- De la Renta, que tenía 82 años, ha fallecido tras ocho años de lucha contra el cáncer, según ha informado su esposa, Annette. Con él se va ...foto,.Oscar de la Renta, el último representante de una generación de diseñadores que marcó la segunda mitad del siglo XX, ha muerto en su casa del pueblo de Kent que, aunque está en el estado de Connecticut, en la práctica forma parte de las afueras de la ciudad de Nueva York.
De la Renta, que tenía 82 años, ha fallecido tras ocho años de lucha contra el cáncer, según ha informado su esposa, Annette. Con él se va uno de los modistos favoritos de las primeras damas de Estados Unidos-desde Jackie Kennedy hasta Hillary Clinton, pasando por Nancy Reagan y Laura Bush-, y el primer modisto estadounidense que trabajó para una casa francesa de alta costura.
Pero De la Renta también fue el primer gran diseñador que abrazó la televisión y las redes sociales como herramientas de marketing, para popularizar sus diseños. Su último trabajo fue el traje que llevó Amal Alamuddin en su boda con el actor George Clooney, el 27 de septiembre. También hizo trabajos menos conocidos, pero más extendidos, como el rediseño del uniforme de los boy scouts, en 1980. En su actividad humanitaria destaca la creación de un orfanato para acoger a 310 niños dominicanos.
La obra de De la Renta se debe en buena medida a un personaje poco habitual en el mundo de la moda: un cura. Fue el sacerdote español el que convenció a su padre, un financiero dominicano, de que permitiera que su hijo desarrollara su vocación de modisto. Así fue como De la Renta viajó de su República Dominicana natal a España en 1950, y como conoció al que iba a ser su mentor, Cristóbal Balenciaga.
De la Renta fue definido en 1972 como "un hombre que se viste a lo Nueva York pero habla con acento español", y un "diseñador de diseñadores". Su fama empezó a hacerse mundial cuando Jackie Kennedy comenzó a llevar sus vestidos, aunque no lanzó su propia línea de ropa hasta varios años más tarde.
- La serie 'Velvet' estrena temporada. Nos acercamos a sus personajes femeninos de la mano de sus actrices Aitana Sánchez-Gijón, Paula ...,.
Las mujeres de 'Velvet'
La serie 'Velvet' estrena temporada. Nos acercamos a sus personajes femeninos de la mano de sus actrices-foto- Aitana Sánchez-Gijón, Paula Echevarría y Miriam Giovanelli.
La historia de las mujeres de 'Velvet' es la de unas luchadoras nacidas en una España de mediados del siglo XX que las obligaba a ir a contracorriente por el mero hecho de ser mujeres. Más ambiciosas o más conformistas, más visionarias o más tradicionales, sobre sus hombros cargaron con el peso de una ley y una sociedad que dejaba en la voluntad del hombre el presente y el futuro de todas ellas, convirtiéndolas en acompañantes, en consortes, en testigos de un tiempo que solo las permitía ver, oír y callar... Algunas se alzaron contra esto, rompieron las costuras del imperfecto vestido de esa España de los 50; otras, y no por eso menos heroínas, vivieron bajo los cánones de la época como baluartes de su familia. Las unas y las otras tienen cabida en la serie 'Velvet', que este martes estrena su segunda temporada. Son las mujeres de 'Velvet', sus personajes y quienes dan vida a éstos.
El perfil de doña Blanca es el de una mujer cercana a los cincuenta años en aquella España de transistores en la que acababa de llegar la televisión. Como tantas mujeres de esa España, no se preguntaba si era justo o no el lugar que ocupaban las de su género en la sociedad. Acataba, pero sin resignarse a crecer. En su parcela, en el espacio que la vida reservaba para ella, Blanca ha peleado palmo a palmo, saltando los obstáculos que le hayan tocado saltar: "Es una mujer que ha tenido que hacerse a sí misma. Pierde a su marido siendo joven y tiene que criar a su hija. Encuentra en el trabajo el refugio y la razón de su vida y lo lleva como una bandera. Pero claro, detrás de esa coraza hay un ser de carne y hueso, con muchas heridas, con vulnerabilidades y también con sus pasiones sujetas. Poco a poco vamos viendo ese lado de Blanca que al principio no dejaba traslucir", cuenta Aitana.
