Los atascos en las aceras desesperan y entrañan peligro, pero son un clásico de la vida en provincias,. foto,.
Moc, moc.Me voy a comprar una bocina de goma como la que utilizaba Harpo Marx. Yo la usaré para abrirme paso por la calle San Antón. La calle San Antón de Cáceres siempre me ha intrigado por su nombre. Durante la II República, tuvo el glorioso apelativo de Cervantes, pero en un pleno municipal celebrado el 26 de agosto de 1936, el mismo día en que Franco llegó a Cáceres para establecer aquí su cuartel general, se le cambió el nombre. Dejó de llamarse Cervantes para ser San Antón. Siempre me he preguntado qué tendría de rojo don Miguel para que el alcalde de entonces, Luciano López, lo eliminara del callejero cacereño. Dicen las crónicas que don Luciano era un falangista muy chistoso. Seguro que ironizaría si se encontrara en 'su' San Antón con lo que nos encontramos los cacereños a menudo. Situación que se repite en muchas calles de otras ciudades extremeñas.
La antigua calle Cervantes baja del paseo de Cánovas a San Pedro y es el tramo más peligroso de la provinciana 'Calle Mayor' de Cáceres: está en la ruta de la Cruz a la Plaza, por donde cualquier ciudadano que se precie pasea un par de veces a la semana, por lo menos, para testar así la intensidad de su cacereñismo: cuanto más lo paren, más de toda la vida es. Y si digo que es peligrosa, lo hago porque sus dos aceras son estrechas, porque pasan por ellas miles de peatones, porque por el asfalto contiguo circulan centenares de coches y porque no se puede peatonalizar al ser el acceso natural al único parking importante de Cáceres.
Escena Primera. Ciudadano X desciende por San
Antón frenando su ímpetu y su prisa. Delante va un matrimonio mayor con
una nietecita de la mano y, al lado, un matrimonio joven empujando un
carricoche con bebé. Imposible adelantar sin peligro de que te atropelle
el autobús urbano, que también desciende por esa calle. De pronto,
distinguen a otros dos matrimonios con niños, es decir, abuelos, hijos y
nietos, que ascienden por San Antón. Al verse, se alborotan las dos
familias y se detienen a saludarse emocionadas.
Escena Segunda. «¡Qué alegría y qué casualidad!
Justo ayer estuvimos hablando de vosotros», exclama la abuela de la
familia A. «No me digas. Pues nosotros estuvimos a punto de llamaros el
domingo, pero no sé qué pasó que nos liamos y no os llamamos», expone la
matriarca de la familia B. Todo esto sucede al tiempo que el bus de la
línea 2 está detenido al lado por el semáforo, mientras los 12 miembros
de las dos familias se han parado en la acera, formando un atasco
considerable. El Ciudadano X intenta pasar entre besos que se cruzan y,
¡oh casualidad!, es atrapado entre dos labios que se aproximaban ajenos
al tráfico.
Escena Tercera. Las familias A y B mantienen un
diálogo de besugos. «¿Cómo estáis, bien?», aventuran los unos. «Sí, muy
bien, ¿y vosotros, también bien?», replican los otros. «Pues también,
también», contrarreplican los primeros. «¡Cuánto tiempo sin vernos!»,
lamenta la familia A. «¡Pero tiempooooo!», remacha la familia B. A todo
esto, el atasco en la acera es fenomenal. Algunos jóvenes se lanzan al
asfalto poniendo en peligro sus vidas. Un comercial de zapatería, que
tira de un maletón cargado de muestras, se ve obligado a salir de la
acera y a parar el tráfico.
Desenlace.Los 12 actores principales, ajenos a la
que están liando, se despiden por fin. «A ver si quedamos otro día y
nos vemos más tranquilamente», propone la familia A. «Sí, a ver, a ver»,
añade la familia B. Se van. La familia A desciende por San Antón. La
madre comenta: «¡Qué agradables son!». El padre se atreve: «¿Y quiénes
son?». El hijo aclara: «Los padres de Nandi, la de la plaza de Italia».
La nuera se asombra: «¿Esa es la cuñada de Nandi? Pues mira que está
estropeada». De pronto, vuelven el alborozo, el frenazo y el atasco:
«Anda, la Consoli y el Ramón. Justo ayer estuvimos hablando de
vosotros».
Moc, moc.TÍTULO: UN PAIS PARA COMERSELO, GENTE RARA QUE VIAJA BUS,.
-foto-Extremadura es la región española donde más descendió el uso del autobús urbano en 2014,.
