viernes, 13 de marzo de 2015

Fallece Rafael Portaencasa Baeza,./ MUERE, Lu Houmin, fotógrafo de Mao,.

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 foto / Rafael Portaencasa, el rector que consolidó la Politécnica,.

Defendió ante los políticos el fomento de las relaciones educativas,.

Con la muerte de Rafael Portaencasa, el pasado 27 de febrero a los 78 años, desaparece uno de los rectores españoles de mandato más prolongado en tiempos recientes. Elegido en 1981, su desempeño rectoral se había de prolongar hasta 1995. Fue una etapa de consolidación de la Universidad Politécnica de Madrid, creada inicialmente por agrupación de diversas escuelas técnicas provenientes de una vinculación a distintos ministerios. Su sentido de la estrategia le hizo ser adelantado a su tiempo, un verdadero arquitecto de estructuras universitarias con sentido social, pragmático y sostenible. En esa tarea de consolidación de una universidad que responda al modelo politécnico no descuidó el fomento de la cultura y las humanidades en un centro destinado a formar ingenieros.
En los inicios de la Cooperación Internacional española, abrió notablemente la institución que dirigía al entorno inmediato y contribuyó, de manera decisiva, a la cooperación transnacional tecnológica. Muy de destacar fue el establecimiento de lazos de cooperación intensa con instituciones de educación superior del otro lado del Atlántico, así como con Rusia, donde a través de la Fundación Pushkin —de la que fue presidente hasta su fallecimiento— fue pionero en la colaboración educativa, científica y cultural.
Conoció y frecuentó a muchos dirigentes políticos de la época, a los que interesó e hizo comprender esa “nueva concepción de la Universidad”. Utilizó su capacidad para dialogar con dirigentes como Rodrigo Carazo o Fidel Castro buscando siempre el fomento de las relaciones educativas. Soy testigo de diversos diálogos con este último, a quien Portaencasa trasladó el papel fundamental que habría de jugar el sistema educativo en las futuras democracias. También conoció a Ignacio Ellacuría, de quien recabó consejo y apoyo antes de postularse para presidir la Universidad Iberoamericana de Posgrado, un logro que el rector Portaencasa llegó a alcanzar. Tras el asesinato del religioso, escribió un artículo realzando el incalculable valor del trabajo de los jesuitas en El Salvador. No pudo trasladarse a este país para rendirle el último homenaje por amenazas de muerte. De hecho, las autoridades salvadoreñas impidieron que acudiera a despedir a su amigo, lo que dio lugar a que enviara una enérgica carta de repulsa al presidente Cristiani.
Dos fueron sus pasiones y dedicaciones: su familia y la Universidad. Una gran generosidad y sentido de la amistad, así como su profunda bondad, son virtudes que adornaron a su persona, lo que dejó una huella indeleble en quienes le rodeamos. Con energía, acompañada de dolor infinito, reflejó en Abc la crítica que merecían las deficiencias técnicas producidas en la construcción de una autopista. Entre quienes perdieron la vida en los correspondientes accidentes ocurridos en ese punto fatídico estuvo su propio hijo Rafael. Amigo de todos, presumía de no tener enemigos y enseñaba a los más jóvenes a construir puentes allí donde encontraran rencor.
Sus discursos de las ceremonias académicas resultaban de lectura obligada para la comunidad universitaria. El estudio de sus escritos, así como el testimonio que nos deja su archivo personal e institucional, servirá de guía para las generaciones futuras. Ha fallecido un gran universitario y humanista que deja una huella profunda en la Universidad, a la que consagró su vida.
Manuel López Quero es director de la cátedra Universidad-Empresa-Sindicato en la Universidad Politécnica de Madrid.

TÍTULO:  MUERE,  Lu Houmin, fotógrafo de Mao,.

Lu Houmin, fotógrafo de Mao,.

Su cámara captó el lado humano y momentos íntimos del Gran Timonel,.

El hombre que gobernó China con puño de hierro desde 1949 hasta su muerte en 1976, Mao Zedong, también tenía su lado humano. Le gustaba relajarse nadando, jugando al tenis de mesa o bromeando con sus hijos. Si aún hoy podemos ser testigos de esos momentos más íntimos es gracias a la lente de Lu Houmin, su fotógrafo personal, fallecido esta semana a los 87 años.
Lu consiguió hacer emblemáticas imágenes en las que Mao y su primer ministro, Zhou Enlai, revisan unos documentos en actitud desenfadada. O una fotografía en la que el Gran Timonel, que acaba de conocer la muerte de su hijo en la guerra de Corea, cierra los ojos de dolor al recibir el abrazo de condolencia de una artista voluntaria recién regresada de allá, en 1953.
El padre de la China moderna “nunca se quejó sobre sus fotos. No posaba de manera afectada ni nos ordenaba cuándo sacar instantáneas. La libertad fue completa en mi trabajo”, aseguraba Lu, que siempre consideró sus años al servicio directo del presidente como “la época dorada de mi vida”.
Nacido en 1928 en la provincia de Heilongjiang, en el extremo noreste de China, trabajaba como profesor de Primaria cuando, tras haber mostrado interés en el mundo de la fotografía, en 1950, a los 21 años, fue convocado para tomar instantáneas de los principales líderes chinos de la época, entre ellos Zhou Enlai o el presidente Liu Shaoqi. Contratado en 1958 por la agencia Xinhua —que informó esta semana de la muerte de Lu—, su cartera era, principalmente, fotografiar al gran líder del país.
Entre 1961 y 1964 se convirtió en uno de los dos fotógrafos personales de Mao. Sus fotografías son en su mayoría de exterior, una consecuencia de las condiciones en las que tenía que trabajar. En interiores había que cambiar la bombilla del flas cada vez que se tomaba una foto, una tarea que podía hacer perder segundos preciosos para captar la imagen perfecta.
“No había tiempo que perder en esas situaciones”, comentaba Lu en 2008, en una entrevista concedida al diario hongkonés South China Morning Post. “Tenías que tener la cámara preparada en todo momento, cuando llegaba la ocasión no podías dudar ni un segundo, pues los líderes no iban a mantener la pose por ti”.
Pero el haber mantenido una conexión tan personal con el Gran Timonel no le sirvió de nada pocos años más tarde. Tras el comienzo de la Revolución Cultural en 1966, fue uno de los represaliados y fue obligado a trasladarse al campo en la provincia de Jiangsu, en el este, para reeducarse. Finalmente, dos cartas a Mao le hicieron posible encontrar primero un destino más cómodo y, después, regresar a Pekín. Pese al tiempo y los momentos privados que compartió con Mao, nunca se le pasó por la cabeza escribir un libro sobre sus experiencias con él. “Mis fotos son más vívidas, más honestas y muestran a un Gran Timonel real”, declaraba en 2009 Lu al diario Shanghai Daily, con ocasión de una retrospectiva sobre su obra.

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