DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - LAS REDES DEL ODIO, fotos.
EL BLOC DEL CARTERO , LA CARTA DE LA SEMANA - LAS REDES DEL ODIO.
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Para expresar nuestro amor necesitaríamos escribir una enciclopedia; para expresar nuestro odio nos basta con ciento cuarenta caracteres. Es verdad que en ese limitado espacio podríamos también escribir un aforismo radiante de afecto o un haiku pletórico de ternura. Pero para escribir un aforismo o un haiku amorosos tendríamos que quintaesenciar; para escribir una amenaza, un improperio o una calumnia nos basta con escupir. Y, además, para amar necesitamos estar acompañados; mientras que para odiar podemos estar solos, y cuanto más solos estemos más arrebatadamente podremos odiar. Ama quien es persona; mientras que, para odiar, sólo se necesita ser individuo. Decía Maritain que toda civilización homicida se caracteriza por sacrificar la persona al individuo: concede al individuo multitud de derechos y libertades (empezando, por supuesto, por la libertad de expresión y opinión); y a cambio aísla, despoja, debilita a la persona, privándola de las armaduras comunitarias que la sostienen y abrigan, arrojándola al torbellino de las fuerzas devoradoras que amenazan la vida del alma, a la turbamulta de los intereses y de los apetitos en pugna, a un incesante alud de excitaciones sensuales y errores deslumbrantes. Y, una vez que ha despersonalizado al hombre, le dice: «Eres un individuo libre. Defiéndete y sálvate tú solo».
Allá donde hay personas, la libertad se enraíza y vincula, se encarna en otras almas y otros cuerpos, haciéndose comprensiva, humilde y responsable; allá donde sólo hay individuos, la libertad se desata y desencarna, se torna impúdica y soberbia, se vuelve frívola y altiva, ambiciosa y frenética, enamorada de sí misma e implacable con el prójimo al que ni siquiera se molesta en conocer. Esa libertad ensoberbecida, sin embargo, acaba descubriendo su profunda, irrevocable soledad; y entonces se revuelve como una alimaña, sedienta de venganza, en busca de un culpable que aplaque su rabia, un payaso de las bofetadas sobre el que escupir su frustración.
Así se explica el odio rezumante de espumarajos que hallamos en las redes sociales, que fueron creadas para que las personas sacrificadas al individuo pudieran disfrutar de un simulacro grotesco de vida comunitaria. Redes siempre prestas a convertirse en vomitorio y patíbulo en el que un hormiguero de individuos pueden hacer quedadas y montar aquelarres, para destruir vidas de personas a las que nunca podrán amar, porque no las conocen.
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