TITULO:EN PRIMER PLANO - A FONDO - LA BRUJULA ONDA CERO RADIO - Yuval Noah Harari: "Es muy probable que en cien años seamos sustituidos por otras entidades",.
LA BRUJULA ONDA CERO RADIO,.
La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura.
Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna,
retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un
análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio
denominado La Brújula de la Economía) y el debate político.
EN PRIMER PLANO - A FONDO -Yuval Noah Harari: "Es muy probable que en cien años seamos sustituidos por otras entidades",.
Yuval Noah Harari: "Es muy probable que en cien años seamos sustituidos por otras entidades", fotos.
Es el pensador de moda. Sus libros ‘Sapiens’ y ‘Homo deus’ se han
convertido en superventas mundiales por su talento para condensar la
historia de la Humanidad y adentrarnos en el mundo del mañana. Hablamos
con Yuval Harari de nuestro futuro… y del de los que vengan después.
Se ha convertido en un oráculo aclamado por Bill Gates. El
historiador israelí Yuval Noah Harari (Haifa, 1976) es un experto en la
Edad Media que escribe sobre el futuro.
Se doctoró en oxford y es catedrático por la Universidad Hebrea de
Jerusalén. Sus dos ensayos (publicados en España por Debate) se han
convertido en superventas mundiales. Primero,
Sapiens.
De animales a dioses,
en el que trazaba una historia de la humanidad cuya idea central es que
el ser humano no es tan especial, pero su capacidad para creerse sus
propias ficciones (el dinero, entre otras) le permitió cooperar a gran
escala y dominar al resto de los animales. A raíz de ese libro se volvió
vegano. La secuela es
Homo deus.
Breve historia del mañana,
en la que augura que el hombre lleva camino de volverse obsoleto,
precisamente cuando más cerca estaba de la felicidad y la inmortalidad.
La cita es en Londres, en un hotel del barrio de Covent Garden. Lo
acompaña su marido y agente, Itzik Yahav.
XLSemanal. He leído sus libros en mi Kindle y resulta, según
usted, que, mientras lo hacía, mi Kindle también me ha estado ‘leyendo’…
Yuval Noah Harari. Sí, ya hay toda una serie de
máquinas que está recopilando constantemente datos sobre sus usuarios. Y
el Kindle es una más. Amazon ya sabe qué libros ha comprado usted
antes. Y ahora también monitoriza qué partes lee usted despacio, cuáles
se salta, cuáles anota… El siguiente paso será dotarlo de un software de
reconocimiento facial y sensores biométricos para saber cómo influye
cada frase en su ritmo cardiaco y su presión sanguínea. Sabrá qué le
hizo reír, qué le puso triste; conocerá exactamente cuáles son sus
gustos y los comparará con los de millones de usuarios…
XL. Y qué implica que estas máquinas sepan tanto de mí?
Y.N.H. De momento, le recomendará otros libros.
XL. Parece lógico. Si acierta y me gustan, es bueno para el negocio y bueno para mí.
Y.N.H. Es que ahí no queda la cosa. Poco a poco le
daremos al algoritmo la autoridad para tomar las decisiones más
importantes de nuestras vidas.
XL. Primero, dígame qué es un algoritmo.
Y.N.H. Es un conjunto de reglas para resolver problemas. Introduces información, el algoritmo sigue unos pasos y da unas respuestas.
“Las decisiones claves no se toman en la Casa Blanca; las toman los ingenieros de ‘software’, científicos, empresarios…”
XL. Ya, como el de Google. Metes palabras en el buscador y te salen resultados.
Y.N.H. Sí. Pero todos somos algoritmos. Las máquinas
y los seres vivos. Los humanos somos algoritmos orgánicos. Con la
información que tenemos, actuamos. Los sentimientos y las emociones son
mecanismos bioquímicos que los animales usan para tomar decisiones. Es
un cálculo veloz de probabilidades que nos ayuda a sobrevivir. Cuando
vemos un tigre, aparece el miedo porque un algoritmo bioquímico calcula
que la probabilidad de morir es grande. La química sexual aparece cuando
tenemos posibilidades de aparearnos con alguien. Son algoritmos que se
han ido perfeccionando a lo largo de cientos de miles de años. Si el
algoritmo se equivocaba, morías. Y tus genes no pasaban a la siguiente
generación.
