Donde los unos se dejan barba y
apuestan por lo retro, los otros entrenan músculo y sofistican el
chándal. Los 'fitsters' llevan la ética y estética del gimnasio a todas
las parcelas de su vida. Las firmas de moda los aman.
Fulmine las barbas, aparque las gafas de pasta y
arrincone las camisas de cuadros, las faldas lápiz y los turbantes años
cincuenta en el fondo del armario: es hora de enterrar,
definitivamente, Mad Men. El vuelco estético que se nos viene encima, la
inminente manera de estar a la moda, ordena
cuerpos fibrados, ajustadísima estética deportiva y cierto aire unisex. Son los
fitsters (de
fit, 'en forma'), la vanguardia de la tendencia que amenaza ya con
reconquistar la calle e imponernos su pasión (¿obsesión?) por el
entrenamiento. Esta nueva etiqueta moderna admite ajustadísimas mallas y
culottes, sofisticadas zapatillas, minitops y mucha piel.
¿Traje sastre y sujetador deportivo? No es que se le haya olvidado la camisa, es que es una fitster. Y seguro que tiene un cuerpazo.
Los fitsters no solo integran la indumentaria deportiva con el vestir del día y la noche sin problemas,
sino que entrenan un cuerpo que no es ni flexible ni delgado: es
fuerte. La danza urbana y el crossfit son sus disciplinas de cabecera,
las que cincelan una anatomía que ha de mostrarse sí o sí, aunque
también se apuntan al yoga, el pilates o los HIT (ejercicios de alta
intensidad).
Fitsters de manual son FKA Twigs, la flamante novia del vampiro Robert Pattinson;
Hilaria Baldwin, la yogui más famosa de la Red; o la cantante
Ellie Goulding,
orgullosa de los músculos que le deparan las pesas. Todas las it girls
son fitsters diurnas: Taylor Swift, Jessica Biel, Jessica Alba y hasta
Kim Kardashian, auténtica fan de las mallas y los sujetadores-top
deportivos. En el extremo masculino están los raperos Kanye West y
Drake, el DJ Calvin Harris y, claro, David Beckham.
Madonna y Gwyneth Paltrow vienen a ser las abuelas de todo esto:
ambas lucen los brazos más fibrosos del show business gracias a su
superentrenadora, Tracy Anderson. Rita Ora, la chica dorada de Adidas,
viste a fitsters en todos los gimnasios del mundo. En España hemos
pillado predicando la filosofía estética y deportiva del fitster a
Martina Klein, amante del crossfit; y Cristina Pedroche, como buena
maratoniana, 'practica' las mallas de running más allá de la carrera.
La moda es la otra pata de este banco: ellos no se ponen cualquier cosa, y menos en el gimnasio.
Es tendencia vestirse como si fuéramos o viniéramos de entrenar,
por eso Alexander Wang diseñó toda una colección alrededor de este
concepto para H&M o Karl Lagerfeld se acaba de descolgar con Sport
City, una colección cápsula para Zalando en la que el neopreno es el
rey.
La lista de diseñadores top que colaboran con firmas deportivas podría seguir hasta agotar estas páginas.
Las prendas que Stella McCartney crea para Adidas merecen, sin duda,
ser vistas fuera de la sala de pesas; y lo último de Nike, la colección
Nike X Sacai firmada por Chitose Abe, obliga a considerar la calle como
nuestra particular pista de carreras. Precisamente Adidas se ha asociado
tanto con superestrellas como Kanye West como con modistos como Raf
Simmons, Rick Owens o Mary Katrantzou. La hibridación entre alta moda y
firmas deportivas es tal que Net-A-Porter, la web de las compras más
chic, lanzó el pasado verano Sport-A-Porter, para las mujeres que deseen
vestir elitistamente deportivas.
* Karl Lagerfeld Sport City Zalando
Y, como guinda, la alimentación.
La invasión de zumos detox, batidos verdes y establecimientos veganos o
sin gluten tiene todo que ver con este culto al look de gimnasio que
hace furor. Se impone cuidar extremadamente lo que entra en nuestro
cuerpo, hoy más que nunca templo, herramienta e identidad. Pero más que
contar calorías,
lo fitster es disertar infinitamente sobre las
ventajas de la kale, lo nocivo de los lácteos y el azúcar refinado, o el
pecado de saltarse el batido de proteínas de rigor. Recorrer
kilómetros en pos de una frutería ecológica o una panadería sin gluten y
desayunar cada día batidos verdes. Todo gira alrededor del cuerpo
entrenado al máximo. La obsesión narcisa es tal que solo una modelo
ridículamente perfecta como Karlie Kloss puede ser la fitster por
excelencia. Apasionada del entrenamiento, bailarina desde niña y
favorita de Nike, hasta creó unas galletas sin lácteos ni gluten para el
Momofuku Milk Bar de Nueva York.
