DAVID GISTAU - GALLEGOS BRUTOS, foto.
El otro día pasé en coche junto a la plaza de toros, y los hijos, que iban detrás, me preguntaron qué se hacía ahí dentro. Las reacciones fueron distintas. El que suele ponerse una túnica de caballero Jedi quiso saber si a los toros los mataban con espadas láser y si los alzaban en el aire con poderes telepáticos, mientras que el más amigado con animalitos parlantes y peluches se quedó sencillamente estupefacto al averiguar que eso estaba ocurriendo a apenas unas manzanas del lugar donde vivimos. En cualquier caso, todas las reacciones tuvieron algo en común: no lo sabían. Es decir, unos chicos que saben qué sucede en un estadio, en un cine, en el Coliseo de Roma, en un teatro o en un pabellón no sospechaban siquiera una tarde de toros. No la concebían. Más allá de que el hogar donde viven no los impregna precisamente de afición, me llamó la atención que la tauromaquia haya perdido presencia social como para que unos muchachos de Madrid puedan crecer sin llegar a rozarse con ella jamás. Algo impensable con el fútbol. En ese sentido, mis hijos están creciendo como guiris y el día que vayan a los toros por primera vez, si es que lo hacen, sufrirán un choque cultural casi tan intenso como el de un chico de Ohio, cuya diferencia única es que no tiene ninguna posibilidad de que su padre pase con el coche junto a una plaza de toros. Por lo demás, son iguales, porque los chicos de Madrid como los míos conocen a un pívot de los Cleveland Cavaliers mejor que a cualquier torero.
Siempre me ha resultado divertido, por cierto, presenciar la primera vez en los toros de personas culturalmente alejadas de semejante afición. Tengo la impresión de que hay naciones mejor predispuestas que otras, que encuentran asideros culturales para entenderlo, y también que resulta más fácil integrarse a aquellos que no son sólo urbanitas, que han tenido experiencias con el campo. Tal vez porque no han humanizado de la misma manera al animal, sino que lo han mantenido en un espacio social donde no se percibe como un igual en condición y derechos. Por supuesto, los cazadores siempre vieron enseguida la idea del hombre que se mide en semejante desafío y que lo hace además -me dijo uno- renunciando a las ventajas tecnológicas derivadas del invento de la pólvora: algo más cercano al bisonte que disparar un rifle a distancia, algo más honorable. Me recordó la noción medieval de los galantes hombres de espada según la cual el arco era para cobardes: es difícil que un caballero artúrico resuelva un pleito de honor disparando una flecha desde una distancia de seguridad.
He visto gente a la que aquello repugnó. Otra que admiró la doma de un animal salvaje, como si aquello fuera circense y el torero pudiera introducir la cabeza en las fauces del animal con un redoble de tambor. En general, los argentinos, sobre todo los del polo, engancharon mejor con las corridas de rejones por su amor a los caballos y a la monta. Admiraban al jinete por encima de todas las cosas. Aunque el mayor choque cultural fue el que sufrió mi esposa, que es porteña. La única vez que estuvo en los toros, y créanme si les digo que es imposible convencerla de que vuelva a ir, creyó que era una ocasión social parecida al Abierto de Palermo de polo visto desde la conocida como tribuna del champán. O sea, que se vistió de Sex and The City dispuesta a alternar como en los Hamptons. Entramos tarde por el patio del desolladero, vio el reguero de sangre de un arrastre y giró la cabeza justo en el preciso instante en que un toro colgado de un gancho derramaba las tripas y lo llenaba todo de un olor a casquería y muerte. Lo que terminó de doblegarla fue comprobar que tenía una gotita de sangre en los Manolo Blahnik. Una gotita que era como un residuo de barbarie cultural que no había Camfort que lo limpiara. Mientras salía hacia el primer taxi, iba murmurando cosas entre las cuales sólo era posible entender «gallegos brutos».
Desayuno: Domingo y Lunes ,¿Qué pides tú?,.
Cena - domingo y lunes - una tortilla de habas , foto.
