domingo, 24 de noviembre de 2013

EL PERIODICO EL FARO, EL PERIODICO,PERIODICO LA VAGUARDIA, El inglés, mi otra ventana al mundo,./ REVISTA DOMINICAL Y REVISTA EL JUEVES,. El hereje más grande del mundo,.

TÍTULO; EL FARO, EL PERIODICO, PERIODICO  LA VAGUARDIA, El inglés, mi otra ventana al mundo
  EL FARO, EL PERIODICO, PERIODICO  LA VAGUARDIA,-foto.
  1. El inglés, mi otra ventana al mundo

    Los idiomas derriban fronteras, abren puertas, facilitan nuevas relaciones personales y dan una mayor profundidad a las expectativas ...-foto-

    SOCIEDAD

    El inglés, mi otra ventana al mundo

    Antonio Muñoz Molina, Bernardo Atxaga, Kirmen Uribe y Juan Ignacio Vidarte muestran sus vínculos emocionales y profesionales con la lengua


    Los idiomas derriban fronteras, abren puertas, facilitan nuevas relaciones personales y dan una mayor profundidad a las expectativas laborales y vitales. El aprendizaje de una lengua ofrece grandes recompensas y evita algún episodio desafortunado, como los que se vivieron en la presentación de la candidatura de Madrid 2020. Pero no sólo eso. Cuando una persona consigue usar y vivir el idioma, se establece un vínculo emocional con sus palabras que se mantiene y renueva con cada una de las frases que escucha, lee o pronuncia.
    Antonio Muñoz Molina, escritor, académico, último Príncipe de Asturias de las Letras y profesor de la New York University, confiesa su debilidad por los idiomas. «Me gustan mucho. Y me queda algo de esa curiosidad de cuando estudiaba inglés para acceder al mundo de las canciones pop de la adolescencia, con todo su componente de rebeldía vital».
    El autor de 'Todo lo que era sólido', su último libro, vive medio año en Nueva York, ciudad cosmopolita donde las haya, con personas que llegan de todos los rincones del mundo, y que hablan en su propia lengua con los suyos y en inglés con los demás. «La lengua inglesa es un instrumento muy práctico para comunicarme con mucha gente y también, y casi más importante, una herramienta para mi formación personal, intelectual, literaria, en todos los sentidos. Me ha ayudado a descubrir, aparte de extraordinarias obras de literatura que difícilmente se pueden disfrutar por completo traducidas, libros de historia, ensayos políticos, divulgación científica, un caudal enorme que no me habría sido accesible de otro modo, y con él un cierto talante de amor por los hechos y la expresión clara».
    Curiosidad cultural
    En idéntico sentido se manifiesta el director general del Museo Guggenheim Bilbao, Juan Ignacio Vidarte, que ocupa el cargo de director de Estrategia Global en la fundación neoyorquina. «Para mí, el inglés ha sido y es una fuente de enriquecimiento personal que me ha abierto las puertas de personas y culturas muy diversas, sin olvidar el descubrimiento de su literatura o el ensayo histórico, que los anglosajones cultivan como nadie».
    A Bernardo Atxaga, que ultima su novela 'Días de Nevada', inspirada en el año que pasó dando clases en la Universidad de Reno y en otros centros universitarios de Estados Unidos, el inglés le sirve para ver las películas y los documentales de la BBC, además de para leer artículos y poemas, y de vez en cuando ensayos.
    Agradece que los programas televisivos estén subtitulados, y lamenta que el aprendizaje del inglés haya sido por estos lares tan «agónico». «Un rollo. En Suecia, Dinamarca, Holanda, Portugal y otros países no existía el doblaje, y los niños veían la televisión en inglés. Esa fue su gran escuela. Todos aprendieron. Vieron además muchas películas. Doble premio».
    Todos coinciden en que la curiosidad cultural ha sido un acicate para aprender inglés. También Kirmen Uribe, autor de 'Bilbao-New York-Bilbao' y que acaba de regresar de la feria del libro de Brooklyn. «De chaval me gustaba la música pop en inglés de mis hermanos, la Velvet Underground, toda la tradición musical de los setenta y los ochenta. Además, los escritores que más admiraba eran estadounidenses, como Raymond Carver. Eso te anima a estudiar la lengua».
    Vidarte confiesa que «hay universos, como el de la poesía, por ejemplo, a la que soy mucho más sensible en inglés». En su caso, lo aprendió «de joven y por inmersión, la mejor forma de aprender cualquier idioma». A primera vista, parece «relativamente sencillo adquirir un nivel suficiente para una comunicación básica, pero es una lengua compleja, sutil y flexible», explica.
    Para Uribe, no hay lenguas fáciles o difíciles: todas exigen «mucha paciencia y perder los miedos». El aprendizaje de una lengua nunca termina y aún estudia inglés. Muñoz Molina también lo sigue aprendiendo, si bien ha adquirido la fluidez en el habla desde que vive unos seis meses al año en Manhattan.
    Respecto a los problemas específicos para los hispanohablantes, el autor de 'El jinete polaco' detecta dos: «la simpleza vocálica de nuestra lengua y el sentido del ridículo». El escritor termina con una reflexión, muy al hilo de lo que ha pasado en fechas recientes: «Como escribió hace poco Elvira Lindo, somos un país de gente que habla mal inglés y se ríe de los que hablan mal inglés».
  1. El hereje más grande del mundo
    Los poderes políticos no suelen ser muy amigos de los cambios imprevistos y de que nadie les lleve la contraria de forma constante.

