No hace falta que pidas la carta. En
estos restaurantes solo sirven una especialidad, sean croquetas,
albóndigas, tortilla o churros... Los restaurantes monoproducto son
tendencia en Nueva York y en Londres como en Barcelona y en Madrid. El
fenómeno tiene explicación: te la contamos.
Que menos es más no es solo una frase hecha cargada de
sentido común, sino una evidencia científica en toda regla. Un estudio
de las prestigiosas universidades de Columbia y Stanford estableció en
el año 2000 que, en contra de la creencia popular,
darle muchas opciones al consumidor no juega a su favor,
sino en su contra a la hora de tomar una decisión. No solo eso. El
grado de satisfacción también es mayor cuando las opciones son
limitadas. Si aplicamos esta lógica al cliente de un restaurante, no hay
nada peor (ni más estresante) que una de esas cartas interminables con
decenas de entrantes, primeros, segundos y postres. Por eso, ha
comenzado a extenderse una creencia:
cuanto más escueto es el menú de un restaurante, más fácil es satisfacer al cliente hambriento.
Con esa filosofía en mente, los restaurantes monoproducto se han
convertido en una de las tendencias gastronómicas del momento. El truco
está en apelar a la nostalgia gastronómica de platos sencillos, caseros y
populares (como las croquetas o las albóndigas) o a lo que los
norteamericanos conocen como comfort food, platos tradicionales (a
menudo con sobredosis de carbohidratos) que tocan la fibra más sensible
del comensal. Funcionan, sobre todo, en grandes ciudades cosmopolitas
como Nueva York y Londres donde se pusieron de moda y ya han llegado a
Madrid y Barcelona.
La oferta es de lo más variada. Están aquellos
restaurantes que incluyen su ingrediente estrella en todos sus platos,
como el parisino Pomze y su obsesión con la manzana. Otros, en cambio,
se concentran en la elaboración. Por ejemplo, de la tortilla, como el
barcelonés
Les Truites o
El Museo de la Tortilla de Zaragoza.
Los más radicales solo sirven cereales (como el londinense Cereal
Killer Cafe); y otros han encontrado la combinación perfecta en los hot
dogs y el champán, como el
Bubbledogs en Londres, o la versión castiza, en el madrileño
Bocadillo de Jamón y Champán.
«Nos dimos cuenta de que el bocadillo de jamón era un 'productazo' que
podía tener el mismo gancho o más que una hamburguesa. Pero en ningún
sitio encuentras una buena opción. El jamón nunca es de bellota, y del
pan mejor ni hablamos. Decidimos acompañarlos de champán para dejar
claro que nuestros bocadillos están tan buenos que se merecen una copa
del mejor espumoso», explica su propietario, Juan Tena.
Pero esta no es una tendencia necesariamente salada.
Comaxurros
abrió sus puertas en Barcelona en 2014. «Igual que han hecho en Francia
con los macarons o en los Estados Unidos con los cupcakes queríamos
coger un producto nuestro y darle la vuelta. Y el churro tenía
potencial. Es una buena base y se puede jugar con los rellenos, las
salsas, el dulce, el salado... Eso y que solo hay que decir churros con
chocolate para que la gente sonría», explica Marc Muñoz, uno de sus
propietarios.
Para los empresarios, todo son ventajas:
los restaurantes monoproducto son un modelo de negocio más rentable porque
necesitan menos equipamiento y menos proveedores y la preparación del
menú es más sencilla. «La especialización contribuye a fidelizar a los
clientes apasionados de tu producto y, a la vez, es una propuesta
atractiva, distinta y original para quienes no lo conocen tanto. Hay
quien viene un día a cenar, se aficiona y quiere profundizar en el mundo
del queso. La sorpresa genera curiosidad», cuenta Jesús Pombo, director
general de Poncelet Cheese Bar, que ya tiene locales en Madrid,
Barcelona y Sevilla.