XL. Pero el algoritmo de una máquina también se puede equivocar.
Y.N.H. Sí, pero no hace falta que sea perfecto. Solo
tiene que ser mejor que nosotros. Piense en Google Maps, ya no hace
falta que usted tenga un conocimiento de la ciudad. Basta con que siga
las instrucciones. La autoridad va de la humanidad al algoritmo. Y esto
mismo está pasando en muchas facetas de la vida. En la salud, por
ejemplo. Si una pulsera tipo Fitbit te monitoriza las 24 horas, acabará
detectando si estás enfermo o no antes que tu médico. Las compañías de
seguros te animarán a que te las pongas. Tendrán dos tarifas, una con
descuento si te la pones y otra más cara. En fin, Google,
Amazon
o Facebook elegirán la carrera que vamos a estudiar y la persona con la
que nos vamos a casar. En la Europa medieval, los sacerdotes y los
padres la elegían por ti. Cuando triunfó el humanismo, le dimos esta
autoridad a nuestros sentimientos.
XL. Nos enamorábamos. Le hacíamos caso al corazón…
Y.N.H. Exacto. Pero en una sociedad basada en el big
data le preguntaremos a Google. Y Google, que nos conoce mejor que
nosotros mismos, nos aconsejará. Y no hace falta que acierte siempre.
Basta con que sea mejor que nosotros. Además, la mayoría de la gente no
se conoce a sí misma muy bien. Y mete la pata en algunas de las
decisiones más importantes de sus vidas. Piensan, por ejemplo, que son
buenos escritores. Y no lo son. Pero Google o Amazon te siguen a todas
partes, saben cuáles son tus talentos. Saben si quieres ser rico o ser
feliz.
XL. Y esta tendencia se generalizará?
Y.N.H. Sí. Y poco a poco perderás la capacidad de
tomar decisiones por ti mismo. Porque para tomar decisiones necesitas un
entrenamiento. Necesitas cometer errores. Si confías solo en Google
Maps, nunca desarrollarás tu propio sentido de la orientación o tu
instinto. Confías en los que tienen todos los datos y el poder
computacional para procesarlos.
“En 50 años, los sistemas políticos que conocemos serán irrelevantes. Celebrar elecciones nos sonará ridículo”
XL. Yo tenía manía a los navegadores. Prefería perderme.
Incluso pensaba que perderse es interesante… Ahora, me he rendido y
llevo un Tomtom en el coche.
Y.N.H. Porque el navegador es mejor que usted en
geografía. Pasa lo mismo con el coche autónomo. Nadie espera que no
tenga accidentes, pero cada año mueren 1,3 millones de personas en la
carretera, el doble que por guerras, terrorismo y violencia. Un
ordenador no se emborracha, no se duerme… Sí, cometerá errores y habrá
accidentes, pero tendrá sentido cambiar a coches autónomos, porque
bajarán las cifras de muertes exponencialmente.
XL. Eso está bien.
Y.N.H. Por supuesto. Pero seremos cada vez más
dependientes. Qué sentido tendrán nuestras vidas? El humanismo ha
dominado la sociedad en los últimos siglos. Confiábamos en nosotros
mismos. Ya no. Y da miedo.
“La probabilidad de morir en un atentado es menor que la de que te
parta un rayo. Hay un desfase entre la realidad y nuestra percepción de
ella”
XL. Viniendo a nuestra cita, he pasado por el puente de
Westminster. Todavía hay flores y velas que recuerdan a las víctimas…
Eso también da miedo.
Y.N.H. En Europa, la probabilidad de que alguien
muera en un atentado es menor que la de que le parta un rayo. Desde el
año 2000 han muerto menos de cien personas en atentados en el Reino
Unido. La obesidad ha matado a medio millón en ese tiempo. Hay un
desfase entre la realidad y nuestra percepción de la realidad.
XL. Pero el Estado Islámico es una amenaza real.
Y.N.H. Sí, pero ni el Estado Islámico ni nadie
ofrecen una alternativa seria al sistema liberal, porque no tienen
respuestas para las grandes preguntas de nuestra era.
XL. Y cuáles son esas preguntas?
Y.N.H. ¿Qué va a pasar con el mercado de trabajo
cuando la inteligencia artificial supere a los humanos en la mayoría de
las tareas? ¿Qué vamos a hacer con esa nueva clase formada por cientos
de millones de personas sin empleo que van a ser económicamente
irrelevantes?
XL. Y qué va a pasar?
Y.N.H. ¡No lo sé! Antes había luchas ideológicas. Si
perdías la fe en el capitalismo, te volvías comunista. Este momento es
único en la historia porque no hay alternativa. Ni el fundamentalismo ni
los nacionalismos son alternativas. La gente mira al pasado porque ha
perdido las referencias, porque está perdida. Pero es un espejismo.
XL. La tecnología traerá nuevos empleos…
Y.N.H. Sí, pero serán suficientes para reemplazar
los que se pierdan? No necesitaremos conductores ni traductores… Dígale
usted a una cajera de supermercado o a un agente de seguros que se hagan
ingenieros de realidad virtual. Habrá trabajos en empleos creativos,
pero incluso esas tareas las terminarán haciendo mejor los robots.
Escribirán música mejor que nosotros.
XL. Pues vaya panorama…
Y.N.H. Antes, la vida se dividía en dos periodos. el
del aprendizaje y el de la madurez, cuando te ponías a trabajar. Pero
hoy lo que aprenden los niños en el colegio no valdrá para nada cuando
tengan 40 años. A las máquinas no les cuesta tanto trabajo como a
nosotros reinventarse. ¿Qué nos queda a los humanos? ¿Las drogas y los
videojuegos?
XL. No sé, dígamelo usted.
Y.N.H. Nadie tiene ni idea de cómo será la vida
dentro de 50 años. Y los políticos menos que nadie. Mire el Reino Unido,
se va a pasar una década dándole vueltas al
brexit, distraído
de los problemas de verdad. O mire a Donald Trump, culpando a los chinos
y a los mexicanos de que los norteamericanos se quedan sin trabajo,
cuando lo que les va a quitar el trabajo es la inteligencia artificial.
“No digo que los gurús de Silicon Valley hagan lo correcto, pero si los comparas con Putin o Trump no hay color”
XL. ¿Y qué me dice de los gurús de Silicon Valley? Tampoco tienen respuestas?
Y.N.H. Por lo menos ellos tienen una visión. Miran hacia delante, no hacia atrás. No digo que Elon Musk o
Mark Zuckerberg
estén haciendo lo correcto. O que sean conscientes de las consecuencias
de sus decisiones. La verdad es que tengo una relación complicada con
la gente de Silicon Valley.
Soy muy crítico con ellos y veo los peligros, pero por otra parte son
los únicos que se toman en serio los grandes desafíos del siglo. Si
comparas a Elon Musk con Putin o Trump, no hay color. Las decisiones más
importantes ya no se toman en Bruselas, el Kremlin o la Casa Blanca;
las toman ingenieros de software, científicos, empresarios…
XL. Por cierto, usted pronosticó que ganaría Trump.
Y.N.H. Tampoco era tan difícil. Era él o Clinton.
XL. Pero muy pocos apostaban por Trump. Y luego se fue a su retiro anual y no se enteró hasta un mes más tarde de que había ganado. Hábleme de esos retiros.
Y.N.H. Cuando planeo mi agenda anual, lo primero que
hago es reservar uno o dos meses para mi retiro espiritual. Me
desconecto totalmente. Internet, televisión, móvil…
XL. ¿Por qué?
Y.N.H. Porque me da equilibrio y paz. Si no, me volvería loco.
