El domingo -30- JUNIO a las 18:00 por La Sexta, foto,.
Jim Jarmusch,.
Volviendo a su pasión por la adolescencia actual, desgrana: "Algunas de esas rebeldías acaban siendo absorbidas por la sociedad, desde Arthur Rimbaud, Bobby Fischer o Mary Shelley a Kurt Cobain. En Los muertos no mueren he querido hacerles un guiño con el reformatorio y con el grupo que lidera Selena Gomez. ¿Sabéis a quién oigo ahora constantemente?". Los periodistas pegan un respingo: el fan y amigo de Iggy Pop, Tom Waits o Neil Young está a punto de lanzar una bomba: "Billie Eilish, una auténtica estrella del pop. Sus letras son impresionantes, me llegan como no lo hacen artistas de mi generación". Solo tiene un pero Jarmusch a los adolescentes: "A veces la revolución hormonal les confunde".
Consejos para escribir un guion
Jim Jarmusch tiene claro su método de escritura de guion. “A mí me
funciona y me va bien, creo [risas]. Yo hago esto a la hora de afrontar
un proyecto”. Así es su proceso.
Lee a Marguerite Duras. “Antes de empezar a escribir, leo algo de Duras. Me hipnotiza la sencillez y la belleza de su escritura. Esta vez lo he acompañado con Robert Walser, cuya novela El paseo es maravillosa. Ah, y con textos de Joe Brainard [pintor de la Escuela de Nueva York], que no tienen relación estética con el filme”.
Escucha música inspiradora. “Aquí sí necesito que tenga una implicación emocional con el filme. Para esta descubrí a la banda The Angelic Process, de heavy noise. Y oí mucho a Billie Eilish. ¡Qué letras!”.
Escribe a mano. “Así guardas lo que has desechado o cambiado de lugar”. Jarmusch no tiene email. “Aunque me encanta enviar emojis en mensajes de texto”.
Rueda con amigos. “Es sencillo: te quitas de problemas, que luego todo se complica”.
Lee a Marguerite Duras. “Antes de empezar a escribir, leo algo de Duras. Me hipnotiza la sencillez y la belleza de su escritura. Esta vez lo he acompañado con Robert Walser, cuya novela El paseo es maravillosa. Ah, y con textos de Joe Brainard [pintor de la Escuela de Nueva York], que no tienen relación estética con el filme”.
Escucha música inspiradora. “Aquí sí necesito que tenga una implicación emocional con el filme. Para esta descubrí a la banda The Angelic Process, de heavy noise. Y oí mucho a Billie Eilish. ¡Qué letras!”.
Escribe a mano. “Así guardas lo que has desechado o cambiado de lugar”. Jarmusch no tiene email. “Aunque me encanta enviar emojis en mensajes de texto”.
Rueda con amigos. “Es sencillo: te quitas de problemas, que luego todo se complica”.
A Jarmusch nunca le ha interesado mucho el subgénero de los zombis. "A mí siempre me han ido más los vampiros, por su sofisticación, su elegancia, su encanto sexual... Recuerdo mucho a Bela Lugosi. En cambio, no he visto Walking Dead, y del cine de zombis solo me interesa George A. Romero. Porque crea la nueva mitología. Antiguamente, los zombis eran manejados mediante el vudú por alguien que les ordenaba cosas como 'Matad a Donald Trump'. Y allá que se iban. Romero reforma ese concepto: tienen su propia identidad y proceden de nuestra sociedad, somos nosotros. Un zombi es monstruo y víctima al mismo tiempo. En mi filme he subrayado la idea de que estos no muertos solo se mueven buscando lo que más querían cuando estaban vivos". Por otro lado, Jarmusch ha aportado su pequeño grano de arena al género y ha inventado que están "rellenos de polvo, como si estuvieran desecados, tras perder el agua que en un 75% compone un cuerpo". "En fin, que lo que quería decirles es que he filmado una peli con zombis porque así es como va la gente por la calle: atontada mirando al móvil. Dios, es que en Nueva York nadie levanta la cabeza del cacharro. Panda de idiotas", y el tono final de su frase es lo suficientemente serio como para dar a entender que no está de chistes. Momento para hablar de Trump. "Puf, veo entre mis amigos muchos muy motivados en luchar contra él. A mí me la suda. Es una cortina de humo de las corporaciones. Vayamos más allá, no perdonamos el tiempo con él".
El último viejo 'indie'
Bill Murray, Chloë Sevigny y Adam Driver, en el filme.
También es consciente Jarmusch de que es el último representante de una escena, la indie neoyorquina, a punto de fenecer. “El sistema ha cambiado por completo, cierto. Nadie matará la belleza de la forma del cine, y siempre alguien expresará sus sentimientos en imágenes. Sin embargo, ¿cómo se financiará?”. Jarmusch sigue yendo a las salas un par de veces a la semana, y viendo en casa otras cinco películas. “Nadie podrá parar al cine”.Que Los muertos no mueren es un mero entretenimiento lo confirma el cineasta hasta en los nombres de los personajes: el de Driver se llama Ronnie Paterson, como guiño a su colaboración precedente, y a Murray le ha tocado Cliff Robertson: "Y a Rosie Perez la he bautizado Posie Juarez. En mis películas, siempre hay un guiño a Hollywood, de ahí lo de Robertson, como la estrella. Pequeños chistes que me salen durante la escritura". Y enseña la agenda: "Son notas que tomo durante la redacción del guion, que aún hago a mano. A veces tienen que ver con la película, otras no. Apunto qué estoy escuchando, detalles, pensamientos, poemas... Lo escribo en varios colores, lo que no quiere decir nada: lo hago con el boli que tengo más cerca". Confiesa que no le gusta mirar hacia atrás: "Me plantearon hacer una serie con Ghost Dog, el proyecto ha tirado hacia adelante y puede que acabe como su productor ejecutivo, aunque no más. Lo de revisar el pasado no va conmigo. Veo las películas en su estreno en alguna sala comercial con gente que haya pagado por la entrada y ya está".
El miercoles -26- Junio a las 21:00 por La 2, foto.
El oro, favorecido por los tipos bajos y refugio contra la tensión geopolítica,.
Los analistas discuten bajo qué
condiciones el metal precioso podría seguir al alza y de qué manera
sería mejor aprovechar si así fuera.
El oro sube un 8% en lo que llevamos de año. Aunque, en
realidad, esa rentabilidad hay que achacarla a su comportamiento desde
finales del mes de mayo casi exclusivamente. Ese avance es noticia por
sí solo, porque sigue a descensos en el precio del metal amarillo entre
febrero y mayo. Pero cobra mayor relevancia si tenemos en cuenta que la
cotización ha rebasado niveles con los que ha venido chocando en los
cinco últimos años: la cota de los 1.350 dólares. Con este último
repunte, se encuentra en sus niveles más altos desde 2013, que fue el
último momento en que se encontró por encima de los 1.400 dólares, nivel
que ahora acaricia. Aunque con el «pero» del mayor nivel de sobrecompra
desde febrero de 2016.
Joaquín Robles, de XTB, explica las dos razones que hay detrás de la subida del precio del oro: por un lado, el metal ha hecho valer su carácter de refugio frente a la creciente tensión comercial entre Estados Unidos y China, la crisis geopolítica en Oriente Medio, con el creciente riesgo de un choque bélico en Irán, así como las incertidumbres alrededor del Brexit y de la situación presupuestaria italiana, aún por resolver. Por otro, la onza ha encontrado un fuerte apoyo procedente de la Reserva Federal norteamericana (Fed), sobre todo esta última semana: el hecho de que anticipe la posibilidad de bajadas en el precio oficial del dinero en los próximos meses propicia la reducción en los intereses de los bonos y la depreciación del dólar, lo que abarata las materias primas, que cotizan en billete verde.
Nitesh Shah, director de análisis de WisdomTree, recuerda que los participantes del mercado están descontando una probabilidad del 98% a que haya un recorte de los tipos de interés en septiembre. «Si esto sucede, creemos que sería alcista para el oro», afirma Shah.
Sergio Ávila, de IG, añade: «Si la Fed avanzase fuertes caídas en los tipos, el mercado podría descontar que la economía pudiera anticipar problemas a futuro y, por lo tanto, la caída del dólar junto con la búsqueda de refugio probablemente beneficiarían al oro». En esta idea abunda Ned Naylor-Leyland, gestor de Merian GI: «A medida que los mercados de efectivo y de bonos se ponen nerviosos por el futuro del poder adquisitivo del dólar, los precios del oro y de la plata parecen estar listos para reanudar su secular carrera alcista». Y, de hecho, Naylor-Leyland afirma que la segunda mitad de este año parece que será considerablemente mejor para los entusiastas de los metales monetarios.
