El amor nos hace sabios,.
-foto- LORENZO SILVA ESCRITOR,.
El escritor Lorenzo Silva descansa de las tramas criminales y hace una incursión en la novela de sentimientos,.
Lorenzo Silva ha escrito unos 50 libros, pero está encasillado como un autor de novela negra gracias a la pareja de detectives formada por los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. Sin embargo, sus inquietudes van más allá de las tramas criminales. En esta ocasión, ha hecho una incursión en la novela de sentimientos para contar la historia de amor entre una joven periodista subempleada y un hombre cuarentón que oculta su verdadero oficio y que está habituado a tomar decisiones arriesgadas. En 'Música para feos' (Destino), el libro que acaba de entregar a la imprenta, el narrador aprovecha la ocasión para esbozar alguna reflexión crítica sobre la sociedad española y señalar que el desencanto viene de lejos. «Cuando tenía treinta años ya tenía la sensación de que vivía una realidad devaluada. En 1986, año en que voté por primera vez, estaba empezando a desinflarse la Transición. Nunca he votado con arrebato», dice el escritor.No es la primera vez que Silva alumbra una historia de amor. De hecho ya lo hizo con 'La flaqueza del bolchevique'. Pero sí en esta nueva obra ensaya por vez primera el empleo de una voz femenina para contar los avatares de una pareja con biografías e inquietudes generacionales divergentes. Mónica y Ramón viven una historia de amor intensa a través de Skype y la mensajería instantánea, pues él, nada más conocerse, tiene que marchar a un país extranjero. La dedicación de él es un misterio que recorre toda la novela, si bien se acaba intuyendo que cumple una misión militar. Más no se puede decir para no destripar la novela.
Mónica, una periodista frustrada sumida en tediosas gestiones para un programa de telebasura, es una víctima de la precariedad laboral y una mujer que observa la realidad circundante con resignación. Como dice Lorenzo Silva, la desilusión política no es cosa de ahora. «La democracia ha ido perdiendo intensidad, emoción y, lo que es peor, limpieza, hasta el punto de que es necesario orearla. A una persona como Mónica, que está dos generaciones por detrás de la mía, le han llegado las sobras de las sobras».
Pese a que ni Mónica ni Ramón han tenido una vida fácil, recurren a la música como forma de consuelo. No en vano, el título de la novela remite a un verso de la hermosa canción de Leonard Cohen 'Chelsea Hotel #2': «Somos feos pero tenemos la música». Las canciones que se recomiendan el uno al otro configuran una banda sonora y al final acaban armando un relato paralelo con un fondo poético. «El libro empieza y termina haciendo referencia a canciones de Tino Casal y Amy Winehouse, dos artistas malogrados». El autor concibe la música como una metáfora de la belleza, un lenguaje que es accesible a todos y que redime de las desdichas. No por casualidad, los protagonistas del relato son «gente rebotada, expelida a las cunetas de la sociedad porque ya no se recompensa el talento ni el sacrificio». «Ahora lo que se lleva es premiar a oportunistas, especuladores o simples parásitos, mientras se defraudan una y otra vez las expectativas de gente competente».
Capacidad redentora
Lorenzo Silva está persuadido de que el amor es siempre una forma de
redención. «El amor que realmente merece la pena se construye con una
dosis de admiración. Incluso aunque te dejen o la otra persona se vaya,
hay que tener la generosidad para agradecer el hecho de que el amor te
hace un poco más sabio».
Al prosista le rondaba la idea desde hace tiempo de explorar el sentimiento amoroso, cuyo cultivo está lleno de obstáculos en la sociedad contemporánea. Por lo demás, la novela de amor no está demasiado bien tratada por los escritores de esta década. O se tiende a trenzar argumentos almibarados o se incurre en los dramones, cuando no en los idilios de tintes eróticos aptos para audiencias masivas. «El mayor desafío era contar una historia de amor con contención y sin brochazos, buscando más la síntesis que la acumulación. Prefiero la desnudez que al adorno o la pirotecnia».