“Somos una especie problemática, insatisfecha. No somos malos, pero nos sentimos miserables”
XL. También practica la meditación…
Y.N.H. Sí, dos horas al día hago meditación
Vipassana. Para limpiar la mente. Igual que te duchas para limpiar tu
cuerpo. La hago porque busco la verdad. la verdad sobre la vida, sobre
lo que pasa, sobre por qué hay tanto sufrimiento en el mundo. Cuando
intentamos responder estas preguntas, con frecuencia nos contamos
historias.
XL. ¿Quiere decir que nos ‘montamos’ películas?
Y.N.H. Sí. Y yo no quiero contarme una historia.
Quiero ver la realidad con mis propios ojos. En la meditación empiezas
con una realidad muy básica. Lo primero que haces es observar tu
respiración. El aire que entra y sale de tu cuerpo. Cuando empecé, hace
17 años, no podía hacerlo más de diez segundos, mi mente enseguida
volaba. No podía observar esa realidad tan simple más que un ratito. Y
si no podía ver algo tan sencillo, cómo iba a pretender mirar el mundo?
XL. ¿Y qué es lo que ve ahora?
Y.N.H. Desilusión. Millones de personas están
perdiendo la fe en el sistema. Estamos en un momento de crisis, de
pérdida de fe en el sistema liberal. La paradoja es que la situación es
mejor que en cualquier otro periodo de la historia. Hay menos hambre,
menos enfermedades, menos guerras que en cualquier época anterior.
XL. ¿La democracia es uno de los pilares del sistema, también está en crisis?
Y.N.H. En 50 o 100 años, todos los sistemas
políticos que hemos conocido serán irrelevantes. Democracia, comunismo,
dictaduras… Si tenemos estos sensores biométricos en nuestro cuerpo y un
algoritmo que te monitoriza todo el día y sabe cómo te sientes y lo que
quieres y lo que necesitas, ya no se votará. La simple idea de celebrar
unas elecciones nos sonará ridícula. Votar cada cuatro años, y quizá
ese día te duele el estómago y cambias tu voto. Es tan primitivo. Pero
también nos parecerá una locura la idea de tener un dictador.
XL. Predice que los muy ricos se fundirán con las máquinas y superarán al Homo sapiens, como una especie de semidioses.
Y.N.H. Es un escenario posible.
XL.¿ Somos los últimos Homo sapiens sobre la faz de la Tierra?
Y.N.H. No los últimos, pero sí una de las últimas
generaciones. Es muy probable que en 100 años hayamos sido sustituidos
por otra clase de entidades. Y en dos o tres siglos es muy muy difícil
que sigamos dominando el planeta.
XL. ¿Como lo que pasó con los neandertales?
Y.N.H. Sí, pero no creo que vayamos a ser
exterminados. Habrá una versión mejorada. Cíborgs. Pero no
desapareceremos del todo. Todavía queda un cuatro por ciento de
neandertal en nuestro ADN, quizá quede un cuatro por ciento de Homo
sapiens en esa nueva especie.
XL. ¿Y qué opina del Homo sapiens?
Y.N.H. Algunos de mis amigos son Homo sapiens [ríe].
Somos una especie problemática. Insatisfecha. Trabajamos duro para
conseguir algo y entonces queremos otra cosa. Siento compasión. Y
causamos mucha destrucción y sufrimiento. No somos malos, pero nos
sentimos miserables. Y nunca nos guardamos la miseria para nosotros, la
proyectamos a los demás.
TITULO: REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - LA LINTERNA LA COPE - COMO ME HICE RICO RAPIDO,.
LA LINTERNA LA COPE .
La linterna es el programa de radio informativo,político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Juan Pablo Colmenarejo, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 00:00 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a La linterna de la iglesia, dirigida y presentada por Faustino Catalina.
REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA -COMO ME HICE RICO RAPIDO,.
Es conocido como ‘el maestro de las marcas’. Rohan Oza usa
innovadoras estrategias comerciales para vender bebidas de moda y seduce
tanto a los famosos que participan en las campañas como a los
consumidores. Jennifer Aniston, Rihanna o Justin Timberlake ya han caído
en sus redes.
Y bien, ¿qué tenemos por aquí?”, dice Rohan Oza mientras cruza su
enorme casa en Beverly Hills y abre la nevera. En el interior se
encuentran sus grandes éxitos, dispuestos en hileras.
Hay vita coco, el agua de coco que hoy se vende por todo el mundo;
Health-Ade Kombucha, la marca de té que arrasa en Estados Unidos; un
producto hecho con sandías conocido como WTRMLN WTR; y hasta una marca
de requesón que, según me asegura, todos los jóvenes
cool van a comer dentro de pocos años.
Justin Timberlake y Christopher Walken en el anuncio de Bai
«La que más me pone de todas es Bai», dice al tiempo que saca unos
botellines de un refresco de frutas bajo en calorías. Hace poco que
convenció a Justin Timberlake para que lo patrocinara en un anuncio en
mitad de la Superbowl que ha hecho furor en YouTube.
Oza tiene tres viviendas: una en Tribeca, Nueva York; otra en los
Hamptons y otra en una ladera en Los Ángeles, su preferida de las tres y
donde organiza sonados saraos
Rohan Oza tiene 42 años, es de origen indio y nacido en Zambia.
Educado en Gran Bretaña, lo llaman ‘el maestro de las marcas’. Su
‘rollo’ consiste en emparejar nuevas marcas de bebidas con
patrocinadores famosos que aportan a los productos «frescura pop». Oza
es la razón por la que Jennifer Aniston raras veces aparece fotografiada
sin una botella de Smartwater, por la que Rihanna te exhorta a
«hidratarte naturalmente» en una de cada dos paradas del autobús, por la
que Beyoncé acaba de invertir en campos de sandías.
E hizo que
Curtis Jackson (más conocido como 50 Cent) se embolsara la suma
aproximada de 100 millones de dólares después de la venta de Vitamin
Water a Coca-Cola en 2007 por 4,2 billones de dólares. En su
momento, el rapero había accedido a promocionar la marca emergente a
cambio de acciones de la compañía, y el resultado es que hoy todo el
mundo quiere el teléfono de Oza. «La gente se enteró de que Fifty se
había sacado un montón de dinero, y la consecuencia fue que los famosos
empezaron a firmar unos contratos publicitarios completamente nuevos».
Rihanna y Vita Coco
A pesar de todas las muestras del éxito a la americana, Oza sigue
siendo inconfundiblemente británico. «Me considero un hombre de negocios
británico». Oza no tiene problema en reconocer que, a pesar de su paso
por Harrow -un internado tan costoso como elitista-, no llegó a superar
los exámenes para ingresar en Cambridge. Y que perdió su primer empleo,
en la fábrica de chocolatinas Mars, por no esforzarse lo suficiente en
el trabajo.
Un estilo propio
Los novedosos conceptos de
marketing que suelen serle
atribuidos de forma automática fueron, hasta cierto punto, el producto
de la casualidad. Llegó a un acuerdo con 50 Cent porque no le quedaba
otra, porque no disponía del teléfono de Jay-Z. Y se le ocurrió la idea
de ofrecerle acciones de producto porque no tenía dinero para pagar un
patrocinio. «Durante un tiempo trabajé como becario en una consultoría,
donde uno de los socios efectuó la mejor descripción de mis aptitudes
profesionales -recuerda-. Me dijo: ‘Ro, serías un socio fenomenal. Pero
no termino de estar seguro de que vayas a hacer el trabajo necesario
para conseguirlo’. Y tenía razón, porque soy incapaz de deslomarme en la
faena. Pero sí que me las arreglo para hacer las llamadas necesarias si
tengo una buena idea».
Le ofreció acciones del producto a 50 Cent porque no tenía dinero
para patrocinio. Ahora, todas las estrellas quieren ese tipo de contrato
Es lo que hace hoy en día en su calidad de socio en CAVU Venture
Partners, compañía que recurre a la promoción propia de Silicon Valley
para publicitar nuevas marcas de bebidas no alcohólicas.
