LUCKY LUKE - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS Y UN PAIS PARA COMERSELO -Una cuarta gran sala de juegos abrirá en breve en la ciudad. , fotos.
Una cuarta gran sala de juegos abrirá en breve en la ciudad,.
Aexjer trabaja la prevención con jóvenes en los institutos ante el auge de las casas de apuestas,.
Esta antigua discoteca no es el único local que últimamente se ha reconvertido en sala de juegos en la zona que rodea a la avenida de La Paz, donde más establecimientos hosteleros hay concentrados. En apenas dos años, se han instalado cuatro grandes salas de juegos en Almendralejo, la última, la que abrirá en esta discoteca. Parece una moda dispuesta a quedarse entre nosotros, el tema del juego en salas propias. En ella desembarcará la mayor empresa dedicada al juego en España, Play Orenes, que ha elegido a Almendralejo para iniciar su negocio en Extremadura, tras una decisión empresarial de expandir el negocio en aquellas comunidades autónomas en las que no tenía presencia.
La empresa invertirá algo más de 70.000 euros en vaciar la antigua discoteca y habilitar las salas para el juego. Sin embargo, en Almendralejo la tendencia ascendente parece no tener fin y las empresas, muchas de ellas llegan de fuera, están dispuestas de hacer grandes inversiones para un negocio que debe ofrecer rentabilidad.
Precisamente en Almendralejo tiene su sede una de las dos federaciones de asociaciones que luchan contra la ludopatía en Extremadura, la veterana Asociación Extremeña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Aexjer).
Según los datos facilitados este mismo mes, hay más de 1.300 extremeños inscritos en el Registro Autonómico de Limitaciones de Acceso al Juego. Son personas que se han inscrito voluntariamente. Solo de esta asociación, que tiene su sede en la calle San Roque, hay más de 522 inscritos en el citado registro. Sin embargo, a ellos no se les impide la entrada en salas de juego, aunque sí de apuestas, si llevan el registro oficial. Para el presidente de Aexjer, Antonio Regalado, el problema del juego radica ahora en los menores, dado el auge de las casas de apuestas deportivas que hay en este momento, según indicaba hace unos días.
De ahí que la asociación esté dedicando grandes esfuerzos a la prevención, con charlas para chicos de 3º y 4º de la ESO en institutos.
TITULO: Campo de Estrellas Real Madrid TV - La Quinta del Buitre: Blancas pastillas efervescentes ,.
El jueves -1- marzo a las 22:30 por Real Madrid TV,.
La Quinta del Buitre: Blancas pastillas efervescentes, fotos.
Yo miraba a Butragueño. Le buscaba en el Estudio Estadio verdadero de los ochenta donde hacían crónicas televisivas de todos los partidos de Liga (el Estudio Estadio de hoy lo conforman mayormente un aquelarre de brujos y brujas con verruga) y de reojo seguía a Míchel cuya figura y tupé colgante eran el prototipo de pintón de la época. Si Butragueño jugaba con el uniforme del cole, Michel lo hacía con el jersey Privata y los Levi´s pesqueros que dejaban ver los calcetines de rombos envueltos en unos zapatos castellanos negros mientras se apoyaba en el capó de un coche rodeado por una rubia y una morena con hombreras. Míchel y Butragueño eran el popular y el aplicado, respectivamente. Y luego estaba Martín Vázquez que era una suerte de híbrido de los dos, tan admirable como ellos pero con demonios que se podían ver desde la grada y desde el televisor orbitando alrededor de su cabeza como huéspedes de un tiburón a los que pitaba el público al tiempo que él ejecutaba movimientos impecablemente estéticos. Lo de Sanchís era otra cosa. Sanchís era más o menos el Portos cuyas reglas eran otras a las de los demás mosqueteros. Sanchís estaba siempre a salvo de todo de un modo distinto al que lo estaba Pardeza, al que la chispa del Buitre envió a hacer carrera a provincias lejos del relumbrón de la capital.
