domingo, 16 de diciembre de 2018

DESAYUNO CENA - MARTES - MIERCOLES - JUEVES - VIERNES - Puebla de Sanabria será el pueblo mejor iluminado esta Navidad,./ LA LOTERIA DEL JUEVES - LOTERIA NAVIDAD - Sor Juana Inés de la Cruz, inédita y enamorada,./ Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - Entevista a - Ana Torrent: «Las arrugas, para las actrices, son una esclavitud demoledora»,.

 TITULO:  DESAYUNO CENA - MARTES - MIERCOLES - JUEVES - VIERNES - Puebla de Sanabria será el pueblo mejor iluminado esta Navidad,.
 

  DESAYUNO CENA - MARTES - MIERCOLES - JUEVES - VIERNES - Puebla de Sanabria será el pueblo mejor iluminado esta Navidad , fotos.


 Puebla de Sanabria será el pueblo mejor iluminado esta Navidad,.


El pueblo de esta Navidad ya tiene nombre... y apellido: Puebla de Sanabria. La pequeña villa zamorana se impuso a Comillas en la fase final del concurso de Ferrero Rocher 'Envuelve de luz tu pueblo'.
Resultat d'imatges de Puebla de Sanabria será el pueblo mejor iluminado esta Navidad,.Este lunes se conoció que la villa del Castillo de los Condes de Benavente será el pueblo mejor iluminado de España. En una dura lucha con Comillas, Puebla fue finalmente elegida por los votos de los usuarios de la web de la famosa empresa de bombones.
Resultat d'imatges de cafe con perronillasEste próximo sábado día 15, un equipo de 'Mediaset', encabezado por Jesús Vázquez, grabará el programa que se emitirá en uno de sus canales y hará el encendido de unas luces navideñas muy especiales para este rincón zamorano, escondido entre Galicia, Portugal y León.
Con algo menos de 1.500 habitantes, esta pequeña localidad del noroeste de la provincia de Zamora destaca por lo imponente de su casco antiguo, con uno de los castillos mejor conservados de España y unas calles empedradas que hacen que el visitante viaje en el tiempo.
Resultat d'imatges de tortilla gambasDesde hace pocos meses, Puebla de Sanabria también forma parte del selecto grupo de los 'Pueblos más bonitos' de nuestro país. Con el lago glaciar más grande de la Península Ibérica a escasos 13 kilómetros, los amantes de la naturaleza encuentran en la comarca de Sanabria un lugar perfecto para la desconexión.
El de ser el pueblo mejor iluminado de estas Navidades es un reconocimiento más para una zona, la de Sanabria, en la que la despoblación va ganando terreno a pasos agigantados. Al menos, en esta ocasión, los habitantes de este pequeño lugar rural han ganado la partida. ¡Enhorabuena!,.




  Sor Juana Inés de la Cruz, inédita y enamorada,.
Sor Juana Inés de la Cruz 

Resultat d'imatges de un decimo loteria juevesSe publican, por primera vez en España, los «Enigmas de La Casa del Placer», escritos por la poeta mexicana para un misterioso grupo de monjas portuguesas poco antes de morir,.

Resultat d'imatges de LOTERIA NAVIDADEntre la ingente cantidad de libros que, cada año, se publican en España, las joyas son, sin duda, los inéditos. Esos tesoros literarios que, escondidos en los archivos de ilustres escritores, ven la luz para iluminar al lector y bendecir, con ventas, a la editorial que los recupera. Los hay que tardan en llegar, pero la paciencia es una virtud, también, en los asuntos librescos. Prueba de ello es la obra que hoy nos ocupa, y que se publica, por primera vez en España, más de tres siglos después de que fuera concebida. Hablamos de «Enigmas de La Casa del Placer», un librito que Sabina editorial acaba de recuperar en nuestro país y cuya autoría corresponde a una de las más grandes poetas de la lengua española: Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695). La obra, breve, está compuesta por veinte enigmas, formulados como redondillas, que la monja jerónima compuso entre 1690 y 1692, año, este último, en el que dejó de escribir, según testimonio del humanista e intelectual mexicano Alfonso Méndez Plancarte.

