Menú de primera en Herrera,.
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Donde comemos en el 'Carlos I', un restaurante vestido de azul,.
Es un restaurante vestido de azul, como la muñeca de la canción: techo azul, manteles azules, suelo de cuadros blancos y verde azulado, cortinajes dobles con 'dosel' en tonos azules, sillas vestidas de azul. En ese ambiente lujoso de salón de boda, nos sentamos a comer y nos atienden camareras simpáticas y eficaces, que no te traen la carta a ver si picas, sino que avisan de que tienen un exquisito menú del día a 9.50 euros. Y no mienten. Es exquisito.
Estamos en Herrera del Duque, en el restaurante 'Carlos I', que queda en la calle que da acceso al pueblo desde la carretera general de Talavera a Córdoba. Nos lo ha recomendado un caballero al que hemos conocido mientras comprábamos miel.
De aperitivo, nos traen unas aceitunas muy sabrosas y el pan es del pueblo y sabe a pan de verdad. En un salón contiguo, come un grupo de italianos. Son unos 50. Esto es normal en Herrera del Duque, que está hermanada con la ciudad de Castiglione in Teverina, en el Lazio, y acoge en estos meses a gran cantidad de cazadores trasalpinos. El agua que bebemos (Aquarel) también tiene etiqueta azul y la embotella Nestlé en Herrera.
El menú oferta revuelto de setas con gambas, ensalada César, risotto, caldereta de alcachofas con gambas, empanada de atún con pimientos o sopa castellana de primero. Los segundos: carrilleras, secreto, filete de ternera, lubina, dorada o palometa a la espalda, fritura de pescado o huevos rotos con jamón. Más flan, natillas, mousse, helado. La ensalada César es abundante y muy bien preparada con suculentos tropezones de pollo empanado. El risotto es de primera, bien ligado, en su punto y con gran cantidad de setas deliciosas. Las carrilleras se deshacen en la boca y la lubina está en su punto. Sobresaliente menú del día, de lo mejor. Bien servido y bien mimado, nada de aceites sobrando, descuidos, desprecios ni errores.
En la carta, destaca entre los entrantes un crujiente de morcilla (10 euros), los chipirones encebollados (10) o las ancas de rana (9). Tienen parrillada de verduras (6) y arroz con bogavante para dos personas por encargo (30), buenos pescados y gambas a la plancha (12), cocidas o al ajillo (10). Las carnes son la estrella de la casa con chuletón y solomillo de ternera (16), entrecot (14) o chuletillas de cordero (12). Tiene la gracia de que se puede elegir la guarnición y, además, ofrecen por encargo tres estrellas deslumbrantes: caldereta de cordero mínimo para dos (18), caldereta de venado para dos (15) o cochinillo al horno mínimo para seis (70).
Una correcta carta de vinos y un surtido de postres, con el brownie con chocolate caliente y helado (3.50) como golosina más tentadora, culminan esta experiencia gastronómica en el corazón de La Siberia, rodeados de comensales italianos que cantaban felices a los postres ('Volare' y otras canciones de siempre), familias madrileñas de visita, matrimonios que celebraban su cumpleaños y señores solitarios que gustan de comer bien. Todos, en un entorno azulado, con una tele que se veía, pero no molestaba, atendidos por camareras muy agradables y disfrutando de un menú del día honrado, sabroso y barato. Hostelería de primera en La Siberia. Así da gusto viajar por Extremadura.
TITULO: SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - A LA VISTA DE TODOS,.
