TITULO: LOS TOROS LA SER - La grave cornada del novillero placentino Alejandro Mora tiene 5 trayectorias en un muslo ,.
LOS TOROS LA SER,.
Los toros es un programa radiofónico que dirige el periodista especializado Manuel Molés en la Cadena SER .
Desde abril de 2015 se emite los lunes de madrugada tras ser sustituido
de su horario habitual de emisión de los domingos por el programa Contigo dentro . Contó con la colaboración de Antonio Chenel Antoñete , fallecido en Madrid el 22 de octubre de 2011 ,
siendo uno de los espacios más antiguos del panorama radiofónico
nacional ya que continúa emitiéndose de manera ininterrumpida desde 1982 .
Es un espacio taurino
a modo de repaso informativo semanal. Consta de tertulias, entrevistas
con los personajes de actualidad y crónicas de los eventos taurinos más
destacados de la jornada., etc.
El novillero extremeño
Alejandro Mora , que hoy resultó
herido de gravedad en el festejo inaugural de la
Feria del Pilar ,
sufre una cornada de hasta cinco trayectorias a nivel del triángulo de
Scarpa del muslo izquierdo, según el parte médico emitido por los
cirujanos de la plaza de toros de Zaragoza.
Tras una intervención de casi dos
horas de duración en la enfermería del coso, el extenso parte médico
especifica que el diestro presentaba «una herida por asta de toro a
nivel del triángulo de Scarpa del muslo izquierdo, con orificio de
entrada de 4 centímetros y
cinco trayectorias separadas en dos planos por el músculo sartorio«.
«Las
situadas en el plano más anterior -continúa el texto- miden 15
centímetros la inferior, 10 la superior y 20 la superoexterna. La
inferior, tras romper la vena safena interna, sigue el borde del músculo
sartorio desgarrando fibras del cuádriceps y produciendo profusa
hemorragia; la superior alcanza la arcada crural y la superoexterna
llega hasta la inserción del músculo tensor de la fascia lata».
Por
último, el parte añade que las dos trayectorias restantes «situadas en
el plano posterior son superponibles en extensión y dirección a las
anteriores, pasando entre los vasos femorales y el nervio crural,
desgarrando el músculo adductor mediano, alcanzando el pubis y en su
parte externa alcanzando igualmente la arcada crural. Pronóstico grave».
Mora
fue corneado por el sexto novillo de la tarde, de la ganadería de Los
Maños, mediada la faena de muleta, cuando, al pasarlo con la mano
izquierda, el animal se le venció, le prendió por el muslo y le colgó
brevemente del pitón.
Cuando se desprendió, consciente en el mismo
momento de la dimensión del percance, el novillero se dirigió
rápidamente hacia el callejón para dejarse llevar por las asistencias
hasta la enfermería, donde finalmente fue intervenido durante casi dos
horas.
El novillero Alejandro Mora es cogido por su segundo astado durante la novillada picada celebrada en Zaragoza ,. TITULO: SITUACIÓN EN EL TIEMPO: El Madrid del capitán Alatriste,.
foto / La
corte se asentó en la villa de Madrid, procedente de Toledo, por orden
de Felipe II en 1561, para no abandonarla excepto entre los años
1601?1606, en que Felipe III la trasladó a Valladolid. Convertida
definitivamente en Villa y Corte, el espacio madrileño se organizó en
torno a tres áreas. En el oeste, el Alcázar Real era el corazón de la
zona residencial cortesana; en el centro de la ciudad, la plaza Mayor y
su entorno constituían el espacio privilegiado de la economía urbana; y
al sur, la zona del Rastro era el principal núcleo productivo de la
ciudad. Como es lógico, la ciudad creció notablemente en este período,
de manera que la construcción era la actividad más pujante en la ciudad.
En el último tercio del siglo XVI se construyó una media de doscientas
casas anuales, además de elevarse la altura de muchas de las ya
existentes. También se edificaron nuevos conventos y palacios, se
trazaron y empedraron calles, se erigieron fuentes y se realizaron
algunas canalizaciones. En la Villa Vieja se situaban aristócratas y
burgueses de alto nivel, a los que se sumaban únicamente oficiales,
plateros y ciertos comerciantes. El centro estaba dominado por el
comercio mayorista y de lujo, así como por artesanos de elevados
ingresos, mientras que la periferia estaba poblada por artesanos
modestos, pobres y gentes vinculadas al abastecimiento y la
construcción. El Alcázar Real era la residencia regia y, por ello
mismo, la sede de la corte y del gobierno, y estaba situado al oeste de
Madrid, en el lugar actualmente ocupado por el Palacio de Oriente.