Origen

El libro, el último fechado en vida de Sor Juana Inés de la Cruz, tiene su origen en Portugal. Y, más concretamente, en una sociedad literaria, conocida como la Soberana Asamblea de la Casa del Placer e integrada por monjas de, al menos, ocho conventos de Lisboa y alrededores. Según explica María-Milagros Rivera Garretas, profesora de Historia Medieval en la Universidad de Barcelona y responsable de la edición del libro en Sabina editorial, María Guadalupe de Lencastre y Cardenas Manrique, duquesa de Aveiro, y su prima, María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, condesa de Paredes, tenían contacto con la Soberana Asamblea: «No se puede especificar muy bien cómo, pero formaban parte de ella».
La relación de esta última con Sor Juana Inés de la Cruz se remonta a finales de noviembre de 1680, cuando la monja escribió el «Neptuno alegórico», hermoso texto que celebraba la llegada a Ciudad de México de los nuevos virreyes: Tomás de la Cerda y Aragón, marqués de la Laguna, y su esposa, María Luisa. Tras aquel primer «encuentro», surgió entre ellas una estrecha e íntima amistad, y la condesa de Paredes se convirtió en mecenas de Sor Juana Inés de la Cruz y salvaguarda de su talento. Cuando, en 1688, el matrimonio dejó México y se instaló en la Corte madrileña de Carlos II, María Luisa, que mantenía una asidua correspondencia con la poeta mexicana, publicó su obra en nuestro país, dándola a conocer al mundo de las letras.
Rivera Garretas asegura que, «cuando apareció el primer tomo (1689), que contenía la “Inundación castálida”, obra lírica dedicada a la condesa de Paredes con muchos poemas de amor, las integrantes de la Soberana Asamblea le dijeron a María Luisa que felicitara a Sor Juana Inés y le pidiera que escribiera algo para ellas». La monja no dudó en corresponder a la petición, y conformó gran parte del libro que ahora llega a las librerías españolas: la dedicatoria, el prólogo, las veinte redondillas sobre el amor y un índice, «muy misterioso», con referencias poéticas que son las claves de los enigmas. La obra cuenta, además, con dos censuras, tres licencias de impresión, un romance amoroso escrito por la condesa de Paredes y poemas de tres monjas ( Feliciana de Milâo y Maria do Céu eran conocidas en las letras lusitanas) en homenaje a Sor Juan Inés. Así fue como circuló, selectivamente, entre las monjas de La Casa del Placer, que hicieron una edición privada, en 1695.
A juicio de Rivera Garretas, «las integrantes de la Asamblea quisieron que Sor Juana Inés les escribiera algo para saber si lo que ellas sentían por otra mujer era amor. Sor Juana Inés lo sabía, y escribió algo relacionado con su propia experiencia amorosa. Eso queda muy claro en los enigmas». Pero, ojo, la profesora aclara que «no es una cuestión identitaria»: «Es una manera de entender el amor, de entender la amistad cristiana, que está muy bien documentada desde el siglo XII y que es una cultura de la homosexualidad. El ser humano está compuesto de carne y de espíritu, y hay quien los ve contradictorios y quien los ve complementarios». Estamos, por tanto, ante una «obra maestra de la escritura femenina», un «testimonio del amor entre mujeres, de cómo lo viven en ese momento y en ese sitio, muy importante».
Tanto la duquesa de Aveiro como la condesa de Paredes eran mujeres muy poderosas, por lo que se cuidaron, muy mucho, de que la obra no llegara a ojos, ni oídos, de la Inquisición. Y eso, curiosamente, hizo que, durante siglos, pasara inadvertida: de haber llegado a los tribunales eclesiásticos, habría sido editada con posterioridad, dado el interés, por no decir morbo, que siempre han despertado los archivos inquisitoriales.

