Lunes -10- de junio a las 22:40 horas en La 1 / foto,.
El segundo programa versa sobre el sufragio femenino. A través del testimonio de numerosos rostros veremos cómo las mujeres no solo consiguieron el voto, si no también participar en las instituciones y convertirse en una parte fundamental de la vida política española. Veremos si existe una forma femenina de hacer política.
El programa cuenta con declaraciones de Irene Montero (portavoz de Podemos en el Congreso de los Diputados), Celia Villalobos (exministra, exalcaldesa y diputada), la periodista Victoria Prego, el actor José Sacristán, la empresaria Carmen Lomana, Mª Teresa Arias (experta en estudios femeninos y presidenta de mesa de las primeras elecciones democráticas municipales), Josefina Vicente (primera mujer cartero de España) y Concha López (votante en las primeras elecciones y mujer comprometida).
TITULO: DIAS DE TOROS - Ginés Marín, en alas de la fortuna,.
Ginés Marín, en alas de la fortuna,.
El oliventino cortó una oreja al primero de su lote de Garcigrande y dio dos vueltas al ruedo en su segundo tras un pinchazo,.
La de Garcigrande, siempre disputada, fue una de las nueve ganaderías que entraron en el bombo de San Isidro antes de montarse la feria. En el bombo de matadores, los tres espadas de esta baza: Castella, Álvaro Lorenzo y Ginés Marín. Entrar el bombo daba derecho a tres tardes de feria. Álvaro, beneficiado en el sorteo con los garcigrandes, toreaba el último de sus tres contratos de San Isidro. Castella, el segundo de otros tres en vísperas de su mano a mano del domingo con Roca Rey en Nimes.
También el segundo de tres Ginés Marín, de cuyo lado vino a caer el capricho del azar: los dos toros de la corrida. El de carril, colorado ojo de perdiz, acapachadito, las hechuras redondas del juampedro de peluche, y el sexto, negro zaíno, rabón, finas cañas, apaisado de cuerna pero sin exageraciones y tronco cilíndrico. Como el uno dio en báscula 520 kilos, se encontró de partida con algunas reticencias. El otro, 570 del ala, puso en su punto más interesante una corrida de dispar sentido.
Dato a dato
- Plaza
- Madrid. 23ª de San Isidro. Primaveral. 21.790 almas. Dos horas y diez minutos de función. En meseta de toriles y acompañado de la infanta Elena, el Rey Juan Carlos recibió brindis calurosamente subrayados de los tres espadas.
- Toros
- Cuatro toros de Garcigrande (Justo Hernández), uno -3º- de Domingo Hernández y otro -1º- de Buenavista (Clotilde Calvo), que completaban corrida.
- Toreros
- Sebastián Castella, silencio en los dos. Álvaro Lorenzo, silencio tras aviso y silencio. Ginés Marín, una oreja y vuelta.
- Pares de mérito de José Chacón y Rafael González.
No fue el caso de Ginés Marín, dispuesto, confiado y seguro, listo para subirse a lomos de la fortuna y enredarse para bien con el tercero de corrida, para hacerse querer en el recibo de capa a la verónica -lances bien marcados, media y un desplante de cara gracia- y, en la apertura de faena, con una tanda que tuvo por cuerpo mayor tres trincherillas, una tras otra, como si fuera toreo ligado, y el de pecho, que es, dentro de su repertorio habitual, logro siempre mayor: por la amplitud y el dibujo.
En solo esa tanda primera se dejó ver transparente el son del toro. La tanda fue el prólogo de una faena abundante, de hasta siete, todas de no menos de cinco muletazos cosidos o ligados, con su punto de velocidad, y espaciadas por pausas y paseos que fueron respiro para las dos partes. La faena caló enseguida y, por si se había desinflado -discretito y corto el empeño con la mano izquierda-, la tanda de broche, con su ligera impostura -el desdén, el guiño al tendido-, avivó el fuego. Una estocada a ley pero trasera y de efecto retardado. La muerte lenta del toro provocó un pequeño clamor.
El recibo del sexto por delantales fue precipitado -el toro pesó entonces no poco- y, después de un duro puyazo de los de meter los riñones, Ginés apostó por amarrar y asegurar la embestida con sutiles capotazos de brega. Tendría claro el toro cuando abrió faena de largo y con la zurda en un prometedor alarde. Vino el toro no en tromba pero con quilates y Ginés aguantó. Lo mismo en una segunda tanda. Entonces no vino tan toreado el toro, que salió más despedido que templado. Al cambiarse de mano Ginés, la faena perdió gas y, de vuelta a la izquierda, ligazón, no descaro ni ganas. Tampoco el recurrir al toreo de muleta dejada y puesta, que no fue idea del todo feliz. Una tanda de sedicentes bernadinas puso a hervir a la mayoría. Un pinchazo y una estocada soltando el engaño. Y el palco dijo no.
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