domingo, 8 de junio de 2014

REVISTA XL SEMANAL, En portada, Vicente del Bosque: "Hay que renovar la ilusión. No nos conformamos con lo conseguido"/ EL BLOC DEL CARTERO, DINERO Y DEMOGRACIA,.

TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL, En portada, Vicente del Bosque: "Hay que renovar la ilusión. No nos conformamos con lo conseguido",.

Vicente del Bosque: "Hay que renovar la ilusión. No nos conformamos con lo conseguido"

No hay hombre más sereno en todo el fútbol español. Tampoco hay quien, por currículo, se le pueda comparar: Mundial, Eurocopa, Champions, ligas... Del Bosque lo ha ganado casi todo. A sus 63 años, afronta el reto de su vida: mantener el ciclo mágico de la Roja en el Mundial de Brasil. A él no le quita el sueño. El seleccionador tranquilo repasa su vida y su carrera. 

Es el paradigma del autocontrol, del saber estar, decir, hacer... Ni una palabra más alta que la otra, pese a que Toni Grande, su mano derecha, asegura que tiene «muy mala leche, aunque no lo parezca». Su trago más amargo lo pasó cuando su hermano Rafael murió de cáncer a los 47 años. Es castellano de alegrías contenidas, humilde, austero y sobrio: «De niño, no teníamos botas para jugar al fútbol; usábamos lo que podíamos». Su corazón es blanco, pero jamás se imaginó una salida tan dolorosa del Real Madrid como la que tuvo cuando Florentino Pérez lo despidió sin contemplaciones del club merengue en el que durante 37 años jugó y entrenó y en el que pensó que se jubilaría.
Y esa herida, aún hoy, supura. Vicente del Bosque calienta motores de cara al Mundial de Brasil. No hablamos de fichajes ni alineaciones, aunque reconoce que su hijo Álvaro está dispuesto a leerle la cartilla si deja a Casillas en el banquillo. «Porque lo conoció y se hicieron amigos», explica sonriendo.

XLSemanal. Salmantino de los que ejercen. Hasta el punto de decir que en su tierra es donde mejor marisco se come...
Vicente del Bosque. Eso o que es la mejor ruta del colesterol, lo que tú quieras [ríe].
XL. Es hijo de ferroviario. ¿Qué ha heredado de su padre?
V.B. Mi mujer dice que soy clavado a él. He sacado muchas cosas suyas. Era un hombre muy formal, muy serio, muy recto y demasiado cumplidor con su empresa. Y recalco lo de 'demasiado'. Ese sentido de la responsabilidad lo he heredado de él, pero él era un poco más radical en algunas cosas.
XL. Su padre no comulgó con el régimen de Franco y pasó tres años en la cárcel. ¿Por qué lo detuvieron?
V.B. ¡Pues por nada! Porque cuando lo metieron tenía 18 años, y a esa edad poco mal habría hecho. Estaba estudiando para ferroviario en la estación de Salamanca, así que ya ves...
XL. ¿En su casa se hablaba de política?
V.B. Algunas veces, pero siempre muy bajo para que no se oyera mucho, aunque todo el mundo en el barrio se conocía.
XL. Sin embargo, aunque dicen que tira para la izquierda, usted ha tratado de no significarse políticamente.
V.B. ¡Y menos ahora! Yo soy el seleccionador nacional y quiero serlo de todos. Al margen de eso, estamos en un país con libertad para que cada uno pueda pensar lo que quiera y muchas veces, desde la disidencia, se ayuda a que se hagan mejor las cosas. Tengo amigos de todos los colores.
XL. Cuenta que en la vida nunca se puso metas.
V.B. Ni siquiera pensé que iba a ser futbolista. A mí me han ido llegando las cosas sin ambicionarlas.
