A vivir que son dos días - Cadena SER - Timothy Snyder: “A Internet se le da bien manipular a las personas”,./ LA HORA DEL DESPERTADOR - Un bosque en ascuas,.
TITULO: A vivir que son dos días - Cadena SER - Timothy Snyder: “A Internet se le da bien manipular a las personas”,. A vivir que son dos días - Cadena SER,. A vivir, dirigido y presentado por Javier del Pino, quiere ayudar a que los oyentes disfruten del fin de semana sin que nadie les recuerde,. El programa, que se emite sábados y domingos de 8 a 12 en España, sábados, domingos y lunes festivos en Colombia de 7 a 9 am y los Domingos de 10 a 12 am en Argentina.
corresponde al formato de magacín o espacio de variedades y
entretenimiento, en el que, por medio de distintas secciones, se acercan
al oyente novedades culturales, sociales, políticas y humanas, así como
información útil sobre ocio. Se incluyen también debates, entrevistas y
consejos culinarios, y la información de las vías, lugares para ir de
puente y recomendaciones de viajes en Colombia., etc.
foto - Timothy Snyder: “A Internet se le da bien manipular a las personas”,.
Pocas voces hay más autorizadas para hablar de Europa Central y Oriental
que la de Timothy Snyder. En su nuevo libro, este catedrático de Yale
de 49 años hace un retrato demoledor de los presidentes de EE UU y de
Rusia. Snyder afirma que Donald Trump y Vladímir Putin están
absolutamente preocupados por su riqueza personal y la de su círculo más
cercano. Y ambos han encontrado un medio para preservarla: la
manipulación de las emociones a través de Internet,.
TIMOTHY SNYDER nació en Ohio, Estados Unidos, y es un quijote de 49
años que lucha por rescatar la verdad para la política y el periodismo,
manipulados por Internet y por los Gobiernos más poderosos del mundo.
Catedrático en Yale, da cursos e investiga en Viena y es experto en la
historia de Europa (como su amigo Tony Judt). Autor de Sobre la tiranía (2016), un manifiesto en el que alerta contra las fake news que llevaron a Donald Trump a la presidencia de su país, ahora publica en España El camino hacia la no libertad
(como todos sus libros, en Galaxia Gutenberg), en el que junta a los
dos demonios contemporáneos a quienes combate con más ahínco, el citado
Trump y el presidente ruso, Vladímir Putin.
A este último lo retrata como el sátrapa que, a caballo de la
mentira, invadió Ucrania para apropiársela, simulando que la invasión
que él mismo diseñó estaba protagonizada por ucranios. Como el propio
Snyder, este último libro es minucioso, está lleno de datos que no
admiten controversia.
Snyder es un intelectual tímido al que le cuesta posar para las
fotografías. Cuando llega a la entrevista, viene de llevar al colegio a
su hijo de ocho años. En la primera línea de este nuevo libro, ese chico
acababa de nacer. Y por ahí empezamos a conversar.
“Cuando los periodistas se van, sobre todo los
locales, se crea una oportunidad para que los autoritarios gobiernen
desde la desconfianza”
No vuelve a mencionar a su hijo en el libro, pero parece que
escribe sus obras para que los que ahora son muchachos no se dejen
engañar en el futuro… Empecé por esa escena del nacimiento de mi hijo bajo una sensación de shock:
comenzaba una nueva vida, pero gente a la que conocía se estaba
muriendo. Era alrededor de 2010, había muchas cosas que cambiaron de
forma muy crucial: ocurrió la crisis financiera, Internet se convirtió
en las redes sociales. La historia es una continuación de cosas que ya
sucedieron. Así hay que entenderla. Para explicar la historia tienes que
saber también qué te pasa en el momento de escribir. Tierras de sangre trata de los asesinatos masivos
del siglo XX. Y en este siglo la invasión de Ucrania es una prolongación
de aquellas barbaries… Dice Mary McMillan, la historiadora, que usted
avisa porque conoce la historia… Es cierto, mis libros conversan entre ellos. Tierras de sangre
muestra que aquellas masacres fueron incluso peores, que hubo más
políticas de matanzas que las que recordamos. No ocurrieron en virtud de
la existencia de misteriosas máquinas industriales. Sucedieron porque
personas mataron a otras personas. Lo que advierto en Sobre la tiranía y ahora en El camino hacia la no libertad
es que todo eso ha sido posible por individuos como nosotros mismos. Y
Ucrania es un punto importante de conexión entre el siglo XX y el XXI a
ese respecto. Para saber qué paso en el siglo XX hay que acudir a Ucrania.