    REVISTA DOMINICAL Y REVISTA EL JUEVES,-foto,.


    Los poderes políticos no suelen ser muy amigos de los cambios imprevistos y de que nadie les lleve la contraria de forma constante. Esta actitud, en el siglo XVI, era más que acentuada. Se palpaba en el ambiente. Los reyes europeos aplicaban su absolutismo con el beneplácito de la Iglesia católica sin ningún tipo de reparo. Esta última, a su vez, aplicaba la Inquisición -en todos los países sin excepción- con una eficacia asombrosa. Miles de personas fueron torturadas y quemadas en la hoguera para mantener el orden dogmático y social establecido. Unas prácticas, que los reformistas usaron para el mismo fin: sostener su forma de entender la religión. «Esta es una de las grandes enseñanzas de la historia. Una persona que critica la intransigencia, el dogmatismo o el radicalismo, cuando obtiene el poder, se convierte también en un dogmático y en un intransigente. Y eso es lo que le pasó a Calvino», asegura José Luis Corral, catedrático de Historia Medieval y escritor.
    En medio de esta ruptura ideológica se encontró Miguel Servet (Villanueva de Sigena, Huesca, 1511- Ginebra, 1553), un hombre que quiso poner en duda los dogmas religiosos y se encontró de frente con una lucha de poderes que acabó con su vida en la ciudad helvética. Un proceso que duró dos años y que Del Corral narra en 'El médico hereje' (Planeta). El proceso que acabó con la vida de Servet comenzó en Viena del Delfinado (Viennes), cerca de Lyon, donde el médico oscense se había refugiado huyendo de las condenas que había recibido en París y Toulouse por sus investigaciones sobre astrología. En este pueblo, vive bajo el amparo del arzobispo Palmier con el nombre de Miguel de Villanueva y escribe 'Restitución del cristianismo', un libro que sacude a los jerarcas católicos y que también enfada a los hugonotes.
    Casi de inmediato, Servet se convierte en una pieza de caza para estas dos vertientes del cristianismo, que no están dispuestas a que se pongan en duda sus ideas. «Era un librepensador porque creía en la libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión. Y un hombre tan libre no lo podían consentir en una época tan intransigente como el Renacimiento. De hecho Miguel Servet fue llamado el mayor hereje del mundo», explica el historiador aragonés, quien defiende el papel de su paisano. «Fue más allá de la medicina. Tiene una categoría de pensador. Es un gran adelantado de la Ilustración, del siglo de la razón», apunta Del Corral.
    Uso histórico
    Incluso organizó un sistema rotativo para que los médicos de Viena del Ródano atendieran a los más necesitados. «No lo hizo por caridad cristiana, sino por justicia social. No se conoce hasta la Seguridad Social moderna», añade Del Corral.
    Pero Servet fue víctima de su propia curiosidad, de sus ganas de entender el mundo y de las intrigas políticas. Fue un «chivo expiatorio» por parte de los papistas y de Calvino, que le tenía un odio acérrimo desde que coincidieron como estudiantes en París y Servet osó discutir a Calvino sus ideas sobre la religión.
    Pero también a lo largo de la historia, su ejecución ha sido utilizada para reivindicar una u otra postura. «Durante el franquismo, se nos explicaba a los estudiantes que Miguel Servet había sido quemado por los calvinistas porque había descubierto la circulación pulmonar de la sangre. Y eso es mentira», recuerda el autor de 'El salón dorado', 'Trafalgar' o 'El códice del peregrino', sobre el famoso libro robado en la catedral de Santiago. «Servet tiene calles, plazas y hospitales dedicadas a su nombre, pero de él apenas sabemos nada más que lo de la circulación pulmonar de la sangre y que fue quemado por los calvinistas», indica Del Corral sobre el galeno que murió con 42 años recién cumplidos.
    Servet, además de médico, trabajó como corrector y editor de libros, y fue escritor, profesor de matemáticas, astrología, traductor -se nacionalizó francés en 1548-, teólogo y astrólogo. De su vida privada, un accidente infantil en el que perdió un testículo marcó toda su vida. Servet se creía impotente y se mantuvo alejado de las mujeres para centrarse solo en los libros. Pero todavía su vida tiene lagunas, como por ejemplo por qué desapareció cuatro meses cuando fue condenado en Viena del Delfinado para reaparecer en Ginebra, donde le esperaba su enemigo Calvino.

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