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El director de fama mundial de la Orquesta del Teatro de Bolshói, conocido como "El Maestro", Andrey Simonovich Filipov, vio su carrera públicamente destruida por Leonid Brezhnev por defender a los músicos judíos y ahora se ve reducido a trabajar como conserje en el mismo teatro donde alguna vez dirigió.Mientras Filipov limpia la oficina del gerente del teatro, intercepta una invitación oficial del prestigioso Théâtre du Châtelet en París para sustituir un concierto de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles que se había cancelado en el último momento. Filipov crea un plan para reunir a su antigua orquesta, compuesta ahora por viejos músicos judíos y gitanos, que se han visto reducidos a sobrevivir trabajando como mudanceros o conductores de taxis, para tomar el trabajo de París y completar una interpretación del Concierto para Violín de Tchaikovski, que fue interrumpido 30 años atrás por el entonces agente de la KGB, Ivan Gavrilov, quien ahora forma parte del plan de Filipov como representante de la orquesta, a pesar de las protestas y sospechas de Aleksandr 'Sasha' Abramovich Grossman, porque resulta que Gavrilov tiene sus propios planes para el viaje a París.
Gavrilov y Filipov exigen del Châtelet muchas condiciones que se ven forzados a aceptar, ya que el concierto con el Boshoi es mucho más barato; una de las condiciones es que la solista sea Anne-Marie Jacquet, quien nunca ha interpretado el Concierto de Tchaikovski porque le tiene miedo, pero ha soñado desde hace mucho interpretarlo con el Bolshoi y particularmente con Filipov, cuya fama fuera de Rusia nunca ha disminuido. Su agente, Guylène de La Rivière -quien también ha sido la madre adoptiva de Anne-Marie- está renuente a permitir que suceda el concierto, porque conoce a Filipov y su pasado, pero ante la insistencia de Anne-Marie, acepta. Para pagar sus gastos de traslado, la orquesta se ve forzada a aceptar el mecenazgo y la participación de un conocido jefe de la mafia aficionado a tocar el cello.
Una vez en París, la orquesta desaparece entre fiestas y toman otros trabajos, tales como mudanceros, taxistas o traductores. La falta de profesionalismo de los músicos rusos y las impresiones de Anne-Marie de que el concierto es una catarsis para Filipov, la fuerzan a cancelar el concierto, pero Sasha la convence de volver al teatro porque el concierto contiene una clave para el pasado de Anne-Marie y sus padres, a quienes nunca conoció. Resulta que Filipov y su esposa Irina eran los mejores amigos de Lea e Yitzhak Strum, músicos judíos. Leia era una concertista de violín y la solista al momento del concierto interrumpido hace tres décadas en Moscú. Tras la humillación pública sufrida bajo Gavrilov y el régimen de Brezhnev, la pareja criticó abiertamente al gobierno en Radio Free Europa, una estación de radio americana que estaba prohibida en la entonces URSS, resultando en su deportación a Siberia donde pasaron el resto de sus días. Leia, la madre de Anne-Marie, perdió la razón e interpretó el concierto en su imaginación todos los días para su marido hasta su muerte en 1981, la cual fue seguida de la de su marido seis meses después. La bebé Anne-Marie logró huir con Guylène, entonces representante de una orquesta francesa de visita a la URSS, porque estaba escondida en un estuche de cello a solicitud de Irina, Filipov y Sasha.
En el último momento, la orquesta, tras recibir un mensaje SMS de Filipov que deben de interpretar en honor de Leia (La madre de Anne Marie), aparece en el teatro a pesar de que no han realizado ni un solo ensayo. Mientras tanto, el verdadero gerente del Bolshoi, que se encontraba de vacaciones en París, y casualmente se enteró del concierto, se persona en el teatro para impedirlo, pero es engañado por Gavrilov, que lo encierra en una habitación. El concierto tiene un inicio poco feliz, debido a la falta de ensayos, pero la orquesta logra alcanzar la armonía espontánea soñada por Filipov cuando Anne-Marie hechiza a todos con su magnífica interpretación de la parte solista, que había estudiado en la partitura marcada que perteneció a su madre. El concierto es un gran éxito y Filipov puede reconstruir su carrera como director de la nueva "Orquesta Andrei Filipov", junto con Anne-Marie, quien se une a él en un tour mundial,.
Desayuno - Cafe con leche con tostadas de aceite oliva, zumo naranja, .
Cena - Ensalada verde con atún, pan, beber agua, pan, postre una manzana,.
TITULO: UN PAIS PARA COMERSELO - DESAYUNAR EN LOS ARRIBES,.
UN PAIS PARA COMERSELO - DESAYUNAR EN LOS ARRIBES, fotos.
Desayunar en los Arribes,.
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Cómo espantar el estrés en el Duero, a una hora de Extremadura,.
Manuel y Montse se extrañan de no tener huéspedes extremeños. La situación en su quinta es extensible a los Arribes del Duero, una zona preciosa, a una hora de Extremadura, que los extremeños no visitamos mucho. Manuel y Montse abrieron en 1997 la Quinta de la Concepción, una Posada Real situada en Hinojosa de Duero (Salamanca), a un paso del río, en pleno embalse de Saucelle.
Es una antigua mansión, entre naranjos y olivos, en el único enclave castellano-leonés de clima mediterráneo: este valle profundo tiene un microclima sorprendente que favorece cultivos inimaginables en el resto de la región. La casa ha sido convertida en posada con unas completas habitaciones (60 euros la noche con desayuno) con terraza, que dan al río. Un paisaje formidable sosiega y elimina el estrés de una mirada y el comedor y el salón se abren a la belleza escarpada y voluptuosa, salvaje y dulce a la vez, de los Arribes del Duero.
Esta quinta recuerda a los hoteles belgas de etapa gastronómica, establecimientos delicados y familiares donde todo es mimo: desde la comida hasta las toallas del baño. En la Quinta de la Concepción solo se desayuna y se cena. Nada más levantarse, mientras la neblina juguetea entre el agua y las laderas empinadas, Manuel trae a la mesa zumo natural de las naranjas de su huerta, kiwis de cosecha propia troceados y aderezados, café con leche, una gran tostada de pan de pueblo, tarrinas con preparados caseros de mermelada de mora y manzana y de tomate y miel, de crema de queso con especias y paté de bacon y queso. Unas rebanadas de suave pan de hornazo y unas perrunillas completan el desayuno.
Manuel y Montse andan por los 50 y son de Lumbrales, un pueblo cercano. Fueron los primeros en abrir una casa rural en la zona y por ello fueron tachados de locos. Todo lo han hecho sin subvenciones. «Somos ese 2% de turismo rural español que no ha recibido ninguna ayuda», ironizan. Entre sus clientes, son mayoría los españoles y los holandeses. «Hemos tenido, en las últimas semanas, rusos, ucranianos, israelitas y americanos. Han venido asturianos, catalanes, andaluces, gallegos, valencianos. Lo que no tenemos es extremeños y es algo que no entendemos porque estamos a un paso», se extrañan.
A su clientela de belgas y holandeses les gusta mucho la cocina y las salsas de Montse. La verdad es que merece la pena cenar frente al espectáculo de Los Arribes. El precio es el mismo que la última vez que estuvimos aquí en 2012 (18 euros) y el menú es cerrado. Manuel lo trae a la mesa escrito en un papel sobre un pequeño atril y se lo explica a cada comensal. Hoy toca tosta de verduras, ¡deliciosa!, unas gustosas patatas rellenas de carne, delicada pluma ibérica macerada y sin grasa con salsa de mostaza y arroz salteado y una inolvidable tarta de yema. Todo ello lo regamos con un fabuloso blanco portugués Montes Ermos Douro (10 euros): intenso y con vida, bien estructurado, nada simple, un blanco de afrutado intenso y aroma profundo que perdura en boca.
En estos días largos y soleados, se agradece dar un paseo por la finca, junto a la piscina, frente al Duero. Se puede incluso jugar al pádel. Allí, en el hoyo, protegidos del norte, entre kiwis, kakis, higueras, nísperos y cerezos, uno entiende por qué ha perdurado esta quinta pionera. Cuando Manuel y Montse empezaban, dieron una cena a los alcaldes de la zona, que hacían apuestas mientras comían sobre cuánto duraría aquel negocio tan extraño. 20 temporadas después, los Arribes del Duero se han llenado de alojamientos y la Quinta de la Concepción, de huéspedes.