Allí ocurrió el gran crimen de Stalin, y es un territorio que a Hitler
le importaba mucho. Ucrania está en el corazón de las razones por las
que se libró la Segunda Guerra Mundial. Muchas de las cosas que
comprendí para escribir Sobre la tiranía acerca de la verdad e Internet
las supe gracias a Ucrania. Y aquí, en El camino hacia la no libertad,
las documento. En 2010 ya sucedieron con Putin en Ucrania las cosas que
pasaron con Trump en 2016. Internet ya se había utilizado allí para
engañar. Y porque no lo comprendimos la primera vez, fuimos víctimas de
ello la segunda vez. Aquí insiste en que las víctimas que se producen tienen nombre propio.
La historia trabaja sobre estructuras que debemos explicar para
entender cómo son posibles los asesinatos en masa. Pero trata siempre
acerca de individuos. Por tanto, sobre moralidad. La historia nos ayuda a
diagnosticar problemas y nos recuerda que cada víctima es un individuo.
Las fotos y el cine nos estremecen, pero luego nos entumecen, vemos
masas. Los asesinatos se producen sobre personas que tuvieron una vida y
dejaron de tenerla. En sus libros trata de conceptos que se repiten hoy: exterminio, eliminación, persecución, expulsión…
La historia del mundo moderno es una historia de imperialismo. Y el
imperialismo está relacionado con esos conceptos. La historia de mi
país, como la del suyo, está llena de crónicas así. Mis libros son sobre
lo que pasa cuando el imperialismo o el colonialismo vuelven a la
propia Europa. Lo raro de Hitler fue que viera otras partes de Europa
como territorio colonial. Ve Ucrania como África, lo dice tal cual. Y
luego dice Stalin: a diferencia de Inglaterra o de Francia, yo no tengo
un imperio marítimo, así que debo tratar mi propio territorio como un
territorio colonial. Así que dos libros míos, Tierras de sangre y Tierras negras,
son historias imperiales de Europa. Formas imperiales de pensar y de
tratar a seres humanos vuelven a Europa y causan matanzas masivas muy
deprisa, porque el continente está muy poblado y los alemanes y los
soviéticos andan detrás de los mismos pedazos de territorio. La guerra
ruso-ucrania de 2014 fue un poco así: un país muy grande, con un
ejército muy grande, ataca a un país muy pequeño en un momento de
debilidad. En los libros anteriores usted habla del pasado. Cruel,
violento. Cruel fue Hitler, lo fue Stalin, ahora lo es Putin. La
cantidad de bajas es diferente, pero el ensañamiento cruel se parece.