La vida de Oza pasa por cuatro continentes. Su
bisabuelo emigró en barco de Gujarat, en la India occidental, a África a
finales del siglo XIX. Acabó por instalarse en Rhodesia del Norte (la
actual Zambia). Su padre creó allí la principal empresa agrícola del
país y Oza disfrutó de una niñez cómoda y cosmopolita bajo el sol
africano. «He aprendido unas cuantas cosas de mis padres -afirma-. Una
de ellas es el valor del trabajo duro. Otra es que tienes que ser
ingenioso e inventivo: mi padre se veía constantemente obligado a
transformar su negocio, porque la economía de Zambia siempre estaba
cambiando. En África hay muchas personas que ganan un montón de dinero,
pero no pagan impuestos, y apenas dan trabajo a un par de personas. Me
siento orgulloso de que todos los negocios en los que he invertido han
generado empleos».
Jennifer Aniston con Smartwater
Asimismo considera que «todo el mundo tiene que participar de los
beneficios» cuando más adelante vende sus compañías. «Para el fundador
de la empresa, da igual ganar 40 que 50 millones con la operación. Da
exactamente igual. Pero si haces que 10 millones en acciones vayan a
parar a las personas que de hecho han construido la empresa, vas a
mejorar sus vidas de forma sustancial». En un lugar como este, el suyo
es un lenguaje poco menos que comunista.
Oza decidió estudiar Ingeniería, y su madre albergaba la esperanza de
que después de Harrow fuera a Cambridge. «Pero había un problema.
Pronto comprendí que los alumnos de Ingeniería de Cambridge eran tres
veces más inteligentes que yo», asegura, razón por la que escogió la
poco conocida Universidad de Nottingham. Lo que más recuerda de esa
época es el constante trasegar de jarras de
snakebite and half:
media pinta de sidra, media de cerveza y un chorrito de refresco de
grosella negra. «¡Una mezcla explosiva con la que tienes el colocón
asegurado!», describe con una ancha sonrisa. Me sorprende que no haya
tratado de lanzarla comercialmente en Los Ángeles.
Entender de qué va el ‘rollo’
Tras el paso por la universidad entró a trabajar en Mars en
prácticas. Su labor inicial era la de supervisar el funcionamiento de
una fábrica de chocolatinas. Pero aquello no fue bien. Terminaron por
despedirlo. Regresó a Zambia y durante un tiempo estuvo en la empresa
paterna, hasta que decidió que lo suyo era la mercadotecnia. Estudió en
la Universidad de Míchigan y entró a trabajar en Coca-Cola, como
becario. Consiguió su primer éxito al «construir» la marca del refresco
Sprite en los años noventa.
50 cent en la fiesta de Vietman Water en 2006
«Tienes que encontrar la forma de participar en la cultura», explica.
La campaña que relanzó Sprite era un nostálgico homenaje a los juguetes
Transformers y estaba protagonizada por cinco grupos de
hip-hop de distintas partes de Estados Unidos que habían dejado de lado sus rivalidades para plantar cara al malo de la película.
«Al mirar los anuncios, los espectadores no se dicen: ‘Qué bien…
Ahora mismo voy a comprar una lata de Sprite’. Pero sí que empiezan a
mirar a Sprite con respeto, porque perciben que la marca sabe de qué va
el ‘rollo’. Lo que tiene su importancia en un mercado donde el 70 por
ciento de las decisiones que se toman son impulsivas». Rohan consiguió
que Sprite se convirtiera en el refresco predilecto de un grupo
demográfico clave. «Los jóvenes afroamericanos ejercen mucha influencia
en secundaria y en la universidad. Los jóvenes de los barrios
residenciales pronto se subieron al carro. Y Sprite despegó».
En 2002, Oza se apuntó a la tendencia de las bebidas ‘sanas’. Cree
que superarán a los refrescos tradicionales, aunque sean mucho más caras
Obtuvo un éxito parecido con Powerade, merced a los patrocinios de
estrellas del deporte como Andy Roddick y Shaquille O’Neal. Él mismo
vino a convertirse en una superestrella del mundo corporativo… hasta que
decidió que la cultura empresarial en Coca-Cola era demasiado
asfixiante.