Descubrimiento

Pasaron los años y nada se supo de aquel libro tan valioso, con patente y factura femeninas, hasta que, en 1965, el hispanista mexicano Enrique Martínez López encontró los enigmas «escondidos» en dos manuscritos (uno de 1716 y otro compuesto de 1726 a 1748) en la Biblioteca Nacional de Portugal, en Lisboa. Tras darlos a conocer en un Congreso Internacional de Hispanistas, Martínez López publicó una edición en la «Revista de Literatura» del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en España. En 1991, el escritor y filólogo Antonio Alatorre dio con dos nuevos manuscritos, en la misma Biblioteca lusa, y editó una nueva obra, en este caso en El Colegio de México.
«Las dos son ediciones muy condescendientes con la escritura femenina –sostiene Rivera Garretas–, hay un desprecio a lo que podía ser una mujer porque era monja, parten de una escritura mutilada, tienden a la baja todo el rato». De ahí la necesidad de esta nueva edición, que «reconoce autoridad al texto», donde no hay «ni la más mínima condescendencia ni anacronismo» y para la que Rivera Garretas ha elegido «las variantes que son testimonio de libertad femenina, y no de miseria». Para ello, viajó hasta Lisboa y cotejó los cuatro manuscritos, hasta dar forma a este libro del siglo XVII, que es «perfectamente legible» en pleno 2018.


    TITULO:  Hora Punta, el programa de TVE de Javier Cárdenas - Entevista a - Ana Torrent: «Las arrugas, para las actrices, son una esclavitud demoledora»,.

 Ana Torrent: «Las arrugas, para las actrices, son una esclavitud demoledora»,.

La actriz interpreta actualmente, junto a Carmelo Gómez, la obra de Alberto Conejero «Todas las noches de un día»,.

 
Resultat d'imatges de Ana Torrent

Ana Torrent: «Las arrugas, para las actrices, son una esclavitud demoledora»

La actriz interpreta actualmente, junto a Carmelo Gómez, la obra de Alberto Conejero «Todas las noches de un día»