Basado en la remodelación y ampliación del antiguo castillo medieval,
las reformas se acometieron a partir de 1538, bajo Carlos I, y se
prolongaron durante el reinado de sus tres sucesores, si bien en tiempos
de Felipe II el cuerpo central del edificio había adquirido ya sus
características fundamentales. El Alcázar estaba organizado en torno a
dos grandes patios, el del rey y el de la reina, situados
respectivamente a izquierda y derecha de la entrada principal. En el
patio de la reina se hallaban las sedes de los principales órganos de
gobierno de la monarquía hispana: los consejos reales. En la planta
superior del mismo se hallaban los aposentos reales, los de la reina,
Isabel de Borbón, al este y los del rey al oeste. Residían además en el
alcázar los miembros de la familia real (los infantes don Carlos, don
Fernando y doña María, hermanos del rey) y, excepcionalmente, algunos de
los cortesanos de mayor rango. En particular, Felipe IV entregó a
Olivares las estancias del palacio que daban al norte y que él había
ocupado como príncipe de Asturias. Además de su núcleo central (basado
en el antiguo castillo medieval), el Alcázar se expandió hacia el este
con las Casas de Oficios, las cocinas nuevas y la Casa del Tesoro; hacia
el sur , en torno a la plaza de Palacio, con la Armería y las
Caballerías Reales, la Casa de Pajes, las Caballerías de la Regalada y
las cocheras reales; hacia el norte con la plaza del Picadero, los
jardines de la Priora; y hacia el oeste con el Parque (el actual Campo
del Moro). Los miembros de la Corte que no se alojaban en el
Alcázar Real, eran alojados o pensionados por la Regalía del Aposento y
solían residir en los alrededores del palacio real y en los de la Cárcel
de Corte (el actual Ministerio de Asuntos Exteriores), los principales
enclaves urbanos que en ese momento pertenecían a la Corona. En
consecuencia, los cortesanos y los oficiales reales se concentraban al
oeste y al norte de la Villa Vieja, en el límite occidental de la
Parroquia de San Martín y en la parroquia de Santa Cruz. No obstante, a
lo largo del siglo XVII los nobles se diseminarán por casi toda la
ciudad (salvo los barrios meridionales), en particular por ciertos ejes
del norte (Hortaleza y Fuencarral) y, sobre todo, por las vías del este
(Alcalá, San Jerónimo, Atocha) y sus transversales (Príncipe, Baño,
Cedaceros, Turco), que, por su proximidad al Palacio del Buen Retiro,
atraen a buen número de nobles, llegando a conformar un auténtico barrio
aristocrático. La Plaza Mayor es la célebre plaza porticada de
Madrid, de planta rectangular. Formada en la segunda mitad del siglo XV
como plaza del Arrabal, su actual apariencia remonta a la importante
remodelación efectuada por iniciativa de Felipe III entre 1617 y 1619,
bajo la dirección del arquitecto Juan Gómez de Mora. Los edificios que
la formaban, de cinco alturas y pórtico, estaban destinados a viviendas,
salvo el central del lado norte, que era la segunda Casa Consistorial,
más conocida como Casa de la Panadería (un edificio preexistente, de
1590, que quedó integrado en el nuevo proyecto) y el del lado sur, la
casa de la Carnicería (donde estaban las carnicerías de la Villa). Los
soportales, sobre pilares de granito, y los bajos fueron destinados a
comercios, según la siguiente distribución: desde la calle Nueva (hoy de
Ciudad Rodrigo) hasta la de Toledo, los portales de paños; desde la de
Toledo a la de Gerona, los de cáñamos y sedas (excepto el edificio de la
Carnicería), y desde la calle Nueva a la de la Sal, los de sedas e
hilos, salvo el tramo correspondiente a la Casa de la Panadería, donde
estaban establecidos los despachos del Peso Real y del Fiel Contraste.