XL. ¿Nunca ha peleado por hacerse un hueco?
V.B. ¡Nunca! Al final, sí quise ser entrenador, pero nunca lo quise ser del primer equipo. Y las cosas llegaron. Jamás he ambicionado nada, ni siquiera ganar las dos copas de Europa con el Real Madrid. Todo ha ido cayendo sin darme cuenta.
XL. Dice que ni en los peores sueños imaginó una salida como la que tuvo del Real Madrid.
V.B. No hablo desde el rencor, pero es verdad que nunca imaginé que saldría del club en las circunstancias en las que salí. Era imposible imaginar una salida así.
XL. ¿Duele todavía?
V.B. Mucho, aunque no quiero extenderme en este asunto para no remover el pasado. Llegué a sentir que era alguien relativamente importante dentro del club, alguien querido por el trabajo que había realizado durante 17 años en la cantera. Todavía hay algunos que se meten conmigo porque piensan que soy rencoroso con el Real Madrid, pero si entran a opinar eso se meten también con el Real Madrid, porque yo he sido un hombre de ese club de toda la vida.
XL. ¿Qué pasa cuando coincide con Florentino Pérez?
V.B. Nada, nos saludamos y poco más. Él trata de hacer las cosas lo mejor que puede y nada más.
XL. Cuando lo echaron del Real Madrid, ¿se fue al paro?
V.B. Sí, y llegué a cobrarlo. Fui a la cola del Inem y me di de alta como todo el que se queda sin trabajo.
XL. Pero un deportista de su talla tendría la vida resuelta.
V.B. [Sonríe]. ¡Eso no se sabe nunca! Ahora tampoco. Tengo hijos y hay mucho recorrido todavía. Entonces, me acogí al derecho que me había ganado durante años.XL. ¿Ha gastado más de lo que ha ganado? V.B. Intento ser austero. Y nunca hablo de dinero.
XL. ¿Tiene hipotecas?
V.B. [Musita]. No puedo decir que no tenga; tengo alguna, pero no me gustaría dejarles a mis hijos nada hipotecado. Quiero que todo lo que les llegue esté limpio. No sé mucho de cuentas.
XL. Sigamos su trayectoria. Pronto se fue a entrenar a Turquía. ¿Fue casi un exilio?
V.B. No, todo lo contrario, fue una experiencia realmente preciosa. Me fui allí con un régimen especial para que la Seguridad Social cubriera también a mi mujer y mis hijos.
XL. Se llegó a decir que era un entrenador «sin glamour para el Real Madrid». Reconozca que, pese a esa extraña apreciación, usted no es un entrenador al uso.
V.B. La sustancia de todo es que quiero cumplir con mi responsabilidad lo mejor posible allá donde esté. Lo único que me diferencia de otros entrenadores es que nosotros hemos ganado. Si no, con los mismos gestos y las mismas actitudes, no sería igual. La victoria nos ha unido mucho y ha engrandecido las cosas.
XL. ¿Hay que tener sangre de horchata para no festejar con entusiasmo el gol que los hace campeones del mundo?
V.B. Por dentro estoy tan feliz como todo el mundo, lo que pasa es que no soy tan expresivo como la mayoría. En todas las facetas de la vida, pero en esta más. Sé que me están enfocando y que me está viendo todo el mundo. Me daría mucha vergüenza verme haciendo alguna cosa que no debiera. En esos momentos de tensión o de euforia debo ser todo lo reflexivo posible, porque un entrenador alterado es difícil que tome decisiones justas.
XL. ¿Tiene un temple a prueba de bomba?
V.B. Intento tenerlo, sí. Cada uno manifestamos las emociones de forma diferente, y la mía no es ni mejor ni peor.
XL. ¿Su corazón no late por el equipo de sus amores?
V.B. Yo tengo mis sentimientos y lo que ha significado el Real Madrid en mi vida no lo puedo ocultar. Luego, en el desarrollo de mi función como seleccionador intento ser lo más neutral posible.
