jueves, 21 de agosto de 2025

MAS QUE COCHES - Norris corona la exhibición de McLaren ,. / Para Todos La 2 - Cuando el arte y la belleza buscan a Dios: El Niño de Elche frente al obispo Argüello,. / Gigantes de La 2 - Javier Rey, actor ,. - Jueves - 21 , 28 - Agosto ,. / ¡ Atención obras ! - Cine - De paseo por la Rambla: un lugar para los que rezan ,.

 

TITULO : MAS QUE COCHES -  Norris corona la exhibición de McLaren ,.

 

 

Norris corona la exhibición de McLaren,.

Doblete papaya con Piastri segundo, retirada de un Verstappen en declive y de Sainz con el coche ardiendo. Séptimo puesto de Alonso,.

foto - Norris y Piastri dominaron en Austria,.

La Fórmula 1 tiene estos ritmos. Cuando un coche domina, poco pueden hacer los demás para anular la ventaja diseñada en las fábricas. Lando Norris coronó en Austria la exhibición de McLaren, tan superior el equipo británico, con Oscar Piastri segundo en un doblete .

TITULO: Para Todos La 2 -  Cuando el arte y la belleza buscan a Dios: El Niño de Elche frente al obispo Argüello,.

Cuando el arte y la belleza buscan a Dios: El Niño de Elche frente al obispo Argüello,.

El cantaor y el arzobispo de Valladolid protagonizan un debate sobre la creación artística,.

«¿Qué pasa con esas iglesias de barrio, con arquitecturas horribles, de las que salimos huyendo? ¡Nos quitan las ganas de entrar!»,.

fotos / El Niño de Elche y Luis Argüello en un momento del diálogo,.

 

Paco, El Niño de Elche y Luis Argüello, arzobispo de Valladolid. El cantaor radical, performer heterodoxo, agnóstico que se define como exflamenco, frente a frente al obispo pensador, al activista político que abrazó una tardía vocación sacerdotal, al pastor que busca interpelar al mundo desde el diálogo entre fe y razón. Un coloquio que parecía imposible, pero que se materializó en una de las veladas del Observatorio de lo Invisible, la iniciativa que esta semana ha reunido en el Real Monasterio de El Escorial a artistas consagrados —como el pintor Antonio López o el compositor Ignacio Yepes— junto a 150 alumnos-creadores en una experiencia donde convergieron creación, oración, encuentro y pensamiento.

En uno de los claustros interiores del monasterio, mientras el sol comienza a apagarse, comienza fuerte El Niño de Elche cuestionando la idea de creación y creatividad. «Cuando a mi me colocan la idea de creador siempre me incomoda muchísimo, es una palabra muy grande», explica, y prefiere sumarse a una noción del padre Carreira para sostener la idea de «que Dios lo creó todo, todo está creado y nosotros somos buenos modificadores». «Parte de esa búsqueda de la verdad es desvelar, velo tras velo, lo que ya existe», añade, y le lanza el órdago al obispo, sobre su visión de la creación y la posibilidad de conversión.

El cantaor ha hecho los deberes, pero el obispo Argüello recoge el guante e introduce en el debate una noción clave: la «sugerente palabra de la participación». «Dios, en quien creo como creador y padre, ha querido de una forma misteriosa, sorprendente y libérrima, hacernos partícipes de su vida, e invitarnos a nosotros a un coloquio de participación con lo real y lo creado, del que siempre surge una novedad». «El arte tiene que ver con esto, nos permite captar, como en un instante, en un destello, parte del misterio de esa participación», añade.

Creación —con mayúscula o con minúscula, según se atribuya a Dios o a sus criaturas— que, según el obispo, responde hoy a un desafío mayor, que «hoy no es ateísmo, sino la indiferencia». Por eso, insiste, la creación, «como acto libre y amoroso», permite al ser humano ser «partícipe de la libertad y del amor» creado por Dios. Y eso interpela de lleno a los materialismos contemporáneos, que niegan la libertad y la reducen «a una apariencia de reacciones bioquímicas». «En la búsqueda del Dios creador se une la pregunta radical sobre la libertad y sobre el amor», concluye Argüello.

El cantaor asiente: «Cuesta entender y asumir esos conceptos. Amor, libertad... son términos complejos». «Y sin embargo son latidos inarrancables del corazón humano», apostilla el obispo. Afianzada la posibilidad de creación, vuelve a emerger el espíritu provocador de El Niño de Elche: «El amor es agitación, es movimiento, una constante cópula; la creación es una idea agitada, que no cesa».