En el fondo, Blanca es una mujer con poder. Con poder sobre otras mujeres, sobre las costureras de las Galerías. Jóvenes como Luisa (Manuela Vellés), Rita (Cecilia Freire), Ana (Paula Echevarría), Clara (Marta Hazas)... que pasando horas y horas frente a una máquina de coser o de escribir, echan a volar su imaginación pensando en esos aires de libertad que llegan de Francia o Reino Unido... Ellas (magníficamente interpretadas, por cierto) sí pueden ver más allá del mundo que les rodea, sí pueden atreverse a soñar a fabular; pero fueron pocas las jóvenes españolas como ellas, de clase media-baja en esos años 50, las que paseando por la Gran Vía creían firmemente que su futuro podría ser escrito por ellas. Los sueños, por lo menos, eran algo que ningún hombre ni ninguna ley machista les podría quitar.
Aitana confiesa que se diferencia de Blanca en muchas cosas, pero ambas son mujeres de gustos y vidas sencillas: "Me gusta dormir, no tener que madrugar... es lo que peor llevo de este trabajo. Pero me gusta muchísimo venir y compaginar mi pasión que es actuar con mi vida personal que es mi familia. Soy muy de familia, tengo una vida muy normal", afirma a la vez que confiesa sonriente que echarse su agua de colonia por las mañanas le pone de bien humor.
También con una sonrisa, Aitana reconoce que suele tener que ver 'Velvet' al día siguiente de su emisión, grabada, porque por la noche en su casa priman otros entretenimientos.
Doña Blanca, por más que mande, no es ninguna adelantada, sino una mujer de su tiempo que debieron echarse a la calle a trabajar para salir adelante en aquella sociedad pergeñada para que fuera el hombre el que guiase a su esposa y familia como si de mascotas se tratase. La joven Blanca acabaría con una aguja en las manos y rodeada de patrones de costura: "Su madre era modista y le enseñó el oficio. Al principio renegaba de eso, pero poco a poco se fue apasionando", explica Aitana. "En aquella época, ser costurera era muy habitual en las mujeres que no estaban incorporadas en la vida laboral en otros ámbitos que ahora sí. Yo creo que el mérito de Blanca es que ha adquirido, con el paso del tiempo, un puesto de mucha responsabilidad. Eso sí, ha sacrificado su vida personal por el trabajo"
Aitana por su parte sí vio claro, desde pequeñita, que lo suyo era meterse en la piel de otros: "Mis padres eran profesores los dos, así que no había antecedentes en mi familia, pero el ambiente era cultural. [Lo de la interpretación] empezó como un hobby, yendo a clases de teatro para niños y me fui enganchando, empecé a decir que quería ser actriz y, por suerte, vivía en un ámbito en el que había personas (periodistas) que conocían a gente que se dedicaba a hacer cine y televisión. Así hice mi primera prueba y logré meter un piececito dentro de la industria".
El personaje de Aitana en 'Velvet' afronta su presente con las heridas de un pasado complicado de olvidar que estrangula sus deseos más pasionales cuando, por ejemplo, encuentra a escasos centímetros de su boca los labios de Max (Maxi Iglesias), un joven que bien podría ser su hijo.
Como el de doña Blanca, otro personaje femenino -aún mayor en edad- se incorpora en esta segunda temporada (algo se dejó entrever en el último episodio de la primera) encarnado por otra no menos maravillosa actriz, Ángela Molina. Isabel, que así se llama llegará a las Galerías con un mensaje que removerá todo, será portadora de un pasado que agitará el presente y condicionará el futuro. Ella, una mujer con una vida complicada, con el dolor de acompañante y la fuerza y la entereza como únicos recursos. Ana, la transformación de la niña
Si a 'Velvet' hay que colgarle una distinción, la más ajustada sería la de ser una serie de personajes. Encarnados en sus actores y actrices de tal manera que es complicado imaginar ese personaje en la piel de otros y con un guion que traza una reconocible evolución en todos ellos. Son personajes con arco narrativo.