XL. Los jugadores del Real Madrid tienen fama de correrse más juergas de la cuenta...
V.B. En el fútbol hay de todo. Son chicos jóvenes y, como todos, ellos también harán alguna bobada, pero ni más ni menos que otros. Lo que ocurre es que todo lo que hacen tiene más eco.
XL. Suele decirse que los entrenadores se convierten un poco en confidentes de los jugadores. ¿Habla mucho con ellos?
V.B. Yo, no. Nuestra relación es mínima en la selección, aunque el tiempo que estamos juntos intento que vean un buen ejemplo en quien los dirige y que las cosas que les digo tengan un poco de contenido. Trato de que se sientan cómodos y de facilitarles la estancia.
XL. ¿Cómo lleva el seleccionador la tensión que hay entre los equipos grandes?
V.B. A nadie se le escapa el fuego cruzado que hay entre el Madrid y el Barcelona, y en el medio estamos nosotros. Mi papel en la selección es ganar, pero también intento unir un poco; aunque hay veces que es casi imposible, y más si se asocia el juego de la selección al Barcelona o al Madrid.
XL. Ante la deriva independentista que se vive en Cataluña, ¿nota otro tipo de tensión en los jugadores? ¿Se sienten cómodos los futbolistas catalanes representando a España?
V.B. Esos temas no se acusan nada en la selección. ¡Nada de nada! Yo no he notado ningún problema de ese tipo ni en catalanes ni en vascos ni en gallegos. Yo, al menos, no; a no ser que yo sea un cándido, que no creo. Los jugadores vienen a la selección española independientemente de dónde hayan nacido y son chicos que aprecian estar aquí y se sienten cómodos, muy cómodos, en la selección.
XL. ¿Nunca los ha oído hablar de política?
V.B. No. Imagino que dentro de alguno de ellos anidará algún asunto, pero que no viene aquí a contarlo. ¿Tú crees que si cualquiera de estos jugadores no tuviera un total compromiso con la selección española hubiéramos sido capaces de ser campeones del mundo? En la selección no hacemos distingos por el lugar donde hayan nacido ni por el equipo en el que jueguen, y ellos tienen un comportamiento correctísimo.
XL. Pero alguno ha sacado banderas independentistas.
V.B. Hay que ser más respetuosos con el pensamiento de las personas. Unos sacan la bandera andaluza; otros, la gallega... Además, eso es así, hay una división territorial.
XL. ¿Hay algo que le moleste en este mundo idílico que describe?
V.B. [Sonríe]. Sí, claro. Los deportistas son ejemplares para mucha gente y, cuando no se comportan correctamente, me sabe mal, porque se salen de esa ejemplaridad.
XL. ¿Usted nunca se ha considerado una estrella?
V.B. No, soy una persona normal. No puedes perder el norte y olvidarte de dónde vienes y quién eres. Al final, yo soy el mismo si hubiéramos ganado o perdido. Lo que hace diferente las cosas es el eco de la victoria, pero las personas son las mismas.
XL. Ha puesto el listón tan alto que pensamos que podemos volver a ser campeones del mundo en Brasil.
V.B. Está bien que se renueve la ilusión, aunque tenemos una mayor responsabilidad en este Mundial. Es muy difícil volver a conseguirlo, pero debemos afrontarlo con un poco de inseguridad; porque no está mal esa inseguridad para no caer en la suficiencia. Mi preocupación es que todos estos chicos que han vivido estos éxitos pasados tanto éxito, tanto éxito vengan con los ojos renovados y que no se conformen con lo que ya han conseguido. En eso estamos.
XL. ¿Qué le quita el sueño?
V.B. Del mundo del fútbol, nada. Lo único que me puede quitar el sueño es la educación de mis hijos.
XL. Dice que representa la imagen del país. ¿Cree que el país tiene realmente su imagen?
V.B. Yo creo en todos aquellos que se dedican a la cosa pública y que muchas veces renuncian a puestos ejecutivos en otras empresas donde ganarían mucho más dinero. Y renuncian porque quieren estar ahí y, además, son muy eficaces. Yo creo en ellos.