La capacidad humana para la crueldad es una característica que se
mantiene en el tiempo. Y también se mantiene la capacidad de la gente
para creer que la crueldad sirve a un bien superior. Es grande la
habilidad de algunos para disfrutar de la crueldad y no denunciarla ni
criticarla, y en este apartado está el presidente de Estados Unidos, que es una persona muy cruel
que disfruta de la malicia por sí misma. Disfruta engañando a sus
propios seguidores como un placer en sí mismo, no le sirve para nada
superior. El dolor en sí es el objetivo. Podemos mirar humildemente al
pasado para aprender de él. O podemos escoger mentir sobre el pasado. Es
lo que hace Putin. Y él sabe que está mintiendo. Sobre su propia historia. Sí, sobre los crímenes
soviéticos. Aquello de lo que creía que se debía hablar, ahora ha
decidido que no se puede ni citar porque es un crimen hacerlo. La
política exterior rusa sigue ese mandato. Por otra parte, igual que pasó
con Hitler y Stalin, que despreciaron fronteras y Estados, Putin se
apropió de Ucrania. Utilizando razones étnicas, como sus antecesores. Trump resucita el supremacismo blanco, levanta muros. Putin
resucita a un filósofo adepto a Hitler. Invade Ucrania. Van juntos en la
utilización de las noticias falsas. Es una gran coalición, como las del
pasado de guerra en Europa. Es cierto. Y es muy importante
recordar que, en su tiempo, el fascismo tuvo un desarrollo
internacional. Unos aprendieron de otros. Tendemos a acordarnos solo de
Alemania y pensamos en los nazis como el único enemigo. Pero a la URSS
la intentaron invadir en 1941 no solo los alemanes, sino voluntarios
italianos, españoles, rumanos… Hoy pasa algo similar, sí. Lo que está
sucediendo en Hungría, en Polonia, en Estados Unidos, en Rusia, en
Italia, en Suecia… amenaza en esa dirección. No solo hay similitudes,
hay relaciones. Y esas relaciones las permite Internet sobre todas las
cosas. Internet ha resultado ser un instrumento de derechas mucho más
que de izquierdas, hasta ahora por lo menos. Pero una cosa que es
diferente y especial, sobre todo si miramos a los señores Putin y Trump,
es que ese tipo de política de derechas tiene que ver absolutamente con
la riqueza. Opine uno lo que opine sobre Mussolini o Hitler, a ellos
realmente la riqueza personal no les importaba demasiado, mientras que
Putin está obsesivamente preocupado por la riqueza personal, la suya y
la de sus colaboradores y familiares inmediatos. Y Trump está también
obsesionado por la riqueza de las personas que llevan su apellido. ¿Cómo
se gobierna Rusia? Unos cuantos hombres que controlan la mayoría de los
recursos controlan también la televisión, y de ese modo pueden
controlar una realidad alternativa muy efectiva. ¿Cómo logra Trump ser
elegido? Esos pocos hombres de Rusia que controlan la riqueza usan un
poquito de esa riqueza para influir en los flujos de información dentro
de Estados Unidos. Y lo hacen, desafortunadamente, con mucho éxito.
“Una de las formas más fáciles de manipular a
las personas es dividir el mundo entre ellos y nosotros. En esa dualidad
se basa el fascismo”
Se juntan para manipular, pues. Robert Mercer y Steve Bannon y la empresa Cambridge Analytica
usan la riqueza de una persona para entrar en Internet e intentar
influir en las emociones y conseguir que algunos voten o no voten, según
los intereses. Es una especie de matrimonio entre la riqueza extrema y
el deseo de preservarla a través de la manipulación de las emociones en
Internet, con fake news u otras cosas. Una de las formas más
fáciles de manipular a las personas, de mantenerlas lejos de los datos,
es dividir el mundo entre ellos y nosotros. Y a
Internet eso se le da fenomenal: haz clic en esta dirección y te
sentirás estupendamente. Eso, por supuesto, nos devuelve al fascismo,
que se basa en esa idea de ellos y nosotros. En Sobre la tiranía usted alerta del peligro que corre el periodismo. ¿Por qué quieren matar el periodismo?
Tendemos a pensar que mientras digamos algo por radio o televisión o en
los periódicos hay libertad de expresión y, por tanto, democracia. Pero
eso no es cierto. Lo que Putin y Trump comprenden es que puedes
rellenar el espacio informativo enteramente con cosas que no son verdad.
