EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO DOMINGO LUNES - EL MUNDO DE LOS MEDIOCRES,.
EL MUNDO DE LOS MEDIOCRES,. foto.
Llevo semanas leyendo una biografía de Stalin. Voy despacio, no solo porque es voluminosa (cerca de ochocientas páginas), sino porque lo que cuenta es tan aterradoramente inverosímil que a veces tengo que releer varias veces de pura perplejidad. No hablaré aquí de los veinte a cuarenta millones de víctimas que se le atribuyen. Tampoco de cómo con él se cumple, inexorable, ese refrán que dice que de «buenas intenciones está empedrado el camino del infierno». ¿Sabían, por ejemplo, que la colectivización, es decir, su programa para optimizar la producción agrícola reemplazando las granjas de propiedad individual por koljoses comunales, provocó tal hambruna que los campesinos desesperados devoraban los cadáveres de sus hijos muertos de inanición? Descuiden, no voy a arruinarles la mañana de domingo con estas u otras atrocidades, sino que me gustaría reflexionar sobre esta curiosa frase del tío Josif, como a él le gustaba que lo llamasen: «El mundo es de los mediocres», aseguraba, y lo hacía con conocimiento de causa. «Mediocre y oscuro», así lo definió Trotsky al poco de conocerlo, sin sospechar que a no mucho andar Stalin lograría no solo eclipsar su rutilante estrella, sino hacer que palideciera también al astro rey de la revolución, el mismísimo Lenin. ¿Cómo un hombre poco elocuente, con una inteligencia rústica y cerrado acento georgiano logró abrirse paso entre camaradas mucho más brillantes que él y convertirse en uno de los hombres más poderosos y temidos de la Tierra? Precisamente por una para él venturosa conjunción de mediocridad y crueldad a partes iguales. Mediocridad para, en el comienzo de su andadura política, no levantar suspicacias. Una muy útil grisura que le permitió infiltrarse en las esferas dominantes hasta situarse, para asombro de todos, a la par de Lenin. Y crueldad para, primero, convertirse en imprescindible ocupándose del trabajo sucio y, más adelante, una vez alcanzado el poder, utilizándola como implacable arma política hasta hacer tristemente cierta esa otra frase suya que seguro conocen: «Una muerte es una tragedia, pero un millón de muertes es solo estadística». Siempre me han fascinado los mediocres. ¿Qué especial talento tienen para estar siempre en el lugar adecuado en el momento preciso? ¿Cómo consiguen alcanzar metas más elevadas que otras personas más inteligentes, más preparadas, más interesantes? Observando casos notables como el de Stalin pueden sacarse algunas conclusiones. A diferencia de los brillantes, que inevitablemente levantan envidias y recelo, los mediocres vuelan bajo el radar y poco a poco procuran hacerse imprescindibles. Incansables pelotas, los mediocres son tenaces, y cuentan con otra poderosa arma, su propio resentimiento, motor tanto o más útil que el entusiasmo, el idealismo, la inteligencia incluso. Los mediocres no serían tan peligrosos si, una vez alcanzada su meta, dejaran de pensar como mediocres. Pero no, cuando tienen éxito, y para proteger la situación que tanto les ha costado alcanzar y que tan grande les queda, se vuelven despóticos, dan órdenes absurdas, caprichosas, injustas. ¿De quién se rodea un mediocre cuando está arriba? Obviamente no de personas que puedan hacerle sombra. Por eso en su corte celestial abundan los necios, los tontos útiles y, por supuesto, más mediocres. Otra de sus tácticas es, puesto que no pueden hacerse admirar, hacerse temer. Y bien que lo logran practicando el «divide y vencerás», la arbitrariedad y hasta la crueldad más refinada. Paradójicamente, y por fortuna, la vida a veces se toma sus curiosas revanchas. En el caso de Stalin, por ejemplo, era tal el pavor que inspiraba que, al final de sus días, la parca le tenía reservada una sorpresa. Una noche le sobrevino un ataque cerebrovascular. Durante casi cuarenta y ocho horas estuvo agonizando sobre sus propios orines y excrementos sin que nadie se atreviera a abrir su puerta. Cuando por fin lo hicieron, los médicos no querían tocarlo siquiera (meses atrás había mandado fusilar a su galeno de cabecera). Su agonía se alargó durante días. No podía hablar ni mover un músculo, pero sí ver la cara de satisfacción de sus herederos políticos rodeando su cama. Un fin a la medida de tan cruel mediocre.
Desayuno: domingo - lunes ,. sin té ni café,.
Cena - domingo - lunes - una tortilla de salchichas, pan tomate y lechuga, beber agua, postre una naranja, etc.
«Un zumo de naranja recién exprimido y una tostada con aceite y sal de escamas, con aguacate y tomate. Ni té ni café. Me lo preparo y tomo solo, porque vivo solo [ríe]».
TITULO: LA COCINA DOMINGO LUNES - COMER A LO GAMBERRO,.
Comer a lo gamberro
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Sudeste, un local de comida divertida y ambiente desenfadado,.
Mi mujer tenía comida de empresa y a mí no me molaba cocinar. ¡Hombres! O sea, ¡caprichosos! Cogí el HOY y me eché a la calle. Me apetecía comer a lo gamberro y me apetecía hacerlo a lo varón solitario y huraño que lee el periódico mientras mastica y bebe cerveza. Dudaba: ¿pizza, hamburguesa, fajitas, bocata & company?
Recordé que mi hijo me había comentado algo sobre un bar nuevo de comida divertida que habían abierto el uno de diciembre «unos de Alicante» en la avenida Virgen de la Montaña de Cáceres. Y decidí experimentar. Allí estaba, por debajo del Gobierno Civil. Atractivo por fuera: blanco, distinto y un cartel avisando de la diferencia: 'Sudeste, the new food generation'. Entro y la decoración es divertida, informal, cuidada, detallista... Estilo Ikea. Macetas en las mesas, camareros de negro, alegría conceptual y unos baños que compiten con los de la Filmoteca por el título de lavabos públicos más originales de Cáceres.
La carta es curiosa, aunque me cuesta pasar las hojas. En la mesa de al lado, tres cuarentones en comida de trabajo deciden pedir 'unas entradas cachondas'. Efectivamente, los platos tienen nombres en consonancia con la informalidad estudiada del local: el patito coqueto (muslo de pato confitado en salsa de naranja y chipotle, servido en tortilla de trigo) (4,50 euros), el pulpito travieso (pulpo asado con salsa cremosa de hierbas, sal negra de carbón, aceite de ajo y pimentón servido en tortilla de trigo (4,50), hummus sapiens, la burra ibérica, el cerdito borracho, dos sandwiches de estilo danés llamados el carnívoro (10,50) y el herbívoro (9)...
Las tienen de cuatro tipos. La swiss dreams (10), la blue barbecue (10,50) y la green limbo (10,50) son un taco generoso de 180 gramos, 100% ternera de Extremadura con aderezos diferentes y quesos de calidad. La chiken capri (10) cambia la ternera por el pollo. Todas llevan mezclum, tomate y salsas, van acompañadas de patatas artesanas y el pan se elabora en el establecimiento.
Pido una swiss dreams con cebolla caramelizada a la cerveza y queso suizo. Para beber, me fijo en las 15 cervezas artesanas de la carta (Ballut, Er Boquerón, La Socarrada, La Virgen 360) y opto por una caña. Toca esperar y me dispongo a disfrutar con una de mis manías: leer el diario en soledad mientras espero la llegada de la comida. Pero se acerca el maître y amablemente me comenta que su madre lee el HOY todos los días.
«¿Pero no erais una franquicia de Alicante?», me sorprendo. Y él me aclara la cuestión: «No somos franquicia, sino sociedad. Hay socios de Alicante y socios extremeños. Tenemos un establecimiento en Alicante y al decidir dónde abrir en Extremadura, hemos estudiado el mercado y hemos optado primero por Cáceres».
Tras la información, un camarero deposita en la mesa una lata de conservas conteniendo sabrosos encurtidos. Al poco, llega una impresionante hamburguesa sobre una bandeja de pizarra y una cesta de freidora, que parece de juguete, llena de patatas apetitosas. Disfruto como un muchachino, abriendo desmesuradamente la boca y contraviniendo todas las reglas del decoro. De postre, correcta ensalada de frutas con espuma de yogurt griego y miel (4,50). Más un café solo magnífico y una copa de Habla de Ti: 19,45.
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