XL. Con la corrupción casi generalizada en los partidos políticos, sindicatos e instituciones, ¿no resulta usted demasiado confiado?
V.B. Es cierto que hay personas que serían malas en cualquier lugar en el que se las pusiera. Yo no soy tan pesimista como para pensar que la corrupción es generalizada. Creo que en los partidos hay gente buena, aunque haya personas que desacreditan la profesión de los políticos.
XL. Tampoco en el fútbol se da la transparencia ni la honradez necesarias: futbolistas y clubes que no declaran sus ingresos, que tienen doble contabilidad... Le podría dar nombres.
V.B. La ambición de hacer un club grande ha podido llevar a algunos a no hacer una administración muy pulcra. Hay futbolistas o entrenadores que no hacen ningún favor al fútbol, sin duda. Pero también hay gente muy honrada.
XL. ¿Deberían prohibir competir en España al deportista que tenga la residencia en un paraíso fiscal?
V.B. No soy yo quien debe dar lecciones, pero con este tipo de asuntos no se puede ser tibio. Estamos en un país que necesita la ayuda de los que tienen. Y no digo solo de los que más tienen. Mi padre siempre decía «no será tan español cuando cotiza fuera». Yo no puedo entender que se haga esto. Yo fui a trabajar a Turquía y todo cuanto me pagaron lo coticé en España reglamentariamente. Absolutamente todo. Podía haber hecho un enjuague, una tontería de estas que hablas, pero no la hice.
XL. Le supongo muy sensible al tema de los recortes en sanidad conociendo, como seguro conoce, las necesidades de las familias con discapacitados.
V.B. No estoy muy puesto en esto de los recortes; pero, si ha habido pasos atrás, no me parece bien. Las fundaciones y las asociaciones que se dedican a los asuntos de la discapacidad deben estar bien atendidas también desde las instituciones.
XL. Siempre trata de no molestar a nadie. ¿Es usted lo que llaman 'un hombre políticamente correcto'?
V.B. No sé si soy eso o no, pero sí es verdad que siempre trato de molestar lo menos posible.
XL. ¿Cómo cree que le vamos a dejar las cosas a su hijo Álvaro, que hoy tiene 24 años?
V.B. En el mundo de la discapacidad hemos dado pasos adelante. Él es un chaval feliz. Nosotros hemos tenido mucha suerte porque sin saber si hemos tenido algún enchufe por lo bajini él está trabajando en la ONCE, como auxiliar administrativo, donde nosotros queríamos que lo hiciera.
XL. Cuando él nació, con síndrome de Down, usted se hizo tres preguntas. La primera: ¿por qué me ha tocado a mí? La segunda: ¿por qué no me iba a tocar a mí? Y la tercera: ¿qué hubiera sido de nosotros sin él?
V.B. Fue así, es verdad. Y me lo sigo preguntando: ¿qué haríamos sin él? Las tres preguntas fueron casi seguidas e inmediatas recién nacido.
XL. Seguramente hay una cuarta pregunta que se hacen muchos padres: ¿qué va a ser de él cuando faltemos nosotros?
V.B. ¡Pues no! Esa pregunta no nos la hemos hecho nunca. Confío mucho en mis otros hijos, confío enormemente en sus hermanos. Malo será que luego vengan mujeres y maridos distintos a ellos [sonríe].
XL. Pocas veces le preguntamos por sus otros dos hijos: Vicente y Gema.
V.B. Están bien. Son chavales jóvenes Vicente tiene 27 años y la chica, 21. Y ahí andamos en la pelea por que sean buenos, por que tengan buenos amigos... Vicente no juega mal al fútbol, pero tampoco como para haberse dedicado a ello.
XL. Su mujer es también hija de ferroviario y llevan casados 28 años, pero ¿cómo es Trini?
V.B. Es mi compañera, es la mujer con la que he formado una familia y estamos bien, estamos cómodos.