A pie de calle, este culto a la salud de hierro se manifiesta a menudo en
mujeres ataviadas con mallas de compresión, monos de triatleta o looks
de aerobic que no tienen la menor intención de ir al gimnasio.
De hecho, dos tercios de las mujeres que compran ropa deportiva no hacen
deporte. Su comodidad y su efecto compresor (hasta una talla menos,
cuenta la leyenda) la convierten en un nicho de mercado al alza. Tanto
que a finales de 2014 H&M lanzó H&M Sport, su línea de
activewear. «Nuestro mercado femenino es de 5000 millones de dólares,
pero para 2017 planeamos llegar a los 7000 millones», reconoció el mes
pasado Trevor Edwards, presidente de Nike. «Estamos viendo cómo crecen
los sectores relacionados con el running y el training no tanto debido
al entrenamiento, sino al look y el estilo inherente a ellos. Las mallas
son los nuevos vaqueros: las mujeres las usan indistintamente para
correr, ir a la compra o estar en casa.
Estamos en un momento en el que deporte y vida diaria se mezclan».
Marshal Cohen, jefe de los analistas de la influyente firma de
investigación de mercados NPD Group, observa este fenómeno como algo
mucho más trascendente que un mero revival de aquella fiebre por los
calentadores y el aerobic de los ochenta. «La diferencia es que hoy
hablamos de funcionalidad mezclada con tendencia. No se trata solo moda:
lo que está cambiando es el estilo de vida».
Universo "fitster"
Las
celebrities han entrado de lleno en esta moda por trasladar los hábitos
y la ropa deportiva a la vida diaria. La cantante británica FKA Twigs
-la novia del actor Robert Pattinson- luce unos de los abdominales más
increíbles del panorama musical; e Hilaria Thomas, la mujer de Alec
Balwin, ha moldeado su cuerpo gracias al yoga. En la imagen superior,
Gwen Stefani.
Hipsters vs. fitsters
Palabra clave: Hedonismo vs. Salud
Seña de identidad: Barba vs. Pelo corto
Prenda fetiche: Pantalón pitillo vs. Mallas
Complemento: Gafas retro vs. Zapatillas Air Max
Marcas de culto: Urban Outfitters, Vans vs. Y-3, Nike, Lululemon
Compras: Mercadillo vintage vs. Tiendas on-line
Lugar de recreo: Festivales de música vs. Gimnasio
Barrio de culto: Williamsburg (NY) vs. Shoreditch (Londres)
En el bar: Cerveza artesanal, vermú vs. Zumos detox, agua
Dieta favorita: Eco, vegetariana, retro vs. Macrobiótica
Las nuevas mujeres fuertes
Uno de los secretos del éxito de la ropa deportiva tanto en la calle
como en la vanguardia de la tendencia es el tratamiento de la figura
femenina por parte de las firmas. Las modelos ya no son perchas para
ropa sexy que limita su movimiento y objetivos, sino que presenta
cuerpos en acción, fuertes, activos, mucho más conectados con la
estresada vida real de la mayoría. Es el caso de la campaña de Nike
Better for It, en la que muestra a mujeres sudando y esforzándose para
superar su propia marca. Equinox, la meca fitster de Londres, prefiere
sin embargo adosar su imagen a la moda: su última campaña fue
fotografiada por Rankin y juega con la idea de que hacer ejercicio nos
estimula para ser más atrevidos en nuestra vida.
Mucho más que gimnasios
Los
centros deportivos tradicionales se han convertido en salas de
presentación de colecciones de ropa o escenarios para realizar castings.
Y, luego, también se entrena.
Equinox: En sus
fantásticas instalaciones en Kensington High Street no solo entrenan los
trainers que marcan el estilo fitster, sino que hasta se realizan
castings para agencias de modelos y publicidad.
The Skinny Bitch Collective: Ofrece
grupos reducidos de acondicionamiento físico de altísima intensidad, un
programa conocido como «la clase secreta para supermodelos». Daisy
Lowe, Laura Whitmore, Suki Waterhouse y Ellie Goulding entrenan aquí. El
centro está en Londres y solo se accede previa invitación y entrevista.
Shoreditch House: En
el gimnasio de este club privado en el este de Londres (en la imagen
superior) se produce el net working más importante de la ciudad.
Entrenar aquí es conectar con lo más granado de las industrias creativas
de la ciudad.
45 Grand: El nuevo showroom de
Nike en el Soho de Nueva York muestra sus prendas, pero sus entrenadores
también ofrecen sesiones para sudarlas. Desafortunadamente, la entrada
solo es posible previa invitación.
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