El escritor, que de vez en cuando ejerce de reportero accidental y se nutre de la historias de la prensa para construir sus novelas, cree que la crisis del periodismo se inscribe en la decadencia de unos valores que alimentaban a toda la sociedad, como la exigencia y la asunción de responsabilidades, sin las cuales no es posible la rendición de cuentas. «Me aterroriza que en los espacios de telebasura se despliegue toda una capacidad profesional que, en vez de servir para formar e instruir, se dedica a promover el dinero fácil mediante cosas de muy escasa cuantía».
Silva ha aprovechado su conocimiento de las guerras de Irak y Afganistán -escribió en 2006 con Luis Miguel Francisco un libro sobre las tropas españolas en Irak- para hablar del militar profesional que se juega la vida en misiones de alto riesgo. «Aunque los españoles lo prefieren ignorar, el país lleva 14 años inmerso en conflictos bélicos. Hay militares que han perdido la vida y otros que han tenido que hacer fuego contra el enemigo».
Su desayuno: «Pan integral con aceite, fruta y un café solo, sin azúcar. Para mí, el desayuno no es la comida más importante del día: no puedo empezar con el estómago lleno».
La cena un bocadillo pan de queso y jamon , lechuga y tomate, beber agua, postre un platano,.
TÍTULO: VIAJANDO CON CHESTER, "Pop-up hotels": Bienvenidos al hotel efímero,.
"Pop-up hotels": Bienvenidos al hotel efímero
Nómadas por naturaleza, los hoteles
'pop-up' nos alojan en un contenedor de barco o un edificio de oficinas
en Manhattan. Date prisa: desaparecen.
La buena noticia es que estos últimos por fin tienen una alternativa. Las tiendas y los restaurantes pop-up pusieron lo efímero de moda y ahora es el turno de los hoteles nómadas y con fecha de caducidad. En el año 2011, el Pop-Up Hotel instaló 20 tiendas en el festival de música de Glastonbury, el más grande e importante de Inglaterra. Ahora, ya son una institución del glamping, con tiendas, roulottes y autocaravanas con todas las comodidades y una decoración detallista y acogedora. Pero la versión más glamurosa del camping no es la única opción. Algunos pop-up están construidos a partir de contenedores de barco reciclados; otros son auténticas piezas de arte; y algunas opciones más arriesgadas (aunque aún en fase embrionaria) apuestan por ocupar edificios de oficinas vacíos y montar y desmontar hoteles enteros (con sus habitaciones, su recepción, su restaurante y hasta su gimnasio) en tiempo récord. Y otros han tenido que renunciar a su etiqueta pop-up por puro éxito. Por eso, su caducidad es relativa: algunos funcionan durante unos días, coincidiendo con el evento de turno; otros alargan su estancia durante meses; y para dormir en los más exclusivos ni siquiera es suficiente hacer la pertinente reserva on-line: es necesario participar en un sorteo.
Materiales reciclados y un look hipster
De momento, los pop-up no representan una amenaza para los hoteles tradicionales, ni siquiera para las nuevas modalidades de alojamiento (véase Airbnb) que ha alumbrado la economía colaborativa. Por su naturaleza efímera y, sobre todo, nómada, la mayoría de los pop-up están pensados para llegar a aquellos lugares remotos donde no existe una oferta hotelera convencional. Por ejemplo, un circuito de fórmula 1 o el descampado de un festival de música, pero también la orilla de un lago o la azotea de un edificio. Ahí reside su exclusividad. También en su empeño por reciclar y utilizar materiales ecológicos y minimizar su impacto. Si a eso le sumas un look entre vintage y hipster, ya tienes una tendencia de éxito. Puede que sean efímeros, pero los hoteles pop-up no van a irse a ninguna parte. Te presentamos algunos de los más exclusivos.
-A Room for London. Pocas cosas hay más exclusivas que un hotel de una sola habitación. Esta suite en Londres es obra del arquitecto David Kohn y la artista Fiona Banner, en el tejado del Southbank Center, a orillas del Támesis. Las reservas funcionan por sorteo, la noche cuesta 300 libras esterlinas (unos 400 euros) y la suite solo admite dos huéspedes. No está abierto todo el año. En 2015 volverá a admitir huéspedes, pero aún no hay fecha de apertura.
Más info.: www.aroomforlondon.co.uk.