XL. Pero ¿cómo es?
V.B. [Le cuesta entrar]. Es distinta a mí completamente. Es simpática. Nos complementamos bastante bien.
XL. Tengo entendido que es usted de esos hombres a los que les cuesta mucho decir «te quiero».
V.B. [Se sonroja]. Me cuesta, sí; no soy mucho de decirlo. Pero tampoco es que no lo haya dicho nunca [sonríe]. Trini es una mujer valiente, fuerte... Nos conocemos muy bien los dos. Dicen que dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición [sonríe].
XL. Tardó mucho en casarse. ¿Cómo era el joven Del Bosque, alto, guapetón y jugador del Real Madrid? Porque a los futbolistas, es evidente, se los rifan las mujeres.
V.B. Alto, cada vez menos; esto ya va para abajo. Debía de medir entonces 1,85 más o menos. Lo de que me casé tarde es verdad; lo hice recién retirado, en 1986 y con 35 años. Estuvimos muchos años de novios. Yo creo que nos casamos cuando teníamos que hacerlo. Lo de guapetón ya es otra cosa [risas].
XL. ¿Es usted religioso?
V.B. No, pero respeto a todo el mundo.
XL. Así que no cae en la tentación de rezar a la Virgen de Lourdes antes de una gran final...
V.B. [Sonríe]. No, aunque ha habido entrenadores que les han hecho rezar a los jugadores antes del partido. Yo he estado en un sitio donde eran musulmanes [Turquía] y cogían la toallita de turno, se metían en una habitación y rezaban allí a Alá. ¡Gente estupenda!
XL. Reconozca que también es un marqués atípico.
V.B. [Se pone serio]. Sobre este asunto del marqués no me gusta frivolizar. Si el rey consideró dármelo, hay que ser respetuoso con su decisión. No me gusta la frivolidad con la que mucha gente comenta lo del marqués.
XL. ¿Qué le molesta exactamente?
V.B. Cuando quieren meterse conmigo o herirme, me llaman el Marquesito... y me molesta porque suena a cachondeo.
XL. ¿Su reconocida modestia le hace pensar que tampoco se merecía esa distinción?
V.B. El respeto que le tengo a la Casa Real y al propio rey hace que lo agradezca, pero considero que el rey ha centrado en la figura del seleccionador algo que podría haber dado a todos los que participaron.
XL. Hubiese estado bien: ¡veinte marquesados de golpe! ¿De verdad no cree que el rey ha valorado en su persona otros méritos más allá del triunfo de la Roja?
V.B. Creo que yo era la cabeza visible de esos triunfos, pero que el mérito es de todos.
XL. ¿Es usted monárquico?
V.B. Pues no especialmente, pero me cae bien el rey. Creo que él y toda la familia real han hecho bien su labor en España: el rey, el príncipe y la reina. Me caen bien, sí.
XL. Una última pregunta, ¿cómo es Vicente del Bosque enfadado? ¿Siempre tan comedido?
V.B. [Se ríe]. Yo también tengo mi mala leche, no creas. De visita, todos somos muy buenos. Nadie debe ser elogiado por su bondad; nadie.

TÍTULO: EL BLOC DEL CARTERO, DINERO Y DEMOGRACIA,.

  1. Ilusoriamente, a la gente se le hizo creer que la democracia acababa para siempre con esta idea jerárquica subyacente en todo orden político; ...
     
    Para entender el malestar que postra a las sociedades -foto-democráticas -expresado a veces como desaliento y escepticismo, a veces como ira e indignación- deberíamos empezar por aclarar que la democracia, tal como nos la pintaron, es una quimera irrealizable. Existe una realidad histórica irrefutable: todas las sociedades humanas, con independencia de la forma de gobierno que impere en ellas, están regidas de hecho por minorías. Siempre ha sido así y siempre lo será. Y son estas minorías las que realmente deciden, de forma efectiva directa o indirectamente, sin tapujos o con disfraces, el destino de las naciones.
    Ilusoriamente, a la gente se le hizo creer que la democracia acababa para siempre con esta idea jerárquica subyacente en todo orden político; cuando, en realidad, lo único que se hizo fue esconder, escamotear este elemento (y ya se sabe que, cuando algo se oculta, es porque no conviene mostrarlo). Así, se presentó una sociedad regida por la más absoluta igualdad política, en la que los gobernantes no lo eran en virtud de un principio jerárquico, sino representativo; y de este modo se consiguió encubrir un hecho gigantesco e incuestionable, que es la rebelión de la economía en contra de la política. Hecho que empezó a fraguarse en el Renacimiento, para desencadenarse en la Revolución francesa y alcanzar su paroxismo en nuestra época, en la que el poder político no solo ha dejado de ser aguerrido defensor del pueblo contra esas fuerzas económicas desatadas, sino que se ha convertido en el perrillo servicial de tales fuerzas, organizado en oligarquías encargadas de pauperizar al pueblo, siguiendo las consignas de la plutocracia internacional; es lo que Pablo Iglesias, el líder izquierdista encumbrado al estrellato, llama 'la casta' convertida en 'mayordomo de los ricos'.
    Este poder oculto de una minoría plutocrática es el que decide el destino de las naciones, de manera siempre impía y a veces en su desmedida voracidad sin molestarse siquiera en disimular la naturaleza monstruosa de sus designios. Así se explica, por ejemplo, que el Fondo Monetario Internacional (¡apenas un día después de las elecciones europeas en las que las oligarquías que más servilmente habían trabajado al servicio del poder económico fueran vapuleadas!) tuviera el cuajo de reclamar condiciones todavía más inclementes en los despidos, así como subidas en los tipos impositivos; reclamaciones que las oligarquías terminarán atendiendo. Todo este latrocinio institucionalizado se logró disimular en los años anteriores mediante la instauración de un reinado de las delicias universales (¡la búsqueda de la felicidad!) que aspiraba a conseguir una sociedad humana animalizada, pasiva y cobarde, 'ciudadanía' sometida mediante el hipnotismo ideológico a la más depravada servidumbre espiritual, aferrada al disfrute frenético de las prebendas democráticas, que se pueden resumir en alegrías para la bragueta y manguerazo de subvenciones. Las alegrías para la bragueta nos ha dejado en un par de generaciones sin cotizantes que paguen nuestras pensiones; y al manguerazo de subvenciones ha sucedido una pertinaz sequía que, además, nos pilla con las reservas exhaustas.
    Me ha llamado mucho la atención la avalancha de reacciones asustadas o jeremiacas que han surgido, a derecha e izquierda, ante el éxito cosechado por Pablo Iglesias en las pasadas elecciones europeas. Diríase que, de repente, este señor con coleta fuese a traer la dictadura del proletariado de la extinta Unión Soviética. Y me sorprende que quienes ahora están escandalizados ante este revival del comunismo sean los mismos que, durante las últimas décadas, han aplaudido leyes laborales que parecían inspiradas en la legislación china. Marx ya nos advirtió que el comunismo es un hijo natural del capitalismo que se desarrolla históricamente con él; del mismo modo, podríamos decir que Pablo Iglesias es hijo de una democracia que ha rendido el poder político a fuerzas económicas desatadas, fingiendo que se lo entregaba al pueblo. Naturalmente, Pablo Iglesias, que acierta en el diagnóstico del mal que amenaza con llevarnos a la tumba, se equivoca en la medicina, puesto que insiste en prometer el mismo reinado de las delicias universales que antes nos ofrecieron las oligarquías que aspira a derrocar, añadiendo además una 'reducción' de revanchismo al guiso. Pero, mucho más escandaloso que votar a alguien que se equivoca en el tratamiento, después de acertar en el diagnóstico, se nos antoja votar a quienes ocultan el diagnóstico, vendiéndonos el veneno como medicina.

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