Veamos, que hemos conseguido la décima, que es un logro importante y yo me había preparado psicológicamente para ello... pero quizás no físicamente. Lo que antaño era bronquitis, pasó luego a ser asma y ahora posiblemente sinusitis que se confirmará Dios mediante, tras las pruebas oportunas. Pero entre una cosa y otra, antibióticos, antiinflamatorios, broncodilatadores, antitusígenos, etc., como dice aquí el padre de mi hijo, si me da algo el CSI se va a volver loco, porque soy una auténtica farmacia ambulante.( foto )
Esto
viene a mi descargo por el sucedido que les narro a continuación. Entre
tos y tos, con mis amigos en casa, veía yo abrumada totalmente, como la
décima se nos escapaba de las manos, bueno de los pies, porque tal que
era el minuto 93 y cuando mis amigos rojiblancos en franca mayoría,
cantaban victoria, va el mi Ramos y marca el gol... una estaba tirada
en el sofá consolándome en el hombro de aquí mi costilla, y cuando ví,
lo que ví, la posibilidad de conseguir la copa, di tal salto que
directamente me empotré, así tal cual suena, contra el marco de la
puerta y del golpe casi reboto en el suelo. Me levanté tapándome un ojo,
sin más, pero cuando quité la mano de la cara, pues mis amigos pusieron
cara de horror... sangrando. Bueno, nada, dije yo, esto no es nada,
estoy bien... hala a la prórroga. Pero hete aquí que uno de mis amigos
es médico, y además en Madrid, con lo que cada noche que pasa, ve unas
cuantas heridas, incisas y no precisamente de caídas, y trompazos. En un
plis plas, me vio las heridas, una en la frente y otra en encima del
labio... y dijo: a poner puntos...???? no daba crédito, pero si son unas
heridinas de nada...contesté; pero él no cejaba: Isa es tu cara, tu
cara y son muy profundas...ufff... me entró pelín de caguele, porque
una no se cuida con cremas y demás para que luego la llamen scarface,
cara cortada, así que para allá me fui. Urgencias casi vacío (había
partido, claro). Enseguida me atienden una doctora y una enfermera, con
las que lo pasé bomba. Les dije el motivo de mi caída y se partían
claro. Mientras me bordaban primorosamente, con siete puntos ( por
cierto una verdadera maravilla avalada por mi amigo el médico cuando
llegué a mi casa), una enfermera ajena a mi miniquirófano, pasaba por el
pasillo...” no sé si decírtelo, pero ya van dos”...claro las otras que
no me moviera ni hablara ( cosa harto difícil )yo exultante, y así, pues
mientras me anestesiaban y remendaban, las susodichas heridas, me iba
cantando los goles, con lo cual yo estaba en la gloria. Además me
dicen...bueno este lado del labio con la anestesia te está quedando como
si hubieras puesto relleno, a lo que evidentemente contesté... ¡pues
nada ponérmelo en el otro y voy arregladina! Entre risas y demás,
abandono urgencias, agradeciendo la amabilidad de aquellas profesionales
que además de buenas en lo suyo, eran encantadoras.
Así
que con el 4- 1, llego eufórica a mi casa, donde me esperaban todos, y
pude decir alto y claro: ¡!esto si que es partirse la cara por el
Madrid!!
PD
1; le digan a la persona que me hace vudú con mi muñeca y los pelos
que como todo los demás se van cayendo con la edad por todo Gijón,
tenga a bien, no seguir con las alfileres. Acertó con la rodilla, la
espalda, los pulmoninos... pero la cara francamente, ya es pasarse.
PD
2: ¡Ah¡ y al día siguiente de la copa y mi accidente, las elecciones.
Pero resulta que no me puedo reír mucho que se me saltan los puntos. La
próxima les contaré si PODEMOS, vaya que sí PODEMOS. Y PODEMOS reírnos a
carcajadas, de la noción de democracia que tienen algunos que viven de
la dictadura venezolana y cubana y llorar también con otros capitalistas
como Blesa, Caixa Penedés, etc. Pero esa es ya otra historia.
- Y a nosotras basta con que no nos destrocen el momento erótico con las chuches del minibar y las sartenes. Le pasó a mi amiga Marta.-foto,.No sé por qué se empeñan siempre en decirnos que las mujeres necesitamos palabras cariñosas y comunicación para el buen sexo. Que para ellos es más fácil, que les sobra tanta introducción y hasta el amor. Y a nosotras basta con que no nos destrocen el momento erótico con las chuches del minibar y las sartenes. Le pasó a mi amiga Marta.
Su ropa interior también dejaba que desear, me contó Marta. Y lo de los zapatos y los polvos de talco con los que los espolvoreaba no fue lo peor del fin de semana en el hotel rural con encanto. La cosa prometía muchísimo, más que nada por lo guapo que era Fernando y lo encantador, educado e interesante que se había mostrado durante el primer mes de relación. También había comenzado a insinuar que Marta era la mujer de su vida, cosa siempre sospechosa cuando un hombre lo dice a la segunda semana de conocerte. Pero, cuando son tan guapos como Fernando, lo pasas por alto y te vas de fin de semana erótico, que llamamos romántico para que suene menos superficial.
Y te salen dos días de echar a correr cuando ves a tu apuesto acompañante atiborrándose con todo lo que encuentra en el minibar porque es gratis. Marta pudo pasar por alto lo de los calzoncillos pasados de moda, lo de los polvos de talco, pero lo de Fernando engullendo coca-colas y chocolatinas como introducción romántica a la noche de sexo, no, eso no. En esas ocasiones no sales corriendo porque habéis ido en un solo coche y cómo le explicas a Fernando que se pida un taxi. Y no dices nada, y eso es peor, porque luego te cuenta lo maravilloso que es pensar en el futuro con una mujer a su lado en la cama que le sacará los granos de la espalda.
¿Pudo empeorar? “Sí, pudo”, me contó Marta. Con las sartenes. Cuando, a la vuelta, Fernando quiso conducir el coche de Marta y se empeñó en dar unas cuantas vueltas hasta dar con la gasolinera en la que le daban los puntos que le faltaban en su tarjeta. “¡Es que me faltan muy poquitos para conseguir las sartenes!”, dijo muy emocionado. La gasolina la pagó Marta, y el hotel, y la cena, por si faltaba algún detalle.
Me acordé de aquel hombre tan guapo con el que me tomé una copa y pidió ansioso que sirvieran otra de patatas, y luego otra, a ver si así nos ahorrábamos la cena. La cosa no pasó de ahí, estuve más perspicaz que Marta. Y no, las mujeres no necesitamos tantas introducciones para el sexo. Basta con que ellos no se atiborren con el minibar ni acumulen puntos ni quieran ahorrarse la cena a base de patatas fritas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario