domingo, 30 de abril de 2017

EN PRIMER PLANO - A FONDO - LA BRUJULA ONDA CERO RADIO - Yuval Noah Harari: "Es muy probable que en cien años seamos sustituidos por otras entidades",./ REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - LA LINTERNA LA COPE - COMO ME HICE RICO RAPIDO,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - SUICIDIO ASISTIDO,.

TITULO:EN PRIMER PLANO - A FONDO - LA BRUJULA ONDA CERO RADIO -
Yuval Noah Harari: "Es muy probable que en cien años seamos sustituidos por otras entidades",. 


LA BRUJULA ONDA CERO RADIO,.
 

 La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura. Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna, retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio denominado La Brújula de la Economía) y el debate político.

EN PRIMER PLANO - A FONDO  -Yuval Noah Harari: "Es muy probable que en cien años seamos sustituidos por otras entidades",.

 Yuval Noah Harari: "Es muy probable que en cien años seamos sustituidos por otras entidades", fotos.

Es el pensador de moda. Sus libros ‘Sapiens’ y ‘Homo deus’ se han convertido en superventas mundiales por su talento para condensar la historia de la Humanidad y adentrarnos en el mundo del mañana. Hablamos con Yuval Harari de nuestro futuro… y del de los que vengan después.

Resultat d'imatges de yuval noah harari revista xl semanalSe ha convertido en un oráculo aclamado por Bill Gates. El historiador israelí Yuval Noah Harari (Haifa, 1976) es un experto en la Edad Media que escribe sobre el futuro.
Se doctoró en oxford y es catedrático por la Universidad Hebrea de Jerusalén. Sus dos ensayos (publicados en España por Debate) se han convertido en superventas mundiales. Primero, Sapiens. De animales a dioses, en el que trazaba una historia de la humanidad cuya idea central es que el ser humano no es tan especial, pero su capacidad para creerse sus propias ficciones (el dinero, entre otras) le permitió cooperar a gran escala y dominar al resto de los animales. A raíz de ese libro se volvió vegano. La secuela es Homo deus. Breve historia del mañana, en la que augura que el hombre lleva camino de volverse obsoleto, precisamente cuando más cerca estaba de la felicidad y la inmortalidad. La cita es en Londres, en un hotel del barrio de Covent Garden. Lo acompaña su marido y agente, Itzik Yahav.
XLSemanal. He leído sus libros en mi Kindle y resulta, según usted, que, mientras lo hacía, mi Kindle también me ha estado ‘leyendo’…
Yuval Noah Harari. Sí, ya hay toda una serie de máquinas que está recopilando constantemente datos sobre sus usuarios. Y el Kindle es una más. Amazon ya sabe qué libros ha comprado usted antes. Y ahora también monitoriza qué partes lee usted despacio, cuáles se salta, cuáles anota… El siguiente paso será dotarlo de un software de reconocimiento facial y sensores biométricos para saber cómo influye cada frase en su ritmo cardiaco y su presión sanguínea. Sabrá qué le hizo reír, qué le puso triste; conocerá exactamente cuáles son sus gustos y los comparará con los de millones de usuarios…
XL. Y qué implica que estas máquinas sepan tanto de mí?
Y.N.H. De momento, le recomendará otros libros.
XL. Parece lógico. Si acierta y me gustan, es bueno para el negocio y bueno para mí.
Y.N.H. Es que ahí no queda la cosa. Poco a poco le daremos al algoritmo la autoridad para tomar las decisiones más importantes de nuestras vidas.
XL. Primero, dígame qué es un algoritmo.
Y.N.H. Es un conjunto de reglas para resolver problemas. Introduces información, el algoritmo sigue unos pasos y da unas respuestas.

“Las decisiones claves no se toman en la Casa Blanca; las toman los ingenieros de ‘software’, científicos, empresarios…”

XL. Ya, como el de Google. Metes palabras en el buscador y te salen resultados.
Y.N.H. Sí. Pero todos somos algoritmos. Las máquinas y los seres vivos. Los humanos somos algoritmos orgánicos. Con la información que tenemos, actuamos. Los sentimientos y las emociones son mecanismos bioquímicos que los animales usan para tomar decisiones. Es un cálculo veloz de probabilidades que nos ayuda a sobrevivir. Cuando vemos un tigre, aparece el miedo porque un algoritmo bioquímico calcula que la probabilidad de morir es grande. La química sexual aparece cuando tenemos posibilidades de aparearnos con alguien. Son algoritmos que se han ido perfeccionando a lo largo de cientos de miles de años. Si el algoritmo se equivocaba, morías. Y tus genes no pasaban a la siguiente generación.
XL. Pero el algoritmo de una máquina también se puede equivocar.
Y.N.H. Sí, pero no hace falta que sea perfecto. Solo tiene que ser mejor que nosotros. Piense en Google Maps, ya no hace falta que usted tenga un conocimiento de la ciudad. Basta con que siga las instrucciones. La autoridad va de la humanidad al algoritmo. Y esto mismo está pasando en muchas facetas de la vida. En la salud, por ejemplo. Si una pulsera tipo Fitbit te monitoriza las 24 horas, acabará detectando si estás enfermo o no antes que tu médico. Las compañías de seguros te animarán a que te las pongas. Tendrán dos tarifas, una con descuento si te la pones y otra más cara. En fin, Google, Amazon o Facebook elegirán la carrera que vamos a estudiar y la persona con la que nos vamos a casar. En la Europa medieval, los sacerdotes y los padres la elegían por ti. Cuando triunfó el humanismo, le dimos esta autoridad a nuestros sentimientos.
XL. Nos enamorábamos. Le hacíamos caso al corazón…
Y.N.H. Exacto. Pero en una sociedad basada en el big data le preguntaremos a Google. Y Google, que nos conoce mejor que nosotros mismos, nos aconsejará. Y no hace falta que acierte siempre. Basta con que sea mejor que nosotros. Además, la mayoría de la gente no se conoce a sí misma muy bien. Y mete la pata en algunas de las decisiones más importantes de sus vidas. Piensan, por ejemplo, que son buenos escritores. Y no lo son. Pero Google o Amazon te siguen a todas partes, saben cuáles son tus talentos. Saben si quieres ser rico o ser feliz.
XL. Y esta tendencia se generalizará?
Y.N.H. Sí. Y poco a poco perderás la capacidad de tomar decisiones por ti mismo. Porque para tomar decisiones necesitas un entrenamiento. Necesitas cometer errores. Si confías solo en Google Maps, nunca desarrollarás tu propio sentido de la orientación o tu instinto. Confías en los que tienen todos los datos y el poder computacional para procesarlos.

“En 50 años, los sistemas políticos que conocemos serán irrelevantes. Celebrar elecciones nos sonará ridículo”

XL. Yo tenía manía a los navegadores. Prefería perderme. Incluso pensaba que perderse es interesante… Ahora, me he rendido y llevo un Tomtom en el coche.
Y.N.H. Porque el navegador es mejor que usted en geografía. Pasa lo mismo con el coche autónomo. Nadie espera que no tenga accidentes, pero cada año mueren 1,3 millones de personas en la carretera, el doble que por guerras, terrorismo y violencia. Un ordenador no se emborracha, no se duerme… Sí, cometerá errores y habrá accidentes, pero tendrá sentido cambiar a coches autónomos, porque bajarán las cifras de muertes exponencialmente.
XL. Eso está bien.
Y.N.H. Por supuesto. Pero seremos cada vez más dependientes. Qué sentido tendrán nuestras vidas? El humanismo ha dominado la sociedad en los últimos siglos. Confiábamos en nosotros mismos. Ya no. Y da miedo.