Eso destaca sobre todo Paula Echevarría, protagonista de esta ficción, cuando se le pregunta cómo es Ana Rivera: "En la primera temporada era más niña, más sumisa (hasta cierto punto, porque carácter ha tenido siempre) y supeditada a lo que los demás esperaban de ella. Más sufridora, en general. Ahora ya va ser una mujer; no tan niña. Un poco más sofisticada. Vamos, que las hostias de la vida ayudan mucho para aprender. Ahora sí piensa en ella y ahora ya dice: 'quiero ser feliz, me merezco ser feliz y voy a luchar por ser feliz'. Hay una evolución en ella bastante grande".
Es precisa Paula explicando los tres pilares de la transformación de su personaje: Ana se ha dado cuenta de que quiere ser feliz, de que lo merece y de que está dispuesta a luchar por ello. Como el resto de mujeres de 'Velvet', es imposible abordar un análisis de su carácter sin encontrar la pelea y la lucha en su día a día.
También ha estado correcta Paula al referirse a "las hostias de la vida" como la enciclopedia de aprendizaje para Ana. Las lágrimas fruto de ilusiones rotas y de sueños frustrados se han convertido en el mejor trampolín para una chica a la que la vida la ha tornado en mujer y que ya no está dispuesta a que nadie le diga lo que no puede llegar a ser. Máxime cuando ella es muy consciente de que es así: "Ella pretende ir más allá de ser costurera. Es una mujer que no se conforma. Sabe que vale para otra cosa y quiere ir a por ellos. En el capítulo 1 o 2 de la segunda temporada le surge la oportunidad de diseñar una línea de uniformes para una compañía aérea que se los encarga a 'Velvet' y tendrá que diseñar ella misma esos uniformes mano a mano con Alberto Márquez [Miguel Ángel Silvestre]. Eso también va a hacer que entre ellos surja otra forma de vivir su relación. Ya no van a estar en el punto este de amor-desamor constante".
Cuando la joven y humilde Ana soñaba con casarse con el amor de su vida, el pudiente hijo del dueño de todo este negocio de la moda (Alberto) las circunstancias y el peso de la clase social puso ante ella un obstáculo insalvable en su relación con él: otra mujer, Cristina [Manuela Velasco], que pese a mostrar educación y templanza en el trato con los de estamentos inferiores, no dudará en recordar que, en aquella España, ser rico era moral y legalmente mejor que ser un obrero. Pero tampoco se puede decir que Cristina, con el dinero de su padre como alfombra que acomoda el camino a recorrer, no hay sido una mujer que ha luchado. Lo ha hecho y mucho, por aunar su futuro al del hombre que ha amado sin mesura desde niña: Alberto.
La nueva Ana se embarcará en la gran aventura de ir más allá, de convertirse en una adelantada a su tiempo, de escribir su destino, de abandonar ese mundo de costurera para tomar el lápiz y convertirse en diseñadora.
Profesión, la de diseñadora, tan vocacional como la de actriz, aunque Paula confiesa que lo suyo con la interpretación no apareció desde un primer momento: " Cuando me puse por primera vez delante de una cámara, hasta entonces nada. De hecho, el primer casting al que fui era para presentadora. Hice un programa durante meses antes de empezar como actriz... Pero la primera vez que me puse delante de una cámara para interpretar un personaje: ese día supe que yo quería estar ahí toda mi vida". Esta experiencia le ha valido a Paula a desarrollar una muy racional teoría vital: "Siempre digo que la vida, por mucho que tú te empeñes en tirar para un lado, te llevará por otro lado si es para lo que tú vales en lugar de para lo que tú quieres. Y no te queda más remedio que hacerle caso", comenta sonriendo, "Así que no sé qué es más importante: la vocación desde pequeña y que luego te pierdas o, lo que me ha pasado a mí, no vivir toda la vida angustiada por querer llegar a ninguna parte, pero cuando llegué saber que era lo mío".
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