También se daba cuenta de por dónde soplaba el viento de los negocios.
En
los ochenta, un portavoz de Coca-Cola se jactaba de que los
estadounidenses consumían mayor cantidad de refrescos que de agua del
grifo. Los americanos ingieren un promedio de 126 gramos de
azúcar al día, el equivalente a una botella de litro de Coca-Cola. Sin
embargo, poco a poco los consumidores estaban dando la espalda a las
marcas de refrescos establecidas en favor de alternativas ‘más
saludables’ y más costosas. Lo que se debe en gran parte a que las
bebidas constituyen un indicador del estatus social de los
estadounidenses, porque la mayoría anda con una bebida en la mano a
todas horas del día.
David Beckham con Smartwater
Oza se sumó a esta nueva tendencia de las bebidas -presuntamente- sanas en 2002, cuando se convirtió en director de
marketing de Vitamin Water. «Su envasado me parecía
cool,
hacía pensar en un producto medicinal. Y me gustaba el hecho de que
tenía la mitad de azúcar que los refrescos como Coca-Cola». ¡Pero si no
es más que un concentrado de refresco de naranja! «Sí, claro. Y si lo
que me propongo es no consumir azúcar en absoluto, no resulta muy
conveniente. Pero si estoy acostumbrado a beber refrescos convencionales
-como sucede con la mayor parte de los estadounidenses-, pasar de 30 a
15 gramos de azúcar constituye un progreso».
Un mercado en expansión
La tendencia no ha hecho más que acelerarse. «En los supermercados
hoy te encuentras con centenares, con millares de productos con unos
sabores más bien asquerosos -concede-. Los jóvenes de hoy tienen una
fijación por los productos que son más saludables. Bebidas como WTRMLN
WTR y Bai van a convertirse en el Sprite y la Diet Pepsi del futuro. Y
las Coca-Colas de este mundo han terminado por comprender que resulta
mucho mejor adquirir
start-ups que tirar el dinero en el desarrollo de sus propios fracasos».
Y la tendencia alcanza a los alimentos. Entre sus próximas
inversiones están una especie de cecina de ternera y un requesón
producido por una pequeña empresa emergente llamada Good Culture. «El
queso fresco en principio resulta tremendamente aburrido, pero estamos
convirtiéndolo en sexy… ¡porque es un alimento estupendo!». Lo de ‘sexy’
suena un poco excesivo en este caso, pero con Oza nunca se sabe.
Y luego está la cuestión de encontrar esposa. «Es mi próximo
proyecto». No van a faltarle pretendientes, ¿verdad? «El problema no
está en encontrar pretendientes. Se trata de encontrar a una compañera
para toda la vida… Y a estas alturas soy demasiado mayor para
divorciarme. ¡Ja, ja, ja!».
A cada ‘celebrity’, su bebida
Oza cree que el acuerdo con 50 Cent funcionó porque era muy novedoso que un artista de
hip-hop
patrocinase agua, Vitamin Water. En el caso de Smartwater, lo que
necesitaba era otra cosa, la imagen de pureza. Jennifer resultaba
perfecta. Nunca había patrocinado un producto comercial hasta entonces.
TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - SUICIDIO ASISTIDO,.
SUICIDIO ASISTIDO,.
foto reloj ,.
Perdido el sentido de la vida como don y como ofrenda, instaurada una
engreída (a la par que frustrante) exaltación de la fortaleza y la
salud que proclama que la única vida digna es aquella liberada de
sufrimientos, parece llegado el momento de legalizar el suicidio
asistido.
Los partidarios de esta legalización fundan sus vindicaciones en la
voluntad soberana del individuo, que es quien determina los confines de
su propia vida. Habría que empezar diciendo que ningún individuo, por sí
solo, es soberano; pues la soledad es el estado más servil y
dependiente que uno imaginarse pueda; y sólo completándose en otros
puede uno llegar a ser medianamente independiente. Pero es que esta
afirmación, referida al suicidio asistido, resulta doblemente falsa.
