Tapas Alicante, joyas en la carta - luke luke, fotos,.
La comida de hoy nos lleva a la casa de un antiguo peluquero que un buen día decide vivir de su pasión, la cocina,.
Detrás de todo restaurante hay una historia más o menos interesante. A veces te encuentras con alguna salpicada de anécdotas. La comida de hoy nos lleva a la casa de un antiguo peluquero que un buen día decide vivir de su pasión, la cocina. Cursos, estancias en restaurantes, hasta un viaje para quedarse segundo en el concurso para ser cocinero del embajador de España en Noruega. Y vuelta a un pequeño local con terraza en el centro de Alicante, tan pequeño que en su interior prácticamente no tiene sitio para comer, salvo una pequeña barra y un diminuto salón interior. Y tras esa barra una cocina minúscula, casi inexistente, pero donde hay ilusión y ganas, no hay problemas de espacio.En la carta tienes auténticas joyas a un precio insuperable. Las croquetas son espectaculares, tanto de sabor como de tamaño, cremosas por dentro y con un rebozado de Panko que deja una cobertura muy crujiente y ligera. Las opciones son originales: de queso Idiazábal con sobrasada y miel, de jamón con boletus, de rabo de toro. La ensaladilla es de las mejores de la zona (premiada hace un par de años en GastroAlicante), con ingredientes de calidad, abundante mayonesa, mucho huevo duro, poca patata, melva, y el toque justo de variantes, acompañada de regañás sustituyendo a los típicos colines.
Si te apetecen más los productos del mar, el pulpo con puré de patata, aceite de trufa y pimentón es para mojar pan. Con las gambas rojas al ajillo, servidas en una pequeña sartén, además de mojar, chuparás las cabezas con ansias. El atún rojo es de una calidad excepcional. Durante estos días puedes disfrutar también de su 'bonito mediterráneo', pescado en escabeche con naranja y pomelo, tapa que presenta al concurso Tapéate Alicante.
Además de todo esto tienes unas mini hamburguesas bastante especiales: de rabo de toro con higo confitado y queso de cabra, de ternera gallega y salsa de tomate seco, de manitas de cerdo, de buey Wagyu con mantequilla de trufa blanca. Cualquiera te sorprenderá tanto por la potencia de los sabores como por la calidad. Y puedes acompañarlas de alguno de sus montaditos o algún plato adicional como las gulas al ajillo con patatas a lo pobre y huevo. Y me queda pendiente probar sus guisos, como la carrillera guisada con vino Monastrell.
En cuanto a los postres, pocas opciones en carta que mantienen el nivel del resto de la comida, pero es difícil llegar con hambre hasta aquí. Muy recomendable la tarta tatín con helado de vainilla y nueces de Macadamia o el coulant de chocolate con helado de turrón.
En resumen, local perfecto para disfrutar muchos meses al año en el centro de Alicante de su terraza, en una calle peatonal quizá demasiado ajetreada, pero que no te distraerá de la calidad de la comida. Por ponerle algún 'pero', dejo un reto/sugerencia/desafío/crítica: me encantaría que en un local que se llama Tapas Alicante pudiera encontrar más tapas de Alicante que se pudieran identificar con la provincia. Sería la guinda a un proyecto ya consolidado.
TÍTULO: Diez años de misterio en torno al 'águila bicéfala' romana de Lucentum - donde esta wally -
Diez años de misterio en torno al 'águila bicéfala' romana de Lucentum -donde esta wally - fotos,
La escultura del siglo I d.C. sostiene en la mano izquierda el pomo de una espada ceremonial con el ave de dos cabezas erigida a un emperador ataviado de militar,.
El simbolismo que encierra la mano de bronce romana que empuña una espada con una excepcional águila de dos cabezas de Lucentum (antigua Alicante), hasta hoy la única pieza del mundo romano con un águila bicéfala, sigue siendo un misterio para los expertos, justo cuando se cumplen diez años del hallazgo.Del siglo I d.C., esta mano izquierda que sostiene el pomo de una espada ceremonial con el águila bicéfala es la única parte que se conserva de una escultura erigida a un emperador ataviado de militar (se desconoce quién) que se salvó de la refundición de los siglos posteriores, debido, probablemente, a su valor como talismán.
