sábado, 11 de noviembre de 2023

El Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA - La noche encendida - Oficina - Economia - Alquileres disparados ,. / La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los bosques - Por qué siempre hay adelfas en las carreteras: la verdadera razón tras el uso de estas plantas,. / RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Cine Bigote - La muerte y muchas doncellas cincuenta años después del golpe de Chile ,.

 

 TITULO: El Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA -  La noche encendida  - Oficina - Economia -  Alquileres disparados ,.

 
Resultat d'imatges de la noche encendida con pedro ruiz 
  La noche encendida,.
 
 
 'La noche encendida' no será solo un programa de charlas, espectáculo, música, comedia, sorpresas e invitados, presenta
do por Pedro Ruiz, por La 2,foto,. etc,.

  Alquileres disparados,.

 

La principal política de vivienda en estos momentos debería ser la de facilitar un incremento de la oferta: liberalizar el suelo y flexibilizar el cambio de uso del suelo,.

Por qué el coronavirus ha disparado la oferta de alquiler de habitaciones?

foto / De acuerdo con los datos recientemente publicados por Idealista, el alquiler de un inmueble de dos dormitorios ya absorbe en algunas provincias españolas cerca de la mitad de los ingresos del hogar. Ése es el caso de Málaga o de las Islas Baleares. En otros puntos de la geografía española, el porcentaje ronda el 40%, cuando lo financieramente prudente es que no rebase el 30%. Es cierto que no ocurre lo mismo en todas partes: en Castilla-La Mancha, Castilla y León o Galicia, el esfuerzo familiar del alquiler se ubica por debajo de un prudente 20%. Pero, como vemos, sí hay zonas de España en las que existe una evidente carestía de vivienda en relación a su demanda, lo que impulsa al alza los precios.

E insisto en este punto: a diferencia de lo que sucedió hace casi dos décadas, cuando se infló la burbuja inmobiliaria y se multiplicó irracionalmente la oferta de inmuebles, en la actualidad sabemos que falta vivienda en muchas ciudades porque los alquileres se están disparando… cosa que no sucedió durante la burbuja inmobiliaria (cuando los precios de compraventa crecieron muy por encima de lo que lo hicieron los alquileres). El hecho de que los alquileres –un precio que no depende de que los ciudadanos se endeuden en condiciones más o menos laxas– suban sí significa que la oferta de vivienda es insuficiente para atender la demanda: que hay inquilinos dispuestos a pagar cada vez más porque no hay inmuebles (donde residir) para todos.

 Por eso, la principal política de vivienda en estos momentos debería ser la de facilitar un incremento de la oferta: liberalizar el suelo y flexibilizar el cambio de uso del suelo. Si no permitimos que se construya mucho más allí donde se necesitan más plazas de vivienda, los alquileres seguirán creciendo y absorbiendo porciones crecientes de los ingresos familiares en beneficio de los arrendadores. Y entiéndaseme: no creo que los arrendadores sean los malos de la película, pero si los políticos impiden que se incremente la oferta de nueva vivienda, esos arrendadores percibirán rentas extraordinarias gracias a que esos políticos los protegen frente a la competencia. Y nadie debería gozar de los privilegios de un monopolio.

 

TITULO:  La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los bosques - Por qué siempre hay adelfas en las carreteras: la verdadera razón tras el uso de estas plantas.,

  La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los bosques  - Por qué siempre hay adelfas en las carreteras: la verdadera razón tras el uso de estas plantas  ,fotos.

 Por qué siempre hay adelfas en las carreteras: la verdadera razón tras el uso de estas plantas,.

 Adelfas en la carretera.

Carreteras

Seguro que todos nosotros nos hemos fijado en más de una ocasión en la vegetación que suele rodear las carreteras de España. Y aunque aparentemente, parece que tiene una función meramente estética, la realidad es que todos los objetos que se encuentran en los alrededores de una carretera, autovía o autopista están dispuestos para facilitar la circulación y establecer orden entre los conductores que transiten la vía. Este es el caso de las adelfas, una planta muy resistente que requiere muy poca agua para su crecimiento.

 

Se dice que estas flores sirven para separar los flujos de tráfico, evitar los impactos frontales y los deslumbramientos. Otra de las utilidades de estos arbustos es que sirven como amortiguación de un golpe de un vehículo que se sale de la carretera, de modo que no impacte de forma directa sobre quien pasa por la vía contraria. 

Este tipo de arbustos son de la familia de las apocináceas, venenosa, muy ramosa, de hojas persistentes semejantes a las del laurel y con flores blancas, rojizas, róseas o amarillas. Sin embargo, además de su función decorativa, también cumplen un propósito esencial para la seguridad de todos. Estas se suelen encontrar en diferentes vías en ambas direcciones y en la zona de terreno no circulable separado por vallas metálicas, normalmente, denominado mediana.

Sin embargo, no todo son beneficios y ventajas. Estas plantas pueden ser peligrosas cuando sus ramas adquieren cierta robustez. Las adelfas podrían rozar con los vehículos, ocasionando daños en la carrocería. Además, las raíces muy crecidas también serían capaces de deformar el suelo asfaltado.