Eso fue hace treinta años y el madridismo de aquellos símbolos ha evolucionado de modos tan diversos como evolucionarían los miembros de una vieja pandilla de COU luego de salir al mundo lejos de las aulas. Uno podía ser ingeniero y otro abogado. Y otro podía no seguir estudiando y ponerse a currar de fontanero, incluso alguno podía darse a las malas compañías y a los malos hábitos. Atrás quedó una época de instituto americano en el que los niños y los jóvenes tenían a sus ídolos de carpeta y los más viejos a unos futbolistas de la familia estupendos que ganaban Ligas de carrerilla y apuntaron eternamente a recuperar la Copa de Europa que sólo alcanzó la longevidad de Sanchís, que ayer no fue Portos. Claro que tampoco era el futbolista. Seguro que el error está en mi propia imagen, en la antigua imagen de las antípodas, no precisamente aquellas a las que se refería aquí José María Faerna en su bonita crónica de Yokohama sino a las antípodas de una madurez que no se corresponde (aunque sea una impresión condicionada por el recuerdo infantil) con el primigenio desempeño y la imagen que de él se desprendía, acaso físicamente una camiseta blanca manchada de barro.
Yo ayer vi a Sanchís (le escuché) más bien manchando, y no de barro, una camiseta con los tópicos académicos del aquelarre estudioestadista del siglo XXI, algo que también he visto hacer con profusión a Valdano, otro tótem de la época, con su plomiza maestría de poeta argentino, y más recientemente y no menos sorprendentemente al mismísimo Raúl, el heredero de Butragueño que a su vez fue el heredero de Santillana. Es como si no se pudiera (¡ni siquiera ellos!) hablar como Míchel entonces desde la banda, diciendo: “¡Me lo merezco!”. Ha pasado mucho tiempo de aquello y a mí me sigue levantando aquella soberbia fantástica que nunca volví a ver en el protagonista, ni en ninguno de los demás protagonistas, fuera del terreno de juego. Qué decir del melifluo desempeño como comentarista de Martín Vázquez. Lo extraño es que con el micrófono nunca pareció que un día fue un jugador representativo del Real Madrid. Ese niño que fui no puede evitar sentir cierta decepción. Tampoco se trata de llevar una vida dedicada a una cruzada pero sí, y seguro que el equivocado, el que no comprende soy yo, uno debe (ninguno de ellos quizá debería) ponerse jamás del lado contrario al de la familia como hizo ayer Sanchís participando del habitual aquelarre antimadridista.
Pardeza calla porque siempre estuvo como ausente, y Butragueño es otra cosa porque siempre fue otra cosa aunque pueda que sólo lo viera yo así. Si Butragueño no dijo nunca en el campo, ni siquiera nada remotamente parecido: “¡Me lo merezco!”, no espero que lo diga de traje y corbata. Lo que sí hemos visto, lo que yo he visto es un irónico y correcto apagafuegos delante de las cámaras que al menos es mejor que cualquiera de los contubernios con los brujos y brujas de los medios patrios mantenidos en el tiempo (el tiempo después) por figuras como Sanchís, Martín Vázquez y en menor medida, si quieren, Míchel (la única camiseta del Madrid que yo he tenido fue la suya), donde Xavi Hernández, por poner un ejemplo casi estremecedor, es tenido por un interlocutor neutral que se manifiesta extraordinariamente orgulloso del Barcelona de forma inversamente proporcional a lo orgullosos que se muestran estos y otros madridistas señeros disueltos, como blancas pastillas efervescentes, en el ambiente extramuros del Madrid, donde todo parece susceptible de olvidarse hasta que un día estuvieron aquí y dijeron y defendieron cosas hombres como Di Stéfano y Juanito, y otros que siguen igual que siempre, dentro o fuera, como el imponente señor que da nombre a este sitio.
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