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Una muerte es una tragedia, un millón de muertes solo es estadística. La frase, atribuida al artífice de las grandes purgas soviéticas, Iósif Stalin (de veinte a cuarenta millones de víctimas sobre sus espaldas, según se haga la cuenta), es más cierta que nunca hoy en un mundo donde las tragedias, las injusticias y los escándalos tienen fecha de caducidad, como los yogures. Esta semana quiero hablarles de una tragedia, una injusticia y un escándalo que, como en la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro, no solo espera en vano las migajas de nuestra compasión, sino que la vemos (casi) a diario sin que nos demos por aludidos ni mucho menos pensemos en acudir en su ayuda. Me refiero a la trata de personas, y en especial de mujeres con fines de explotación sexual y laboral, un negocio, por cierto, que solo en España genera cinco millones de euros al día. Siguiendo el tan cínico como certero comentario del camarada Stalin, no voy a hablarles de cifras. No haré hincapié por tanto en que cuatro millones y medio de mujeres son víctimas de ella cada año ni tampoco en que tan lucrativa ‘industria’ mueve en el mundo treinta y dos mil millones de dólares al año y es el segundo negocio ilegal más importante después del tráfico de armas y por delante del de drogas. Tampoco les hablaré de que si la trata de personas ha superado al tráfico de drogas es porque, a diferencia de este, el traslado del ‘producto’ desde el lugar de origen al de disfrute tiene coste cero, puesto que corre a cargo de las propias víctimas. En efecto, engañadas con falsas promesas y quimeras, son ellas mismas quienes pagan su viaje y todos los gastos. Pero basta de cifras, aunque son harto elocuentes. Tampoco quiero recurrir a gráficos ni estadísticas, sino hablarles de mi amiga Yanira. Yanira es paraguaya, tiene ahora veintidós años, y con apenas diecisiete respondió a un anuncio de un periódico de su ciudad natal de Concepción. La oferta que le hizo La Señora no podía ser más atrayente. Viajar a España con todos los permisos para trabajar en una peluquería de moda. La Señora -amiga de una amiga de su tía- explicó a Yanira y a su madre que la oferta laboral tenía su lógico precio. «Una bagatela realmente. Solo se le cobrará el billete de avión, otra cantidad similar para cubrir los gastos de inmigración en la Comunidad Europea y por supuesto la puesta a punto». «¿Puesta a punto?» -preguntaron madre e hija-. «Sí, queridas mías -continuó perorando La Señora-. Invertiremos unos buenos dólares en peluquería, maquillaje y en el vestuario adecuado para hacer pasar a Yanira por una turista de posibles. El precio total es de unos cuatro o cinco mil dólares, nada que ella no pueda pagar en cómodos plazos con su trabajo en España». El resto de la historia se la pueden figurar ustedes. Yanira acabó en uno de los muchos puticlubes que, a la vista de todos, y a pesar de que sabemos de sobra lo que pasa ahí dentro, encienden diariamente sus neones de colores en multitud de carreteras españolas. Al llegar a España se le informó que la deuda que había contraído tenía unos intereses del 480 por ciento (sic), por lo que debía aceptar las ‘condiciones de trabajo’ de la organización para pagarla. Se le recalcó que era una inmigrante ilegal y por tanto buscada por la Policía, y que cualquier intento de fuga o rebeldía podría redundar en represalias contra su familia en Paraguay. Yanira, que me ha contado su historia, es en realidad una afortunada. Al menos ella no tiene que pagar ni la mitad de los ‘gastos extra’ que se les exigen a sus colegas que trabajan en la calle. A las chicas que ejercen la prostitución en los polígonos se les cobra por todo, la comida, las medicinas, los preservativos, la ropa y hasta la madera de las hogueras que han de encender para calentarse mientras exhiben sus desnudos cuerpos. ¿Quieren conocer las tarifas de la prostitución low cost? Veinte servicios a veinte euros cada uno es la media de producción por noche. Y una vez más están ahí, a la vista de todos sin que nadie haga nada. ¿Por qué? Por qué esa connivencia de las autoridades, de los clientes y de la sociedad en general con los explotadores, con los delincuentes? Yanira tiene una explicación filosófica al respecto. «El oficio más viejo del mundo no es la prostitución -dice ella-, el realmente ancestral es mirar para otro lado».
Pura vida - Desayuno - cena - domingo y el lunes ,.
«Tomo café con alguna leche vegetal y tres tostadas de pan de espelta. Una, con aguacate; otra, con aceite de lino y sésamo; y la otra, con aceite de oliva y mermelada».
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