“Foto o no ha ocurrido” es una expresión a punto de caducar.
Con el tiempo hemos aprendido a dudar de todo, sabemos que las redes
sociales y los medios de comunicación están llenos de bulos. Las
palabras son baratas y hay personas dispuestas a todo por un puñado de
clics. Nos ha tocado vivir en una constante duda, pero al menos podíamos
refugiarnos en los audios, las fotografías y los vídeos. Las ondas
de sonido no son tan fáciles de retorcer como las palabras. No basta con
teclear cargado de malas intenciones, hay que remangarse, sacar un programa de edición y reunir el tiempo y la pericia para exportar un archivo creíble. No todo el mundo sabe utilizar Photoshop para alterar una imagen y, editar un vídeo verosímil es una tarea que excede el poder de la mayoría de los mortales. O, al menos, lo era hasta la llegada de la inteligencia artificial.
Estamos a las puertas de una nueva era. Acabamos
de atravesar el umbral de la inteligencia artificial y los cambios
sociales que nos esperan son inimaginables, como ya lo fueron con el
fuego o la escritura. La gran diferencia es que estos cambios serán
vertiginosos. La IA ya puede crear audios, imágenes y vídeos
convincentes. Un experto puede falsear testimonios audiovisuales casi
perfectos, pero ese no es el problema, porque con suficiente dinero y
tiempo, antes también se podía. La cuestión es que, incluso si no eres un experto, ya puedes crear contenido que engañarían a otros ojos no entrenados. Así que, cuando internet se inunde de audios, imágenes y vídeos falsos… ¿qué certezas nos quedarán? Porque no solo peligra el presente, también se tambalea el pasado, incluso el que hemos vivido en primera persona.
Tu memoria falla
Tu memoria no es perfecta, y no importa a qué edad leas esto o lo inteligente que seas. Son poquísimas las personas con una memoria infalible y, por cuestiones puramente estadísticas, tú no eres una de ellas. El neurocientífico Ulric Neisser demostró en 1986 que somos muy buenos reescribiendo nuestro propio pasado.
A raíz de la catástrofe del Challenger tomó a un grupo de estudiantes
universitarios y les pidió que detallaran qué estaban haciendo unos días
antes, cuando había tenido lugar el accidente. Tres años después volvió
a reunir a la práctica totalidad de aquellos estudiantes para pedirles
que rememoraran aquella experiencia. Los jóvenes estaban convencidos
de recordar el accidente con todo lujo de detalles, pero sus nuevos
testimonios no encajaban con lo que habían escrito 3 años antes.
Es más, sabemos que es muy fácil implantar recuerdos falsos, como hacía la científica Elizabeth Loftus con sus pacientes.
En sus experimentos logró que algunos sujetos juraran haber estado en
Disneyland estrechando la mano de Bugs Bunny, cosa imposible siendo este
de la Warner. Ahora imagina lo que podría ocurrir si a esa tendencia al olvido se suman testimonios falsos.
Fotos de ti viajando al Gran Cañón con 13 años o cuestiones más graves,
como un audio donde dices barbaridades sobre tus seres queridos. Por
suerte, la regulación y lo poco importantes que somos como individuos
nos podrían mantener a salvo de estas situaciones, pero hay un problema
mayor. Los recuerdos no solo se pueden implantar en individuos. Como sociedad también somos vulnerables.
El efecto Mandela
Hace
unos años, la bloguera Fiona Broome escribió un artículo sobre la
muerte de Nelson Mandela. Tal vez recuerdes que el famoso activista
murió en la cárcel en los años 80, como relataba Fiona, pero me temo que
estás en un error, porque falleció en 2013 de una infección
respiratoria en su hogar. Fiona recordaba cómo habían cubierto la noticia los medios de comunicación sudafricanos y aquellas memorias eran vívidas.
De hecho, Fiona no estaba sola y se había encargado de recoger
testimonios a través de internet de otras personas con los mismos
recuerdos que ella. Para la bloguera, aquello era la prueba de que
vivíamos en un universo de realidades paralelas y que a veces se
mezclaban. Para la ciencia es un ejemplo más de que nuestro cerebro a veces falla y hace lo que puede con lo que tiene.
Esta
volubilidad de los recuerdos no es un defecto como tal del cerebro. A
fin de cuentas, las memorias se codifican según cómo se conectan las
células de nuestro cerebro entre sí. Para crear nuevos recuerdos, estas
células llamadas neuronas tienen que “moverse” con facilidad. Sin
embargo, que sean “móviles” hace que también se puedan borrar esos
recuerdos. Es una explicación casi caricaturesca de la neuroplasticidad,
pero por rematar esta simplificación: tardaremos menos en construir un
muro con bloques de poliestireno que con ladrillos, pero también se
desmontará con más facilidad. El cerebro ha encontrado un equilibrio
que nos permite almacenar memorias con bastante eficacia, pero a riesgo
de olvidar una parte de ellas y que otra se deforme.
Intereses que mueven el mundo
Queda
claro que nuestra memoria histórica es vulnerable y que, con la IA,
casi cualquiera puede crear los documentos gráficos y de audio
necesarios para confundirnos. Podemos imaginar un audio de Hitler
rindiéndose ante un Roosevelt que, impasible, rechaza la paz a costa de
las vidas de sus propios conciudadanos. O, tal vez, algo más
plausible pero igual de dañino, como una fotografía de un jovencísimo
presidente esnifando en plena fiesta de graduación. Estos falsos
testimonios tienen una característica que los hace potencialmente
viralizadles: satisfacen los intereses de un colectivo.