Avanza el debate hacia la actual propuesta estética de la Iglesia, y entonces el cantaor plantea a bocajarro su posición: «¿Qué demonios hace la Iglesia en un sentido administrativo, pero también estético y curatorial, para que esa decadencia esté llegando a términos preocupantes? Ya no solo para los creyentes, sino también para quienes, como yo, somos hijos de su cultura». «Parece que la Iglesia suena igual de mal que suena el mundo», dispara. Le cuesta comprender cómo esa institución, que fue durante siglos la gran mecenas del arte, atraviesa ahora —en sus palabras— «su peor época en cuanto a belleza estética». Y remata: «¿Qué pasa cuando se construye una iglesia en un barrio, con esas arquitecturas horribles, de las que todos salimos huyendo? ¡Nos quitan las ganas de entrar! ¡Vaya forma de evangelizar, joder! ¿Cómo se revierte eso? ¿Qué se está haciendo desde dentro para que quienes proyectan un templo no cometan semejantes atrocidades visuales?».

Imagen - «El amor es agitación, es movimiento, una constante cópula; la creación es una idea agitada, que no cesa»

«El amor es agitación, es movimiento, una constante cópula; la creación es una idea agitada, que no cesa»

El Niño de Elche

Cantaor exflamenco

«Esa es la gran cuestión», concede Argüello. Y ofrece contexto: «Hubo muchos factores. Uno, cómo se acogió la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, que buscaba acercar la liturgia al pueblo. De ahí las lenguas vernáculas y una nueva música. Pero coincidió con el auge de la cultura pop, de masas y un extraordinario movilización de la población» que provocó un proceso de urbanización muy intenso. «Crecían los barrios de nuestras ciudades y había que ofrecer un lugar donde poderse encontrar». «Es un momento en que la sensibilidad pone más el acento en la encarnación en un barrio concreto, en los barrios populares, que en la liturgia y el cuidado estético». Una época «tremenda», lo define Argüello.

Nadie lo verbaliza, pero en el ambiente pesa la idea de cómo se confundió la pobreza con oa cutre. «Pero francamente creo que esta situación, cuantitativamente sigue siendo muy expresiva, pero cualitativamente está superada». «Hay una conciencia de que esto no nos ha hecho bien y hay una búsqueda real», pero «el giro ya se ha producido» y se está «revirtiendo» la tendencia, tranquiliza el obispo.

«Administrar decadencia y escasez»

Antes, los derroteros también habían transitado por el patrimonio, pero centrado en la dificultad de la Iglesia para seguir custodiando el arte y la belleza concentrados en los edificios y obras que a lo largo de los siglos ha promovido y que todavía gestiona. Una herencia recibida cada vez más difícil de gestionar. «La Iglesia, y no pensemos en ella sólo como los obispos sino en toda la comunidad cristiana, -puntualiza Argüello- tiene, por una parte, la necesidad de administrar decadencia y escasez, en pueblos que se quedan vacíos, donde hay templos espectaculares, archivos valiosos, incluso musicales. Pero por otro lado, tiene la capacidad de seguir adelante generando cultura, en cuanto a las formas y estilos de vida, y también como expresión artística. Este es el gran desafío».

Un reto complejo, reconoce Argüello, que dirige una diócesis de Castilla y León, con miles de localidades, muchas de ellas con menos de 100 habitantes. «Se nos pide una alianza con las administraciones públicas, pero no es suficiente. España ha tenido hasta hace 50 años un tercio de los monasterios de clausura del mundo. Hoy son una cuarta parte. ¿Qué hacemos con muchos de ellos, que están vacíos? Lo normal es que terminen siendo pasto de iniciativas inmobiliarias», sobre todo los que se encuentran en el centro de las ciudades, reconoce el arzobispo de Valladolid. «Este es nuestro desafío, pero yo creo que tiene que ser la propia comunidad cristiana la que redescubra la vía de la belleza para anunciar el Evangelio», añade.