TITULO: TAPAS Y BARRAS - EN ESTE TRABAJO HAY MIEDO A LA EXAGERACION - LUIS MERLO ACTOR,.
TAPAS Y BARRAS - EN ESTE TRABAJO HAY MIEDO A LA EXAGERACION - LUIS MERLO ACTOR,. fotos.
En este trabajo hay miedo a la exageració,.
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Luis Merlo se muda a Montepinar en la novena temporada de 'La que se avecina'.Interpretará a Bruno, un virtuoso del piano con todas las fobias,.
La comunidad de Montepinar tiene nuevos inquilinos. Aunque algunos de ellos, como Luis Merlo (Madrid, 1966), ya están acostumbrados a convivir con vecinos conflictivos. El actor daba vida a Mauri en 'Aquí no hay quien viva' cuando la serie se emitía en Antena 3. Diez años más tarde, interpretará a Bruno, un pianista excéntrico y poco sociable, en la novena temporada de 'La que se avecina', que se estrena el martes a las 22.30 horas.
Bruno es 'especialito'.Hay personas en este mundo que solo saben hacer bien su trabajo, porque luego no saben relacionarse ni vivir. Bruno es un virtuoso del piano, lo toca como los ángeles, pero no tiene amigos y acumula todas las fobias que se pueden tener.
Un personaje extremo.Creo que es la primera vez que hago un registro tan al límite: ¡hasta una mosca que pasa puede provocarle pánico! Cuando te escriben un personaje así es que confían mucho en ti como actor. Es pura 'sitcom' americana.
¿No será demasiado exagerado?En este trabajo hay mucho miedo a la exageración. Este es el personaje más exagerado que he hecho en todos los aspectos y ya estoy harto de la palabra naturalismo. Yo pretendo que desde ese exceso parezca creíble, pero no natural.
¿Cómo ha sido el reencuentro?El reencuentro fue maravilloso, pero luego hay que olvidarlo y enfocarlo a que esto es una serie nueva y hago un personaje distinto. Si no, estás condenado a repetirte.
¿Por qué no continuó cuando la serie se mudó a Telecinco?En aquél momento había un personaje que me había cambiado la vida, y continuar en el mismo contexto era imposible. Habría ido para abajo. Sin embargo, ahora, con la perspectiva del tiempo, veo este papel como un regalo.
¿Qué diferencias ve entre una y otra serie?Posiblemente lo que pasa en una secuencia de 'La que se avecina' podría dar lugar a un capítulo entero de 'Aquí no hay quien viva'. Es como el 'gag' tan maravilloso de Chaplin del tartazo en la cara, solo que aquí nos cae un pastelazo a todos los personajes en cada capítulo.
¿Ha tenido que aprender a tocar?Yo toco el piano, pero no tengo el nivel de un concertista de fama internacional como Bruno. Gracias a unos efectos digitales, ponen en pantalla el cuerpo de un maestro del piano con mi cabeza. La gente se va a pensar que lo toco estupendamente (risas).
«Como trece películas»Se refugió en el teatro pero vuelve a la tele.Ahora se está haciendo muy buena televisión, las series tienen trece capítulos y parecen trece películas de distintos géneros. Lo que me fascina de la televisión es que tiene una inmediatez y una prisa que te crea una energía muy saludable para un personaje.
¿Qué siente cuando le dicen que se parece a su padre?Por mi padre solo siento admiración. Este trabajo es tradición y trasmisión de esa tradición. Hay quien dice que mirar atrás es pecar de antiguo, pero a mí me gusta saber de dónde vengo.
¿Él le contagió el gusanillo de ser actor?Fijarme en su voz me hizo intuir cuál era la voz que yo quería tener como actor. Sin esa referencia hubiera sentido vértigo.
¿Cualquier tempo pasado fue mejor?No, lo que quiero decir es que he tenido la suerte de vivir en la época de los maestros. Ojalá gente de mi edad empiece a ser la motivación de otros actores.
Va a cumplir 50, ¿le asusta?El 13 de junio los cumplo. Me encuentro con un mundo interior más rico, busco más fuera que dentro, pero la crisis ya la he tenido. Tengo más serenidad y aceptación. La parte negativa es la sorpresa de mirarse al espejo.
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