SOCIEDAD
Samoa y el atolón de Kiritimati son los primeros en recibir el Año Nuevo. A cambio, ambos perdieron un día de su Historia,.
Ya que estamos en una aldea global, a lo mejor hay
hambrientos de fiesta que quieren tomarse hoy las uvas con el horario de
Samoa y del atolón de Kiritimati, los primeros lugares del planeta que
entrarán en el año nuevo. Deben ponerse a ello a las once de la mañana,
hora de la España peninsular, y así estarán perfectamente sincronizados
con todos los turistas que han viajado hasta esos rincones del Pacífico
en busca de Nocheviejas adelantadísimas y cálidas. Si la experiencia
sabe a poco, se puede repetir quince minutos después, a las once y
cuarto: es el momento en el que comienza el nuevo año según los relojes
de las islas Chatham, un archipiélago de Nueva Zelanda que va a
contrapié y nos lleva doce horas y tres cuartos de ventaja. Y, así,
entre uvas y brindis, podemos alargar esta borrachera mareante y mundial
hasta las doce del mediodía de mañana, que será cuando llegue 2014 a la
Samoa Americana, el territorio más tardío en esto de cambiar de jornada
y de año.
La distancia entre las dos Samoas es solo de unos 125
kilómetros, pero, durante una hora de esta mañana, en uno de esos
territorios será ya el 1 de enero de 2014, mientras que el otro seguirá
todavía en el 30 de diciembre de 2013. La culpa de esas 25 horas de
diferencia la tiene la línea internacional de cambio de fecha, que
divide en dos el Pacífico y se entretiene en marcados zigzagueos, como
abrazando en un baile a algunos países que se interponen en su
trayectoria. Tanto Samoa como Kiribati, que es el país al que pertenece
Kiritimati, mantienen relaciones problemáticas con ese trazado
imaginario, que en algunos periodos les ha complicado la vida en campos
tan poco abstractos como el comercio. De hecho, en su historia ha
quedado un hueco de un día, la jornada que se saltaron para colocarse al
lado 'bueno' de la línea.
En Kiritimati, esa fecha que no existió fue el 1 de enero
de 1995, porque en la Nochevieja de 1994 pasaron directamente al día 2.
La República de Kiribati es, seguramente, el país más extraño de la
Tierra: se compone de 32 atolones y una isla de coral que suman una
superficie como la de Lanzarote, pero están repartidos por tres millones
y medio de kilómetros cuadrados de océano, una extensión similar a la
de Argentina y Chile juntas. A causa de esa peculiar configuración, las
distancias entre algunos puntos del país llegan a superar los 3.000
kilómetros. Kiritimati se encuentra en el archipiélago más oriental, que
tradicionalmente iba rezagado un día con respecto a las islas
occidentales, pero las autoridades estaban hartas de que esa
discrepancia de calendario les complicase la vida, dejándoles solo
cuatro jornadas hábiles a la semana para tratar los asuntos que
incumbían a territorios de ambos lados de la línea. A mitad de los 90
hicieron el cambio y Kiritimati se convirtió en una anomalía del sistema
horario, como un apéndice del futuro rodeado de islas extranjeras que
van un día por detrás. También fue el primer lugar del planeta que
cambió de siglo y milenio, algo que le dio cierta relevancia turística.
El refugiado climático
Claro que la mayor singularidad de Kiribati, indeseada y
terrible, es su condición de tierra condenada: solo se eleva unos pocos
metros sobre el nivel del mar, algo que obligaba a los misioneros de
antaño a dar explicaciones cada vez que el sermón mencionaba una
montaña, así que el ascenso del océano amenaza con tragárselo todo en
unas pocas décadas. Las autoridades han contemplado medidas drásticas
para refugiar a la población, desde adquirir una vasta parcela en Fiyi
hasta construir una plataforma flotante, y el presidente ha expuesto a
la ONU la necesidad de una «migración digna». A principios de este mes,
la Justicia neozelandesa ha rechazado las pretensiones de Ioane
Teitiota, un hombre de Kiribati que aspiraba a convertirse en el primer
'refugiado climático'.
En Samoa, el día perdido fue el 30 de diciembre de 2011,
pero en cierto modo lo compensan porque, más de un siglo antes, habían
saltado la línea internacional de cambio de fecha en el sentido opuesto.
El rey samoano quiso entonces coincidir con Estados Unidos, para
favorecer las transacciones con los puertos californianos, y eso obligó a
repetir el 4 de julio de 1892. Es decir, hubo dos jornadas seguidas con
la misma fecha. Con el tiempo, aquella decisión se convirtió en un
engorro, ya que las relaciones comerciales samoanas habían cambiado de
rumbo, hacia Australia y Nueva Zelanda: ocurría, como en Kiribati, que
la diferencia de calendario 'alargaba' el fin de semana y entorpecía las
gestiones.
Con la nueva modificación, Samoa y la vecina Samoa
Americana se quedaron en distintos días, y el propio primer ministro
supo ver las ventajas de esta rareza: «Puedes celebrar dos cumpleaños o
dos aniversarios de boda sin dejar el archipiélago samoano», se
congratuló Tuilaepa Sailele Malielegaoi. Con la tranquilidad que dan las
25 horas de diferencia, también resulta fácil estrenar dos veces el
mismo año.
Es un atolón perteneciente a Kiribati, poblado por 5.000
personas. En gilbertés, la lengua local, la sílaba 'ti' se lee 's', de
modo que Kiritimati es solo otra manera de escribir el nombre en inglés
del atolón, Christmas. En toda la República de Kiribati viven
actualmente unos 100.000 habitantes.
El Estado de Samoa, en el Pacífico Sur, está formado por un conjunto de islas que rondan los 200.000 habitantes.
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