Así que puede parecer que está teniendo lugar una conversación porque
alguien diga algo diferente a lo que dice otro. Puede estar esa
conversación llena de aire malo: el aire bueno son los hechos, y eso es
lo que ha de buscar el buen periodista. Es evidente que es más fácil
llenar el aire de falsas verdades. Putin y Trump tienen miedo de los
periodistas y los odian porque comprenden algo que nosotros también
hemos de entender: que los hechos son los que hemos de contar para ser
libres. Si no contamos los hechos, si no creemos en ellos, no somos más
que víctimas de cualquier basura que haya por ahí que nos guste más. ¿Por qué le preocupa tanto el periodismo? Vengo de
provincias, hubo allí periódicos locales que competían. Eso ya no
existe. Cuando mueren las noticias locales, muere la democracia.
Observar a Rusia en este sentido es también útil. Allí mueren las
noticias locales antes que en otros países. Cuando mueren las noticias
locales, la gente empieza a hablar de “los medios”, y cuando la gente
habla así es que la cosa se ha ido de las manos, porque nadie se fía de
“los medios”. ¿Por qué, sentado en Nebraska, he de fiarme de un
reportero de Los Ángeles o Nueva York que nunca viene a Nebraska? No me
fío, pues. Rusia nos enseña lo que pasa después: la gente desconfía de
lo que le cuentan los medios, entonces las autoridades hacen que
desconfíe a la vez de todo el mundo. Y eso es lo que hace Trump, llevar a
la gente a la desconfianza general. Y dice: desconfiad de los medios,
odiad a los reporteros, fíense de los sentimientos. Y luego él te
descubre cuáles son tus sentimientos: el miedo, el odio, la arrogancia.
Parte de la razón por la que pienso que los reporteros son tan
importantes es porque veo lo que pasa cuando desaparecen. Cuando los
periodistas se van, sobre todo los locales, se crea una oportunidad para
que los autoritarios gobiernen desde la desconfianza. Gracias a los
reporteros sabemos de la guerra global, de la desigualdad global. Para
combatir la desigualdad global nada hay mejor que periodismo de primera
mano. Dice usted en su último libro que cuando las cosas se rompen, virtudes que se habían perdido reaparecen… En El camino hacia la no libertad
me pareció necesario escribir sobre ética. Mostrar que hemos heredado
instituciones como el periodismo o la cooperación europea, instituciones
que nos ayudan a ser más decentes. Y cuando se desafía a esas
instituciones, la penumbra ética se hace más clara, por lo menos durante
un momento, antes de desaparecer por completo. Esas instituciones que
he citado han de permanecer, pero debemos crear nuevas. En Europa ahora hay dos amenazas, el Brexit y lo que sucede con Cataluña. ¿Cómo lo ve usted?
Primero, un principio general: no puedes forzar a la gente a que esté
junta cuando no quiere. Lo entiendo. Otra cosa: lo que aprendimos de la
Segunda Guerra Mundial es que esta cosa a la que llamamos Estado-nación
europea es, en gran medida, inexistente, y cuando sí existió se derrumbó
y acabó en nada: Polonia, Checoslovaquia, Estonia, Lituania… Existe una
historia de los imperios y de Europa… Y la función de Europa es ayudar a
los Estados. Donde la gente puede equivocarse mucho, y hablo ahora de
Reino Unido, es en no comprender que Europa te ayuda a ser un Estado.