Me gusta mucho el autobús urbano. Me relaja. Llámenme tonto, pero me monto en el transporte público y me siento más moderno, más ciudadano del mundo, como si habitara una ciudad cosmopolita, intensa y funcional. Por eso no entiendo que en dos ocasiones se me hayan acercado viajeros a preocuparse por mi extraña afición. «¿Pero cómo viaja usted en autobús urbano?», me comentó una vez un señor vagamente conocido. «Viaja usted en autobús urbano por lo de su brazo, ¿verdad?», aventuró una señora en otra ocasión.En el primer caso no supe qué responder. Me soltaron la frase con una agresividad tan inesperada que me hicieron sentir culpable y acabé balbuciendo una excusa imposible: «Bueno, ya ve...». Yo creo que casi pedí perdón por tamaña fechoría. ¡Viajar en autobús urbano, a quién se le ocurre!
En el segundo caso, ya estaba preparado y dejé claro que viajaba en transporte urbano por placer. «El brazo no tiene nada que ver. Voy en el bus porque me gusta, me siento bien, me relaja», aclaré a la señora y la buena mujer me miró con misericordia, como lamentando lo mal que me había tratado la vida, como si pensara impotente: «Qué pena, además de manco, loco».
En estas ciudades tan provincianas y tan abarcables, o sea, las nuestras, las extremeñas, no se nos ha educado para usar el transporte público, que parece algo exclusivo de jóvenes universitarios y de vecinos de barrios muy periféricos. Es más, el mensaje que nos llega, entre nebulosas sugerencias, es que viajar en bus es un desdoro. En realidad, el desdoro empieza ya por vivir en barrios. En provincias, no se vive en barrios, se vive en residenciales y los traslados se hacen en coche propio.
En Cáceres, los hombres solemos utilizar el autobús urbano dos veces al año y lo hacemos tras llevar el coche a la revisión del cambio de aceite. Como los concesionarios de automóviles están en un barrio y en un polígono bastante alejados del centro, no nos queda más remedio que utilizar el bus. Pero lo hacemos con una extraña sensación de culpabilidad que provoca una situación muy divertida. Fíjense, siempre, siempre, siempre que me he encontrado con un conocido en estos transportes a los barrios de los concesionarios, lo primero que ha hecho al verme, antes incluso de saludarme, ha sido dar explicaciones que nadie había pedido. «Es que he venido a traer el coche», se excusan. Yo inquiero con maldad: «¿Y...?». Ellos se azoran: «No, pues nada, que por eso he cogido el bus...» ¡Ay!, tonto y con complejos.
No sé si estas costumbres tan extrañas influyen en que Extremadura sea la región española donde más desciende el uso del autobús urbano. En España, ha crecido en 2014 un 0.3%. En nuestra región, ha bajado un 2.1%. Quizás se deba a la crisis, pero bien cierto es que nos falta esa desenvoltura natural que entiende el uso del transporte público como un acto cívico y moderno antes que como una costumbre marginal impropia de ciudadanos de cierta categoría.
En Badajoz, ya existen en las paradas de los autobuses paneles avisando del tiempo de espera. En Cáceres, acaban de instalarlos y yo estoy fascinado con ese artilugio que me va a hacer más cómodo el día a día. También acaban de sacar una tarjeta magnética para el bono bus que es muy chula y moderna. Fui a por ella el primer día, con la ilusión de un muchacho chico. Había una cola tremenda: 21 universitarios y un servidor. La verdad es que me sentí un poco intruso. Acertó a pasar por la cola una antigua compañera muy cariñosa. Me saludó y se interesó por mi espera. «¿Vienes a por el bono bus para tu hijo?», me preguntó. «No, vengo a por la nueva tarjeta de diez viajes para mí», le aclaré. «¿Para ti? ¿Utilizas el autobús? ¡Ay, mi niño, qué rarito es él!», me sentenció.
TÍTULO: SERIE INIVIERNO,Hawai 5.0,.
- Reparto
- Alex O'Loughlin, Scott Caan, Daniel Dae Kim, Grace Park, Masi Oka, Taylor Wily, Michelle Borth, Teilor Grubbs, Brian Yang, Dennis Chun, Lauren German, Ian Anthony Dale, Mark Dacascos, Terry O'Quinn,.
- Serie de TV (2010-Actualidad). Hawaii Five-O es una versión moderna de la recordada serie de los años sesenta sobre una división especial de la policía encargada de terminar con el crimen en Hawaii. En esta nueva versión seguimos al detective Steve McGarrett (Alex O’Loughlin), un ex-oficial de la marina convertido en policía, que llega a Oahu para investigar el asesinato de su padre y es convencido a quedarse en Hawaii al liderar su propio equipo especial. Junto a McGarrett encontramos al detective Danny “Danno” Williams (Scott Caan), un ex-policía de New Jersey que prefiere la ciudad pero esta decidido a mantener la seguridad en la isla por su pequeña hija; y a Chin Ho Kelly (Daniel Dae Kim), un ex-detective de Honolulu acusado erróneamente de corrupción. El ultimo miembro del equipo es la prima de Chin, Kono (Grace Park), una bella local, recién salida de la academia y deseosa de establecerse en el equipo de elite.
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