«Un zumo de naranja y unas tostadas de pan con tumaca e -importantísimo- con ajo y aceite de oliva. Un pincho de tortilla de patata, un cacao y un cruasán. Sin café».
TITULO: VIAJANDO CON CHESTER - LA COCINA DOMINGO - 75 AÑOS DE BACALAO DORADO,.
VIAJANDO CON CHESTER ,.
Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.
LA COCINA DOMINGO - LUNES - 75 AÑOS DE BACALAO DORADO,.
75 años de bacalao dorado,.
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Es el aniversario de la invención de este plato en la Pousada de Elvas,.
La boda de Aníbal y Maria Manuel duró dos días. Las bodas portuguesas son así, como la de estos dos alumnos portugueses de la Universidad de Mayores de Badajoz, en cuyo banquete nupcial se sirvieron 11 platos calientes, 9 platos fríos y 22 postres más el entretenimiento de almendras y bombones para acompañar el whisky, el champagne, el coñac, el vino de Oporto y el cup de frutas y licores.
Aníbal y Maria Manuel (no es una errata, en Portugal, las mujeres se llaman Maria João (Juan) o Maria Manuel) se trasladan cada jueves desde Elvas a Badajoz para asistir a las clases de posgrado de la Universidad de Mayores. Aníbal nació en Vila Nova de Gaia, donde están enclavadas las mejores bodegas de vino de Oporto. Llegó al fuerte de Graça de Elvas a hacer la mili, conoció a Maria Manuel y se casaron.
Aníbal fue alcalde comunista de Elvas antes de que el socialista Rondão ocupara la alcaldía. Conoce los secretos y las leyendas de la gastronomía alentejana y da gusto escuchar sus historias. Viajé con él y con sus compañeros de clase hace unas semanas a Estremoz y allí comimos en el restaurante Café Alentejano de la plaza del Rossio, donde se celebra el famoso mercado sabatino.
En el Café Alentejano, tomamos un delicioso caldo verde de verduras y un bacalao con natas correcto. Es comida para grupos y teniendo esto en cuenta, no hay queja. La sericaia con ciruela o ameixa de Elvas, que nos pusieron en un primer viaje, era de alta calidad, pero en el segundo viaje tomamos un pudin manifiestamente mejorable.
Sobre la ameixa o ciruela en almíbar de Elvas, Maria Manuel nos cuenta que la ideó un tatarabuelo suyo. Como en Gran Bretaña, tenían éxito, el rey Eduardo vino a Elvas a visitar la fábrica y desde entonces, en la mesa real británica siempre hay ameixas de Elvas.
En realidad, el rey Eduardo visitó Elvas por la estrecha relación de la ciudad con Inglaterra por cuestiones bélicas. «De hecho, detalla Aníbal, en Londres hay una Elvas Street y en Elvas está enclavado el cementerio inglés más grande que existe fuera del Reino Unido, donde están enterrados los militares británicos muertos en las diferentes batallas de Badajoz».
Uno de los platos clásicos de este Café Alentejano y de toda la región es el llamado 'porco' alentejano, que, como saben, no es otra cosa que un extraño maridaje entre la carne del cerdo troceada y estofada y las almejas guisadas. Parece un plato imposible pues al Alentejo fronterizo difícilmente podían llegar almejas frescas. Aníbal tiene una leyenda para explicar el plato: «Se celebraba una comida regia en el palacio ducal de Vila Viçosa en la que se servirían almejas de primero y cerdo de segundo, pero no había mucha cantidad ni de lo uno ni de lo otro, así que el rey ordenó que se mezclaran los dos platos y así nadie pudo quejarse de frugalidad».
Otro de los platos característicos del Alentejo fronterizo es el bacalao dorado, que fuera de esta zona no se suele servir. Aníbal recuerda algo muy conocido: el bacalao dorado fue inventado en la Pousada de Elvas por una cocinera a la que pidieron que ideara una nueva manera de servir el bacalao. En la Pousada de Beja, lo ponen en la carta como plato estrella por ser una receta inventada en la Pousada de Elvas en 1942. O sea, acaba de cumplir 75 años y nadie lo ha celebrado.
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