-The Pop-Up Hotel. Todo empezó con 20 tiendas en el festival de Glastonbury de 2011. En el de este año ofrecen 130 plazas, entre tiendas, suites, caravanas... Esta innovadora empresa británica puede presumir de haber logrado aunar dos tendencias en una: el concepto pop-up y el glamping, que permite disfrutar de todo el glamour de un hotel boutique en un entorno natural sin los inconvenientes del camping. No es un alojamiento precisamente barato: la tienda más asequible para el evento de cuatro días cuesta unos dos mil euros.
Más info.: www.thepopuphotel.com.
-Snoozebox. Después de caminar durante 20 minutos hasta el baño de un camping en las cercanías del circuito de Le Mans durante una noche lluviosa, el emprendedor británico Robert Breare tuvo una epifanía. Un hotel portátil para eventos deportivos y festivales sería un éxito garantizado. Así nació Snoozebox en 2012. Ahora acuden a eventos culturales, como el Festival de Edimburgo o el de Glastonbury, acontecimientos deportivos (tienen un hotel en el circuito de Silverstone con una galería para ver las carreras) y hasta cumbres del G8. Sus habitaciones, construidas en el interior de contenedores de barco, son pequeñas, pero confortables, con baño completo, televisión, Wi-Fi... los precios varían en función del evento.
Más info.: www.snoozeboxhotel.co.uk.
-Sleeping around. Por fuera son contenedores de barco (made in China, por cierto). Por dentro, habitaciones con todas las comodidades: duchas de lluvia, sábanas de hilo, aire acondicionado... Esta empresa belga, situada en la localidad portuaria de Antwerp, recicló cinco contenedores en cuatro habitaciones dobles y una suite, y dos más para sala de desayunos y sauna. Se desplazan a demanda por toda Bélgica. Su precio: 199 euros la noche con desayuno.
Más info.: www.sleepingaround.eu.
-Pink Cloud. Este estudio de arquitectura de Copenhague tiene una propuesta radical: ocupar espacios de oficina vacíos con hoteles temporales. De momento, solo es un proyecto, pero es tan ambicioso que ya ha ganado premios de diseño y aspira a convertirse en una herramienta de revitalización urbana. Dicen que resolvería dos problemas de golpe: la insuficiente oferta hotelera de Nueva York y la desocupación de los espacios de oficina en la ciudad, que ha alcanzado el 21 por ciento. Los propietarios cobrarían un alquiler, y los turistas se beneficiarían de tarifas de unos 130 dólares la noche, frente a los 350 de media que cuesta dormir en la Gran Manzana.
Más info.: pinkcloud.dk/work/05/pop-up-hotel.
-Forenom Pop-Up Helsinki. En pleno centro de Helsinki, la cadena de hoteles finlandesa Forenom abrió el pasado mes de julio un hotel pop-up mientras renovaba, planta por planta, un edificio de su propiedad. Ofrece habitaciones sencillas, pero modernas y bien equipadas, y sobre todo baratas (alrededor de 84 euros la noche).
Más info.: forenom.fi/popuphotel/.
-Desing Hotels. Esta cadena de hoteles boutique es la de mayor experiencia en el universo pop-up. En 2012 abrió en Tulum (México) el Papaya Playa Project. Más tarde repitió con el San Giorgio Project, en Mykonos. En 2014, coincidiendo con el Mundial, inauguró en Río de Janeiro el Maria Santa Teresa, que funcionó durante un año.
TÍTULO: SABADO, DOMINGO, CINE, INDIANA JONES Y LA ULTIMA CRUZADA,.
- Reparto
- Harrison Ford, Sean Connery, Alison Doody, Denholm Elliott, John Rhys-Davies, River Phoenix, Julian Glover, Michael Byrne, Kevork Malikyan, Robert Eddison, Alexei Sayle, Richard Young, J.J. Hardy, Bradley Gregg, Andre Gregory, Michael Sheard, Isla Blair, Vernon Dobtcheff, Pat Roach,.
- En esta tercera entrega, el padre del protagonista (Harrison Ford), Henry Jones, también arqueólogo (Sean Connery), es secuestrado cuando buscaba el Santo Grial. Indiana tendrá que ir a rescatarlo y, de paso, intentar hacerse con la preciada reliquia, que también ambicionan los nazis.
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