La historia del oro desde el inicio de este milenio ha sido de enormes variaciones. El primer tramo fue muy positivo: entre el año 2001 y 2012 encadenó subidas sin interrupción que lo llevaron desde los 278 hasta los 1.675 dólares la onza. A partir de ahí, entre 2013 y 2015, se replegó hasta los 1.000 dólares la onza. Y en los tres últimos años ha registrado idas y venidas pero que siempre han impedido superar la cota con la que ahora se enfrenta.
Consolida a corto, sube a largo
De acuerdo con Ávila, es fundamental que se rebasen los 1.366 dólares a cierre semanal. A partir de ahí, la única resistencia con que se toparía sería la del nivel de los 1.433 dólares. Y, de superarla, podría alcanzar los 1.620 dólares. De acuerdo con Joaquín Robles, el precio de la onza podría moverse entre los 1.400 y los 1.700 dólares. Pero no recomienda entrar en el metal amarillo hasta que no rebase esos 1.400 dólares clave claramente.
Robles también advierte de que, aunque el oro sube este año, se comporta aún peor que los índices bursátiles americanos y que algunos europeos, que acumulan rentabilidades de hasta un 15%. Y, en definitiva, señala que no se ha producido un cambio claro de ciclo a favor de los refugios.
También una visión prudente, aunque sólo a corto plazo y con fondo alcista a largo, muestra Carsten Menke, responsable del área de Next Generation de Julius Baer. Si bien considera que la geopolítica ha estado detrás de la subida del oro, con eventos que han agravado la situación como el choque entre Trump y México, el veto a Huawei o el ataque a dos petroleros en el estrecho de Ormuz, «en tanto estos riesgos no tengan impacto en la economía mundial o en los mercados financieros, no es probable que el oro reciba un apoyo sostenido de la geopolítica». De este modo, apunta que a corto plazo, lo que habría que esperar en el oro sería una consolidación.
Menke establece su objetivo para el oro para los próximos tres o doce meses entre los 1.325 y los 1.400 dólares la onza. Pero cree que, a partir de ahí, una vez que se compruebe que el escenario económico se debilita, el precio de la onza ganaría potencial en un horizonte temporal más amplio. «Dicho esto, considerando nuestra perspectiva de largo plazo alcista para el oro, vemos cualquier debilidad de corto plazo como una oportunidad de compra», concluye Menke que, de todas maneras, avisa de que los máximos históricos que marcó el oro (los 1.900 dólares la onza a mediados de 2011, coincidiendo con la crisis del euro) deberían continuar fuera del alcance de los inversores, dado que no se espera que haya un estallido de riesgos sistémicos en los mercados financieros, como sí fue el caso de los años 2007 a 2011.
De acuerdo con la plataforma online de trading más grande del mundo, Bullion Vault, cuya opinión recoge Bloomberg, aunque no es imposible que se produzca un recorte en el precio del oro, antes o después logrará rebasar la cota de los 1.400 dólares. Y será entonces cuando los inversores minoristas, que hasta el momento se han mantenido al margen de las últimas subidas, entrarán. «Y entonces será cuando comenzará el impulso real», concluyen desde la firma.
¿Metal físico o mineras?
Las opiniones de los expertos son, en general, favorables al oro, aunque con algunas cautelas. ¿Cómo aprovechar el potencial que puede tener el metal precioso? Algunos analistas, como Sergio Ávila o Joaquín Robles, consideran que es mejor apostar directamente por la materia prima, vía derivados. «Las mineras están expuestas a más factores, además de a la evolución del precio de las materias primas», justifica Robles.
Pero Naylor-Leyland cree que las últimas palabras de Jerome Powell pueden ser especialmente bienvenidas para los tenedores de acciones de compañías mineras de oro y plata.
Para Nitesh Shah, una ventaja de invertir en oro apostando por las mineras que lo explotan es que cuando el precio del metal aumenta, las acciones de las mineras a menudo pueden subir más rápido, ya que son esencialmente un negocio apalancado en el precio del metal. Pero advierte de su desventaja: estas compañías pueden ser volátiles en Bolsa y cuando el precio del oro baja, las acciones de las mineras pueden magnificar también ese movimiento.
Carsten Menke sintetiza la situación que atraviesan las mineras y la conveniencia de invertir en ellas: "Por lo general, el oro y las mineras se mueven en sincronía, dado que el metal es la principal fuente de ingresos de estas empresas. Dicho esto, las compañías mineras están expuestas a una variedad de factores de riesgo adicionales, tales como la geología de las minas, el entorno político y normativo en el que se ubican las explotaciones, así como los riesgos relacionados con la gestión y ejecución de las operaciones». Ante ello, Menke afirma que, a la hora de incorporar el oro específicamente como refugio en las carteras, habría que apostar por el metal físico.
En la última semana, asistimos a unas cuantas buenas noticias en las cotizadas del sector del oro. Por un lado, a este ritmo las mineras de oro sudafricanas podrían cerrar su mejor año desde 2005. Hasta el momento, en este 2019, acumulan una rentabilidad del 40%. Y sus homólogas australianas, tras la reunión de la Reserva Federal de esta semana se anotaron entre un 6% y un 8%. En cuanto a la referencia del sector en Europa, Barrick Gold, en la última semana, ha marcado máximos de los últimos doce meses. En el último año gana un 11%. Más de la mitad de su avance de 2019 tuvo lugar el jueves. Parece que es cierto que las acciones magnifican la evolución de la onza.
Joaquín Robles, de XTB, explica las dos razones que hay detrás de la subida del precio del oro: por un lado, el metal ha hecho valer su carácter de refugio frente a la creciente tensión comercial entre Estados Unidos y China, la crisis geopolítica en Oriente Medio, con el creciente riesgo de un choque bélico en Irán, así como las incertidumbres alrededor del Brexit y de la situación presupuestaria italiana, aún por resolver. Por otro, la onza ha encontrado un fuerte apoyo procedente de la Reserva Federal norteamericana (Fed), sobre todo esta última semana: el hecho de que anticipe la posibilidad de bajadas en el precio oficial del dinero en los próximos meses propicia la reducción en los intereses de los bonos y la depreciación del dólar, lo que abarata las materias primas, que cotizan en billete verde.
Nitesh Shah, director de análisis de WisdomTree, recuerda que los participantes del mercado están descontando una probabilidad del 98% a que haya un recorte de los tipos de interés en septiembre. «Si esto sucede, creemos que sería alcista para el oro», afirma Shah.
Sergio Ávila, de IG, añade: «Si la Fed avanzase fuertes caídas en los tipos, el mercado podría descontar que la economía pudiera anticipar problemas a futuro y, por lo tanto, la caída del dólar junto con la búsqueda de refugio probablemente beneficiarían al oro». En esta idea abunda Ned Naylor-Leyland, gestor de Merian GI: «A medida que los mercados de efectivo y de bonos se ponen nerviosos por el futuro del poder adquisitivo del dólar, los precios del oro y de la plata parecen estar listos para reanudar su secular carrera alcista». Y, de hecho, Naylor-Leyland afirma que la segunda mitad de este año parece que será considerablemente mejor para los entusiastas de los metales monetarios.
La historia del oro desde el inicio de este milenio ha sido de enormes variaciones. El primer tramo fue muy positivo: entre el año 2001 y 2012 encadenó subidas sin interrupción que lo llevaron desde los 278 hasta los 1.675 dólares la onza. A partir de ahí, entre 2013 y 2015, se replegó hasta los 1.000 dólares la onza. Y en los tres últimos años ha registrado idas y venidas pero que siempre han impedido superar la cota con la que ahora se enfrenta.
Consolida a corto, sube a largo
De acuerdo con Ávila, es fundamental que se rebasen los 1.366 dólares a cierre semanal. A partir de ahí, la única resistencia con que se toparía sería la del nivel de los 1.433 dólares. Y, de superarla, podría alcanzar los 1.620 dólares. De acuerdo con Joaquín Robles, el precio de la onza podría moverse entre los 1.400 y los 1.700 dólares. Pero no recomienda entrar en el metal amarillo hasta que no rebase esos 1.400 dólares clave claramente.
Robles también advierte de que, aunque el oro sube este año, se comporta aún peor que los índices bursátiles americanos y que algunos europeos, que acumulan rentabilidades de hasta un 15%. Y, en definitiva, señala que no se ha producido un cambio claro de ciclo a favor de los refugios.
También una visión prudente, aunque sólo a corto plazo y con fondo alcista a largo, muestra Carsten Menke, responsable del área de Next Generation de Julius Baer. Si bien considera que la geopolítica ha estado detrás de la subida del oro, con eventos que han agravado la situación como el choque entre Trump y México, el veto a Huawei o el ataque a dos petroleros en el estrecho de Ormuz, «en tanto estos riesgos no tengan impacto en la economía mundial o en los mercados financieros, no es probable que el oro reciba un apoyo sostenido de la geopolítica». De este modo, apunta que a corto plazo, lo que habría que esperar en el oro sería una consolidación.
Menke establece su objetivo para el oro para los próximos tres o doce meses entre los 1.325 y los 1.400 dólares la onza. Pero cree que, a partir de ahí, una vez que se compruebe que el escenario económico se debilita, el precio de la onza ganaría potencial en un horizonte temporal más amplio. «Dicho esto, considerando nuestra perspectiva de largo plazo alcista para el oro, vemos cualquier debilidad de corto plazo como una oportunidad de compra», concluye Menke que, de todas maneras, avisa de que los máximos históricos que marcó el oro (los 1.900 dólares la onza a mediados de 2011, coincidiendo con la crisis del euro) deberían continuar fuera del alcance de los inversores, dado que no se espera que haya un estallido de riesgos sistémicos en los mercados financieros, como sí fue el caso de los años 2007 a 2011.
De acuerdo con la plataforma online de trading más grande del mundo, Bullion Vault, cuya opinión recoge Bloomberg, aunque no es imposible que se produzca un recorte en el precio del oro, antes o después logrará rebasar la cota de los 1.400 dólares. Y será entonces cuando los inversores minoristas, que hasta el momento se han mantenido al margen de las últimas subidas, entrarán. «Y entonces será cuando comenzará el impulso real», concluyen desde la firma.
¿Metal físico o mineras?
Las opiniones de los expertos son, en general, favorables al oro, aunque con algunas cautelas. ¿Cómo aprovechar el potencial que puede tener el metal precioso? Algunos analistas, como Sergio Ávila o Joaquín Robles, consideran que es mejor apostar directamente por la materia prima, vía derivados. «Las mineras están expuestas a más factores, además de a la evolución del precio de las materias primas», justifica Robles.
Pero Naylor-Leyland cree que las últimas palabras de Jerome Powell pueden ser especialmente bienvenidas para los tenedores de acciones de compañías mineras de oro y plata.
Para Nitesh Shah, una ventaja de invertir en oro apostando por las mineras que lo explotan es que cuando el precio del metal aumenta, las acciones de las mineras a menudo pueden subir más rápido, ya que son esencialmente un negocio apalancado en el precio del metal. Pero advierte de su desventaja: estas compañías pueden ser volátiles en Bolsa y cuando el precio del oro baja, las acciones de las mineras pueden magnificar también ese movimiento.
Carsten Menke sintetiza la situación que atraviesan las mineras y la conveniencia de invertir en ellas: "Por lo general, el oro y las mineras se mueven en sincronía, dado que el metal es la principal fuente de ingresos de estas empresas. Dicho esto, las compañías mineras están expuestas a una variedad de factores de riesgo adicionales, tales como la geología de las minas, el entorno político y normativo en el que se ubican las explotaciones, así como los riesgos relacionados con la gestión y ejecución de las operaciones». Ante ello, Menke afirma que, a la hora de incorporar el oro específicamente como refugio en las carteras, habría que apostar por el metal físico.
En la última semana, asistimos a unas cuantas buenas noticias en las cotizadas del sector del oro. Por un lado, a este ritmo las mineras de oro sudafricanas podrían cerrar su mejor año desde 2005. Hasta el momento, en este 2019, acumulan una rentabilidad del 40%. Y sus homólogas australianas, tras la reunión de la Reserva Federal de esta semana se anotaron entre un 6% y un 8%. En cuanto a la referencia del sector en Europa, Barrick Gold, en la última semana, ha marcado máximos de los últimos doce meses. En el último año gana un 11%. Más de la mitad de su avance de 2019 tuvo lugar el jueves. Parece que es cierto que las acciones magnifican la evolución de la onza.
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