Pues, lejos de ser una expresión de la voluntad soberana del individuo,
el suicidio asistido exige una relación entre dos sujetos -quien desea
morir y quien lo auxilia-, en la que uno de ellos impone su voluntad
sobre el otro. O bien el enfermo convierte al médico en un instrumento
de su designio; o bien el médico suplanta la voluntad del enfermo,
arrogándose la capacidad decisoria para quitarle la vida. Legalizar el
suicidio asistido no equivale, pues, a reconocer un supuesto derecho a
disponer de uno mismo, sino a más bien un derecho a disponer del
prójimo. Y equivale, desde luego, a imponer a los médicos una función
que es exactamente la contraria a la que han desempeñado durante
milenios.
Y, además, se trata de un derecho discrecional, pues a la postre
quien asiste al suicidio, además de disponer de una vida ajena, se
inviste de una capacidad valorativa más que discutible. A veces,
incluso, podrá ‘valorar’ conforme a criterios malignos rebozaditos de
emotivismo (como esos médicos y enfermeras dementes que de vez en cuando
dan matarile a sus pacientes, porque les da penita que sufran tanto).
Pero mucho más frecuente será que ‘valoren’ con criterios nada
criminales, más bien soportando presiones insuperables (el médico que
necesita con urgencia donaciones de órganos o camas libres en su
hospital, pongamos por caso) o defendiendo posiciones ideológicas (pues,
en un mundo tan ideologizado como el nuestro, también los enfermos y
sus postrimerías pueden convertirse en bandera encontrada). Y, junto al
médico acuciado por penurias sanitarias o el médico ideólogo, toda una
cohorte de familiares, deudos y allegados con anhelos inconfesables,
para quienes el enfermo puede haberse tornado demasiado oneroso,
demasiado costoso, demasiado insoportable, demasiado longevo (¡y quieren
heredar!). Familiares, deudos y allegados con anhelos inconfesables
que, aprovechándose del decaimiento del enfermo, podrían insinuar la
idea del suicidio. Allá donde las peticiones de suicidio asistido se
atienden acaban finalmente ‘suscitándose’ otras; pues, una vez hecha la
ley, siempre hay vivos que elaboran la trampa (y a veces, incluso, son
el mismo).
¿Y qué decir de la voluntad del enfermo que quiere suicidarse? ¿De
verdad es tan soberana como se pretende? Casi siempre, la persona que
desea morir está anegada de dolor. De veras se puede defender seriamente
que su voluntad no está viciada? Muchos enfermos son víctimas de
neurosis, depresión, ansiedad, abulia y otros trastornos ligados a sus
padecimientos. ¿De veras también las suyas son voluntades soberanas? Se
afirma que esta situación tan peliaguda y ambigua se arreglaría con el
llamado ‘testamento vital’. Pero lo que uno ha afirmado cuando veía la
muerte desde la barrera, con arrogancia y lejanía, tal vez no sea lo
mismo que uno piensa cuando se enfrenta encarnizadamente a la muerte y
ansía vivir, pero ya no puede decirlo. ¿Por qué hemos de presumir que,
por ejemplo, el enfermo de alzhéimer sigue pensando lo mismo sobre su
muerte que la persona sana que la decretó en un momento pasado?
En el fondo de este debate están el irracionalismo y el emotivismo
urdiendo su brebaje. Pues en todo anhelo de muerte hay siempre una
rebelión de hombres que creyeron poder disfrutar de una vida sembrada de
delicias; y que, al cabo, se encontraron con una vida regada de
sufrimientos. A veces, ciertamente, crudelísimos; pero para que un
sufrimiento nos desespere debe contar antes con la levadura de una
desesperación prexistente. O con la desesperación que nuestra época nos
ha instilado. No en vano Lacan decía que «la mirada del otro nos
constituye». Y, una vez que nuestras vidas individualistas ya no están
constituidas por la mirada del otro, sólo nos queda rezar para que ese
otro nos mate, o siquiera nos ayude a morir.