Asimismo, parte de esas ramas podrían ocultar las señales verticales e incluso la presencia de un animal que va a cruzar por la carretera. La pérdida de visibilidad ante otros coches accidentados también supone un peligro ya que reduce el tiempo de reacción. 

TITULO:  RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO -  Cine Bigote -   La muerte y muchas doncellas cincuenta años después del golpe de Chile,. 

 RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Cine Bigote -  La muerte y muchas doncellas cincuenta años después del golpe de Chile   ,.    fotos,.

  La muerte y muchas doncellas cincuenta años después del golpe de Chile ,.

 Ariel Dorfman

 Ben Kingsley y Sigourney Weaver, en la adaptación cinematográfica de 'La muerte y la doncella', película de Roman,.

Escribí ‘La muerte y la doncella’ en 1990, pero sus dilemas centrales sobre las consecuencias de las dictaduras y el derecho a la justicia son más relevantes hoy que nunca en muchos países,.

 

El joven asesor cultural del gobierno de Salvador Allende, de visita en la casa de descanso del presidente de Chile, espera audiencia mientras curiosea los cuadros en la recepción. De pronto, observa un AK-47 expuesto en una vitrina con una inscripción en la culata: «A Salvador, de su compañero de armas, Fidel». Y entonces Ariel Dorfman escucha una voz conocida: «¿Te gustaría cogerlo?». El asesor titubea, agarra el arma y el miedo debe reflejarse en su mirada, porque entonces Allende exclama: «Esperemos que se quede aquí. Pero pronto lo sabremos, ¿verdad?».

 

Muy pronto. Apenas unos meses después, el 11 de septiembre de 1973, Salvador Allende muere con esa subametralladora en ristre defendiendo el palacio de la Moneda en Santiago frente a los golpistas comandados por el general Augusto Pinochet. Pero, ¿muere mientras dispara al enemigo o se suicida apuntando contra sí mismo? Acababa de nacer uno de los grandes enigmas de la historia reciente. Cincuenta años después, Dorfman, aquel joven asesor que tuvo en sus manos el arma que Fidel Castro regaló a Allende, el mismo que se salvó de milagro de la muerte el día del golpe de Estado al cambiar el turno con un amigo que sería torturado y ejecutado, publica una novela definitiva para sacar a la luz la verdad: Allende y el museo del suicidio: Una historia de amor y muerte (Galaxia Gutenberg, 2023).
 

Ariel Dorfman nació en Buenos Aires en 1942 aunque muy pronto su familia se instaló en Chile. Dramaturgo y escritor, fue también compañero de viaje de la vía chilena al socialismo encarnada por el gobierno de Unidad Popular presidido por Allende, que resistiría mil días antes de ser tumbado a sangre y fuego por los milicos. Logró entonces huir de su país y, con el tiempo, convertirse en una de las más respetadas voces internacionales en la defensa de los derechos humanos. En su obra La muerte y la doncella, adaptada más tarde al cine por Roman Polanski, concentró todo el horror de los miles de torturados y desaparecidos tras los golpes de estado de Chile, Uruguay o Argentina. Ahora, en su último libro, dobla la apuesta. Porque Ariel Dorfman, a sus 81 años, no sólo ha escrito una novela torrencial e hipnótica, una intriga política apasionante en la que enjuicia sin contemplaciones su propia vida, sino que además tiende un puente entre los terribles hechos ocurridos hace medio siglo y la amenaza actual que el cambio climático cierne sobre nosotros.

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—He leído que Allende y el museo del suicidio es el libro de su vida. ¿Es así? 

—Es el siempre generoso Javier Cercas el que se ha referido así a mi nueva novela, y me ha gustado porque es, en efecto, un libro que contiene mi vida real e histórica (aunque en clave de ficción) y, a la vez, un libro culminante de mi quehacer literario, porque no creo que vaya a superarlo.

—¿Cuál es su génesis?

"No hubiera escrito la novela si, simultáneamente, no hubiese estado obsesionado por otro tipo de suicidio: el que la humanidad está cometiendo al destruir apocalípticamente nuestro clima"

—Podría aventurarse, entonces, que se gestó a lo largo de esa existencia, tanto vital como literaria, pero para ser más exactos me ha ido rondando la idea de un personaje que iba a retornar a Chile a investigar la muerte de Allende (¿lo mataron o se suicidó?) desde que la democracia retornó a mi país en 1990. Desde ese momento ya era posible ocuparse de las figuras legendarias y los mitos, cosa que era más difícil hacer desde el exilio y durante la dictadura. Pasarían treinta años antes de que descubriera cómo narrarla. Pero no hubiera escrito la novela si, simultáneamente, no hubiese estado obsesionado por otro tipo de suicidio: el que la humanidad está cometiendo al destruir apocalípticamente nuestro clima. Es una obsesión con que cargo al otro protagonista, un billonario llamado Joseph Hortha que para despertar a nuestra especie de su ceguera quiere construir un gigantesco y delirante Museo del Suicidio. Sólo pude empezar a escribir cuando comprendí cómo ligar estas dos formas posibles del suicidio.