Ana Torrent es una actriz icónica. Su rostro infantil es historia del cine español. Pero eso, ciertamente, es otra historia. Ahora Ana Torrent pelea como cualquier otra actriz por mantenerse a flote en el océano de su profesión; bracea en el cine, en la televisión y, sobre todo, en el teatro, donde ha encontrado en los últimos años el viento más favorable para navegar. Estos días está a bordo de una función que le tiene enamorada: «Todas las noches de un día», de Alberto Conejero, que ha sido dirigida por Luis Luque, y donde tiene como compañero de cartel y tablas a Carmelo Gómez. «Es un regalo -asegura la actriz-... En muchos sentidos, además: el texto, el autor, el director, Carmelo... Y el personaje, que me encanta. No dudé ni un segundo cuando me llegó la propuesta y leí la obra. Es una mujer herida pero que lucha, que intenta reír; le cuesta y le cuesta... El texto es de una belleza y una fuerza extraordinarias. Estoy feliz».
Textos como éste, con un lenguaje más poético que cotidiano, ¿son más difíciles o más sencillos para un actor?
Yo diría que son más difíciles. Pero hay imágenes poéticas que definen mejor algo que es difícil de explicar con palabras cotidianas. Mi personaje dice cosas como: «Yo soy la dueña de mis sombras», o «levanté una alambrada y afuera dejé el tiempo»... Todo lo que cabe en esas frases se perdería con otro lenguaje. Una imagen te traslada mucho más, te hace soñar mucho más... Al actor y al espectador. Va mucho más dentro, permite más interpretaciones. Pero luego tiene la dificultad de incorporar ese lenguaje de manera natural al personaje, para que no quede solo en palabras bonitas.
Ha hablado de sus compañeros de proyecto. En el teatro, ¿el viaje, el proceso hasta el estreno es tan importante como el destino, las representaciones?
Por supuesto. Para mí el viaje es muy importante; si no hay una conexión, no hay un juego, un descubrimiento... No merece la pena. Porque además todo se transmite. A veces la parte más gratificante es el proceso de ensayos. Inventarte una persona es un juego apasionante: un ser, una vida, una forma de hablar, de entender... Eso es fascinante. Y en el teatro tienes, por la experiencia que yo tengo, más oportunidad de hacerlo que en el cine. Luego hay otro viaje que hay que hacer cada día cuando se abre el telón; ahí le pides al público que te acompañe.
«Inventarte una persona es un juego apasionante: un ser, una vida, una forma de hablar, de entender... Eso es fascinante»
¿Se encuentra más a gusto en alguno de los tres campos: teatro, cine o televisión?
Quizá en el teatro me voy encontrando muy a gusto, disfruto mucho. Tienes otra libertad, otro lugar para crear y para sentir las cosas. A ver, yo he crecido en el cine. Me ha enseñado mucho y es apasionante, pero no puedes dominar igual al personaje, ni hacer ese viaje del que hablábamos, porque es un viaje fracturado en veinte mil millones de pedazos. Y muchas cosas no dependen de ti. En el teatro me siento más libre. Cada medio tiene su dificultad y su mérito, también la televisión... Es otro tipo de experiencia, otro aprendizaje para un actor. Pero cuando disfrutas del trabajo, en el teatro se disfruta mucho. Dejas todo el mundo y tus problemas fuera y te pones a vivir la vida de otra persona. Es una isla.
¿Eso es lo que más le gusta de ser actriz?
Supongo que sí. ¿Qué otra cosa puede haber? Me gusta no ser yo, olvidarme de mí... Para mí es un refugio, me tranquiliza, me relaja... No tengo que pensar en mis cosas. Es sanador. Y disfruto entendiendo a otras personas, hasta los comportamientos más alejados. Eso me ha ayudado mucho en mi vida personal para lidiar con sentimientos, con personas, con situaciones... A entender, a saber de dónde vienen tantas cosas, lo que no significa justificar.
«Disfruto entendiendo a otras personas, hasta los comportamientos más alejados. Eso me ha ayudado mucho en mi vida personal para lidiar con sentimientos, con personas, con situaciones...»
¿Le hace más tolerante?
Yo creo que sí. Cuando tu trabajo es entender a otras personas, por qué dicen o hacen determinadas cosas; cuando te planteas tantos interrogantes para llegar a ello, es lógico que te hagas más tolerante.
¿En este sentido, el personaje que más le ha costado es el de la terrorista etarra Yoyes?
Yoyes tenía una parte indudablemente muy difícil de entender. Tomó unas elecciones en su vida que no comparto. Y tenía que meterme para entenderla; ver dónde nace, en qué ambiente, en qué lugar, saber por qué toma esas decisiones. Hay personajes, evidentemente, que te cuestan más porque están más alejados de ti. Hace dos o tres años hice en un corto de Nacho Ruipérez el personaje de Enriqueta Martí, la asesina del Raval, y me costó mucho entender cómo esta mujer podía prostituir y asesinar a tantos niños... No tengo por qué entenderla, no la justifico, pero ves lo que vivió, lo que pasó... Y siempre vuelves a la infancia.
Hablando de infancia. Usted comenzó en el cine siendo una niña. ¿En algún momento se planteó no ser actriz?