Ese es el gran error. Casi nadie en Reino Unido reconoce eso. Y el
riesgo ahí es que cuando las cosas se derrumban, luego siguen
derrumbándose. No es solo que Reino Unido abandone Europa, es que Reino
Unido entonces deja de existir e incluso Inglaterra deja de parecerse a
la Inglaterra que la gente espera que sea. Es diferente cuando se
enfrenta a solas a Rusia, a Estados Unidos, a China, que cuando es
asistida por Europa en la idea de agradable globalización que esta ha
hecho posible. ¿Y con respecto a Cataluña? No sé lo suficiente para
tener una posición clara. Creo que algo muy importante sobre el
separatismo ahora, sea escocés o catalán, es asegurarnos de que la
discusión no esté bajo control de factores externos. Si a los rusos les
interesa Cataluña como les interesa Escocia, como les interesa cualquier
cosa que debilite a España o a Europa en general, eso no significa que
los catalanes no tengan derecho a decidir por sí mismos. Pero a la hora
de decidir, la gente ha de ser consciente de que no hay adónde ir
excepto a un lugar mayor. O te vas al mundo donde están Rusia, América o
China y la globalización, o te vas a Europa. Es imposible estar solo,
eso es un sueño. No quiero hablar de Cataluña porque no he vivido allí,
no siento que comprenda la historia, pero mi idea general es que, si te
vas de algún sitio, tienes que saber adónde vas, porque si no alguien va
a terminar diciendo dónde acabas. Utiliza a Eliot y a Orwell para hablar de las sombras del siglo XX. Este es también tiempo de sombras…
Por eso son necesarios los hechos, la verdad. Gobernar desde las
sombras es decirle a la gente lo que quiere oír, mantenerla en un cierto
lugar emocional. Mientras que perseguir la verdad ensancha y
profundiza, porque el hallazgo es sorprendente. Y esa capacidad de ser
sorprendidos nos convierte en mejores ciudadanos.
TITULO: LA HORA DEL DESPERTADOR - Un bosque en ascuas,. LA HORA DEL DESPERTADOR - Un bosque en ascuas , fotos.
Un bosque en ascuas,.
Un
bombero participa en la extinción de un incendio en Bárcena Mayor
(Cantabria), en un bosque lleno de arbustos y maleza, en 2015.
Este es el año con menos incendios desde 1963. Dado el estado del monte, es más madera para futuros fuegos,.
Este
año se perfila como el segundo con menos superficie arrasada por el
fuego desde que existen registros en España, hace 57. Solo en 1963, con
22.679 hectáreas, se quemaron menos que entre el 1 de enero y el 14 de
octubre de este año, 23.204. Se trata de una buena noticia: menos
incendios suponen menos paisajes desolados y menos vidas y propiedades
en peligro. Pero, en un país con muchas masas arbóreas envejecidas,
bosques tupidos, vegetación continua y olas de calor extremo, también
significa más combustible. Es la llamada 'paradoja de la extinción': los
buenos veranos en materia de siniestros van montando, pieza a pieza, la
maquinaria de una bomba de relojería de enorme potencial destructor,
preparando el terreno para futuros fuegos devastadores como los de
Grecia, Portugal o California. Y en este diagnóstico inquietante
coinciden los expertos en ordenación forestal, los investigadores y los
ecologistas: el monte está abandonado y es urgente intervenir. «Si
nosotros no gestionamos el paisaje, las llamas lo harán», alertan.
Hace tres años, Greenpeace España advertía en el informe
'El verano que no queremos que ocurra' de que, tras años
excepcionalmente buenos, no tomar medidas de prevención era «jugar a la
ruleta rusa». Los datos lo confirman: después de los tranquilos 2010 y
2011, llegó 2012, el peor ejercicio de la década, con más de 200.000
hectáreas calcinadas. Y tras la relativa calma de 2013 a 2016, vino el
devastador 2017. La lucha contra el fuego no puede estar basada solo en
la extinción. La sequía provocada por el cambio climático, el abandono
del pastoreo y de los cultivos causado por la despoblación rural, la
falta de aprovechamiento de la biomasa y los recortes presupuestarios en
labores de prevención y vigilancia son los ingredientes de un «cóctel
explosivo», recuerda Mónica Parrilla, responsable de la campaña de
bosques de la ONG: «Tenemos un paisaje inflamable».
