la salida más oxigenada que le ofrece
Illarramendi. El italiano esperaba una guerra en el centro del campo y
quiso armarse con el defensa sevillano, al que se vio aseado con el
balón, aunque desubicado, por lo que entorpeció la construcción,
especialmente cuando entraba en acción Modric, que no acabó de
encontrarse junto al de Camas y Khedira.
La otra decisión de Ancelotti que no tenía explicación
estaba en la delantera. Prescindió del '9' (Benzema empezó en el banco y
Morata vio el partido desde la grada) y se la jugó con Di María, Bale y
Cristiano como tridente algo extraño. Además, la tripleta blanca cambió
tanto sus posiciones que al final ninguno de ellos dio la impresión de
saber dónde jugaba. Ni Ronaldo se sentía peligroso, ni Di María se
nutría de balones para encarar al contrario. Lo de Bale ya es otro
cantar. Cien millones no los vale nadie, pero muchos menos él, que a día
de hoy está a años luz de parecer el futbolista más caro del planeta.
Ancelotti tiene un problema: tiene que hacerle jugar, aunque da la
impresión de que no sabe muy bien dónde ponerle. Su rodaje se antoja
complicado. En definitiva, el Madrid no sabía muy bien a qué jugaba.
Esta circunstancia se hizo mucho más palpable a raíz del gol azulgrana,
marcado por Neymar en el minuto 18. A partir de entonces el Barça reculó
unos metros, permitió al Madrid construir desde atrás y ahí es donde al
conjunto blanco se le veían las vergüenzas y donde no podía esconder
sus limitaciones. El cuadro de Chamartín había planteado un partido para
robar rápido y salir con sus balas atacantes y se encontró con un
problemón con tanto balón en los pies.
Dudas en ambos bandos
El Barça, en cambio, se sentía cada vez más cómodo desde
una posición atrasada. Con un Neymar muy activo y muy peligroso y de
estilete en la banda, Messi intentando moverse por todos lados (aunque
sin chispa) y Cesc bastante pendiente de apoyar a Busquets, Xavi e
Iniesta en la creación y en la recuperación, el conjunto de Gerardo
Martino se adaptó mejor al choque. El Barça, en cualquier caso, también
ofrece dudas. A día de hoy aplica la teoría del vaso medio lleno o medio
vacío. Los optimistas, Martino entre ellos, ponen sobre la mesa las
nueve victorias y un empate, el descaro de Neymar, el crecimiento de
Alexis, los chispazos intermitentes de Messi y, sobre todo, que aunque
el juego no es muy brillante, siempre puede mejorar. Los pesimistas, por
su parte, ven un equipo más conservador, que pega mucho pelotazo y
excesivamente dependiente de sus dos figuras (Neymar y Messi), en parte
porque Xavi e Iniesta (a pesar de que completaron un buen clásico) no
están finos. Los culés negativos echan en falta el juego que ha definido
a este equipo en el último lustro.
El caso es que el Barça reculó tanto que en la segunda
parte el choque se le empezó a torcer de verdad. Ancelotti corrigió el
error, dio entrada a Illarramendi y Benzema y con un Barcelona cada vez
más desconectado, el Madrid se fue haciendo dueño del partido. Su
dominio duró un buen tramo de la segunda parte y a los azulgrana se les
veía que no sabían cómo contrarrestarlo. Buscaban en exceso el balón
cruzado, para lanzar las contras, y el Madrid recuperaba muy rápido. El
clásico de los contrastes, el de las paradojas, en el que uno -el Barça-
jugaba a la contra, cuando nunca lo ha hecho, y el otro se iba
creciendo, pudo cambiar en el minuto 70. Ronaldo cazó un balón en el
área, notó el contacto de Adriano sobre su espalda y cayó. A la jugada
siguiente. Benzema armó un cañonazo que dejó temblando el larguero de
Valdés. Fueron las dos mejores ocasiones del Madrid en todo el partido,
al margen de otro zurdazo de Cristiano, y poco más. El Barça ha
aprendido a jugar con el resultado, aunque a veces está cerca de
quemarse.
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