Para los clientes, el reclamo está claro: un
restaurante especializado en croquetas (o en patatas fritas o
albóndigas) es prácticamente garantía de un plato bien ejecutado y
sabroso.
Al restaurante monoproducto la calidad se le supone.
«Si te especializas en un producto, la gente sabe a lo que va y tú
puedes concentrar toda tu energía en ser el mejor», afirma Tena. Si este
nuevo concepto culinario tiene futuro o es simplemente una moda
pasajera producto de la fiebre gastronómica que nos ha invadido durante
los últimos tiempos, ya se verá. «Sobrevivirán los que lo hagan bien. En
el extranjero existen restaurantes monoproducto desde hace décadas y
muchos se han convertido en grandes clásicos. En España, a la gente le
gusta comer bien. Todos hemos ido a un sitio concreto simplemente por su
pincho de tortilla o por sus croquetas... Solo se trata de tener ese
algo que te convierta en un referente», asegura el responsable de
Bocadillo de Jamón y Champán.
'Bocata' de jamón con burbujas.
Madrid.
'Bocadillo de Jamón y Champán', así se llama este restaurante. Su
nombre lo dice todo: buen jamón, buen pan y buen champán, un maridaje
perfecto. Así de sencillo y así de rico.
www.bocadillodejamon.com. Fernando VI, 21. Teléfono: 91 029 94 69.
El paraíso de los queseros.
Madrid,
Barcelona y Sevilla. 'Poncelet Cheese Bar' empezó su andadura como una
tienda especializada en quesos artesanos y, hace cuatro años, abrió las
puertas su bar. Ofrecen 150 variedades españolas y 200 europeas. Aparte
de las tablas de queso que se sirven con frutos secos, membrillo o
mermelada, elaboran platos en los que el queso siempre es el
protagonista. Obsesionados con la «divulgación quesera», tienen una
biblioteca para los curiosos y organizan charlas, catas y cursos.
También tienen sucursales en Barcelona y Sevilla.
www.ponceletcheesebar.es.
Elogio a la croqueta.
Madrid. 'La Gastrocroquetería' no es un restaurante monoproducto en
sentido estricto, porque su carta de tapas es amplia y refinada, pero la
obsesión de Chema Soler por la bechamel lo ha llevado a crear croquetas
tex-mex, de sepia, de sobrasada y hasta de tiramisú o galleta María. Lo
'croquetizan' todo.
www.gastrocroqueteria.com. Barco, 7. Teléfono: 91 364 22 63.
La albóndiga 'hipster'.
Nueva York. De pronto, las albóndigas son modernas y hasta hipsters.
Los cinco locales de 'The Meatball' en Nueva York tienen colas en la
entrada para degustar cinco tipos de albóndigas, con otras tantas
salsas, que se pueden comer en bocadillo o con tenedor. Todo es orgánico
y se cocina.
www.themeatballshop.com.
El churro... hasta salado. Barcelona.
'Comaxurros' abrió sus puertas en noviembre, pero con la experiencia de
40 años de la pastelería barcelonesa Canal a sus espaldas. Preparan la
masa con aceite de oliva virgen extra y también hacen buñuelos, donuts y
sirven chocolate a la taza y nata montada. Los hay rellenos y hasta
salados.
www.comaxurros.com. Muntaner, 526. Teléfono: 93 417 94 05.
El perrito chic.
Londres. Hot dogs (gourmet, eso sí) acompañados de champán. Ese es el
menú de 'Bubbledogs', un local cercano al Museo Británico. Ofrecen hasta
16 tipos de perritos diferentes.
www.bubbledogs.co.uk.
Extravagancia en dulce.
Barcelona. No es un local monoproducto propiamente dicho, pero sí es el
primer restaurante especializado en postres del mundo. Alta cocina
vanguardista puesta al servicio de los más golosos. En 'Espaisucre'
sirven menús degustación y platos tan creativos como el cordero con
endibia caramelizada, cacahuete y helado de leche. +
www.espaisucre.com. Princesa, 53. Teléfono: 93 268 16 30.