Coincide
en ese diagnóstico Distrito Forestal, un colectivo de ingenieros de
montes con amplia experiencia profesional. En muchas áreas, un factor de
riesgo es que los árboles están demasiado juntos, compitiendo por la
luz y el agua, y es necesario realizar 'claras', es decir, cortar
algunos para permitir que otros tengan espacio vital. Hay bosques
envejecidos, con escasa capacidad de regeneración. «Más de la mitad de
las dehesas de encinares superan los 150 años y la superficie de
arbolado joven es de apenas el 3%», resalta José Miguel Sierra, miembro
del grupo, que abrió su portal en internet este año. Para garantizar la
pervivencia del conjunto, hay que eliminar los ejemplares sobrantes
antes de que mueran. El problema, lamenta, es que, mientras la gente del
campo entiende perfectamente esa necesidad, los urbanitas biempensantes
consideran que talar plantas vivas es una atrocidad.
Romper la masa vegetal
«Nuestros montes están enfermos de colesterol y el infarto es el
incendio», afirma su colega Gregorio Montero, que fue cabrero y capataz
antes de convertirse en uno de los más prestigiosos expertos en
selvicultura del país. Y la 'cura' pasa por «limpiar las venas», o sea,
quitar troncos y ramas muertos, maleza y matorrales que, en época de
calor y viento fuerte, propagan el fuego.
Pero los recortes han reducido los fondos y las plantillas para
realizar esas labores. «En los años 80, el Icona ejecutaba unas 150.000
hectáreas anuales de tratamientos selvícolas, como 'claras', desbroces,
podas o limpieza de cortafuegos. El Plan Forestal Español de 2003
preveía la ejecución de 693.000 hectáreas en 30 años, es decir, unas
23.000 anuales, cuando deberían ser diez veces más», señala.
Como consecuencia del éxodo rural, se han abandonado muchas
actividades agrícolas, ganaderas y forestales que contribuían a romper
la continuidad de la masa vegetal y frenar el fuego cuando se producía.
Por si fuera poco, el aprovechamiento maderero es bajísimo. «Producimos
anualmente 45 millones de metros cúbicos de madera y extraemos solo
entre 15 y 18 millones. Como nuestro consumo anual es de 34 a 36
millones de m3, tenemos que importar unos 18. Podríamos tener una tasa
de autoabastecimiento del 100%, sin menoscabo para el cumplimiento del
resto de las funciones ecológicas y sociales de nuestros montes, y la
tenemos del 50% -lamenta Montero-. La selvicultura no daña al monte; se
limita a extraer la biomasa que le sobra. Pero no hemos sabido
transmitirlo. La sociedad considera que es mejor dejar los árboles como
están».
España, aclara el colectivo, tiene ahora el triple de superficie
verde que hace 150 años, gracias a medidas de gestión forestal
sostenible que hoy en día, por «desinformación o conservacionismo mal
entendido», se desprecian. «Hay que dinamizar el sector. El bosque tiene
que ser rentable», subraya la ecologista Mónica Parrilla.
Al fuego también se le combate con fuego. Hemos interiorizado que
los incendios constituyen un desastre a evitar, pero en realidad son un
elemento natural de los ecosistemas mediterráneos. La quema de
rastrojos o la creación de pastizales por combustión son prácticas
antiguas, recuerda Javier Madrigal, investigador del Instituto Nacional
de Investigación Agraria y Alimentaria (INIA), que se han actualizado
con técnicas científicas para garantizar la seguridad. Las quemas
prescritas para prevenir siniestros son cada vez más habituales «en
zonas de poda, restos de sacas o desbroces de zonas madereras».
Pero el presupuesto disponible para modificar un paisaje que
acumula el efecto de décadas de abandono es insuficiente. «Hay que
actuar en puntos estratégicos», subraya el investigador del INIA. «Para
atajar los incendios somos más eficaces cuando nos favorece la
meteorología», ironiza Madrigal. Este año llegamos a mitad del verano
con la tierra húmeda y la vegetación aún verde. Hubo suerte. El próximo,
con los bosques rebosantes de leña, habrá que mirar al cielo y esperar.
En ascuas.
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