“La probabilidad de morir en un atentado es menor que la de que te parta un rayo. Hay un desfase entre la realidad y nuestra percepción de ella”

XL. Viniendo a nuestra cita, he pasado por el puente de Westminster. Todavía hay flores y velas que recuerdan a las víctimas… Eso también da miedo.
Y.N.H. En Europa, la probabilidad de que alguien muera en un atentado es menor que la de que le parta un rayo. Desde el año 2000 han muerto menos de cien personas en atentados en el Reino Unido. La obesidad ha matado a medio millón en ese tiempo. Hay un desfase entre la realidad y nuestra percepción de la realidad.
XL. Pero el Estado Islámico es una amenaza real.
Y.N.H. Sí, pero ni el Estado Islámico ni nadie ofrecen una alternativa seria al sistema liberal, porque no tienen respuestas para las grandes preguntas de nuestra era.
XL. Y cuáles son esas preguntas?
Y.N.H. ¿Qué va a pasar con el mercado de trabajo cuando la inteligencia artificial supere a los humanos en la mayoría de las tareas? ¿Qué vamos a hacer con esa nueva clase formada por cientos de millones de personas sin empleo que van a ser económicamente irrelevantes?
XL. Y qué va a pasar?
Y.N.H. ¡No lo sé! Antes había luchas ideológicas. Si perdías la fe en el capitalismo, te volvías comunista. Este momento es único en la historia porque no hay alternativa. Ni el fundamentalismo ni los nacionalismos son alternativas. La gente mira al pasado porque ha perdido las referencias, porque está perdida. Pero es un espejismo.
XL. La tecnología traerá nuevos empleos…
Y.N.H. Sí, pero serán suficientes para reemplazar los que se pierdan? No necesitaremos conductores ni traductores… Dígale usted a una cajera de supermercado o a un agente de seguros que se hagan ingenieros de realidad virtual. Habrá trabajos en empleos creativos, pero incluso esas tareas las terminarán haciendo mejor los robots. Escribirán música mejor que nosotros.
XL. Pues vaya panorama…
Y.N.H. Antes, la vida se dividía en dos periodos. el del aprendizaje y el de la madurez, cuando te ponías a trabajar. Pero hoy lo que aprenden los niños en el colegio no valdrá para nada cuando tengan 40 años. A las máquinas no les cuesta tanto trabajo como a nosotros reinventarse. ¿Qué nos queda a los humanos? ¿Las drogas y los videojuegos?
XL. No sé, dígamelo usted.
Y.N.H. Nadie tiene ni idea de cómo será la vida dentro de 50 años. Y los políticos menos que nadie. Mire el Reino Unido, se va a pasar una década dándole vueltas al brexit, distraído de los problemas de verdad. O mire a Donald Trump, culpando a los chinos y a los mexicanos de que los norteamericanos se quedan sin trabajo, cuando lo que les va a quitar el trabajo es la inteligencia artificial.

“No digo que los gurús de Silicon Valley hagan lo correcto, pero si los comparas con Putin o Trump no hay color”

XL. ¿Y qué me dice de los gurús de Silicon Valley? Tampoco tienen respuestas?
Y.N.H. Por lo menos ellos tienen una visión. Miran hacia delante, no hacia atrás. No digo que Elon Musk o Mark Zuckerberg estén haciendo lo correcto. O que sean conscientes de las consecuencias de sus decisiones. La verdad es que tengo una relación complicada con la gente de Silicon Valley. Soy muy crítico con ellos y veo los peligros, pero por otra parte son los únicos que se toman en serio los grandes desafíos del siglo. Si comparas a Elon Musk con Putin o Trump, no hay color. Las decisiones más importantes ya no se toman en Bruselas, el Kremlin o la Casa Blanca; las toman ingenieros de software, científicos, empresarios…
XL. Por cierto, usted pronosticó que ganaría Trump.
Y.N.H. Tampoco era tan difícil. Era él o Clinton.
XL. Pero muy pocos apostaban por Trump. Y luego se fue a su retiro anual y no se enteró hasta un mes más tarde de que había ganado. Hábleme de esos retiros.
Y.N.H. Cuando planeo mi agenda anual, lo primero que hago es reservar uno o dos meses para mi retiro espiritual. Me desconecto totalmente. Internet, televisión, móvil…
XL. ¿Por qué?
Y.N.H. Porque me da equilibrio y paz. Si no, me volvería loco.