Imagen - «Estamos viviendo una nueva desamortización, no tanto por la presión de los poderes públicos, sino por nuestra impotencia»

«Estamos viviendo una nueva desamortización, no tanto por la presión de los poderes públicos, sino por nuestra impotencia»

Luis Argüello

Arzobispo de Valladolid

Un desafío nada fácil de resolver, porque «estamos viviendo una nueva desamortización, pero no tanto por la presión de los poderes públicos, sino por nuestra impotencia. Lo reconozco, y al mismo tiempo aquí estoy, buscando qué podemos hacer», asume Argüello. «Esta decadencia artística de la Iglesia, que es innegable, responde a la decadencia espiritual de la Iglesia», apostilla Javier Viver, el artista que promueve el Observatorio y que actúa esa tarde como moderador. «Constatamos que lo que sucede es una consecuencia: si no somos capaces de generar una nueva cultura tan atractiva como la que hemos generado en otros momentos es porque no hay nada sucediendo en nuestro interior capaz de regenerar el arte sacro», asume.

El sentimiento es agridulce. Por una parte, el análisis certero y descarnado de una realidad que para nada es halagüeña. Por otra, el propio reconocimiento de esa situación extrema, que se plantea como punto de partida para comenzar a revertir la tendencia. «Dios creador nos enseña otro rostro, en el sentido de reconocer que el corazón herido tiene una gran capacidad de crear», explica el obispo.

«El Dios en quien nosotros creemos restaura, recrea. Y aparece lo más sorprendente, que es cuando el escándalo del mal se convierte en el plan B de Dios, porque al Dios que nos correa y redime no le basta con volver al primitivo diseño, sino que hace una propuesta mejor, una propuesta de divina humanidad, transhumans, por utilizar una palabra de nuestro tiempo», añade Argüello.

Y no falta una última reflexión: «Estamos aquí, tranquilamente hablando una tarde de verano y la mayor parte del mundo vive entre hambre y guerra», alerta. Pero a su vez reconoce que con ese argumento, en los 60 y 70 del siglo pasado se condenaba a la belleza por escandalosa. «¿Para qué usar un cáliz si la gente se muere de hambre? Nada de cáliz, si podemos poner el vino de la eucaristía en un vaso», decían entonces, según recuerda el obispo, pero olvidando que «los pobres, si algo reconocen, es la posibilidad de participar en la belleza. Y en el drama de vidas terribles, que las hay, precisan también poder encontrarse con un bálsamo», concluye.

El sol ya hace rato que es sólo un recuerdo. Las palabras, y sobre todo las ideas, resuenan en un auditorio que necesitará aún un tiempo para rumiarlas y asumirlas, quizás porque la elocuencia del pensamiento ha ido compensado la luz que se perdía con el ocaso. «Lo prefiero así, elevado y que nos obligue a pensar», dice a nuestras espaldas uno de los participantes, que recoge su silla de plástico y se retira en silencio. Le queda tarea por delante,.


TITULO:  Gigantes de La 2 -  Javier Rey, actor  ,.Jueves - 21 , 28 - Agosto ,.

Gigantes de La 2 - Programa de entrevistas, de cincuenta minutos de duración y emisión semanal, para La 2  Jueves - 21 , 28 -   Agosto, 23:50 de Televisión Española,.

 

 Javier Rey, actor ,.

 

El actor Javier Rey fotografiado en el museo La Neomudéjar de Madrid, el 10 de junio de 2025.

foto - Javier Rey, actor: “He aprendido que ni el halago ni la masacre total son la auténtica realidad”,.

El intérprete de ‘La frontera’ se estrena en el audio con la adaptación sonora de ‘Apocalipsis Z: El principio del fin’, en el que pone voz al protagonista, con quien comparte la procedencia gallega, pero no el instinto de supervivencia. Objetivo de paparazis por su vida y trabajo, ha aprendido a lidiar con la fama y este año se plantea parar un poco por “salud mental”,.

 Hay que esperar prácticamente hasta el final del último capítulo de La frontera para ver la sonrisa de Javier Rey (Noia, A Coruña, 45 años). Durante el resto de los cinco episodios que conforman su nueva serie de Prime Video, en la que interpreta a un capitán de la Guardia Civil que intenta detener el terrorismo de ETA a finales de los ochenta, su gesto es serio y contundente, con mucho ceño fruncido,.

TITULO:  ¡ Atención obras ! - Cine -  De paseo por la Rambla: un lugar para los que rezan ,.

De paseo por la Rambla: un lugar para los que rezan,.

Me encuentro a Lluís Llach en Barcelona,.

«El tipo de turista que recurre a estas terrazas es mucho peor que lo que van a tomar, que está dentro de un orden»,.

 Entre la canción y el panfleto

foto - Entre la canción y el panfleto,.