En términos más generales, la zona oriental de la plaza y de sus
aledaños se consagraba al comercio de abastos, mientras que la oriental
lo hacía al de productos suntuarios. Además de ser el principal enclave
comercial de la ciudad, en la Plaza Mayor se celebraban numerosos
festejos y solemnidades, incluidos los juegos de cañas y toros; por
ello, el 30 de febrero de 1620, al poco de acabadas las obras, se
estableció la tasa por el alquiler de sus balcones para asistir a las
fiestas reales: los del primer piso, a 12 ducados; los del segundo, a 8;
los del tercero, a 6 y los del cuarto, a 4. También era el lugar donde
se celebraban los autos de fe (desde 1624) y las ejecuciones públicas
(como la célebre de don Rodrigo Calderón en 1621), colocándose el
patíbulo delante del portal de pañeros si la pena era de garrote; frente
a la Panadería, si era de horca, y ante los porches de la Carnicería,
si era de cuchillo o hacha. La plaza sufrió diversos incendios que
obligaron a otras tantas restauraciones, el más importante de los cuales
fue el sufrido en agosto de 1790, que obligó a reedificar buena parte
de la misma, bajo las órdenes del arquitecto Juan de Villanueva, quien
redujo en dos las alturas de los edificios y proyectó el cerramiento de
la plaza mediante los arcos realizados sobre sus accesos.
Los
artesanos y los mercaderes que les suministraban sus materiales o
comercializaban sus productos tendían a localizarse en el centro y el
sur de la ciudad, especialmente en los alrededores de la plaza Mayor y
en la zona del Rastro. En torno a la primera preferían lugares como las
plazas de Santa Cruz y Puerta Cerrada, así como las principales arterias
de la ciudad (calles de Toledo, Mayor y Atocha). En particular, la
confección tenía su sede principal en los soportales de la Plaza Mayor,
mientras que las materias primas (seda y paño) se expendían en la calle
Mayor. Cerca de la citada plaza se situaban también los cordoneros
(calle Mayor y Puerta de Guadalajara), jubeteros (calle de Toledo),
tundidores (cava de San Miguel y plaza de Herradores) y sombrereros
(Arenal y Santa Cruz). Había zapateros por toda la ciudad, pero buena
parte de ellos se concentraba en las cercanías de la iglesia de Santa
Cruz, donde se aglutinaban otros oficios relacionados con la elaboración
del calzado: esparteros y cordoneros. Dentro de las industrias del
metal se establecía una clara diferencia entre los oficios artísticos y
los artesanales. Los primeros (plateros, orfebres) se instalaban en la
zona denominada la Platería, comprendida entre la calle del mismo nombre
(que era el tramo final de la calle Mayor), las calles del Arenal y
Santiago, y la plaza de Herradores. Los joyeros se hallaban establecidos
en las calles Mayor, Atocha, Santa Cruz, Postas y en las covachuelas de
San Francisco. En cambio los artesanos del metal (cuchilleros,
latoneros, herreros, espaderos y caldereros) se situaban , siguiendo las
ordenanzas municipales, en torno a Puerta Cerrada y la calle de Toledo.
Por último, los que trabajaban con pieles(pellejeros, curtidores y
zurradores) se situaban en el Rastro, en el límite meridional de la
villa.
ANÁLISIS DE LA ESTRUCTURA
El
nudo o introducción consiste en los capítulos I, II, III y IV, donde la
trama ya esta armada y la mayoría de los personajes presentados y,
principalmente, la deuda que sienten los ingleses hacia Alatriste es
revelada.
Los capítulos V, VI, VII, VIII y IX constituyen el
desarrollo. Es donde el escritor muestra la huida del capitán de la casa
del conde de Guadalmedina, y después lucha contra sus enemigos que le
persiguen.
El desenlace está constituido por los capítulos X y
XI, donde los ingleses pagan sus deudas al capitán, primero ayudándole
en la pelea en el corral y luego con el anillo y la carta.
RESUMEN
Esta
historia comienza con la vida de un soldado veterano de los tercios de
Flandes, que malvive en el Madrid de los Austrias del s. XVII en una
España corrupta y en decadencia.
El capitán Alatriste no era el
hombre más honesto, ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se
llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y tenia una “excelente hoja militar”
por lo que se alquilaba como espadachín para los trabajos sucios que los
demás no querían hacer.