“Somos una especie problemática, insatisfecha. No somos malos, pero nos sentimos miserables”

XL. También practica la meditación…
Y.N.H. Sí, dos horas al día hago meditación Vipassana. Para limpiar la mente. Igual que te duchas para limpiar tu cuerpo. La hago porque busco la verdad. la verdad sobre la vida, sobre lo que pasa, sobre por qué hay tanto sufrimiento en el mundo. Cuando intentamos responder estas preguntas, con frecuencia nos contamos historias.
XL. ¿Quiere decir que nos ‘montamos’ películas?
Y.N.H. Sí. Y yo no quiero contarme una historia. Quiero ver la realidad con mis propios ojos. En la meditación empiezas con una realidad muy básica. Lo primero que haces es observar tu respiración. El aire que entra y sale de tu cuerpo. Cuando empecé, hace 17 años, no podía hacerlo más de diez segundos, mi mente enseguida volaba. No podía observar esa realidad tan simple más que un ratito. Y si no podía ver algo tan sencillo, cómo iba a pretender mirar el mundo?
XL. ¿Y qué es lo que ve ahora?
Y.N.H. Desilusión. Millones de personas están perdiendo la fe en el sistema. Estamos en un momento de crisis, de pérdida de fe en el sistema liberal. La paradoja es que la situación es mejor que en cualquier otro periodo de la historia. Hay menos hambre, menos enfermedades, menos guerras que en cualquier época anterior.
XL. ¿La democracia es uno de los pilares del sistema, también está en crisis?
Y.N.H. En 50 o 100 años, todos los sistemas políticos que hemos conocido serán irrelevantes. Democracia, comunismo, dictaduras… Si tenemos estos sensores biométricos en nuestro cuerpo y un algoritmo que te monitoriza todo el día y sabe cómo te sientes y lo que quieres y lo que necesitas, ya no se votará. La simple idea de celebrar unas elecciones nos sonará ridícula. Votar cada cuatro años, y quizá ese día te duele el estómago y cambias tu voto. Es tan primitivo. Pero también nos parecerá una locura la idea de tener un dictador.
XL. Predice que los muy ricos se fundirán con las máquinas y superarán al Homo sapiens, como una especie de semidioses.
Y.N.H. Es un escenario posible.
XL.¿ Somos los últimos Homo sapiens sobre la faz de la Tierra?
Y.N.H. No los últimos, pero sí una de las últimas generaciones. Es muy probable que en 100 años hayamos sido sustituidos por otra clase de entidades. Y en dos o tres siglos es muy muy difícil que sigamos dominando el planeta.
XL. ¿Como lo que pasó con los neandertales?
Y.N.H. Sí, pero no creo que vayamos a ser exterminados. Habrá una versión mejorada. Cíborgs. Pero no desapareceremos del todo. Todavía queda un cuatro por ciento de neandertal en nuestro ADN, quizá quede un cuatro por ciento de Homo sapiens en esa nueva especie.
XL. ¿Y qué opina del Homo sapiens?
Y.N.H. Algunos de mis amigos son Homo sapiens [ríe]. Somos una especie problemática. Insatisfecha. Trabajamos duro para conseguir algo y entonces queremos otra cosa. Siento compasión. Y causamos mucha destrucción y sufrimiento. No somos malos, pero nos sentimos miserables. Y nunca nos guardamos la miseria para nosotros, la proyectamos a los demás.

 TITULO:  REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - LA LINTERNA LA COPE -  COMO ME HICE RICO RAPIDO,.
LA LINTERNA LA COPE .

La linterna es el programa de radio informativo,político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Juan Pablo Colmenarejo, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 00:00 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a La linterna de la iglesia, dirigida y presentada por Faustino Catalina.
 

 REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA -COMO ME HICE RICO RAPIDO,.

Rohan Oza: cómo me hice rico rápido, fotos.

Es conocido como ‘el maestro de las marcas’. Rohan Oza usa innovadoras estrategias comerciales para vender bebidas de moda y seduce tanto a los famosos que participan en las campañas como a los consumidores. Jennifer Aniston, Rihanna o Justin Timberlake ya han caído en sus redes.

Y bien, ¿qué tenemos por aquí?”, dice Rohan Oza mientras cruza su enorme casa en Beverly Hills y abre la nevera. En el interior se encuentran sus grandes éxitos, dispuestos en hileras.
Hay vita coco, el agua de coco que hoy se vende por todo el mundo; Health-Ade Kombucha, la marca de té que arrasa en Estados Unidos; un producto hecho con sandías conocido como WTRMLN WTR; y hasta una marca de requesón que, según me asegura, todos los jóvenes cool van a comer dentro de pocos años.
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Justin Timberlake y Christopher Walken en el anuncio de Bai
«La que más me pone de todas es Bai», dice al tiempo que saca unos botellines de un refresco de frutas bajo en calorías. Hace poco que convenció a Justin Timberlake para que lo patrocinara en un anuncio en mitad de la Superbowl que ha hecho furor en YouTube.

Oza tiene tres viviendas: una en Tribeca, Nueva York; otra en los Hamptons y otra en una ladera en Los Ángeles, su preferida de las tres y donde organiza sonados saraos

Rohan Oza tiene 42 años, es de origen indio y nacido en Zambia. Educado en Gran Bretaña, lo llaman ‘el maestro de las marcas’. Su ‘rollo’ consiste en emparejar nuevas marcas de bebidas con patrocinadores famosos que aportan a los productos «frescura pop». Oza es la razón por la que Jennifer Aniston raras veces aparece fotografiada sin una botella de Smartwater, por la que Rihanna te exhorta a «hidratarte naturalmente» en una de cada dos paradas del autobús, por la que Beyoncé acaba de invertir en campos de sandías. E hizo que Curtis Jackson (más conocido como 50 Cent) se embolsara la suma aproximada de 100 millones de dólares después de la venta de Vitamin Water a Coca-Cola en 2007 por 4,2 billones de dólares. En su momento, el rapero había accedido a promocionar la marca emergente a cambio de acciones de la compañía, y el resultado es que hoy todo el mundo quiere el teléfono de Oza. «La gente se enteró de que Fifty se había sacado un montón de dinero, y la consecuencia fue que los famosos empezaron a firmar unos contratos publicitarios completamente nuevos».
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Rihanna y Vita Coco
A pesar de todas las muestras del éxito a la americana, Oza sigue siendo inconfundiblemente británico. «Me considero un hombre de negocios británico». Oza no tiene problema en reconocer que, a pesar de su paso por Harrow -un internado tan costoso como elitista-, no llegó a superar los exámenes para ingresar en Cambridge. Y que perdió su primer empleo, en la fábrica de chocolatinas Mars, por no esforzarse lo suficiente en el trabajo.

Un estilo propio

Los novedosos conceptos de marketing que suelen serle atribuidos de forma automática fueron, hasta cierto punto, el producto de la casualidad. Llegó a un acuerdo con 50 Cent porque no le quedaba otra, porque no disponía del teléfono de Jay-Z. Y se le ocurrió la idea de ofrecerle acciones de producto porque no tenía dinero para pagar un patrocinio. «Durante un tiempo trabajé como becario en una consultoría, donde uno de los socios efectuó la mejor descripción de mis aptitudes profesionales -recuerda-. Me dijo: ‘Ro, serías un socio fenomenal. Pero no termino de estar seguro de que vayas a hacer el trabajo necesario para conseguirlo’. Y tenía razón, porque soy incapaz de deslomarme en la faena. Pero sí que me las arreglo para hacer las llamadas necesarias si tengo una buena idea».

Le ofreció acciones del producto a 50 Cent porque no tenía dinero para patrocinio. Ahora, todas las estrellas quieren ese tipo de contrato

Es lo que hace hoy en día en su calidad de socio en CAVU Venture Partners, compañía que recurre a la promoción propia de Silicon Valley para publicitar nuevas marcas de bebidas no alcohólicas.
La vida de Oza pasa por cuatro continentes. Su bisabuelo emigró en barco de Gujarat, en la India occidental, a África a finales del siglo XIX. Acabó por instalarse en Rhodesia del Norte (la actual Zambia). Su padre creó allí la principal empresa agrícola del país y Oza disfrutó de una niñez cómoda y cosmopolita bajo el sol africano. «He aprendido unas cuantas cosas de mis padres -afirma-. Una de ellas es el valor del trabajo duro. Otra es que tienes que ser ingenioso e inventivo: mi padre se veía constantemente obligado a transformar su negocio, porque la economía de Zambia siempre estaba cambiando. En África hay muchas personas que ganan un montón de dinero, pero no pagan impuestos, y apenas dan trabajo a un par de personas. Me siento orgulloso de que todos los negocios en los que he invertido han generado empleos».
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Jennifer Aniston con Smartwater
Asimismo considera que «todo el mundo tiene que participar de los beneficios» cuando más adelante vende sus compañías. «Para el fundador de la empresa, da igual ganar 40 que 50 millones con la operación. Da exactamente igual. Pero si haces que 10 millones en acciones vayan a parar a las personas que de hecho han construido la empresa, vas a mejorar sus vidas de forma sustancial». En un lugar como este, el suyo es un lenguaje poco menos que comunista.
Oza decidió estudiar Ingeniería, y su madre albergaba la esperanza de que después de Harrow fuera a Cambridge. «Pero había un problema. Pronto comprendí que los alumnos de Ingeniería de Cambridge eran tres veces más inteligentes que yo», asegura, razón por la que escogió la poco conocida Universidad de Nottingham. Lo que más recuerda de esa época es el constante trasegar de jarras de snakebite and half: media pinta de sidra, media de cerveza y un chorrito de refresco de grosella negra. «¡Una mezcla explosiva con la que tienes el colocón asegurado!», describe con una ancha sonrisa. Me sorprende que no haya tratado de lanzarla comercialmente en Los Ángeles.

Entender de qué va el ‘rollo’

Tras el paso por la universidad entró a trabajar en Mars en prácticas. Su labor inicial era la de supervisar el funcionamiento de una fábrica de chocolatinas. Pero aquello no fue bien. Terminaron por despedirlo. Regresó a Zambia y durante un tiempo estuvo en la empresa paterna, hasta que decidió que lo suyo era la mercadotecnia. Estudió en la Universidad de Míchigan y entró a trabajar en Coca-Cola, como becario. Consiguió su primer éxito al «construir» la marca del refresco Sprite en los años noventa.

estilo, gente, rohan oza, bebidas, celebrities, xlsemanal50 cent en la fiesta de Vietman Water en 2006
«Tienes que encontrar la forma de participar en la cultura», explica. La campaña que relanzó Sprite era un nostálgico homenaje a los juguetes Transformers y estaba protagonizada por cinco grupos de hip-hop de distintas partes de Estados Unidos que habían dejado de lado sus rivalidades para plantar cara al malo de la película.
«Al mirar los anuncios, los espectadores no se dicen: ‘Qué bien… Ahora mismo voy a comprar una lata de Sprite’. Pero sí que empiezan a mirar a Sprite con respeto, porque perciben que la marca sabe de qué va el ‘rollo’. Lo que tiene su importancia en un mercado donde el 70 por ciento de las decisiones que se toman son impulsivas». Rohan consiguió que Sprite se convirtiera en el refresco predilecto de un grupo demográfico clave. «Los jóvenes afroamericanos ejercen mucha influencia en secundaria y en la universidad. Los jóvenes de los barrios residenciales pronto se subieron al carro. Y Sprite despegó».