Sí, sí. Cuando empecé no era consciente, lógicamente, de lo que estaba haciendo, de ser actriz. Me decían: «ponte aquí y di esto», y yo lo hacía. Los niños tienen otra verdad. Pero cuando con 13 o 14 años hice «El nido», me dieron el premio a la mejor actriz en Montreal. Yo estaba veraneando y tenía mi primer noviete cuando se llenó la urbanización en la que estaba de periodistas. No lo llevé nada bien, no entendía esa otra parte del cine; sentía que salía con amigos y se acercaban a mi veinte mil chicos y chicas y no era por mí, sino por quién era yo. No me gustaba, no era la vida que yo quería. Yo quería verdad, no entendía nada. Pero después, con 15 o 16 años, Víctor Erice me preguntó que pensaba hacer cuando terminara los estudios, y le dije que no lo sabía. Él me dijo que probara la interpretación, que tal vez descubriría que me gustaba. Empecé a estudiar y empecé a disfrutar el ser actriz.
Y se lo tomó en serio. Podía haber aprovechado la inercia de sus primeras películas, pero decidió prepararse.
Me lo tomé muy en serio. Era consciente, cuando vi lo que era, de que había que prepararse, que había mucho que aprender porque no sabía nada. Y que si lo iba a hacer, lo quería hacer bien. O al menos intentarlo. Quería saber lo que era ser actriz de verdad, quería crear, aprender... Empecé aquí, en España, y luego me fui a Estados Unidos unos años a estudiar interpretación. Ahí cambió mi visión de todo esto.
«Hay tanta verdad en la mirada de un niño, que nos pasamos la vida luchando para recuperarla siquiera por un momento. Eso sí que lo busco, que lo intento recuperar»
¿Echa la vista atrás para recuperar cosas de la niña que hizo «El espíritu de la colmena»?
Hay algo que no se puede recuperar, y ojalá; claro que lo busco a veces. Hay algo de la mirada de un niño -no hablo de esa «famosa» mirada mía de la que se habló tanto-, limpia, honesta, clara, de verdad. Hay tanta verdad en la mirada de un niño, que nos pasamos la vida luchando para recuperarla siquiera por un momento. Eso sí que lo busco, que lo intento recuperar. Independientemente, hay algo, que supongo que nos pasa a todos, cuando ves fotos antiguas tuyas; y es que ya te reconoces. Hay un gesto, algo, en el que ya te ves. Me mandó una amiga unas fotos de un grupo grande cuando éramos niñas, y me dijo: «Adivina...» Lo vi claro; tenía cinco años, pero había algo en el gesto que me hacía inconfundible.
¿Le ha llegado a molestar que le sigan recordando como la niña de «El espíritu de la colmena» o «Cría cuervos»?
No, no me puede molestar. «El espíritu de la colmena» es una obra como no hay ninguna otra. Como película y por todo lo que significó. Es maravillosa y marcó mucho, soy consciente de lo que fue y lo que significó esa película para mucha gente. No puede molestarme que me recuerden por ella. Me dolió más tener que demostrar que era actriz. Pero eso es algo que pasó hace veinte años; después de muchos años de estar en Estados Unidos, de estudiar y de prepararme, hubo un tiempo que tenía que demostrar que era una actriz. Pero creo que a partir de «Tesis» y de otros trabajos ya se vio cómo era yo como actriz, y no he sentido esa presión que sentí en aquel momento. Y que es algo lógico, yo hice unas películas con seis u ocho años y eso no quiere decir que seas actriz; a lo mejor con treinta o cuarenta no tienes nada que ver. Pero ya he superado esta etapa. Estoy contenta y feliz con el lugar en donde estoy.
«No es raro dejar de hacer cosas por no estar en determinados círculos, o porque no has hecho más tele, o no vas a más estrenos o más fiestas. A mí esa parte social de mi profesión me cuesta más. Nunca la he hecho»
¿Le tratan bien el cine y el teatro?
(Sonríe). Sí me siento querida, me siento respetada. Otra cosa es que me guste cómo se mueve ahora todo: la comercialización, las modas. Es complicado estar. Hay quien me ha dicho que no había pensado en mí para un papel porque creía que al ser secundario no querría hacerlo. ¡Pero si soy actriz! Y yo también estoy a veces sin trabajo. Es verdad que intento elegir lo que hago. Pero no es raro dejar de hacer cosas por no estar en determinados círculos, o porque no has hecho más tele, o no vas a más estrenos o más fiestas. A mí esa parte social de mi profesión me cuesta más. Nunca la he hecho. En realidad, no es que me cueste, es que no la hago. Y ahora se mueven muchas cosas así. Dejando esa «popularidad», sí me siento reconocida y respetada en la profesión. Recibo mucho cariño de mucha gente, de muchos compañeros, haya o no trabajado con ellos. Además, en el cine y la televisión son escasos los personajes interesantes para mujeres de mi edad, no muestran nuestro mundo más que de pasada; en el teatro hay más, y por eso nos inclinamos hacia él.
¿Hay más papeles interesantes?
Creo que sí. Además, en el teatro no somos tan esclavas de la edad; que si la primera o la segunda arruga. Para las actrices esa es una esclavitud demoledora. O estás operadísima... Yo tenía antes como pareja en el cine a actores que ahora tienen de pareja a actrices de treinta años. Esto es así, y lo asumo. Intento adaptarme, hacer más teatro, otras cosas, y no me quejo. Me siento contenta como estoy y, además, no me puedo quejar de cómo me está yendo en los últimos años.

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