Esta escultura, que lleva el característico anillo imperial con el trazo de un "lituus" (representa el bastón de los sacerdotes augures), debió medir unos 2,2 metros de altura y su excepcionalidad radica en que es la primera y hasta ahora única pieza del mundo romano que incluye un águila con dos cabezas.
Por su incalculable valor y singularidad, ya ha sido exhibida en la Sala del Trono (o de San Jorge) del prestigioso museo Hermitage de San Petersburgo (Rusia) con motivo del año 'España en Rusia' en 2011, y posteriormente también en Assen (Holanda).
Está expuesta en el Museo Arqueológico de la Diputación de Alicante (MARQ), cuyo director técnico, Manuel Olcina, ha afirmado a Efe que la "extravagancia" de este "unicum" (único en latín) está en su exclusividad, sin más ejemplos artísticos de la civilización romana ni tampoco referencias literarias.
Fue descubierta el 23 de marzo de 2005 (un Miércoles Santo) en una excavación dirigida por Olcina y Rafael Pérez Jiménez (arquitecto de la Diputación y responsable de la conservación del yacimiento) al frente de un equipo formado por arqueólogos, restauradores, dibujantes, topógrafos, encargados y peones, aunque los que tuvieron la fortuna de toparse ese día con la pieza y extraerla fueron los arqueólogos Antonio Guilabert y Eva Tendero.
Su aparición supuso una pequeña gran revolución, ya que hay numerosos ejemplos en la cultura romana de águilas (a menudo para presentar a la legión o al dios Júpiter) de una cabeza, pero nunca de dos.
Al principio, una parte de la comunidad científica dudó de su autenticidad pero la incredulidad fue dando paso a la sorpresa y a su puesta en valor a medida que avanzaban los procesos de estudio, validación, publicación y comunicación en congresos internacionales.
Los expertos se afanan desde entonces en tratar de descubrir el motivo por el cual el taller donde se fabricó, seguramente en alguna provincia de la actual Italia, Grecia o Turquía, escogió un águila bicéfala, ya que no hay "explicación ni paralelos".
"Al ser el retrato oficial de un emperador, no puede ser una improvisación del artista sino que tiene que querer decir algo, seguramente un mensaje que fue repetido en otras obras que están por encontrarse", ha razonado Olcina.
Ante la falta de evidencias científicas que desentrañen la incógnita, se especula que las dos cabezas puedan simbolizar Oriente y Occidente, que representen dos poderes o dos legiones distintas.
Un águila bicéfala protagoniza el escudo de Rusia pero no proviene de los romanos sino en la caída del imperio Bizantino, momento en el que los zares heredaron esta simbología.
Los bizantinos, a su vez, habían tomado el águila bicéfala de los Selyúcidas musulmanes turcos y el único antecedente de este símbolo se halla en la civilización Hitita (dos mil años antes en la misma zona), aunque sin una aparente conexión directa.
De 6.110 gramos, 35 centímetros de largo y 11,2 de ancho, otra aportación de la mano de Lucentum es que el característico gesto de los dedos del emperador, sujetando el pomo de la espada para que la hoja repose en el antebrazo, ha facilitado saber que era precisamente una espada lo que habrían llevado en un principio otras manos romanas halladas con la misma disposición, pero que se han encontrado vacías, como la estatua acorazada de Sancti Petri (Cádiz), del siglo I-II a.C.
Olcina ve "probable" que en el futuro aparezca otra pieza romana parecida, ya que "sería ilógico" que la de Lucentum fuera la única.
Mientras tanto, se han hecho dos réplicas exactas, una de las cuales se puede tocar a pocos metros de la original en una de las salas del MARQ, y la otra en el yacimiento, situado en el Tossal de Manises.
La pieza se encontró a un metro de profundidad del Foro y, por los restos de su estrato, se cree que había sido colocada sobre una puerta como elemento de protección y mágica.
"A veces me preguntan qué cosa excepcional me gustaría hallar en mi trabajo, y yo les respondo que ya lo he encontrado", ha relatado a Efe, satisfecha, la arqueóloga Eva tendero, que hace una década tuvo la suerte de ser la persona del equipo que se topó con la pieza cuando, en ese momento, excavaba codo con codo con Antonio Guilabert.
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