En 2002, Oza se apuntó a la tendencia de las bebidas ‘sanas’. Cree que superarán a los refrescos tradicionales, aunque sean mucho más caras

Obtuvo un éxito parecido con Powerade, merced a los patrocinios de estrellas del deporte como Andy Roddick y Shaquille O’Neal. Él mismo vino a convertirse en una superestrella del mundo corporativo… hasta que decidió que la cultura empresarial en Coca-Cola era demasiado asfixiante.
También se daba cuenta de por dónde soplaba el viento de los negocios. En los ochenta, un portavoz de Coca-Cola se jactaba de que los estadounidenses consumían mayor cantidad de refrescos que de agua del grifo. Los americanos ingieren un promedio de 126 gramos de azúcar al día, el equivalente a una botella de litro de Coca-Cola. Sin embargo, poco a poco los consumidores estaban dando la espalda a las marcas de refrescos establecidas en favor de alternativas ‘más saludables’ y más costosas. Lo que se debe en gran parte a que las bebidas constituyen un indicador del estatus social de los estadounidenses, porque la mayoría anda con una bebida en la mano a todas horas del día.
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David Beckham con Smartwater
Oza se sumó a esta nueva tendencia de las bebidas -presuntamente- sanas en 2002, cuando se convirtió en director de marketing de Vitamin Water. «Su envasado me parecía cool, hacía pensar en un producto medicinal. Y me gustaba el hecho de que tenía la mitad de azúcar que los refrescos como Coca-Cola». ¡Pero si no es más que un concentrado de refresco de naranja! «Sí, claro. Y si lo que me propongo es no consumir azúcar en absoluto, no resulta muy conveniente. Pero si estoy acostumbrado a beber refrescos convencionales -como sucede con la mayor parte de los estadounidenses-, pasar de 30 a 15 gramos de azúcar constituye un progreso».

Un mercado en expansión

La tendencia no ha hecho más que acelerarse. «En los supermercados hoy te encuentras con centenares, con millares de productos con unos sabores más bien asquerosos -concede-. Los jóvenes de hoy tienen una fijación por los productos que son más saludables. Bebidas como WTRMLN WTR y Bai van a convertirse en el Sprite y la Diet Pepsi del futuro. Y las Coca-Colas de este mundo han terminado por comprender que resulta mucho mejor adquirir start-ups que tirar el dinero en el desarrollo de sus propios fracasos».
Y la tendencia alcanza a los alimentos. Entre sus próximas inversiones están una especie de cecina de ternera y un requesón producido por una pequeña empresa emergente llamada Good Culture. «El queso fresco en principio resulta tremendamente aburrido, pero estamos convirtiéndolo en sexy… ¡porque es un alimento estupendo!». Lo de ‘sexy’ suena un poco excesivo en este caso, pero con Oza nunca se sabe.
Y luego está la cuestión de encontrar esposa. «Es mi próximo proyecto». No van a faltarle pretendientes, ¿verdad? «El problema no está en encontrar pretendientes. Se trata de encontrar a una compañera para toda la vida… Y a estas alturas soy demasiado mayor para divorciarme. ¡Ja, ja, ja!».

A cada ‘celebrity’, su bebida

Oza cree que el acuerdo con 50 Cent funcionó porque era muy novedoso que un artista de hip-hop patrocinase agua, Vitamin Water. En el caso de Smartwater, lo que necesitaba era otra cosa, la imagen de pureza. Jennifer resultaba perfecta. Nunca había patrocinado un producto comercial hasta entonces.

 TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - SUICIDIO ASISTIDO,.

SUICIDIO ASISTIDO,.

reloj.jpegfoto reloj ,.

Perdido el sentido de la vida como don y como ofrenda, instaurada una engreída (a la par que frustrante) exaltación de la fortaleza y la salud que proclama que la única vida digna es aquella liberada de sufrimientos, parece llegado el momento de legalizar el suicidio asistido.
Los partidarios de esta legalización fundan sus vindicaciones en la voluntad soberana del individuo, que es quien determina los confines de su propia vida. Habría que empezar diciendo que ningún individuo, por sí solo, es soberano; pues la soledad es el estado más servil y dependiente que uno imaginarse pueda; y sólo completándose en otros puede uno llegar a ser medianamente independiente. Pero es que esta afirmación, referida al suicidio asistido, resulta doblemente falsa. Pues, lejos de ser una expresión de la voluntad soberana del individuo, el suicidio asistido exige una relación entre dos sujetos -quien desea morir y quien lo auxilia-, en la que uno de ellos impone su voluntad sobre el otro. O bien el enfermo convierte al médico en un instrumento de su designio; o bien el médico suplanta la voluntad del enfermo, arrogándose la capacidad decisoria para quitarle la vida. Legalizar el suicidio asistido no equivale, pues, a reconocer un supuesto derecho a disponer de uno mismo, sino a más bien un derecho a disponer del prójimo. Y equivale, desde luego, a imponer a los médicos una función que es exactamente la contraria a la que han desempeñado durante milenios.
Y, además, se trata de un derecho discrecional, pues a la postre quien asiste al suicidio, además de disponer de una vida ajena, se inviste de una capacidad valorativa más que discutible. A veces, incluso, podrá ‘valorar’ conforme a criterios malignos rebozaditos de emotivismo (como esos médicos y enfermeras dementes que de vez en cuando dan matarile a sus pacientes, porque les da penita que sufran tanto). Pero mucho más frecuente será que ‘valoren’ con criterios nada criminales, más bien soportando presiones insuperables (el médico que necesita con urgencia donaciones de órganos o camas libres en su hospital, pongamos por caso) o defendiendo posiciones ideológicas (pues, en un mundo tan ideologizado como el nuestro, también los enfermos y sus postrimerías pueden convertirse en bandera encontrada). Y, junto al médico acuciado por penurias sanitarias o el médico ideólogo, toda una cohorte de familiares, deudos y allegados con anhelos inconfesables, para quienes el enfermo puede haberse tornado demasiado oneroso, demasiado costoso, demasiado insoportable, demasiado longevo (¡y quieren heredar!). Familiares, deudos y allegados con anhelos inconfesables que, aprovechándose del decaimiento del enfermo, podrían insinuar la idea del suicidio. Allá donde las peticiones de suicidio asistido se atienden acaban finalmente ‘suscitándose’ otras; pues, una vez hecha la ley, siempre hay vivos que elaboran la trampa (y a veces, incluso, son el mismo).
¿Y qué decir de la voluntad del enfermo que quiere suicidarse? ¿De verdad es tan soberana como se pretende? Casi siempre, la persona que desea morir está anegada de dolor. De veras se puede defender seriamente que su voluntad no está viciada? Muchos enfermos son víctimas de neurosis, depresión, ansiedad, abulia y otros trastornos ligados a sus padecimientos. ¿De veras también las suyas son voluntades soberanas? Se afirma que esta situación tan peliaguda y ambigua se arreglaría con el llamado ‘testamento vital’. Pero lo que uno ha afirmado cuando veía la muerte desde la barrera, con arrogancia y lejanía, tal vez no sea lo mismo que uno piensa cuando se enfrenta encarnizadamente a la muerte y ansía vivir, pero ya no puede decirlo. ¿Por qué hemos de presumir que, por ejemplo, el enfermo de alzhéimer sigue pensando lo mismo sobre su muerte que la persona sana que la decretó en un momento pasado?
En el fondo de este debate están el irracionalismo y el emotivismo urdiendo su brebaje. Pues en todo anhelo de muerte hay siempre una rebelión de hombres que creyeron poder disfrutar de una vida sembrada de delicias; y que, al cabo, se encontraron con una vida regada de sufrimientos. A veces, ciertamente, crudelísimos; pero para que un sufrimiento nos desespere debe contar antes con la levadura de una desesperación prexistente. O con la desesperación que nuestra época nos ha instilado. No en vano Lacan decía que «la mirada del otro nos constituye». Y, una vez que nuestras vidas individualistas ya no están constituidas por la mirada del otro, sólo nos queda rezar para que ese otro nos mate, o siquiera nos ayude a morir.

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