Ha sido siempre para mí un misterio lo que comen los turistas en las terrazas de la Rambla, y sobre todo por qué. ¿Tan mal estáis en vuestros países que con esto os basta en una ciudad como Barcelona? Pido lo mismo que ellos, a ver qué pasa. Lo mismo que los de la mesa de al lado.

—Es mucha comida para uno solo, me dice el camarero.

Paella, calamares, una ensalada pulpo a la gallega. Sangría. No es todo tan malo. Es demencial desde cualquier punto de vista gastronómico, no tiene ningún interés, pero he de decir que el tipo de turista que recurre a estas terrazas es mucho peor que lo que van a tomar, que está dentro de un orden. Un orden bajo, pero un orden. El aspecto, la estampa, el concepto mismo de comer y de ser visto comiendo en la Rambla es mucho más grave que la comida, bastante mejor, por poner un ejemplo, que la que dan en los colegios de la ciudad, ya sean públicos, privados o concertados.

Dejo todo, pago -nada especial-, al camarero le da pena que no haya comido, le digo que reparta la comida entre los clientes o los empleados, y me levanto con la sensación de que una realidad perfectamente aceptable me ha estropeado un artículo que me imaginaba violento, demoledor, y con este desánimo me dejo caer Rambla abajo pero Dios, Dios guarda siempre un lugar para los que rezan, y cuando ya nada esperaba personalmente exaltante paso por delante del Teatro Principal y veo la puerta de la entrada de los artistas levemente abierta.

El teatro está pendiente de una remodelación y tiene licencia de obras desde 2023 y un presupuesto aprobado de 25 millones pero aún no han empezado los trabajos. Entro. No veo nada. Hago la luz con la linterna del iPhone, accedo sin darme cuenta al escenario. Todo está destruido como si hubieran pasado los alemanes. Pero no es un espacio neutro para mí ni he entrado porque sí. Yo pertenezco a este aire. Pese a la poca luz y las ruinas me recuerdo sentado en la fila 4 durante trece noches de finales de 1998, o principios de 1999, en los conciertos de presentación del disco '9' de Lluís Llach.

Fui cada noche y cuando se apagaban las luces y el artista aparecía en el escenario era para mí un momento mágico. Luego las canciones me gustaban, y mucho, y me gustan todavía, y todavía las escucho, y muy a menudo las de aquellas noches en este teatro. Pero el momento de silencio y penumbra que precedía a su entrada, la ovación inicial y el comienzo de la música, nunca dejó de impresionarme y hoy vuelvo sobre sus pasos. Tiene algo de profanación y algo de sagrado. Me pongo en los auriculares uno de aquellos recitales y pienso que me cae bien el chico que cuando algo le gustaba necesitaba volver hasta que se agotaba. Estoy un rato, no mucho, porque ya sé cómo escribir esta parte del artículo.

Y Dios, Dios que nos quiere más de lo que pensamos, me tiene una última gracia reservada porque al salir del teatro, de vuelta por la Rambla, me encuentro de cara a Lluís Llach con una pancarta contra Felipe VI de visita en el Liceo. Son a lo sumo 150 manifestantes, tan desvalidos, tan desballestados que parece que alguien los hubiera escogido al azar de una residencia y que ellos hubieran aceptado formar parte de cualquier happening por el gozo de no sentirse, por lo menos durante un rato, tan solos.

Procuro mantenerme a distancia para que no me vea y no herirle con la mirada al ídolo que te ha decepcionado. Llach despliega una bandera estrellada y él y sus acompañantes insultan a algunos de los que entran al teatro para estar junto al Rey. El delirio máximo llega cuando uno de los manifestantes se da cuenta de que en el tejado del edificio hay policías y francotiradores. «¿Tanto miedo nos tienen?», grita Llach. No se le ha ocurrido pensar que el Rey viaja con esquema de seguridad para protegerlo de terroristas de verdad. Me da pena verlo así, tan fuera de la realidad, cuando hace unos minutos recordaba su presencia artística tan sensacional. Me da una pena no burlona: una pena triste, sincera.

Que nuestro mundo está en ruinas no hace falta entrar en un teatro abandonado para saberlo. Que las paellas de los turistas de la Rambla sean más dignas que las comidas del colegio es una vergüenza. Y en cuanto a ti, Lluís, ni con una ni con mil pancartas vas a conseguir que deje de escucharte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario