LA HORMA DE MI ZAPATO, EL OBJETO Y YO, ZAPATILLAS VIEJAS - MORTADELO Y FILEMÓN - Revista Grada - Carlos López Otín , fotos,.
Carlos López Otín,.
Carlos López Otín: «Qué mejor elixir de la longevidad que abrir un libro o escuchar una canción»,.
Carlos López Otín Catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo,.
El investigador revela en un libro la ecuación para vivir más: «El envejecimiento es inexorable, pero la longevidad es plástica»,.
Es 'El sueño del tiempo' (Paidós) un libro con banda sonora, galería de arte y cartelera de cine. Es un viaje apasionante por los relojes biológicos y emocionales, por los días y las horas de las grandes mentes que han hecho avanzar el mundo, por los caminos del envejecimiento, por sus elixires, por el ADN y el ARN, por los telómeros y la autofagia, por laboratorios y bioterios, pero con la compañía de Van Gogh, de los Rolling Stones o de Robert Zemeckis. Carlos López Otín (Sabiñánigo, 1958), catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo, firma junto a Guido Kroemer un ensayo que puede ayudarnos a envejecer mejor y a conocernos mejor.
-¿Cómo quiere usted envejecer?
-En mi vida ya he cumplido todas mis expectativas absolutamente, estoy tranquilo y contento. Tengo 62 años y mi vida ha sido un elogio del tiempo.
-En su anterior libro decía que había sido un hombre feliz, que de pronto se hizo un hombre triste. ¿En qué momento está?
-Este libro habla también de eso en el sentido de que es el segundo eslabón de la trilogía. En el primero descubrí la infinita vulnerabilidad, las emociones, el segundo ahonda en algo a lo que ningún ser humano por ahora ha logrado ser invulnerable, el paso del tiempo, y el tercer libro, ya escrito, aborda aquellas enfermedades simbólicas que nos hacen sentir más de cerca esa sensación de fragilidad extrema. En el primero escribía la ecuación de la felicidad, en este, la de la longevidad y la conclusión es que el envejecimiento es inexorable pero la longevidad es plástica.
-¿Hasta dónde?
-Me gusta pensar que hay unos límites biológicos. Para mí está en 122 años, 5 meses y 14 días, el tiempo que vivió el ser humano que ha tenido una mayor longevidad. Cuando nacemos venimos con tres mil millones de latidos en el corazón para gastar, pero no llegamos hasta el final porque nos deterioramos antes, es un problema de mantenimiento. Entendemos el tiempo cósmico, pero el tiempo biológico hay que aprender a pasarlo, sentirlo, perderlo, ganarlo, disfrutarlo, soñarlo, sufrirlo a veces y plantearnos si podemos llegar a dominarlo.
-¿Usted qué ha aprendido?
-Que qué mejor elixir de la longevidad que abrir un libro para viajar en el tiempo o escuchar una canción. Son de altísimo impacto y bajo coste.
-Pero se buscan otros. ¿Quién quiere vivir para siempre?
-Mucha gente, porque la industria de la longevidad es la de mayor futuro. ¿Quiénes son los grandes mercaderes del tiempo? Google y Facebook, jóvenes multimillonarios que quieren comprar tiempo porque es lo único que no pueden dominar, han creado empresas dedicadas exclusivamente a estudiar claves para extender la vida hasta extremos impensables
-¿Merece la pena?
-Cuando se invierten millones de dólares será que sí.
-¿A usted le gustaría llegar a centenario?
-A centenario no me importaría, siempre que me sienta bien.
-¿Pero qué opina de esa búsqueda de vivir más y más?
-El objetivo de toda mi vida ha sido entender las enfermedades y eso me ha llevado a investigar sobre el paso del tiempo, porque surgen como producto secundario del paso del tiempo o tienen componentes relacionados con los relojes biológicos. Por eso entender el tiempo nos sirve para entender la vida y mejorarla. La vida tiene sus luces y sus sombras y es finita por definición, envejecer es un accidente de la evolución.
-O sea que no ve necesario alargarla porque sí.
-A mi padre le sobraron dos años, mi madre está enferma de alzhéimer y no me gustaría que le sobraran también. En una sociedad libre y bien informada, nadie debe imponer nada. El primer milagro es la vida, pero cuando ya no cumple los requisitos para ser una vida reconocible es innecesaria.
-Entiendo que aboga por la regulación de la eutanasia.
-No me gusta esa palabra, me parece durísima, inconveniente, lo que creo que hay que hacer es impulsar el conocimiento. Hay dos vulnerabilidades humanas: la entropía, que tiene que ver con el tiempo cósmico y no podemos luchar contra ella, y la ignorancia. Los dinosaurios se extinguieron porque eran muy ignorantes. Nosotros hemos evolucionado para estar preparados para que la vida sea más larga solo si es mejor.
-Dice en su libro que de glorificar a los ancianos hemos pasado a marginarlos.
-El libro es un análisis sociológico también. He vivido muchas cosas, he tenido acceso a pacientes desahuciados. Sammy Basso, mi discípulo, mi alumno colaborador, tenía una esperanza de vida de 12,5 años y hoy ha cumplido 25 y es un ejemplo de vida. Eso es lo importante. Lo que hay que hacer es no hablar de ideología, la vida no la tiene, estamos todos hechos con las mismas siglas, cambia el orden en que se disponen, y con ellas debemos aprovechar para aprender, para dejar hablar y escuchar a los que saben de una cosa y nos pueden enseñar.
-¿Por qué cree que triunfa la ignorancia?
-Porque estudiar está muy desprestigiado. La sociedad ha evolucionado a otros modelos más sencillos, más banales pero mucho más cómodos. Pero, pese a lo dicho, en mis clases, ahora telemáticas, los alumnos acuden masivamente. Creo en el futuro, pero hay otra forma de ver la vida, por eso escribo estos libros.
-¿Sus consejos para la longevidad?
-Son los mismos de siempre, pero ahí seguimos. Lo primero es evitar la obesidad, lo segundo, la malnutrición, no solo es que se come más de la cuenta, es que se come muy mal. Están el estrés emocional y la inactividad física, la intoxicación crónica, el tabaco y las drogas, los ultraprocesados, la contaminación... Y luego los relojes circadianos, que debemos llevarlos coordinados manteniendo horarios regulares, haciendo deporte, dedicando tiempo al ocio y que el trabajo no sea un sufrimiento continuo. Habría que elaborar un plan contra la violencia laboral. Y hay otra cosa más: no nos propongamos objetivos sociales y profesionales para lo que no tenemos talento, es amargar tu vida y la de los demás.
-Su libro nos ayuda a conocer el tiempo en todos los ámbitos y concluye con que la batalla la gana él.
-Tenemos límites biológicos y no creo que haya que forzarlos, hay que volver la vista a lo clásico. En la antigüedad nos decían que había tres tiempos, el de Kronos, el que nos devora y pasa cada día, y hay que aceptar que nos superará; el de Aión, donde somos parte de una gran noria cósmica, hemos vivido nuestro tiempo y otros nos tomarán el relevo y hay que disfrutarlo, y Kairós, el de la oportunidad, el que nos dice que cada día puede pasar alguna cosa maravillosa, aunque sea algo tan cotidiano, como diría Manuel Vicent, como que te estalle un grano de uva moscatel en la boca. Hay que aprovecharlo, dejemos a la ciencia trabajar y no pidamos ni prometamos imposibles. No quiero vivir más años de los que me corresponda, pero tengo dos horizontes: uno es 2045, tendré casi 90 años, es el tiempo en que los grandes gurús multimillonarios han dicho que seremos inmortales. El día 1 de enero saldré a la calle y preguntaré a los que vuelven de Nochevieja si ha llegado ya la inmortalidad y me dirán «yo no la he visto». Y me gustaría ver pasar de nuevo el cometa Halley, en 2062. Me subo a la cola y ya desaparezco.
TITULO: Como Sapiens,.
Cachuela contra la pandemia,.
Olores y sabores,.
Cómo recordar el tiempo en que éramos felices y no lo sabíamos,.
De todos los puentes del año, el de los Santos es el más cacereño. En Cáceres, este fin de semana salíamos al campo a asar castañas. Esta costumbre está muy extendida por la España occidental, pero hay lugares como Ourense y Cáceres donde lo de asar castañas en el campo y en una lata es casi un deber inexcusable. Este año, la pandemia ha acabado con las castañas asadas en grupo.
Escribir en tiempos de pandemia permite entender los estados de ánimo y descubrir que evocar el tiempo pasado, tan necesario ahora, tan buscado, es uno de los recursos más seguros para llegar al lector y tocar su fibra sensible. El Día de las Castañas que no va a poder ser despierta en los cacereños recuerdos, estimula sentimientos y se suceden las anécdotas en la sobremesa.
Hace cerca de 40 años leía 'La nostalgia ya no es lo que era', autobiografía de la actriz francesa Simone Signoret. Compré el libro porque me gustó el título y así descubrí la vida de aquella mujer casada con Yves Montand, Oscar a la mejor actriz por 'Un lugar en la cumbre' y musa de la intelectualidad francesa de la Rive Gauche. Recuerdo haber visitado su tumba en el cementerio del Père-Lachaise y la memoria me lleva enseguida a París y a las ciudades que visitábamos cuando podíamos viajar.
Pero no hace falta irse muy lejos para descubrir que la nostalgia ha vuelto a ser lo que era y que, robando la frase al memorable final de 'Casablanca', siempre nos quedarán los recuerdos. Cualquier detalle sirve para suscitar el pasado, cuando éramos felices y no lo sabíamos. Aquel tiempo en que iba a visitar a mis padres y los besaba al llegar y al partir. Cuesta habituarse a no mostrar cariño. Es duro no besar a tus padres desde marzo.
La otra mañana, yendo a trabajar, a la altura del Gran Teatro, me llegó el olor a churros que subía desde la plaza Marrón. En otoño, temprano, Cáceres huele a churros y ese aroma aceitoso que, en cualquier lugar puede resultar desagradable, en Cáceres nos hace sonreír porque nos recuerda que aunque la enfermedad aceche y esté prohibido casi todo lo que nos emociona, podemos recuperar el tiempo perdido gracias a los olores y a las conversaciones.
Bastó contar a la hora de la comida el golpe de nostalgia que me provocó el olor a churros para que la sobremesa se convirtiera en un ejercicio de recuperación de las sensaciones de la infancia. La pandemia, las normas que estrangulan la convivencia y los sacrificios que hacemos para preservar nuestra salud y la de los otros nos están obligando a buscar refugios seguros donde encontrar la calma y la emoción. Por ejemplo, la memoria olfativa: olor a churros por el Gran Teatro y, 50 metros más adelante, el olor casi comestible de las tortas del Casar reventonas de la charcutería de Martín y el de las gambas a la plancha del bar El Norte, aunque en realidad olía a las cabezas de gambas que el señor Gutiérrez colocaba sobre la plancha del bar para que, crepitando, despidieran un aroma a marisco que tentaba a quienes pasaban por la plaza de San Juan.
Cada ciudad tiene sus olores y sus sabores, todos valen si se trata de recurrir a la nostalgia para combatir el agobio. La misma mañana en que el olor a churros me hizo feliz, invité a mis alumnos a desayunar. Lo hago todos los años a principio de curso para que tomen notas, realicen un ejercicio proustiano y escriban después recurriendo a los resortes creativos de la percepción y la memoria. Los alumnos de la provincia de Cáceres pidieron churros grandes; los de Badajoz, una tostada gigante con cachuela. Los caminos de la nostalgia son inescrutables.
Peter Falk, el teniente Colombo y el perro - La Policía de Trujillo pone 186 denuncias por incumplir las normas anticovid . , fotos,.
La Policía de Trujillo pone 186 denuncias por incumplir las normas anticovid,.
La mayoría de las sanciones impuestas ha sido por no llevar la mascarilla,.
La Policía Local ha hecho recuento. Desde el 17 de marzo, los agentes han puesto 186 denuncias por el incumplimiento de las normativas relativas a la crisis sanitaria por la covid.
El oficial jefe, José Antonio Bermejo, detalla que del total, 116 fueron por infracción a la normas establecidas tras el primer estado de alarma. A este número hay que sumar las 64 formuladas durante ese primer periodo de alerta. También ha habido cuatro sanciones por incumplir el 'toque de queda' existente en la actualidad.
Bermejo recuerda que está prohibido permanecer en la vía pública entre las doce de la noche y las seis del a mañana, salvo causa justificada y amparada por el decreto que lo regula.
El responsable policial destaca la intervención del 9 de noviembre. «Se tuvo que requerir a una vecina por transitar por la calle teniendo la obligación de cumplir el confinamiento ordenado por la autoridad sanitaria, ya que era positivo en covid-19».
Bermejo señala igualmente que la mayoría de las denuncias han sido formuladas por no llevar mascarillas. La franja de edad de los denunciados es muy amplia. Va desde los 14 años hasta personas mayores de 81.
Los denunciados intentaron saltarse las normas alegando motivos no justificados, como la presentación de justificantes médicos que no eran, tener asma, hablar por teléfono o que acababan de tirar el cigarro, entre otras excusas, explica.
Ante esta situación, añade que, aunque ciertamente las mascarillas hacen la vida más incómoda, «es evidente que la salud y el bienestar general deben de estar por encima de todo».
TITULO: HOY LE TOCA - Qué lejos Sudáfrica,.
Qué lejos Sudáfrica,.
foto / Aquella final de 2010.- Sobre el papel, un Holanda-España podía sonar a revancha reversible. Por parte española, para cerrar la humillación del 5-1 con el que los oranje nos pintaron la cara en el estreno del Mundial de Brasil en 2014. Por parte holandesa, por ese Mundial maravilloso que les ganamos en Johannesburgo hace diez años en aquella final de la que siempre querremos acordarnos, con parada imposible de Iker a Robben y gol de Iniesta en el lote mágico de la gloria. Pero diez años después costaba reconocer a ambos equipos. Mucho han cambiado y no para bien. Si acaso, los cinco minutos que Sergio Ramos jugó al final del amistoso de Ámsterdam nos sirven para recordar que el camero estuvo allí hace una década en la noche más importante de nuestras vidas futbolísticas. También estaba Busquets, pero se quedó en el banquillo. Queda tan poco de aquello. Toca resetearse.
Conexión merengue.- Pero también hubo brotes verdes. Quizás porque llevaban la indumentaria clarita, un blanco azulado, fueron dos ex madridistas, Morata y Canales, los que fabricaron el 0-1 con una conexión fantástica. El madrileño se giró de lujo y metió un gran pase al espacio, que aprovechó el cántabro para definir con un zurdazo ajustado. Gol digno del escenario (Johan Cruyff Arena) y que a muchos madridistas les destiló algo de nostalgia (“estos dos eran nuestros”, me decía un buen amigo por whatsapp).
Sol, ‘In Memoriam’.- España se estrenó en campo holandés ante los tulipanes hace casi medio siglo, en 1973. Perdimos 3-2, pero lo que quiero remarcar es que Juan Cruz Sol, fallecido el pasado martes, fue el capitán de la Selección (fue 28 veces internacional). Y eso que ahí jugaban pesos pesados como Pirri, Benito, Gárate, Irureta y Reina. Pero Sol tenía personalidad para eso y más. DEP. Pero la efeméride del 11 de noviembre también nos desplaza en la máquina vintage del tiempo hasta 1997, día en el que falleció Pablo Hernández Coronado (¡se quedó a un solo mes de cumplir los 100 años!). Un sabio de nuestro fútbol que fue seleccionador nacional en dos etapas distintas y que lo fue todo en este maravilloso invento aparte de entrenador: jugador, árbitro, directivo, secretario técnico, crítico deportivo y brillante escritor (muy recomendable su obra Las cosas del fútbol).
Debuts.- Dejando atrás el yesterday y volviendo al today, cabe reseñar los estrenos de Unai Simón y Marcos Llorente. El portero del Athletic no tuvo mucho trabajo, pero se le vio sereno y metido en faena. Su paradón a Depay evitó una derrota en la penúltima recta del bolo. En cuanto a Marcos Llorente, el chaval prolongó la estirpe triunfal de su familia, con Francisco Gento (su tío abuelo), Ramón Grosso (su abuelo) y Paco Llorente (su padre) en el árbol genealógico del éxito con el balón en los pies. Marcos, que sea el primero de muchos con La Roja.
Falta la puntilla.- La España de Luis Enrique arrancó este curso empatando en Alemania (gol épico de Gayà), igualando ante el Portugal de Cristiano y Joao Félix, y han repetido tablas ante esa Holanda que ahora prefiere llamarse Países Bajos. Tres potencias futbolísticas ante las que salimos airosos. Pero hay que pedir más. Esta España tiene juventud, talento y hambre, lo que escenifica con una presión sobre el enemigo alentada desde la banda por los gritos apasionados de Luis Enrique. Pero hay que jugar más. Y mejor. Seguro que lo conseguiremos.
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