Ya existen empresas que se encargan de crear bulos para arruinar la imagen pública de una persona o una marca. Es
de esperar que, antes o después, las herramientas de inteligencia
artificial se sumarán a los bots, el Photoshop y los actores en estas
campañas de difamación. Puede que todo esto suene a ciencia ficción,
pero solo se trata de un método más eficiente que el aplicado ahora
mismo. Curiosamente, solo la IA podría protegernos frente a tanta
confusión multimedia. Podríamos entrenar a una inteligencia artificial
para que aprendiera a distinguir el contenido real del generado por
ordenador.
El negocio de la mentira
Por
desgracia, será como un juego del ratón y el gato en el que, a medida
que unas IAs se vuelvan mejores distinguiendo el contenido generado, las
otras se volverán mejores generando el contenido. Dos productos producidos por las mismas empresas y que se retroalimentan.
Un negocio redondo que, si no ponemos cortapisas éticas y legales,
acabará inundando las redes. Y, aunque nos parezca mentira, nos hará
pensar lo impensable y decir cosas como “vaya, ¿recuerdas cuando
internet era confiable como en 2023?”. O, tal vez, tras todo esto haya
una parte positiva. Si internet se vuelve tan poco potable, tal vez
los medios (nuevos y tradicionales), empiecen a cuidar más el rigor de
su contenido.
Porque en una época
de confusión informativa, la forma de hacer lucir tu producto será
desmarcándote de la norma y asegurando que tu espacio está libre de
bulos. Islas de certeza en medio de un mar picado.
QUE NO TE LA CUELEN:
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No hace fata que existan conspiraciones gubernamentales para que se
usen las IAs de este modo. De hecho, las instituciones poderosas ya
tenían recursos para obtener resultados parecidos de maneras más
artesanales. La clave está en que, ahora, esa habilidad está en las
manos de cualquier persona con acceso a internet y un ordenador
suficientemente potente. El peligro es el bombardeo en un presente donde
ya se suben al día muchos más minutos de vídeos que minutos tienen un
día. Por una vez no tendremos que esperar para ver el impacto de esta
tecnología, es algo que ya está ocurriendo y que, hasta donde sabemos,
se desarrolla más rápido de lo que podemos asimilar.
TITULO:Luchar contra la enfermedad - PharmaMar licencia lurbinectedina a Key Oncologics para su comercialización y distribución en África ,.
PharmaMar licencia lurbinectedina a Key Oncologics para su comercialización y distribución en África,.
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foto / PharmaMar licencia lurbinectedina,.
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- Los países incluidos en el acuerdo son Sudáfrica, Namibia, Zimbabue, Mozambique, Suazilandia, Lesoto y Botsuana.
- Se trata del décimo acuerdo de licencia establecido para Zepzelca® con el objetivo de hacer accesible esta terapia a pacientes de todo el mundo.
PharmaMar (MSE:PHM) ha anunciado hoy la firma de un acuerdo de licencia con Key Oncologics (Pty) Ltd. para la comercialización y distribución de Zepzelca®
(lurbinectedina), su antitumoral de origen marino para el cáncer de
pulmón de célula pequeña (CPCP), en Sudáfrica, Namibia, Zimbabue,
Mozambique, Suazilandia, Lesoto y Botsuana.
PharmaMar conservará los derechos exclusivos de producción, mientras que Key Oncologics (Pty) Ltd. solicitará
la aprobación para la comercialización y tendrá el derecho de
comercializar el producto en exclusiva. De este modo, se amplía la
relación comercial entre ambas compañías, que ya en 2020 cerraron una
alianza comercial para la venta y distribución de Yondelis® en Sudáfrica, Namibia y Botsuana.
Con este acuerdo, ya son 10 las alianzas estratégicas firmadas por
PharmaMar con sus socios alrededor del mundo para la comercialización de
lurbinectedina. En palabras de Luis Mora, director general de las
Unidades de Negocio de Oncología, Virología e Identificación Genética: “Este
nuevo acuerdo amplia las posibilidades de los pacientes de acceder a
medicamentos innovadores. Desde PharmaMar, con una vocación de empresa
global, trabajamos a través de alianzas con socios estratégicos para
poner a disposición de médicos y pacientes nuestras terapias”.
Magriet de Wet, directora General de Key Oncologics (Pty) Ltd,
declaró: "Estamos muy contentos de ampliar nuestro acuerdo de
colaboración con PharmaMar, compañía que comparte nuestros valores.
Estamos entusiasmados con la oportunidad que Zepzelca® representa para
Key Oncologics (Pty) Ltd. y para los pacientes con CPCP en Sudáfrica,
Namibia, Zimbabue, Mozambique, Suazilandia, Lesoto y Botsuana. Este hito
ofrece una perspectiva apasionante para ampliar aún más nuestra cartera
de productos y reforzar nuestra posición como líderes en el mercado de
la oncología en los territorios mencionados. Esperamos seguir
colaborando durante muchos años".
Lurbinectedina está aprobado en 13 países de todo el mundo para el
tratamiento de pacientes adultos con CPCP con progresión de la
enfermedad durante o después de quimioterapia basada en platino. El CPCP
representa hasta el 15% de todos los casos de cáncer de pulmón,.
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