DESAYUNO - CENA - MARTES - El genio de Posada, el fondo de Roca Rey ,.
Variada y bella novillada de Mayalde, con convincentes entregas de
dos novilleros: Posada, en versión artista, y el limeño Roca, en
versión de valor,.
Rellenos, rollizos, anchas pechugas, caritas de bueno, los tres
primeros novillos de Mayalde, astifinos y rubios, parecían golosinas en
un escaparate. Escogidos para Madrid. De condición. Noble, pero justo de
poder el primero, y Posada intentó dibujar -un airoso arranque en
tabla- y hasta bajar la mano, pero entonces las perdía el toro. Un
pinchazo y, al salto y soltando el engaño, una estocada. El tercero, que salió a cañón, se acostó contra el peto en un puyazo larguísimo y llegó a la muleta parado sin remedio. Acabó venido abajo y reculando con aire de toro afligido. Recibido antes de soltarse ese tercero con una ovación -en recuerdo de su novillada de presentación en Madrid hace un mes, salida a hombros, tres cornadas, darlo todo y más-, el limeño Andrés Roca Rey toreó con asiento, ajuste, aguante y calma sobresalientes. Ni un viento que entonces empezó a levantarse llegó a interponerse. Difícil el arte de arrancar casi a tenaza los muletazos. Buen trabajo.
Lo que se vivió durante esa primera mitad fue una rivalidad en quites entre provocada y espontánea. Clemente quitó por saltilleras muy logradas en el primero y abrochó con revolera. Roca Rey, por tafalleras, farol, larga y brionesa en el segundo; y Clemente replicó con chicuelinas ceñidas rematadas con serpentina. Posada, por verónicas en el tercero -mejor el propósito que el logro, pero singulares-, y Roca Rey replicó con un mixto de chicuelinas despaciosas, tafallera y larga, un quite de distinguido primor. El propio Roca Rey había sorprendido y cautivado al recibir al tercero con lances capote a la espalda de mucho ajuste y buen vuelo. Ninguno de los quites se celebró ni subrayó como merecieron todos sin excepción. La abundancia pesó en los tres toros a la hora de la verdad.
Distinto a todos en pinta, hechuras y remate, el cuarto, negro listón, muy fino de cabos, largo, armado por delante, fue el toro de la corrida. Estampa impecable, ritmo de formidable regularidad, viajes largos y descolgados. Un son particular, estilo mayor. Tras un puyazo trasero, el toro prendió a Posada por la entrepierna cuando iba a lancear por la mano izquierda, lo empaló, volteó y revolcó. Al ir al quite tropezó el banderillero Jesús Márquez y vino a caer encima de Posada y en la cara del toro. Todos ilesos tras un caos notable que vino a resolver con un quite capote a la espalda Clemente.
Y el momento de la corrida: Posada, despojado de la chaquetilla tras la cogida y su alivio de urgencia, se fue a los medios y, la muleta escondida por la espalda, citó de largo. Al toro le escocían las banderillas y se dolía, tardó en fijarse y venir, pero vino. Con el son del que iba a hacer ya gala. Una brillante tanda de cuatro con la izquierda, barriendo la arena, largos los cuatro, ligados, mano baja, gran dibujo, y un remate sutil. El remate clásico de pecho de lo que iba a ser una faena corta pero sutil, o tan sutil como breve, y más intensa que ligera, no llegó hasta la que fue quinta y última tanda.
Una segunda tanda en redondo de parecido estilo al de la primera, y el remate del cambio de mano, y la muleta al hombro en una salida agitanada. Aflamencados los paseos de las transiciones, y las salidas de la cara del toro tras librar tanda. Antes de la tercera, un ataque de tos, un ahogo, y tras cuatro cosidos, la trincherilla. Ir cambiando de mano de una tanda a otra fue brillante idea. El tramo final, postura algo impostada, dejó sentir la calidad del toro en muletazos de frente o enroscados, y en el de pecho, que fue como una rúbrica. Una estocada soltando el engaño. Una oreja. Sello distinguido. Una vuelta al ruedo muy parsimoniosa. Sin votos en contra. Tras ella, Posada pasó a la enfermería.
El duelo de quites volvió a repetirse en el quinto, sardo, hechuras de toro. Le pesó a Clemente lo indecible en el saludo, Roca Rey quitó capote a la espalda con mérito - ¡ni un olé!- y replicó Dubecq por tafalleras que dieron con el toro en el suelo. Toro a su aire y sin gobierno, renegón, dos veces desarmado Clemente, faena desborbada pero sin sacar el torero bordelés bandera blanca. Media, un descabello.
TÍTULO: EL PAN Y LA CHIMENEA,. CANCION,.
Puedo ponerme cursi y decir
que tus labios me saben igual que los labios
que beso en mis sueños,
puedo ponerme triste y decir
que me basta con ser tu enemigo, tu todo,
tu esclavo, tu fiebre, tu dueño.
Y si quieres tambien
puedo ser tu estacion y tu tren,
tu mal y tu bien,
tu pan y tu vino,
tu pecado, tu dios, tu asesino…
O tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.
Puedo ponerme humilde y decir
que no soy el mejor
que me falta valor para atarte a mi cama,
puedo ponerme digno y decir
“toma mi direccion cuando te hartes de amores
baratos de un rato… me llamas”.
Y si quieres tambien
puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adios y tu “ven”,
tu manta y tu frio,
tu resaca, tu lunes, tu hastio…
O tal vez ese viento
que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda,
en mitad de la calle y desnuda.
Y si quieres tambien
puedo ser tu abogado y tu juez,
tu miedo y tu fe
tu noche y tu dia.
Tu rencor, tu por que, tu agonia…
o tal vez esa sombra
que se tumba a tu lado en la alfombra
a la orilla de la chimenea
a esperar que suba la marea.
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