Iñigo Balboa, hijo de familia pobre, es
acogido por el capitán como promesa a su padre Lope de Balboa, amigo de
Diego en las guerras de Flandes.
El capitán, después de salir de
la cárcel por impago de impuestos, sin dinero, habla con el teniente de
alguaciles Martín Saldaña, antiguo compañero de Diego y Lope de Balboa,
que le dice que unos hombres están interesados en su “espada” y que le
pagarán muy bien, por lo menos para vivir satisfactoriamente después de
pagar los impuestos pendientes.
Por la noche fue al lugar citado
para hablar con los que le tenían que contratar. Los enmascarados
hablaron de la misión, en la que tenían que asaltar a dos ingleses
apellidados Smith, una misión que tenia gato encerrado. Su compañero, el
italiano Gualterio Malatesta, también estaba presente. Uno de los
enmascarados se marcha no sin antes advertir que no quería sangre, y
aparece fray Emilio Bocanegra, el presidente del tribunal de la
Inquisición, temido por todos, pues no era muy piadoso tanto con los que
no eran católicos como con los que sí lo eran.
Este les dice que
no hagan caso de lo que les han dicho y que aparte de robarles debían
matarles, a cambio les darían veinte doblones más. Alatriste duda, pero
le obligan a cumplir la misión.
Al día siguiente, por la noche,
Alatriste y Malatesta acuden a cumplir la misión, y permanecen ocultos
en la sombra a la espera de los dos ingleses. Cuando estos llegan
empiezan a combatirse, y cuando el mayor, que luchaba contra Alatriste,
es desarmado, pide cuartel para su compañero. Esto conmueve al capitán
que le perdona la vida y además, desvía una estocada mortal de Malatesta
al mas joven de los dos.
Diego los lleva a la casa del conde de
Gualmedina donde descubre que los ingleses eran personajes de la realeza
británica y que vienen a negociar el matrimonio entre la infanta doña
María y uno de ellos, el príncipe Carlos Estuardo.
Alatriste pasa
la noche en casa de su amigo pero debe volver a su apartamento donde
duerme armado hasta los dientes, por si acaso.
Al día siguiente el teniente Martín le detiene y se lo lleva a una cabaña.
Iñigo
en un acto de valentía los sigue y se queda esperando al capitán fuera.
Dentro, en la casa, Alatriste se encuentra con uno de los enmascarados y
con fray Emilio Bocanegra, que le interrogan sobre lo ocurrido con los
ingleses y le dejan marchar sin más. Alatriste desconfía.
Al
salir, le tienden una trampa e intentan matarlo unos hombres, entre
ellos el italiano Malatesta. Con la ayuda de Iñigo, Diego consigue
salvarse.
Mientras tanto, Iñigo se enamora de Angélica de
Alquezar, hija de Luis de Alquezar secretario del rey. Inocentemente y
sin saber la trampa que la niña le esta tendiendo, le cuenta todos los
planes que él y Alatriste tienen.
Diego, ya un poco más
tranquilo, va al teatro con Iñigo y sus amigos de la taberna, a ver una
obra de Lope de Vega. Pero cinco espadachines le atacan y con mucho
valor y la ayuda de Quevedo se enfrentan a ellos. Los ingleses que
también estaban presentes al ver que el que estaba en peligro era el
capitán no dudan en ayudarle. Por desgracia los guardias aparecen y se
llevan a Quevedo, a Diego y a los espadachines que consiguen capturar,
presos.
Al día siguiente, el capitán se encuentra con el conde de
Olivares, y hablan del historial militar de Alatriste, pero lo que en
verdad el conde quiere saber era quienes estaban implicados en la
emboscada en la que Alatriste participó. Diego oculta la verdad y
aparece Luis de Alquezar, quien implica indirectamente a fray Bocanegra,
claro porque él era uno de los enmascarados.
Los ingleses
vuelven a su país, pero como agradecimiento le dejan un anillo de oro y
una letra de cambio en la que obliga a cualquier súbdito de Su Majestad
Británica a ayudarle si lo necesita.
Fuera del edificio,
Malatesta deja un recado a Iñigo( que estaba esperando al capitán),
sobre asuntos pendientes que tiene con Alatriste.
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