—Se cumplen 50 años después del golpe de Pinochet que derrocó al gobierno de Allende pero, ¿no tiene la sensación de que ha pasado mucho más? ¿No ha convertido la aceleración histórica lo ocurrido entonces en una suerte de mundo perdido?

—La novela está habitada por la tristeza por ese mundo perdido y la necesidad de recuperar tanto la experiencia gloriosa de la revolución pacífica de Allende como los dolores de la dictadura. La historia puede acelerarse, pero para quienes vivieron esos años la memoria sigue viva, las heridas abiertas. En parte escribo este libro para hacer de puente hacia el futuro, hacia las generaciones más jóvenes y las que vendrán, para que no haya olvido. Y la ficción sirve particularmente para eso: nos emociona, muchas veces, un personaje inventado más que los seres de carne y hueso que nos rodean. Y nos acordamos de ellos siempre. Ojalá suceda con los míos.

 

—Advierte que todos los personajes de la novela son ficticios, «incluso aquellos que, como el autor y su familia y amigos, están tomados de la vida real y existen de forma fehaciente e histórica». ¿Qué aporta la «ficción» a una historia tan «real»?

"Al ficcionalizar esta historia, incluyéndome a mí mismo, pude escarbar en situaciones que hubiera sido imposible abordar de haberme ceñido a la facticidad"

—Dice Novalis, en un epígrafe que reproduzco, que «la novela surge de las deficiencias de la historia». Al ficcionalizar esta historia, incluyéndome a mí mismo, pude escarbar en situaciones que hubiera sido imposible abordar de haberme ceñido a la facticidad. Hortha y el ficticio “Ariel”, por ejemplo, presencian, desde un escondite, la exhumación del cadáver de Allende, una situación que ningún periodista pudo haber reportado, porque se llevó cabo en el secreto más absoluto. La novela está llena de similares circunstancias, todas ellas sumamente verosímiles. Me gusta que, en un libro donde se trata de yuxtaponer diferentes interpretaciones acerca de la muerte de Allende, y lo difícil que es desentrañar los misterios del pasado, que los lectores se encontraran con un autor y un narrador que son ambos unos mentirosos, que juegan con lo real y lo ficticio. Reducir mi libro a un thriller (aunque es un thriller también) es no hacerle justicia, pues es a la vez una exploración de nuestra precaria condición humana contemporánea en que la verdad se esconde bajo capas de tergiversaciones.

Ariel Dorfman, junto a Ernesto Cardenal y el presidente chileno Salvador 

Allende, en 1972. Biblioteca nacional de Chile.

—Separemos pues realidad y ficción. Su novela fantasea sobre lo ocurrido aquella mañana en el Palacio de la Moneda, pero me gustaría preguntarle ahora por su convicción personal como testigo de todo aquello. ¿Allende se mató o lo mataron?

—La novela ofrece la respuesta, y los lectores tendrán que formarse su propia opinión. Sería injusto que las convicciones del autor menoscabaran lo que deciden sus personajes, que tienen, después de todo, dignidad y disponen de bastante autonomía.

—¿Cuál cree que fue el mayor error de Salvador Allende?

"La novela establece que más urgente que criticarlo es criticar nuestro propio proceder durante los mil días de la Unidad Popular, lo que causó un desastre tal que todavía estamos pagando"

—Tengo muchos más años ahora, en el 2023, que Allende cuando trabajé para él en La Moneda a la edad de treinta y uno, así que de alguna extraña manera soy mayor que mi querido presidente, y eso quizás me daría derecho a conversar con su fantasma sobre los errores que cometió. Pero sigue siendo como un padre para mí, alguien que me salvó la vida el día once con su discurso final en que nos dijo que no nos dejáramos matar. La novela establece que más urgente que criticarlo es criticar nuestro propio proceder durante los mil días de la Unidad Popular, lo que causó un desastre tal que todavía estamos pagando.

—Hay algo hermoso en la historia reciente de Chile, pese a todo el horror. Demuestra que no es obligatorio que los dictadores mueran como tales. Su trabajo de presión internacional y el de tantos otros dentro y fuera lograron que el dictador cediera el testigo tras perder aquel referéndum, algo que no ocurrió en otros países, como España. ¿Qué hicieron bien exactamente ustedes?

—Fuimos capaces, la mayoría de los seguidores de Allende, de entender que para derrotar al dictador era necesaria una coalición mucho más vasta que la que se había armado para los cambios revolucionarios, y capaces, también, de valorar la democracia como el arma más eficaz para construir un futuro mejor. El modo en que, en el referéndum de 1988, terminamos con el intento de Pinochet de perpetuarse eternamente en el poder fue entendido como un modelo para el mundo entero, demostrando que la acción pacífica de multitudes de hombres y mujeres puede vencer el miedo y la mentira. Es una lección que hace falta recordar hoy, cuando nuestro planeta sufre tantas tribulaciones y amenazas.

 

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